EXTRACCIÓN de AGUA en SUELO PROFUNDO provoca Mayor HUNDIMIENTO en CIUDAD de MX

Las barrancas del sur y poniente de la Ciudad de México son vitales para alimentar los acuíferos que proveen seis de cada 10 litros de agua potable consumidos en la capital, de acuerdo con la Secretaría de Gestión Integral del Agua (Segiagua)

La Ciudad de México se hunde cada año. No es una figura retórica ni una metáfora. Debido a la excesiva extracción del agua, el 9% del área urbanizada de la CDMX experimenta velocidades de hundimiento en rangos altos o muy altos, que alcanzan 42 centímetros y el fenómeno ocurre en la zona en la que habita el 13% de su población.

  • La zona que se hunde más es habitada por 1.9 millones de personas, casi el equivalente de la población de Iztapalapa, donde viven 1 millón 835 mil 486 seres.
  • Contexto: El fenómeno de hundimiento a causa de la excesiva extracción de agua, en buena medida para destinarse a consumo humano, se llama subsidencia.
  • De acuerdo con el gobierno de la CDMX, 56% del agua que se consume en la capital procede de pozos subterráneos.

“Si extraemos más agua de la que se infiltra naturalmente, sobreviene un proceso de compactación y consolidación del acuífero. Esto se refleja en la superficie como un cambio de elevación de la superficie del suelo.

O sea, va perdiendo elevación y se hunde gradualmente el suelo”, dice el investigador Enrique Cabral Cano, del Instituto de Geofísica de la UNAM, quien desde hace años investiga el fenómeno y estudia las propiedades de la tierra mediante satélites.

Riesgo para miles de habitantes

Entrevistado por La Silla Rota, subraya que un gran número de habitantes en la capital se ven expuestos a este proceso, que afecta tanto a casas-habitación como a la infraestructura crítica de la Ciudad de México, como la red de drenaje y de distribución de agua, hasta el transporte público y las vías de comunicación, en particular la Línea A del Metro y las vialidades.

  • De acuerdo con el estudio “Velocidad de subsidencia y gradiente horizontal de subsidencia”, publicado en 2022 en la revista Natural Hazards, en el que participó Cabral junto con otros investigadores, el mapa obtenido a partir del análisis de datos del satélite Sentinel-1A/B de noviembre de 2014 a noviembre de 2017 muestra dos zonas en las que el fenómeno se agudiza.
  • La zona de hundimiento más grande se ubica al noreste de la CDMX, en las demarcaciones de Iztapalapa, Venustiano Carranza, Iztacalco y Gustavo A. Madero, así como en los municipios de Nezahualcóyotl y Texcoco, ambos en el Estado de México, donde se alcanza una velocidad de subsidencia de hasta 42.3 centímetros al año.

De acuerdo con el estudio, otras zonas con tasas de hundimiento de hasta 30.7 centímetros al año son el municipio de Valle de Chalco Solidaridad, Estado de México; y de 27.3 centímetros y 22.4 en Tláhuac y Xochimilco, dentro de la CDMX.

Hundimientos seguirán

Cabral explicó que los hundimientos causan que ciertas zonas sean más propensas a inundaciones, pero eso no es la causa única de que las haya, sino que estas pueden deberse a otros factores.

  • Este proceso de subsidencia también tiene otras características y su efecto no se puede cancelar de un día para otro, alerta. Tiene un tiempo de operación retardado y aunque se cerraran todos los pozos de un día a otro, el hundimiento continuaría por algunos años.

“No se puede cancelar esta extracción de agua. Tenemos que desarrollar un plan muy cuidadoso y la estrategia de largo plazo. Sin embargo, esta no la delineamos aún. Aunque tenemos más de 120 años de sufrir este proceso”, reconoce el académico.

Los antecedentes

Nuestra ciudad tiene cerca de 120 años de experimentar este proceso. Las primeras observaciones del hundimiento de la ciudad datan de finales del siglo XIX y desde entonces a la fecha ya ha habido algunas decisiones que han sido importantes al respecto.

  • Por ejemplo, en la década de los 50 del siglo pasado, muchos de los pozos que se encontraban en la zona más cerca del centro de la ciudad, se cerraron porque se reconoció que la extracción de agua tenía consecuencias en el proceso de hundimiento.

A raíz de esto se han desarrollado baterías de pozos de agua hacia la periferia de la ciudad. Pero este proceso no puede continuar. Las consecuencias son importantes.

