La ENERGÍA LIMPIA RETROCEDE en MÉXICO; la generación eléctrica representó apenas 5.68%

México se encuentra en un punto de inflexión en el desarrollo de energías renovables. Si bien genera cada vez más electricidad renovable, miles de megavatios verdes se pierden debido a que la red carece de la infraestructura de almacenamiento de energía necesaria para respaldarlos.

El retroceso de la energía eólica en México ya no es una percepción del sector: está en los datos. En 2024, la generación eléctrica proveniente del viento representó apenas 5.68% de la producción total del país, su nivel más bajo desde 2019. Tres años antes, en 2021, había alcanzado su punto máximo con 6.52%.

Desde entonces, la participación de esta tecnología ha caído de forma constante, empujada por la falta de permisos, la parálisis regulatoria y un discurso que la desplazó de las prioridades energéticas nacionales.

  • El informe anual de la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE) confirma la tendencia. En 2021, los parques eólicos del país generaron 21 millones 075,805 megawatts-hora, pero para 2024 la cifra cayó a 19 millones 984,407 megawatts-hora, una reducción de 5.17%. El dato marca un quiebre en la expansión de una industria que había duplicado su capacidad instalada entre 2015 y 2020.

Gerardo Pérez Guerra, presidente de la AMDEE, destacó que el crecimiento del sector dependerá de que exista la certidumbre necesaria para reactivar las inversiones. “Dependerá de los avances en infraestructura, financiamiento y políticas públicas que den certeza a largo plazo”, señaló en el documento. Su advertencia resume el dilema: la tecnología está lista, pero el entorno institucional aún no.

Retos para el viento

El freno comenzó durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Con la cancelación de las subastas de energía de largo plazo —que en el sexenio previo permitieron licitar más de 50 centrales— y la negativa a emitir nuevos permisos de generación, el sector perdió ritmo y visibilidad. La transición energética, que había sido una meta de política pública, quedó relegada por una estrategia centrada en los combustibles fósiles.

  • Las consecuencias fueron tangibles. Siete centrales eólicas completamente terminadas quedaron sin operar, pese a inversiones por cerca de 800 millones de dólares. Los proyectos no pudieron conectarse a la red por la negativa de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) a modificar permisos y del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) a otorgar interconexiones.
  • Tres de esas plantas continúan fuera de operación, aunque el sector confía en que podrían integrarse pronto. “Están en el proceso de entrar en operación, ha habido un movimiento a raíz de esta nueva administración un poco más activo, pero todavía es un proceso lento el de integrar estos proyectos a la generación actual, pero creemos que van por buen camino los que están 100% listos y esperamos que en este año puedan entrar en operación”, dijo Pérez Guerra el 3 de agosto pasado.

El líder empresarial considera que hay señales incipientes de reactivación. “Sí vemos que se va reactivando, pero inicialmente estamos esperando a ver qué sucede principalmente con las nuevas reglas. Los inversionistas estamos aquí, hablando de todas las empresas privadas que estamos en México, continuamos aquí porque creemos al país, le creemos a México a pesar, insisto, de estos seis años de pausa”, afirmó.

  • Además de esos casos, otros 19 proyectos permanecen detenidos en distintas etapas de desarrollo. La AMDEE sostiene que, con condiciones regulatorias estables y una planeación clara del sistema eléctrico, podrían retomarse con rapidez.
  • El contexto político también jugó un papel. Durante la gestión de Manuel Bartlett al frente de la CFE, la empresa estatal impulsó un discurso en el que las energías renovables fueron calificadas como inestables y poco confiables. Esa postura se tradujo en cambios regulatorios que limitaron su despacho, reduciendo la generación proveniente del viento en favor de las plantas fósiles.

Arturo Carranza, analista en temas energéticos, considera que esa visión tuvo un costo estratégico. “La visión ideológica de las autoridades en la administración pasada representaron el principal cuello de botella para el impulso de la energía eólica y afectó al sistema eléctrico en su conjunto, porque lo mejor para cualquier sistema es la diversificación de su matriz energética”, explicó.

El especialista añade que el freno a la eólica no solo frenó inversiones, sino competitividad. “El hecho de que hayan limitado a la eólica, que a nivel mundial venía siendo más efectiva en términos de costos, afectó la operación y el crecimiento”, apuntó.

¿Nueva oportunidad?

Con el cambio de administración, encabezada por Claudia Sheinbaum, el sector espera un nuevo punto de inflexión. La nueva política energética ha comenzado a incorporar nuevamente a las renovables en su planeación, aunque con énfasis en la energía solar, donde los costos de instalación y mantenimiento son menores.

