EPOC y Cáncer de Pulmón

Como lo he mencionado en repetidas ocasiones el tabaquismo, es un hábito que se relaciona directamente con diferentes tipos de cáncer (mamá, laringe, faringe, mama, cérvico-uterino, bucal, vejiga, próstata y pulmón, entre otros); así como con diversas enfermedades respiratorias (tuberculosis, fibrosis pulmonar, asma bronquial y EPOC –Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica).

En México y en el mundo el cáncer de pulmón representa la primera causa de muerte. En nuestro país cada año mueren 40 mil personas por cáncer de pulmón, es decir, a razón de 22 fallecimientos por día; además de registrarse 110 mil nuevos casos.

Mientras que en el EPOC es una enfermedad pulmonar progresiva y potencialmente mortal que se caracteriza por puede causar disnea (falta de aire) al principio asociado al esfuerzo, y cuya principal causa –también- es la exposición al humo del tabaco (fumadores activos y pasivos). La contaminación del aire de interiores (por ejemplo, la derivada de la utilización de combustibles sólidos en la cocina y la calefacción); la contaminación del aire exterior; la inhalación del humo de leña y la exposición laboral a polvos y productos químicos (vapores, solventes, irritantes y gases) representan factores de riesgo.

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De acuerdo con el Estudio de la Carga Mundial de Morbilidad, la prevalencia de la EPOC en 2016 fue de 251 millones de casos, y se estima que en 2015 murieron 3millones 17 mil personas en todo el mundo por esta causa; lo que representa un 5% de todas las muertes registradas ese año.

 

El porcentaje de pacientes que mueren por esta enfermedad es muy alto, e inclusive superior a los que fallecen por padecimientos cardiacos o embolias cerebrales. La tasa más alta de mortalidad se da en el Continente Americano, principalmente en México y Estados Unidos, informó Oscar Chanona Alcocer, médico internista neumólogo.

 

En el caso del cáncer de pulmón, el tabaquismo se relaciona en más de un 60 por ciento de los casos, y al igual que la EPOC, ambos son padecimientos altamente mortíferos, lo que representa un problema de Salud Pública en ambos casos.

El especialista explicó que “la relación que existe entre la EPOC y el cáncer pulmonar es 20 veces mayor en los fumadores que en los que no fuman, por el tabaco como factor de riesgo. De ahí que el riesgo de contraer cáncer de pulmón aumenta con la cantidad de cigarros que consume cada persona y se relaciona directamente con el tiempo que lleva fumando”.

Aspirina disminuye el riesgo de cáncer

De acuerdo con un estudio presentado en la Reunión anual de la Asociación Americana de la Investigación del Cáncer, se ha podido determinar que la ingesta a largo plazo de aspirinas se asociaría a un menor riesgo de morir a causa de varios tipos de cánceres, entre los que se encuentra el de: pulmón, colorrectal, mama y próstata.

El estudio analizó la ingesta de aspirina, junto a la dosis y la duración, con los riesgos de la mortalidad en general y los riesgos de la mortalidad por cáncer durante un período de casi 32 años. Investigaciones anteriores han demostrado que la aspirina previene las enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer, en particular el cáncer colorrectal. Ese estudio en particular fue uno de los primeros en examinar los beneficios potenciales de las diferentes dosis y duraciones del uso de la aspirina.

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«La evidencia sugiere que la aspirina no solo reduce el riesgo de desarrollar cáncer, sino que también puede desempeñar un papel importante en la reducción de la muerte por cáncer», comenta Yin Cao, autor principal del estudio e instructor en medicina en la unidad de Epidemiología Clínica y Transnacional del Hospital General de Massachusetts y la Escuela Médica de Harvard.

De 1980 hasta 2012 los investigadores analizaron a 86 mil 206 mujeres desde, y a 43 mil 977 hombres de1980 a 2012 y 43,977 hombres, de 1986 a 2012. Durante ese lapso se registró su uso de la aspirina y se empezó a hacer su seguimiento cada dos años.

Durante este tiempo se observaron reducciones en el riesgo de la mortalidad en general y el riesgo de la mortalidad por cáncer en los individuos que se habían tomado dosis de aspirina, que oscilaban entre medio comprimido y siete pastillas por semana. En tanto que las personas que tomaron 0.5 y 1.5 comprimidos redujeron el riesgo de mortalidad. Entre las que tomaron entre dos y siete, la reducción aún fue mayor. Sin embargo, las personas que tomaron más de siete comprimidos podrían haber tenido beneficios sustancialmente menores.

Los estudiosos plantearon la hipótesis de si el riesgo de mortalidad por cáncer se debía a las propiedades anticoagulantes y antiinflamatorias de la aspirina. La propiedad anticoagulante evita que los coágulos se formen en el cuerpo y podría prevenir que las células cancerosas que se separan de los tumores se peguen a otras áreas del cuerpo desarrollando otros tumores.

Durante el período de estudio, 22 mil 94 de las mujeres y 14 mil 749 de los hombres murieron. Entre todos los que murieron, 8 mil 271 mujeres y 4 mil 591 hombres fue a consecuencia del cáncer.

Las tasas de riesgo de muerte entre hombres y mujeres que tomaron aspirina en comparación con los que no lo hicieron disminuyeron entre un 11 y un 7 por ciento. El riesgo de mortalidad por cáncer fue de 7 por ciento menor para las mujeres y un 15 por ciento menor para los hombres que utilizaron aspirinas, explica el estudio.

La mayor reducción se produjo en el riesgo de la mortalidad por cáncer colorrectal, con un total del 31 por ciento para las mujeres y 30 por ciento para los hombres que tomaban aspirinas de forma regular. Esas mujeres también tuvieron 11 por ciento menos de riesgo de morir por cáncer de mama, y en el caso de los hombres 23 por ciento menos de riesgo de morir por cáncer de próstata.

Aunque se ha demostrado que la aspirina reduce el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares, se sabe que el uso diario de la aspirina aumenta la probabilidad de sangrado gastrointestinal.

«Tenemos que asegurarnos que las personas entiendan que el uso crónico puede no ser bueno para todos», advierte Margie Clapper, subdirectora científica del Centro de Cáncer Fox Chase.

 

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