Las zonas de mayor subsidencia

Las zonas de la Ciudad de México con mayor hundimiento a causa de la extracción de agua subterránea se encuentran en los sectores:

  • Oriente, nororiente y suroriente de la ciudad, que corresponden a las alcaldías Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza, Iztacalco, Iztapalapa, Tláhuac y una parte de Xochimilco, dijo el especialista.
  • Hay zonas en las cuales a lo largo de una distancia muy corta pasan de experimentar una velocidad baja a una velocidad de hundimiento mucho más alta.
  • Esto, por ejemplo, se puede ver en el Peñón de los Baños, cerca del aeropuerto Internacional de la Ciudad de México o en el Peñón del Marqués, en la Avenida Zaragoza, por el Metro Guelatao de la Línea A.

“Si usted circula por ahí, va a notar que la calzada tiene grandes desniveles y saltos. Eso se debe a que se han desarrollado fallas someras en el terreno producto de esta variación en su velocidad de subsidencia”, dice el investigador.

Advierte sobre «zonas inhabitables» dentro de 10 años en CDMX

En menos de 10 años, la Ciudad de México tendrá “zonas inhabitables” por hundimientos, inundaciones y falta de agua; por lo que habitantes se verán obligados a desplazarse, advirtieron geólogos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a la agencia EFE.

  • El hundimiento alcanza hasta 40 centímetros anuales en algunas zonas, como el Centro Histórico. “Con un promedio de hundimiento de 15 a 30 centímetros por año, si lo multiplicas por 10 años, ya son tres metros y si lo multiplicas por 100, pues es increíble”, explicó Sergio Rodríguez, geólogo de la UNAM.

Un ejemplo de esta situación es el monumento al Ángel de la Independencia, al que “cada determinado año le tienen que añadir un escalón” debido al descenso del terreno que lo soporta, expuso Rodríguez a la agencia EFE.

  • La capital del país enfrenta un proceso de hundimiento complejo, que se agrava con el paso del tiempo. Científicos han identificado entre sus principales causas la sobreexplotación de los acuíferos subterráneos y el peso de grandes construcciones sobre un subsuelo geológicamente inestable.
  • De acuerdo con Wendy Morales Barrera, del Instituto de Geología de la UNAM, estos dos factores provocan la compactación de las arcillas y materiales volcánicos del subsuelo lacustre. La ciudad, al construirse sobre un antiguo lago, es vulnerable a la subsidencia (hundimiento gradual del terreno) y a la formación de grietas.

De acuerdo con el Atlas de Riesgo de la CDMX, las seis alcaldías con mayor riesgo de hundimiento, en un rango de 11 a 30 centímetros anuales son:

  • Venustiano Carranza
  • Cuauhtémoc
  • Iztapalapa
  • Tláhuac
  • Iztacalco
  • Gustavo A. Madero

Así mismo, en el Estado de México el municipio de Chalco presenta un mayor riesgo de hundimiento.

  • En el Altas de Riesgo de la CDMX se clasifican los lugares que presentan mayor riesgo de hundimiento por colores.
  • El amarillo corresponde a las zonas de la ciudad que enfrentan un hundimiento entre 2 y 20 cm al año; el naranja entre 11 y 20 cm al año; y el rojo de 21 a 30 cm al año.

La zona con riesgo de hundimientos abraca varias alcaldías, entre ellas Benito Juárez, Coyoacán, Iztapalapa, Xochimilco, Tláhuac, Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Azcapotzalco y las previamente mencionadas.

Los científicos identificaron por primera vez que la Ciudad de México se hundía a principios del siglo XX, a una velocidad de aproximadamente 8 centímetros por año. Para 1958, eso había aumentado a 29 centímetros por año, lo que llevó a la decisión de limitar la cantidad de agua que se podía extraer de los pozos en el centro de la ciudad.

A pesar de que la perforación de aguas subterráneas se detuvo en la década de los 50, se ha descubierto que la CDMX continúa cayendo aproximadamente al mismo ritmo.

  • Los investigadores ahora estiman que las láminas de arcilla debajo de la Ciudad de México podrían comprimirse en un 30%, y aunque eso no sucederá hasta dentro de 150 años más o menos, hay poco que se pueda hacer para detenerlo. Hoy, la arcilla superior de la ciudad ya está compactada en un 17%.
  • “Este es el punto de no retorno. Ya no hay forma de parar este proceso”, sentenció Wendy Morales, geóloga de la UNAM, quien explicó que «la gente y los gobiernos van a tener que empezar a buscar medidas de adaptación para que la población tenga los menores impactos y puedan regresar a su vida cotidiana».

