Amistad cívica fracturada

Un amigo burlón es como potro en celo, relincha con cualquier jinete. (Siracides 33, 6)

Aristóteles afirmaba que la amistad y la concordia son dos elementos fundamentales para la construcción de la convivencia social. De igual manera, señalaba que para prosperar, el hombre necesita de instituciones y leyes justas; de gobernantes prudentes y de jueces honestos

De todos los tipos de amistad destacaba la “amistad cívica”, es decir, la existente entre los ciudadanos de un Estado que persiguen objetivos comunes, a partir de los cuales se establecen vínculos basados en el respeto a las diferencias legítimas y en la ausencia de agravios comparativos.

Lo anterior, cobra particular importancia a luz de la difusión de la grabación en que se escucha al Presidente del Instituto Nacional Electoral imitando la intervención de un interlocutor perteneciente a una comunidad indígena. Se ha escrito mucho al respecto. Desde la ilegalidad de la grabación hasta la falta de respeto a la dignidad de las personas y, en particular, de comunidades que históricamente han sido marginadas.

Lo que está sobre la mesa es, desde mi perspectiva, la necesaria amistad cívica que debe existir entre el Presidente de una institución de Estado -árbitro electoral tanto de elecciones federales como locales- y los ciudadanos, independientemente de su origen, raza, sexo o cualquier otra característica que implique cualquier categoría jurídica.

El diálogo existente entre el árbitro electoral y todos los ciudadanos, basado en el respeto a las diferencias de carácter personal, ideológico, económico y cultural, es una de las condiciones indispensables para la construcción de una comunidad más civilizada y justa. No se puede pedir al ciudadano, por un lado, mayor participación política en los procesos electorales y la construcción de ciudadanía; cuando se atenta contra la dignidad y el respeto de los interlocutores, generando con ello una seria fractura en la amistad cívica.

Es menester que todos, servidores públicos o ciudadanos de “a pie”, entendamos que la democracia no es solamente un procedimiento para la selección de nuestros representantes populares; sino un sistema de vida con valores inherentes de justicia, libertad, igualdad y bien común, para lo cual es necesario respeto, cooperación, solidaridad, y fraternidad. En otras palabras, la generación de “amistad cívica” a partir de la cual se construya una sana convivencia social.

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@NVS_

Néstor Vargas Solano* Ex presidente del IEDF

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