MÉXICO no prohíbe oficialmente el FRACKING; La fractura hidráulica regresa al debate ENERGÉTICO ante la necesidad de producir

México posee reservas significativas de recursos no convencionales que, con la tecnología adecuada, podrían incrementar la producción petrolera del país. La tecnología de fractura hidráulica, popular en otros países, está lista para su implementación

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Después de años en los que el fracking quedó fuera de operación por decisión presidencial, el término volvió a aparecer en la mesa de conversación del Congreso Internacional de Energía de Tamaulipas.

La razón es técnica antes que política: la fractura hidráulica es la única metodología capaz de explotar los llamados yacimientos de baja permeabilidad, formaciones donde el petróleo y el gas están atrapados en rocas compactas que requieren presiones adicionales para liberarse.

Se trata de recursos que, de habilitarse, podrían abrir una nueva ventana de producción en un momento marcado por la sequía de hidrocarburos y el agotamiento progresivo de los campos maduros del país, aunque con el reto adicional de una técnica cuestionada por sus impactos ambientales y por su elevado consumo de agua.

Rechazo al fracking

Walter Julián Ángel Jiménez, secretario de Desarrollo Energético de Tamaulipas, sostuvo que el país debe retomar la conversación desde una perspectiva estratégica. Subrayó que es indispensable abrir nuevamente el debate y contar con voluntad política para reconocer que estos proyectos son clave para sostener e incrementar la producción petrolera.

“Esperamos el momento adecuado para poder llevarlo (a la discusión) y nuestro papel aquí en Tamaulipas es ser ese punto de apoyo para que se pueda desarrollar y asumirlo con toda la responsabilidad. Somos un estado que está apostando por esta discusión, particularmente con el tema de yacimientos de baja permeabilidad y porosidad, abiertamente con el tema del fracking”, dijo, Ángel Jiménez.

  • El funcionario describió un escenario en el que la técnica existe, los recursos están identificados y parte de la regulación ya está desarrollada, pero falta la definición política. A su juicio, esa es la pieza que mantiene inactiva una oportunidad que otros países han aprovechado para estabilizar su producción.
  • Esa postura la reforzó con una advertencia de que sin claridad institucional la discusión se vuelve más compleja que la ingeniería. “Todo eso pasa cuando ya está incierto en la política pública, algo que legalmente está permitido pero no está materializado en la política pública”, aseguró, Ángel Jiménez.

Aunque no existe una prohibición legal explícita, la ruta administrativa no es sencilla. Desde la Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarburos (Amexhi) se han realizado análisis sobre la carga burocrática que implicaría solicitar permisos para explotar yacimientos no convencionales. Los procedimientos regulatorios y ambientales —que se multiplican ante la ausencia de lineamientos claros— podrían frenar cualquier intento por desarrollar proyectos que requieran fractura hidráulica.

  • En México no existe una norma que impida su aplicación; sin embargo, con la llegada del expresidente Andrés Manuel López Obrador al Ejecutivo en 2018, el fracking quedó descartado. El mandatario afirmó que la técnica generaba contaminación y requería un uso intensivo de agua, por lo que anunció que no se permitiría su implementación.
  • La promesa presidencial quedó inscrita como el punto número 75 de los 100 compromisos de gobierno. Aunque recibió apoyo de organizaciones ambientalistas y derivó en intentos de cambios regulatorios, nunca llegó a consolidarse como una prohibición legal.

Desde entonces, los yacimientos donde se concentra casi 60% de las reservas del país permanecen sin operar. Son recursos que requieren inversiones mayores, esquemas distintos de perforación y regulaciones específicas, pero cuyo valor estratégico no ha disminuido.

Ángel Jiménez reforzó este punto al señalar que, con tecnología más avanzada, podrían abrirse nuevas oportunidades. “No existe ninguna prohibición legal (del fracking) más bien es una prohibición de política pública, que lo sacó de la fase operativa. No existe ninguna ley o regulación que diga que está prohibido. Ahora buscamos que se habilite y creemos que con el estado actual de la tecnología podría haber un área de oportunidad para que se dé, e incluso el IMP está desarrollando una tecnología para ello”, explicó.