De no ser así, una parte de las personas va a tener que irse fuera de la ciudad en aproximadamente seis años, “porque va a ser insostenible”, vaticinó Morales.

  • Además, el 70% del suelo de la Ciudad de México se considera susceptible a inundaciones. Esta situación afecta a la población durante la temporada de lluvias en los meses de junio a octubre.
  • Entre sus causas están la falta de permeabilidad de un suelo cubierto de asfalto y sin zonas verdes, y el entubamiento de ríos que atravesaban la ciudad y servían como un sistema de drenaje natural.

Además de las frecuentes inundaciones, otra amenaza para la Ciudad de México es la falta de agua, que se agrava porque no todas las partes de la ciudad se están hundiendo al mismo ritmo. Algunas áreas ya se han hundido debajo del lecho del lago original, mientras que otras permanecen en un terreno ligeramente más alto.

  • El hundimiento desigual en las diferentes zonas de la ciudad es un fenómeno que aumenta el riesgo de fracturas y la filtración de contaminantes a los mantos acuíferos.
  • Además de los retos para satisfacer la demanda en una ciudad densamente poblada, la mayor parte de las fisuras y fracturas del suelo se están produciendo en áreas de bajo nivel socioeconómico.
  • Todo ello sucede en un contexto de pronunciada desigualdad social y económica en la que hay una distribución inequitativa del agua entre los habitantes de la capital.

“Los que sacan el agua de los pozos son los que no tienen abastecimiento y además son los que sufren las inundaciones y la subsidencia.

  • Es una paradoja social que se presenta como una cuestión para analizarse”, reflexiona Rodríguez, científico de la UNAM.
  • En contraste, los edificios de nueva construcción de hasta 50 plantas “nunca van a tener problemas de falta de agua, porque pagan mucho para eso”, lamentó Morales.

El Valle de México se hunde a una velocidad de hasta 30 centímetros por año

La temporada récord de lluvias que atravesó la Ciudad de México dejo al descubierto la vulnerabilidad de la capital a las inundaciones.

  • Las imágenes de avenidas convertidas en arroyos, coches sumergidos y transporte público colapsado han reavivado el debate sobre los factores que ponen en jaque a una megalópolis de más de 20 millones de habitantes cada que las lluvias alcanzan su máximo durante el verano.
  • Además de la crisis climática y los fenómenos extremos que trae consigo, el deficiente sistema de drenaje y el crecimiento desmedido de la capital, el hundimiento acelerado de la ciudad juega un papel decisivo en las zonas con mayor riesgo de sufrir inundaciones y pérdidas.

“Ciudad de México es el caso más extremo de los que se han reportado con subsidencia en el mundo”, explica Darío Solano Rojas, científico de la Facultad de Ingeniería de la UNAM que ha dedicado la última década a estudiar el hundimiento de la capital, un fenómeno provocado por la sobreextracción de agua subterránea y agravado por el suelo lacustre sobre el que se levantó la ciudad.

  • Solano apunta que no se trata de un problema nuevo mientras hace un recuento de cómo la ciudad ha lidiado con inundaciones graves desde antes de la Conquista. “Está desde que construyeron las pirámides con pilotes de madera, se les ponían troncos debajo porque sabían que el terreno era propenso a hundirse”, asegura.

El caso de Ciudad de México es único por la combinación de dos factores: el medio natural del Valle de México, fundada sobre un sistema de lagos con sedimentos blandos, y la extracción de agua subterránea para satisfacer una demanda creciente.

  • Impulsada por el crecimiento acelerado de la mancha urbana de la megalópolis. Rojas, experto en mediciones a partir de imágenes de satélite, propone un ejemplo para explicar la topografía de la cuenca:
  • “Quitemos la ciudad de encima y evaluemos esto como un medio natural: tenemos un montón de montañas alrededor y el agua queda atrapada; es una cuenca.
  • Si pudiéramos caminar en el lecho de cualquier lago, veríamos que es como una olla. El terreno de la ciudad tiene una propensión natural a la acumulación de agua en el centro, y de ahí se empieza a llenar hacia las orillas”, explica.

Del oriente al centro: así se hunde Ciudad de México

La velocidad a la que se hunde el suelo de la capital; sin embargo, no es uniforme. El Atlas de riesgos de Ciudad de México clasifica el hundimiento de la capital en tres niveles: amarillo, donde la subsidencia es más lenta y avanza de cero a 10 centímetros al año; naranja, en las zonas donde el hundimiento es mayor y alcanza de 11 a 20 centímetros anuales; y rojo, en las áreas en las que la subsidencia es más grave y se hunden desde 21 hasta 30 centímetros al año.

