…y Vino, La Guerra

“Toma consejo del vino, decide después con agua”
Benjamín Franklin

Septiembre tiñe nuestros corazones de verde, blanco y rojo. ¡Sobre todo de rojo! No solo México. El mundo entero se pinta del mismo color. 2 de septiembre de 1939, el mundo se vuelca a las puertas del infierno que fue la Segunda Guerra Mundial.

Bajo estas líneas cedo mi sangre a otro rojo que terminó por regalar cordura a dos frentes: El vino.

Antes de arrancar, quiero llevarte a aquella época donde la revolución atómica toma el frente. Las ciencias se apoderan del poder. Y el vigor, por ser humano, se somete a este encuentro. Cuando el propósito de la vida se redujo a la supervivencia del capitalismo de la pureza. A una guerra en contra del esplendor irracional de la propia evolución.

Ahí estas. A los 18 años. En terreno tibio. Temeroso del cielo y de la tierra. Con un cigarro chafa y un lunch indeseable. Vestido de polvo, hambre y miedo. Sentado enfrente a un viñedo y un chateaûx pecando en el vino donde te quieres ahogar.

Solo queda pensar en un nombre: Louis Eschenauer. Su puro y enorme personalidad. El mercader más importante de Bordeaux y creador de los Grands Crus. El único quien logró negociar con el mundo entero. Llevó vino en botellas de perfume a los Estados Unidos durante la época de la prohibición, e intentó negociar con Heinz Bömers, Wein Führer del Tercer Reich. Las condiciones eran simples ya que Francia era un país ocupado. Sus vinos solo podían llegar a Alemania.

Sus zapatos, apretados. Philippe Pétain, cabeza del país franco en 1940, había negociado con Alemania la remodelación Francesa. El tío Louis, por llevar la vara alta, quedó atrapado entre la espada y la pared.

Finalmente, hacia 1944, tropas franco-norteamericanas penetraron por Francia en el marco de la «Operación Anvil».

Con la retirada germana cayeron los muros que separaban los buenos y malos vinos en las bodegas. Simbólicamente, uno de los mejores viñedos de la Borgoña, que había sido regalado por los productores a Pétain (el Clos du Maréchal), regresó a las manos de sus antiguos propietarios. Pero esto no impidió que siguiera comercializándose el vino allí, producido con una gran «ex» delante de la expresión Clos du Maréchal en las etiquetas de las botellas.

“1945 fue la última gran añada del siglo XIX . Para los viticultores y cultivadores, el final de la guerra marcó el principio del siglo XX, cuando los tractores de eje alto substituyeron a los caballos y las máquinas embotelladoras sustituyeron a las mujeres que hacían tradicionalmente ese trabajo, de modo que ya no quedó ninguna duda de que se iniciaba una nueva era en la producción del vino”.
-Los Kladstrup.

…1939 fue el año de la peor cosecha. 1945 -el año de la victoria- la más excelsa.
El fin de La Segunda Guerra Mundial fue la sexta estrella de cinco. La evolución que tanto buscaban.

@DoreFerriz

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