Yacimientos clave, tecnología disponible y un futuro en pausa

Gobirish Mireles, subsecretario de hidrocarburos de la Secretaría de Desarrollo Energético estatal, subrayó los posibles beneficios para el gobierno federal, para las empresas y para las comunidades locales.

“Esta ejecución de pozos no convencionales debe de ser compartida, el país, el gobierno van a llevarse sus barriles, su gas, las comunidades se van a llevar sus beneficios al tener a las compañías de servicio en las comunidades; estoy muy seguro que vamos a tener un resultado muy positivo, y por eso necesitamos llegar a buen término”, comentó.

  • El subsecretario también llamó a abandonar los eufemismos y discutir la técnica sin rodeos, una posición poco común en el debate nacional. “Estos yacimientos no convencionales, de baja permeabilidad, de fracturamiento hidráulico, al final es lo mismo y no tenemos miedo de llamar a las cosas como son, de hecho lo que queremos es una discusión técnica e informada sobre los faltantes que hacen falta en la parte regulatoria”, explicó.

La cuestión ambiental sigue siendo el punto más delicado. Aunque existe tecnología de mitigación, la fractura hidráulica continúa bajo escrutinio por su demanda de agua y los riesgos asociados al manejo de residuos. La experiencia internacional demuestra que estos factores exigen regulaciones robustas y vigilancia estricta, condiciones que los especialistas consideran indispensables si México decide retomar su uso.

Oportunidad vigente sin regulación formal

México posee reservas significativas de recursos no convencionales que, con la tecnología adecuada, podrían incrementar la producción petrolera del país. La tecnología de fractura hidráulica, popular en otros países, está lista para su implementación; sin embargo, en México, su uso permanece en pausa debido a la ausencia de una definición política clara.

  • Aunque no existe una prohibición legal explícita, los procedimientos administrativos y regulatorios complicados, junto con la falta de lineamientos precisos, desincentivan su avance. La administración del expresidente Andrés Manuel López Obrador descartó oficialmente el fracking en 2018, citando preocupaciones ambientales y de consumo de agua, pero esto no constituyó una prohibición legal.
  • Como resultado, casi el 60% de las reservas del país permanecen sin aprovecharse, pese a su potencial estratégico. Expertos y funcionarios destacados consideran que con un marco regulatorio sólido y tecnología avanzada, México podría aprovechar estas formaciones, beneficiando tanto a la economía energética como a las comunidades locales, siempre bajo estrictas medidas ambientales y de vigilancia.

En este contexto, revisar y actualizar las políticas públicas podría abrir nuevas oportunidades para el país en un escenario donde la innovación tecnológica exige también un marco legal claro y seguro.

Pemex se pierde en el laberinto del ‘fracking’

La primera semana de agosto, el Gobierno de México presentó su Plan Estratégico 2025-2035 para rescatar, otra vez, a Petróleos Mexicanos (Pemex). Entre su batería de medidas proponen “reactivar la evaluación de yacimientos de geología compleja” por su potencial para insuflar nueva vida a las menguantes reservas petroleras del país. Pero la única forma de explorar y explotar estos recursos es el fracturamiento hidráulico o fracking, una técnica criticada por ambientalistas y parte de la comunidad científica y que el director de Pemex aseguró, esa misma semana, que no iban a usar.

“La última estimación oficial arroja un volumen de 113.000 millones de barriles de petróleo de recursos prospectivos. De ese total, el 57% se encuentra en yacimientos no convencionales. Esto representa una oportunidad para elevar las reservas y contribuir a revertir la caída de la producción nacional”, se lee en el Plan 2025-2035. Días después, en el Foro Nacional de Energía celebrado en el Senado, el director de Pemex, Víctor Rodríguez Padilla, tras enfatizar que no van a hacer fracking, comenzó a cantinflear en torno a la necesidad de México de explorar y explotar estos yacimientos no convencionales.