El mapeo de estas zonas revela un patrón de hundimiento que aumenta desde el centro y alcanza su punto más crítico conforme se acerca al oriente; y disminuye hasta el poniente.

  • Para Emmanuel Zúñiga, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM y experto en el riesgo de inundaciones, no es ninguna coincidencia que el centro-oriente de la ciudad que presenta el mayor nivel de hundimiento también sea la región más afectada por inundaciones:
  • “La zona centro-oriente es donde encontramos los mayores desastres asociados a inundaciones, tenemos registrados hasta 50 centímetros y más. Es donde se encontraban los antiguos lagos y donde más se está hundiendo la ciudad… se trata de una zona de acumulación de agua de forma natural”, explica a este diario.

Zúñiga forma parte de un equipo del Instituto de Geografía de la UNAM que trabaja en un repositorio de datos satelitales abiertos para conocer a detalle las calles y colonias más afectadas por inundaciones después de cada tormenta.

  • Tras las precipitaciones del 2 de junio, la primera gran lluvia de la temporada que dejó unos 143 encharcamientos y 64 coches afectados, Zúñiga y el resto de su equipo publicaron un mapa con los encharcamientos e inundaciones a detalle en la ciudad.
  • La imagen de un grupo de autos sumergidos por completo en un bajopuente ubicado entre Viaducto y Circuito Interior, un punto que conecta dos de las vías rápidas más transitadas de la capital en el oriente, se compartió por miles en redes sociales y dio cuenta de las afectaciones en esa zona de la ciudad.
  • A la tormenta del 2 de junio pasado siguió un julio de lluvias récord: los 298 milímetros de precipitación que cayeron sobre Ciudad de México duplicaron la media histórica del mes, calculada en 150 milímetros de lluvia.

El escenario de principios de junio se repitió el 11 de agosto, cuando la lluvia más intensa del año hasta ahora provocó graves daños, con especial énfasis en la zona centro-oriente: el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México —que en el Atlas de riesgos forma parte del área roja que experimenta un mayor hundimiento— suspendió sus operaciones entre pistas de aterrizaje y salas inundadas.

  • En el centro histórico de la capital, el Zócalo y las calles aledañas también sufrieron inundaciones graves.

“En la Ciudad de México, el centro de la cuenca está cerca del aeropuerto, es lógico pensar que ahí es donde suele inundarse primero”, explica Solano Rojas al respecto. En el municipio de Nezahualcóyotl, una ciudad dormitorio al oriente del Valle de México, el sistema de drenaje colapsó y el agua comenzó a filtrarse a las casas desde las coladeras.

Mientras Zúñiga y su equipo trabajan con los datos satelitales de las lluvias de esta temporada en busca de patrones que puedan servir al Gobierno local para tomar decisiones en el futuro en materia de prevención, Solano llama a repensar la protección civil desde un nuevo enfoque:

  • “Nuestra respuesta como sociedad está planeada para situaciones que no son tan extremas, pero el cambio climático nos está exigiendo un reajuste a nivel global.

Tenemos que adaptarnos a las nuevas condiciones porque la tendencia es que estos extremos, de precipitación y sequías, se van a ir incrementado… el cambio climático nos está poniendo en condiciones para las cuales no está planeada la ciudad”.

El deterioro de las barrancas pone en riesgo la recarga de agua en la CDMX

Las barrancas del sur y poniente de la Ciudad de México son vitales para alimentar los acuíferos que proveen seis de cada 10 litros de agua potable consumidos en la capital, de acuerdo con la Secretaría de Gestión Integral del Agua (Segiagua), pero su papel como “esponja” natural está en riesgo por la expansión de asentamientos irregulares y el mal manejo de residuos.

  • El investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) especializado en procesos de urbanización y su vínculo con las barrancas, Enrique Pérez Campuzano, advirtió que la degradación avanza de manera sostenida en las quebradas capitalinas.

“Todos esos elementos como plásticos, residuos de construcción, escombros o aceites hacen que este sistema de captación no funcione de manera correcta, porque las barrancas en particular son como esponjas que infiltran muchísima agua a los acuíferos de donde viene el grueso de nuestra agua, junto con los bosques”, afirmó a La Razón.

