CDMx: una marca sin desarrollo sustentable

Tanya Müller: una secretaria que tumba árboles y construye banquetas

Si algo ha caracterizado el trabajo de la actual Secretaria del Medio Ambiente del Gobierno de la Ciudad de México, es su poca disposición a rendir cuentas sobre resultados que no se ven en materia ambiental y su injerencia en actividades propias de otras dependencias.

Lo mismo se le ve haciendo banquetas mal planeadas competencia de la Secretaría de Obras, que aplicando programas de transporte alternativo materia de la Secretaría de Movilidad; mientras que por otro lado autoriza la tala de árboles para favorecer a las constructoras; mantiene un silencio sumiso e irresponsable frente a la contaminación producida por muchos de los destartalados autobuses del Metrobús o del parque vehicular propiedad del gobierno de la ciudad o de las empresas que brindan servicios concesionados, así como del transporte pesado de carga.

¿Es la Ciudad de México sustentable?

Para dar respuesta a este planteamiento, debemos entender que la sustentabilidad de una ciudad o comunidad, está relacionada con la capacidad  para mantener el equilibrio existente entre una población con los recursos naturales que existen en su territorio, garantizando la satisfacción de las necesidades propias de las generaciones presentes sin poner en riesgo la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras.

Es evidente que la CdMx, junto con los municipios conurbados del Estado de México, hace mucho tiempo que dejaron de ser comunidades sustentables. El ejemplo de esto es que desde hace más de 4 décadas se trae agua a la CdMx desde el río Cutzamala y más recientemente se ha pretendido traerla desde río Tamazcaltepec, afectando los recursos naturales de amplias zonas en los territorios del Estado de México y del Estado de Michoacán.

El Programa Estratégico Forestal del Distrito Federal 2006 – 2025 reconoce que se pierden 240 hectáreas de suelos de conservación al año,  principalmente por los cambios en los usos de suelo. Es decir, en los últimos 16 años se ha perdido alrededor del 10% de la superficie arbolada de nuestra CdMx. El impacto ambiental ha sido terrible, ya que además de estar generando un “enfisema urbano”, al destruir los pulmones naturales de la ciudad, hay un “cáncer pulmonar megalopolitano” que es provocado tanto por la ausencia de un gobierno que vele por la calidad de vida de los habitantes, como también por la presencia de un gobierno extremadamente corrupto que trabaja para las voraces inmobiliarias. Los árboles en la CdMx están muriendo, la mayoría están enfermos y la Secretaría de Medio Ambiente en lugar de que su programa prioritario sea la atención y protección de nuestros bosques urbanos y nuestros parques, se dedica hacer banquetitas y a derribar árboles para satisfacer las necesidades de crecimiento de los grandes desarrollos inmobiliarios, que como “metástasis” se extienden vorazmente depredando cada metro cuadrado de suelo de lo que fuera la región más transparente del aire.

¿Y nuestros legisladores? Como dicen en el barrio: “bien gracias”. Auténticos espectadores del colapso urbano. Con su oportunismo característico sólo salen a los medios a repartir culpas sin asumir las propias. La nueva forma de hacer política es negociar todo con el Jefe de Gobierno, hasta la comparecencia de los titulares de las dependencias responsables de actos y de terribles omisiones que hoy tienen colapsada esta ciudad, por momentos amenazada con la parálisis. La falta de transparencia y la encriptada rendición de cuentas, es la marca de la “nueva y flamante” clase política de la CdMx.

La vida y la salud de miles de personas ya está en riesgo por la ausencia de gobiernos responsables y la presencia de gobiernos corruptos. Es indispensable una moratoria urbana, extirpando el cáncer de la especulación del suelo no otorgando ni permisos, ni licencias, ni modificaciones de usos de suelo para seguir sobredensificando la ciudad.

El gobierno ataca a los ciudadanos que requieren movilizarse para trabajar y llevar recursos a sus familias, es decir ataca los efectos de la excesiva concentración humana en un nicho ecológico devastado por la sobreexplotación de sus recursos, más no ataca las causas. Siendo que el origen del mal crónico de nuestra megalópolis está íntimamente ligado al desarrollo depredador del sector inmobiliario y a la corrupción.

Los señores legisladores deben asumir la responsabilidad de trabajar para los ciudadanos y no para quienes financiaron sus campañas. Deben establecer indicadores para medir la reversión de la degradación ambiental y urbana que tiene amenazada ya no sólo la calidad de vida de los habitantes y visitantes de la CdMx, sino también la salud y la vida misma de las presentes y de las nuevas generaciones.

Entre estos indicadores deberían considerar:

1.- Cuántos metros cuadrados de áreas verdes, bosques y zonas de conservación se han recuperado cada año y en cuánto ha aumentado la superficie de los bosques urbanos. Recordemos que actualmente se pierden casi dos millones y medio de suelos de conservación cada año en la CdMx.

 

2.- En cuántos metros cúbicos de agua se reduce el déficit de la recarga de los acuíferos cada año.

 

3.- En cuántos metros cúbicos de agua se incrementa la capacidad de abasto anualmente, mediante la eliminación de fugas en la red hidráulica de la ciudad y en las instalaciones domiciliarias, y mediante la aplicación de programas para el uso racional de los recursos hídricos de nuestra ciudad.

 

 

4.- En cuántos viajes por persona se ha reducido la movilidad en la CdMx por una adecuada política redistribución de las fuentes de empleo, acercando los trabajos a la población demandante de trabajo. Esto en coordinación con el sector privado y con base en una política nacional de promoción de polos de desarrollo sustentable en el interior del país. No podemos cerrar los ojos ante la falta de políticas nacionales en materia de desarrollo de centros poblacionales sustentables y la falta de coordinación con los gobiernos de los Estados.

 

El crecimiento poblacional y la migración laboral de las ciudades dormitorio hacia las delegaciones centrales, ya rebasó y colapsó la sustentabilidad de nuestra ciudad. Es tiempo de exigir cuentas a los responsables dentro del gobierno, así como dentro de la Asamblea Legislativa y poner un plazo para corregir el rumbo y salvar la vida y proteger la salud de millones de personas que pagamos con nuestros impuestos su dispendiosa vida como gobernantes. La solución no puede estar soportada en paliativos y parches en los programas, ni en pedirle a la gente “Hoy no trabajas”, “Hoy no sales de tu casa” y mañana tal vez un “”Hoy no respires. La CdMx no se hace responsable por los efectos sobre tu salud”.  Los resultados hablan por sí mismos, ni el gobierno ni los diputados han cumplido con su responsabilidad. Los habitantes de la nueva CdMx, ya estamos hartos de tanta  ineficiencia y de tanta corrupción.

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