“El problema que tengo es reemplazar yacimientos productivos con yacimientos cada vez menos productivos”, argumentó. “No estamos haciendo explotación de recursos ahorita de yacimientos no convencionales; lo que estamos haciendo es la evaluación de cuánto podríamos obtener, cuál podría ser la producción, cuál la recuperación e ingresos”.

En una reciente entrevista con EL PAÍS, la secretaria de Energía, Luz Elena González, también rechazó esta práctica: “Estamos completamente en contra de eso. Nadie está planteando eso. Sin embargo, tenemos que hacernos cargo de que hay que incrementar la producción de gas. Nosotros importamos una cantidad muy importante de gas y tenemos reservas de gas”.

El fracking es una serie de técnicas de extracción de hidrocarburos contenidos en rocas que no se pueden explotar de forma convencional. También sirve para estimular pozos con producción en declive. Básicamente se introduce una mezcla de 90% de agua con arena y aditivos químicos, muchos con alta toxicidad, para fracturar las rocas. En promedio, cada fractura en un pozo requiere 15 millones de litros de agua, que queda inservible para el consumo humano y otros usos.

“Minimizar el impacto ambiental”

“El fracking que ustedes conocieron en la década de los 2000 como el gran boom de los Estados Unidos es muy distinto en la actualidad”, continuó Rodríguez Padilla. “La tecnología para el aprovechamiento seguro de hidrocarburos en yacimientos de geología compleja ha experimentado avances significativos durante la última década, orientados a minimizar el impacto ambiental”, justifica el Plan Estratégico 2025-2035 de Petróleos Mexicanos. Se preguntó a Pemex por su estrategia en relación al fracking, pero a cierre de edición no habían contestado.

“Nosotros lo llamamos Fracking del Bienestar”, bromea Alejandra Jiménez, miembro de la Alianza Mexicana contra el Fracking, un conjunto de organizaciones ecologistas y sociales que llevan 12 años tratando de que México prohíba estas técnicas.

“El plan de Pemex es una declaratoria de que quieren y van a desarrollar fracking, pero como saben que ahora no tienen la licencia social, evitan hablar de fracturamiento y dicen decenas de eufemismos como estimulación, yacimientos complejos, yacimientos no convencionales…”. Las preocupaciones principales para estas organizaciones son ambientales, sociales y de salud.

La prohibición del fracturamiento hidráulico fue una promesa de campaña de Andrés Manuel López Obrador que se mantuvo como su compromiso número 75 cuando tomó protesta: “No usaremos métodos de extracción de materias primas que afecten la naturaleza y agoten las vertientes de agua, como el fracking”. Pero, aunque en los hechos el fracking disminuyó radicalmente, esta prohibición nunca quedó reflejada en una legislación. En las Cámaras hubo un total de siete iniciativas para desarrollar leyes secundarias, pero todas fueron desechadas.

Mónica Juárez

En México, el fracking se practicó con frecuencia desde 2003 hasta 2018. En esos 15 años, casi 8.000 pozos habían sido fracturados. En el sexenio de López Obrador y pese a su compromiso, la extinta Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) aprobó en 2019 siete planes para “incorporar recursos de aceites y gas en yacimientos no convencionales” y se fracturaron 93 pozos en Veracruz y Puebla de acuerdo a diversas solicitudes de acceso a la información realizadas a Pemex.

  • En 2022, cuando estaba al frente de la Secretaría de Medio Ambiente María Luisa Albores, su equipo jurídico, junto a la Alianza Mexicana contra el Fracking y la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), trabajaron durante meses en la redacción de un decreto presidencial para establecer una moratoria del fracking hasta disponer de suficiente evidencia científica para evaluar sus riesgos potenciales y posibles.