  • El Plan de Expansión de la CFE 2025-2030 incluye siete nuevas centrales eólicas con una capacidad total de 7,228 megawatts y una inversión estimada de 6,796 millones de dólares. Se prevé que entren en operación entre 2027 y 2028, aunque hasta ahora no se han anunciado proyectos concretos ni licitaciones en curso.
  • Para Carranza, la falta de detalles es preocupante. “Se mencionan dentro del plan –pero en los calendarios todavía no hay fechas– así que hay que esperar más claridad con respecto a los proyectos eólicos que vienen incorporados de manera general en el plan de expansión del sistema eléctrico, pero que se entienda que hay que verlo con un sentido de urgencia para que puedan estar en tiempo”, advirtió.

La AMDEE, por su parte, insiste en que el sector está dispuesto a colaborar con el gobierno federal en la definición de nuevas reglas. “El sector eólico mantiene plena disposición para colaborar con las autoridades en la construcción de un marco regulatorio eficiente, transparente y predecible”, señala su informe anual.

El organismo recalca que las empresas “tienen la capacidad, el conocimiento y los recursos para contribuir significativamente al crecimiento de la capacidad renovable en México”, pero advierte que se requiere “una ruta clara, acompañada de instrumentos que permitan alinear la planeación con la operación del sistema eléctrico”.

  • Mientras tanto, el mapa energético del país muestra un contraste: mientras la generación solar sigue ganando espacio, la eólica cede terreno. El país que hace una década se posicionaba entre los líderes latinoamericanos en aprovechamiento del viento hoy enfrenta una curva descendente.

Finalmente, Arturo Carranza señaló que, aunque se trabaja en un nuevo marco legal para el sector, persiste la incertidumbre sobre las condiciones para invertir. “Se empieza a ver un interés en proyectos, pero habrá que ver si alcanza para despertar el apetito del sector”, concluyó.

México frente al “desperdicio” de energía renovable

México se encuentra en un punto de inflexión en el desarrollo de energías renovables. Si bien genera cada vez más electricidad renovable, miles de megavatios verdes se pierden debido a que la red carece de la infraestructura de almacenamiento de energía necesaria para respaldarlos.

Esta situación no solo limita la competitividad del sector industrial —al restringir a las empresas el acceso a energía limpia y más económica—, sino que frena los avances en materia de sustentabilidad al desaprovechar recursos que podrían acelerar la transición energética.

  • La urgencia de atender este rezago es aún mayor si se considera que, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), la demanda eléctrica en México crecerá 13.4% hacia 2030, respecto a 2024. Para cubrir ese incremento y garantizar la seguridad energética, el país necesita acelerar inversiones en generación y redes eléctricas por más de 40 mil mdd, como lo contempla el Plan México.
  • El riesgo es que, si esas inversiones no comienzan de inmediato, México podría enfrentar un déficit de 48 mil GWh hacia 2030, de acuerdo con el IMCO. Un escenario así comprometería la confiabilidad del sistema eléctrico, limitaría la llegada de nuevas inversiones y pondría en riesgo el crecimiento económico y la competitividad del país.

Almacenamiento de energía, el reto para una red eléctrica más competitiva en México
Si bien una de las respuestas a este reto ha sido acelerar el despliegue de energías renovables para que México cumpla sus metas de generación limpia de energía hacia 2030, que es de 45%, de acuerdo con la Estrategia Nacional del Sector Eléctrico del gobierno de México, existen algunos desafíos que se deben enfrentar.

  • Según la Secretaría de Energía (Sener), en 2024 México alcanzó 11.99 GW de capacidad solar instalada al generar 27.55 TWh, equivalente al 7.6 % de la producción nacional. A ello se suma la eólica, con un aporte del 11.4% del total.

Sin embargo, el problema es que actualmente la infraestructura eléctrica instalada no es capaz de integrar toda esta electricidad en tiempo real, por lo que el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) se ve obligado a desconectar plantas renovables, un fenómeno conocido como curtailment, que ocurre cuando la generación eléctrica supera la capacidad de transmisión o la demanda y, por motivos de seguridad, se apagan turbinas eólicas o paneles solares que podrían seguir produciendo.

Esto evidencia la necesidad de que las empresas en México integren tecnologías eficientes que garanticen la disponibilidad y aprovechamiento de energía eléctrica renovable. Los sistemas de almacenamiento con baterías (Battery Energy Storage Systems, BESS) se perfilan como la herramienta capaz de destrabar este cambio: permiten que cada kWh renovable sea aprovechado, fortalecen la red eléctrica y reducen costos para la industria.

Daniel Cabello, Director de Greening Investments México, asegura que “el crecimiento de la demanda eléctrica no es un problema en sí, sino una oportunidad para que México convierta sus recursos renovables en la base de un sistema más eficiente, limpio y competitivo, y un almacenamiento de energía eficaz debe ser el escudo que necesita la red eléctrica mexicana ante la creciente electrificación”.

BESS impulsan la eficiencia, el ahorro y la estabilidad en la red eléctrica

Una alternativa para integrar de manera efectiva el almacenamiento de energía en la infraestructura de la red y avanzar en la transición energética son los sistemas de almacenamiento con baterías (Battery Energy Storage Systems, BESS). Estas tecnologías permiten al sector industrial aprovechar al máximo cada kWh de energía renovable, fortalecen la red eléctrica y contribuyen a una operación más eficiente de la industria.

