En el país existen 210 embalses principales; hasta este fin de semana, 97 registraban niveles de almacenamiento por arriba del 60 por ciento. De hecho, cuatro ya se encuentran en o por arriba del 100 por ciento: la de Cerro Prieto, en Nuevo León, 106 por ciento; Pedro J. Méndez, en Tamaulipas, 101; La Esperanza, Hidalgo, al 100, y Nexapa, en Puebla, al 102 por ciento.
- Aunque los indicadores de la disponibilidad del recurso hídrico son positivos en el corto plazo y a pesar de las precipitaciones torrenciales observadas este año, el almacenamiento de las presas es menor que lo observado en 2024, cuando, con corte al 21 de octubre, eran 135 embalses los que se encontraban por arriba del 60 por ciento de su almacenamiento.
- En cambio, las condiciones de sequía para este 2025 han mejorado considerablemente. Con corte al 15 de octubre, únicamente 18.7 por ciento del territorio nacional enfrenta alguna condición de sequía, lo que es considerablemente menor —57.2 por ciento— a lo que se registraba al mismo periodo del 2024, que era de 43.7 por ciento de la superficie afectada.
La misma Comisión Nacional del Agua (Conagua) explica que esto se da en medio de un registro de lluvias por arriba del promedio para la primera mitad de octubre, particularmente en zonas del noroeste, norte, noreste, centro, oriente y sur del país, así como en la Península de Yucatán.
Las condiciones fueron atribuidas al huracán Priscila y la tormenta tropical Raymond, cercanas a las costas del Pacífico, así como tres ondas tropicales y el descenso de tres frentes fríos.
Aunque el mejor llenado de las presas y la baja en condiciones de sequía resulta positivo por ahora, esto no significa que se han dejado atrás las consecuencias enfrentadas en el último lustro, como las temporadas de sequía e incluso el haber llegado casi al “día cero”.
Priyadarsi Debajyoti, investigador del Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que esto es apenas una de las manifestaciones del cambio climático y consecuencias del calentamiento global, pues hacia el futuro se prevé un “ir y venir” de ciclones y temporadas de lluvia más intensas, así como de escasez y sequías más prolongados.
- Asemejó la actual temporada de torrenciales lluvias con echar agua a una cubeta rota, en donde ésta representaría los bajos niveles estáticos de los acuíferos a causa de la sobre extracción de agua que se padece desde hace décadas.
- “Estamos extrayendo mucha agua; el nivel estático cada vez es más profundo. Entonces, aunque pongamos mucha mucha agua en las presas y lagos, como el nivel estático está muy bajo, no se va a llenar; entonces, ahí tenemos que trabajar la política, una política donde el uso y manejo de recursos hídricos deba mejorar”, dijo a La Razón.
Al señalar que en el último siglo la temperatura de México ha subido de 1.6 a 1.8 grados en promedio, y que esto ya rebasa el promedio global, explicó que esto hará que haya menos precipitaciones y se reduzca la humedad del suelo, lo que vaticina que las sequías a futuro serán “intensas, de larga duración”.
No obstante, dijo, el aumento de la temperatura hace que los grados también se eleven en el agua, es decir, de los mares, lo que a su vez generaría huracanes y tormentas tropicales más frecuentes e intensas.
“Ésos también de repente van a traer mucha cantidad de lluvia, causarán mucha precipitación en corto tiempo. Y eso es bueno porque rellenaría los lagos, presas y nos aportaría ese recurso hídrico que carecemos por largos periodos de sequía, pero viene el otro tema: el concepto de la cubeta rota, a la que si ponemos mucha agua, nunca se va a llenar porque está rota. Así es la situación, porque para llenar las presas, lagos, el nivel estático, el agua subterránea, debe ser muy elevado”, ejemplificó.
- Cuestionado sobre si no se descarta que se vivirá un periodo agudo de sequía como el que ya se enfrentó, respondió: “Absolutamente correcto, porque si vemos el ciclo pasado, tuvimos los mismos fenómenos: Largos periodos de sequía, después interrumpido por lluvias torrenciales”.
- La observación fue compartida por la ingeniera ambiental Sandra López, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quien recordó que alrededor de 2011 se registraron amplias sequías que para los años siguientes bajaron y nuevamente incrementaron hacia 2022, que además converge con el aumento de la temperatura, respecto de lo cual alertó que también repercutirá con olas de calor más fuertes así como la disponibilidad hídrica.
“Ya vimos que este año tuvimos alta incidencia de inundación y, con estos patrones, comienza a observarse que, año con año, hay una mayor variabilidad. Es decir, vemos patrones donde un año tenemos agua en abundancia, pero en otros hay una baja de este recurso. Entonces, si bien ahora tenemos niveles tan altos, las autoridades lo pueden tomar como un tiempo para preparar cómo adaptarse a estas nuevas condiciones climáticas”, dijo.
- Ante esto, consideró que entre las vías a tomar por las autoridades es concretar la regulación del uso del agua en sectores de alto consumo, como el ganadero y agricultor; enfocar la reparación de las fugas en las presas o los sistemas de suministro hacia hogares y promover los sistemas de captación de agua de lluvia, particularmente en las ciudades, para aprovechar las precipitaciones que termina por desperdiciarse con el asfalto que impide que el líquido cae recargue los acuíferos.
“Es un círculo vicioso que no termina, porque por un lado, no hay agua, pero tampoco se alcanza a permear el agua debidamente porque en las grandes ciudades, donde más se consume, tenemos grandes cantidades de asfalto y eso, a su vez, genera otro problema, que es el hundimiento de la ciudad… Al final, también es tema de planificación urbana para generar sustentabilidad”, enfatizó./Agencias-PUNTOporPUNTO