“Ese decreto llegó al escritorio de López Obrador, y el presidente dijo que tenía que pasar por la Secretaría de Energía y la de Economía”, recuerda Jiménez, “ahí se paró, no pudimos seguir”. En Energía estaba Rocío Nahle, hoy gobernadora de Veracruz, que se ha manifestado a favor.

En el Plan C de López Obrador, su legado legislativo al Ejecutivo de Claudia Sheinbaum presentado en febrero de 2024, se incluye una reforma constitucional que prohíbe “otorgar contratos o realizar actos administrativos que permitan la extracción de hidrocarburos en yacimientos no convencionales mediante fracturamiento hidráulico” y la minería en cielo abierto.

En la exposición de motivos argumentaban que “esta tecnología se encuentra catalogada como una de las más dañinas al medio ambiente a nivel mundial”. Con el plan presentado por Pemex y los discursos de Rodríguez Padilla, todo apunta a que será una herencia que no verá la luz.

“En México tenemos tres grandes zonas relacionadas con yacimientos no convencionales que ya han sido identificados. Uno viene de Estados Unidos, de Texas, y tiene continuidad en Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y un poco de Veracruz, y hay otros dos yacimientos importantes en Tamaulipas y un poco del norte de Veracruz”, enumera Alma América Porres, doctora en Geofísica Aplicada y comisionada de la CNH de 2015 a 2022. “Las técnicas que se pueden usar en estos yacimientos son fracturamiento hidráulico; no hay otras”, dice.

  • Porres explica que, aunque digan que no van a usar fracturamiento hidráulico, la evaluación que anunció el director de Pemex implica usar estas técnicas. “En los yacimientos no convencionales, primero se hace un pozo vertical para ver si las rocas tienen calidad suficiente, y luego se hace una prueba piloto con varios pozos horizontales para probar el fracturamiento y ver cómo va a ser su distribución y la posibilidad de explotar estos recursos”.

“Este tipo de técnicas ha evolucionado a nivel mundial y ya no tiene que hacerse con agua para uso humano, sino que se han ido perfeccionando con menor cantidad y con agua no potable”, asegura, “pero debe haber grandes controles a nivel ambiental con regulación y supervisión; en Estados Unidos, Texas es más libre, pero en Pensilvania las leyes son muy restrictivas; habría que ver qué regulación queremos en México para dejar tranquila a la parte de la sociedad que está preocupada con estas prácticas que han resultado exitosas en otras partes del mundo”.

  • Justo en Texas, la Comisión de Ferrocarriles, que regula las industrias extractivas, advirtió el mayo pasado que las aguas contaminadas resultado de las fracturas hidráulicas en el Estado están causando un aumento de la presión subterránea que puede dañar tanto las reservas de crudo como las de agua dulce.
  • Cada barril de crudo supone generar cinco de agua contaminada con residuos químicos, lo que ha creado un enorme problema de desechos. Los petroleros usan pozos de desecho para inyectar estos residuos de nuevo a la tierra. La Comisión de Ferrocarriles tiene listados 52.000 pozos para este fin.

La inyección de agua contaminada “ha resultado en aumentos generalizados en la presión de los yacimientos que pueden no ser de interés público y dañar los recursos minerales y de agua dulce en Texas”, dice la Comisión, de acuerdo con Bloomberg. Desde junio, entró en efecto una nueva legislación que pone límites a cuánta agua residual y a cuanta presión puede inyectarse en estos pozos. Los activistas y propietarios de la tierra llevan años advirtiendo de los peligros de estos procesos.

Pemex quiere extraer más gas shale, pero sin llamarlo fracking

En la pantanosa costa del golfo de México, Petróleos Mexicanos bombea con ímpetu chorros de agua a alta presión, productos químicos y arena al subsuelo con el fin de aumentar la producción de petróleo y gas natural de los pozos venidos a menos.

En casi todo el mundo, esta técnica se conoce como fracking. Sin embargo, en México, donde esta práctica sigue siendo muy controvertida, Pemex le da un nombre diferente: “estimulación de yacimientos geológicos complejos”.