La importancia de contar con sistemas de baterías (BESS) se refleja en los datos de la Agencia Internacional de Energía (IEA), que advierte que, sin un almacenamiento adecuado y seguro, el desperdicio de energía renovable aumentará a medida que crezca la capacidad instalada. En México, según el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (PRODESEN), se proyecta que para 2036 será necesario disponer de al menos 4.5 GW de BESS para evitar pérdidas significativas y distorsiones en la red.

De acuerdo con Cabello, la incorporación de sistemas de almacenamiento de energía en baterías (BESS), se traduce en beneficios tales como:

  • Aprovechamiento total de renovables: cada kWh solar o eólico se utiliza y deja de desperdiciarse.
  • Estabilidad de la red: se reduce la intermitencia y se incrementa la confiabilidad del sistema eléctrico.
  • Valor económico: la energía que antes se perdía se convierte en ahorros para la industria y en ingresos adicionales para los generadores.

En sectores como manufactura, minería, alimentos y retail, donde la electricidad representa uno de los gastos más altos, los BESS permiten comprar energía en horarios baratos, almacenarla y usarla en picos caros, generando ahorros millonarios que fortalecen la competitividad industrial.

Asimismo, el almacenamiento en baterías facilita la integración de nuevas tecnologías como la movilidad eléctrica, redes inteligentes (smart grids) y comunidades energéticas locales, lo que abre oportunidades para que empresas y gobiernos experimenten esquemas de autoconsumo y venta de excedentes a la red.

Un nuevo marco regulatorio para acelerar la adopción

México ya ha comenzado a reconocer la urgencia del almacenamiento de energía limpia. En 2025, entró en vigor un mandato que obliga a que los nuevos proyectos renovables incluyan al menos 30% de capacidad de almacenamiento, con tres horas de autonomía. Según estimaciones de la Sener, esta política impulsará la instalación de 8,412 MW de baterías entre 2024 y 2038.

  • Esta política coloca a México entre los países con regulaciones más avanzadas de América Latina en materia de respaldo tecnológico para energías limpias. Para inversionistas y empresas, significa certeza regulatoria y un marco favorable para desarrollar proyectos de gran escala.

Ejemplos internacionales como el Hornsdale Power Reserve en Australia han demostrado que los BESS no solo estabilizan la red, sino que también pueden generar ingresos adicionales mediante participación en mercados de energía y servicios auxiliares. México tiene la oportunidad de replicar modelos de este tipo, especialmente en regiones con alto potencial renovable como Sonora, Chihuahua y la península de Yucatán.

Cada año, México genera más energía renovable, pero mientras parte de ella se pierda por falta de infraestructura, la transición energética seguirá incompleta. Los sistemas de almacenamiento con baterías (BESS) son la pieza estratégica que puede cerrar esa brecha.

“La lección es clara: ya no se trata únicamente de generar más, sino de almacenar mejor. Con inversión privada, políticas públicas claras y tecnología de respaldo, México asegurará que cada kWh limpio se aproveche, y reducirá costos industriales, elevará su competitividad y avanzará en sus compromisos ambientales. Los BESS, más que una opción, son la condición indispensable para un sistema eléctrico sólido y eficiente en el siglo XXI”, finalizó Cabello.

México podría reducir un 20% la generación eléctrica con gas si cumple sus objetivos renovables

Los autores del informe señalan que el actual gobierno de México tiene la oportunidad de trazar una estrategia ambiciosa para que en los próximos 5 años la generación limpia cubra un 45% de la demanda eléctrica nacional, construyendo una matriz energética diversificada para atender el creciente consumo eléctrico de su población.

  • Ese porcentaje del 45% no es una observación de Ember, sino que fue el propio Gobierno mexicano quién se fijó ese objetivo renovable para finales de la década. Fue en octubre de 2024 cuando la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en su discurso de toma de posesión, declaró que se impulsarán las energías renovables para que alcancen una participación del 45% de la generación eléctrica en 2030.
  • La Estrategia Nacional del Sector Eléctrico de noviembre de 2024 plantea tres posibles escenarios para la transición energética, siendo el más ambicioso alcanzar un 45% de participación de energía limpia a 2030. Este nuevo análisis de Ember demuestra los beneficios socioeconómicos y para la seguridad energética de implementar objetivos ambiciosos de generación solar y eólica al 2030.

Wilmar Suárez, Analista de Ember para América Latina: El sector eléctrico mexicano está expuesto. Depender de combustibles fósiles importados para la generación eléctrica pone en riesgo el cumplimiento de la responsabilidad del Gobierno de garantizar un suministro de energía confiable y asequible a los ciudadanos. Alcanzar objetivos ambiciosos en el uso de la energía solar y eólica, permitirá a México fortalecer su independencia energética, a la vez que se crean puestos de trabajo./Agencias-PUNTOporPUNTO

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