  • El deterioro ya se refleja en los datos oficiales, pues la Segiagua informó vía transparencia a este diario que, entre 2020 y 2024, la ciudad redujo la extracción de agua de los acuíferos de 20 mil 636 a 19 mil 95 litros por segundo, una caída de mil 541 litros por segundo.

Aun así, Pérez Campuzano matizó que “todavía falta tiempo para que la situación sea más grave”, aunque reconoció que la tendencia de la problemática continuará a pesar de las campañas de limpieza, pues éstas no atacan el problema de forma completa.

  • Parte del deterioro, lo atribuyó el especialista, a los asentamientos irregulares, tanto de alto como de bajo valor, construidos por décadas sobre las laderas, sin criterios ambientales ni supervisión.
  • Estas construcciones, afirma, dañan la permeabilidad del suelo y alteran el ciclo natural de infiltración del agua. Además, “en muchos de estos espacios no existe infraestructura para manejar residuos ni drenaje formal”, lo que aumenta la contaminación y el riesgo de colapsos.
  • Los asentamientos más precarizados enfrentan los mayores problemas de recolección de basura, pues los camiones de limpia no pueden circular por calles empinadas o sin pavimentar.

“Los camiones de basura no entran a estas zonas irregulares, y eso provoca que los residuos se acumulen en callejones y laderas; cuando llueve, todo ese material termina arrastrado a las barrancas. Tampoco se ha pensado en utilizar camiones de menor tonelaje que sí puedan acceder a estos asentamientos”, apuntó el investigador.

  • En el más reciente estudio “Asentamientos Humanos Irregulares: Diagnóstico, prospectiva y estrategia de atención integral”, del Instituto de Planeación Democrática y Prospectiva, en la capital había 859 asentamientos irregulares, de los cuales 308 estaban en Xochimilco y 186, en Tlalpan.

La autoridad además precisó que 519 del total de asentamientos irregulares tienen riesgos de deslizamientos de laderas y el resto, de inundaciones, incendios y hundimientos.

  • De acuerdo con Pérez Campuzano, “no hay una sola barranca que no necesite atención”. Ninguna de las 26 barrancas de la Ciudad de México está libre de contaminantes sólidos, acuosos o grasos.
  • Los programas de limpieza, añadió, sólo retiran lo visible —plásticos o basura superficial—, pero no eliminan las grasas ni los metales pesados liberados por residuos electrónicos como impresoras, computadoras, teléfonos o pilas.

“Hemos encontrado muchas pilas en barrancas y la propia degradación de éstas contamina el suelo y después el agua, dejando atrás metales pesados como litio”, denunció.

  • El programa de limpieza de barrancas del Gobierno de la Ciudad de México establece que, para el 31 de diciembre de este año, las 26 principales barrancas locales estén completamente libres de basura. Hasta el momento, la autoridad no ha entregado un informe sobre los avances de este proyecto, que comenzó el 9 de agosto.
  • Este plan, que abarca del año 2025 a 2030, no sólo contempla la limpieza de las barrancas, sino también su saneamiento, revegetación y vigilancia permanente. Aunque la filtración natural impide que esos metales lleguen al acuífero, sí contaminan el suelo de barrancas y bosques.

Para el investigador, la capital sigue anclada a un modelo de grandes centros de transferencia cuando debería migrar a un sistema descentralizado, con pequeñas y medianas plantas que procesen los residuos cerca de donde se generan.

“Negamos que producimos basura y no la queremos cerca. Así, cualquier proyecto de gestión de mediana escala enfrenta resistencia social”, dijo.

Esto deriva en enormes cantidades de residuos —especialmente orgánicos— mal manejados, que generan lixiviados (líquidos tóxicos) y afectan directamente a las barrancas, que funcionan como corredores del agua de lluvia.

  • Los residuos orgánicos huelen mal, porque no se procesan correctamente; los inorgánicos —cartón, PET, vidrio, plásticos, madera, electrónicos— ocupan tanto volumen que el sistema actual no es capaz de separarlos. Para el experto, la ciudad requiere al menos 5 o 6 categorías de separación, no sólo las tres vigentes.
  • Pérez Campuzano aclaró que, pese a la contaminación superficial, las barrancas aún filtran agua de manera efectiva, pero, alertó, todo el recurso, incluso el de lluvia captado, requiere potabilización. “La filtración sucede sola, pero la potabilización nunca puede omitirse”, mencionó.

El riesgo mayor es perder la capacidad de infiltración. Si continúa la urbanización sin control y el depósito de residuos, las barrancas podrían dejar de absorber agua como antes. /PUNTOporPUNTO

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