  • Independientemente del nombre, Pemex lleva al menos una década aplicando esta técnica de forma discreta en Veracruz, Nuevo León y otros estados del país. Actualmente, sus ejecutivos analizan la posibilidad de expandir su uso hacia los yacimientos de shale de México —en su mayoría aún inactivos— con el propósito de reactivar tanto la producción energética como la propia empresa estatal de perforación, que atraviesa serias dificultades, y al mismo tiempo disminuir la dependencia nacional del gas proveniente de Estados Unidos.

“El fracking que ustedes conocieron es muy distinto en la actualidad, nosotros no vamos a hacer eso”, dijo a los legisladores el director general de Pemex, Víctor Rodríguez, a principios de este mes. “Pero el potencial está ahí. ¿Qué hacemos, lo dejamos, seguimos con los yacimientos que tenemos y seguimos con la dependencia de Estados Unidos de gas?”.

  • Pemex y el gobierno mexicano —que en su momento intentaron prohibir constitucionalmente esta práctica durante el mandato del expresidente Andrés Manuel López Obrador— han sido reacios a admitir que la empresa recurre al fracking, en parte por la fuerte oposición de grupos ecologistas y comunidades locales en los últimos años.
  • Esta técnica ya ha provocado contaminación de mantos acuíferos y ha sido vinculada con la aparición de sismos. En el pequeño municipio de Los Ramones, en Nuevo León, los habitantes alzaron la voz cuando los temblores y la escasez de agua comenzaron a afectar su vida cotidiana, de acuerdo con un informe reciente de la Comisión para la Cooperación Ambiental.

“No lo llaman por su nombre porque saben que políticamente no sería bien recibido”, dijo Alejandra Jiménez, activista de la Alianza Mexicana contra el Fracking. “Todo apunta a que el gobierno va a hacer más fracking y, al fin y al cabo, es una continuación de lo que ya están haciendo”.

Un portavoz de Pemex no respondió a las peticiones de comentarios. La Secretaría de Energía de México tampoco respondió a las solicitudes. Ya sea que se llame fracturación hidráulica, técnicas de recuperación secundaria o estimulación de pozos, el reconocimiento oficial de que está considerando aumentar su uso supone un cambio radical para la Presidenta Claudia Sheinbaum, una ingeniera medioambiental que rechazó esta práctica durante su campaña presidencial.

Es probable que la oposición de su predecesor, AMLO, a esta práctica también contribuyera a la reticencia del gobierno a llamarla fracking, incluso cuando Pemex apostaba cada vez más por esta técnica para intentar frenar la caída en la producción de crudo y gas.

  • Para Pemex, lo que está en juego no podría ser más importante. La empresa se encuentra sumida en una deuda de más de 100 mil millones de dólares, mientras que su producción ha caído a su nivel más bajo en 15 años.
  • Aunque la empresa ha recaudado algunos fondos para pagar deudas a corto plazo, incluidos los aproximadamente 20 mil millones de dólares que debe a sus proveedores de servicios, no está claro si el plan conseguirá revertir la producción de forma significativa. Sus refinerías están perdiendo dinero y la petrolera ha sufrido una serie de explosiones, accidentes, derrames de petróleo e incendios en los últimos años que han provocado la huida de muchos inversores.

Un plan de negocio integral publicado recientemente tiene como objetivo, entre otras cosas, explotar los recursos recuperables de gas shale de México, estimados en 545 billones de pies cúbicos, la sexta reserva más grande del mundo. Más del 60 por ciento de ese tesoro, junto con unos 6 mil 300 millones de barriles de petróleo compacto, se encuentra en la cuenca de Burgos, una extensión del yacimiento Eagle Ford de Texas, justo al otro lado de la frontera entre Estados Unidos y México.

El plan Pemex llega en un momento en que algunas de las mayores operadoras estadounidenses comienzan a cuestionar el potencial de crecimiento del shale en ese país. Diamondback Energy, el mayor productor independiente de la cuenca del Pérmico, declaró que cree que la producción petrolera estadounidense alcanzó su punto máximo este año y disminuirá en los próximos meses.

  • La formación Agua Nueva de México, al igual que Eagle Ford, es una capa de roca que contiene materia orgánica del final del período Cretácico y que tiene el potencial de proporcionar hasta 2 mil 500 millones de pies cúbicos de gas al día, según escribió en una nota un equipo de analistas de Wood Mackenzie, entre los que se encuentra Marcos Bernabe.

Esa formación por sí sola podría ayudar a Pemex a alcanzar su objetivo de aumentar la extracción de gas en casi un tercio para 2030. La empresa estima que puede incrementar la producción diaria de gas en 500 millones de pies cúbicos, además de 300 mil barriles de petróleo, a partir de yacimientos no convencionales, según el documento.

Aumentar la producción nacional es aún más crucial para México, ya que busca dejar de depender del gas de Texas. En mayo, México importó 7 mil 300 millones de pies cúbicos de gas diarios a través de un gasoducto desde Estados Unidos, un récord histórico. En medio de las crecientes tensiones con la administración Trump en todos los ámbitos, desde el comercio hasta la seguridad y la inmigración, el flujo de gas podría convertirse en un punto álgido si las negociaciones se agrian.

“Si Estados Unidos cierra la llave, México se queda a oscuras”, afirmó Rodríguez, de Pemex, quien calificó la producción nacional de gas como una cuestión de seguridad nacional.

Cada vez más, las condiciones meteorológicas adversas también suponen una amenaza para el flujo de gas mexicano. En febrero de 2021, una de las consecuencias secundarias de la mortífera tormenta invernal que azotó Texas fue la interrupción de los envíos de gas a través de la frontera debido a la congelación de los gasoductos.

Por supuesto, los problemas financieros de Pemex limitan su capacidad para emprender proyectos de alto costo, como la explotación de reservas de shale, sin la participación de socios. Este año, la compañía redujo en un 25 por ciento el presupuesto destinado a proyectos de fracking en cuatro de sus principales zonas de exploración, que quedó en 12 mil 300 millones de pesos (unos 658 millones de dólares). La cifra representa apenas el 3 por ciento del presupuesto operativo anual total de la empresa, de acuerdo con datos oficiales de Pemex.

El reto de Sheinbaum será atraer inversiones y tecnología del otro lado del Río Bravo, donde se inventaron y perfeccionaron las técnicas actuales del fracking. Pemex está tratando de crear empresas conjuntas con compañías del sector privado que se limitarán a ser socios minoritarios, al tiempo que asumen los costos operativos y la mayor parte de los riesgos.

“El gobierno no está creando un entorno propicio para la entrada del sector privado”, afirma Osama Rizvi, analista de la consultora energética Primary Vision. “Tienen que hacer mucho más en términos de preparación y comunicación. No veo que la industria del fracking en México vaya a experimentar un auge en un futuro próximo”.

  • Aun así, Rizvi mantiene cierto optimismo respecto a las reservas no convencionales de Pemex, especialmente ahora que la producción de shale en Estados Unidos muestra signos de estabilización y los ejecutivos del sector energético en Houston buscan nuevos mercados. Persisten, sin embargo, retos de gran magnitud: operar con seguridad en regiones dominadas por el crimen organizado y enfrentar la limitada disponibilidad de agua e infraestructura, señala Rizvi.

Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum —electa con la promesa de sanear las finanzas de Pemex— ha subrayado la necesidad de encontrar un equilibrio entre el impulso a la producción de la petrolera estatal y la protección de las comunidades frente a los impactos medioambientales.

“No está nada decidido y se tiene que poner a consideración de la gente”, dijo en una de sus ruedas de prensa diarias, añadiendo que expertos de Pemex y del Instituto Mexicano del Petróleo están estudiando opciones para explotar los yacimientos no convencionales. “Pero hay un tema importante que es la dependencia que tenemos del gas natural”./Agencias-PUNTOporPUNTO

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