La operación policial que dejó en Río de Janeiro un reguero inédito de muertos (121, según el último balance oficial) es ya objeto de furiosa discusión política, aunque los policías caídos acaban de ser enterrados. Y muchas madres de favela esperan todavía angustiadas localizar a sus hijos o identificarlos.
- La seguridad pública se coloca así como tema estrella de cara a las elecciones presidenciales brasileñas dentro de un año. Pero la repercusión de la matanza —una de las peores causada por las fuerzas de seguridad en América Latina— trasciende fronteras y reaviva el debate sobre cómo combatir de manera eficaz el crimen organizado en la región más violenta del planeta.
El duelo entre los partidarios de la mano dura con golpes espectaculares y los defensores de estrategias a medio plazo más volcadas en tareas de inteligencia para asfixiar económicamente a los poderosos grupos que se arman como fieras con el dinero del narco vuelve al centro del debate político latinoamericano, sea en Brasil, en México, en Chile…
- Y, en lo concreto, dos vecinos, Argentina y Paraguay, han reforzado sus fronteras para impedir el paso a los fugitivos.
“Río está sola en esta guerra”, afirmó el gobernador de Río de Janeiro, el bolsonarista Cláudio Castro, en una rueda de prensa el mismo martes, cuando la operación seguía abierta. Esta “es una guerra que nada tiene que ver con la seguridad urbana”, sino que está alimentada “por las armas del narcotráfico internacional”, añadió.
- Criticó la falta de apoyo del Gobierno federal. También dejó caer que quizá pedía ayuda a las Fuerzas Armadas y palabra mágica de las últimas semanas: “Son narcoterroristas”.
Castro se hacía eco del discurso con el que el estadounidense Donald Trump ha impulsado su cuestionada política de ataques militares extrajudiciales contra supuestas narcolanchas. Desde que el magnate volvió al poder, la Administración estadounidense impulsa la designación de las grandes mafias latinoamericanas del narco como organizaciones terroristas.
Ante las críticas del gobernador fluminense, el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, al que la matanza le pilló regresando de una gira por Asia, inmediatamente se puso en acción. Ya no quedan dudas de que la seguridad pública será el gran tema de la campaña electoral para 2026 y Lula acaba de anunciar que buscará un cuarto mandato. Nada más aterrizar, reunió a su equipo y anunció una comisión de coordinación con el Gobierno de Río de Janeiro.
El presidente envió a dos de sus ministras a Río a acompañar de cerca, este jueves, a los vecinos de las favelas que fueron epicentro de los tiroteos y escuchar las demandas de las familias que perdieron a uno de los suyos.
- Mientras el gobernador considera que la operación policial “fue un éxito” solo empañado por la muerte de los cuatro agentes de las fuerzas de seguridad, la ministra de la cartera de Derechos Humanos, Macaé Evaristo, proclamó tras visitar a los afectados que el operativo “fue un fracaso, una tragedia, un horror innombrable”.
- Para la ministra, “si queremos combatir el crimen organizado, tenemos que empezar por la cima”, por los que mandan. Como ejemplo de su receta para combatir el crimen organizado, el Gobierno federal ha contrapuesto estos días la sangrienta operación de Río a una realizada en São Paulo en agosto.
- Si la de esta semana era contra el Comando Vermelho, un grupo criminal que trafica con drogas y armas desde Río de Janeiro, la de meses atrás fue contra la única mafia brasileña que le supera en poderío: el Primer Comando de la Capital (PCC), una hermandad de delincuentes que premia la innovación en sus filas.
La Policía Federal, con información del Ministerio de Hacienda y la colaboración de las autoridades paulistas, asestó un golpe contundente al aparato económico del PCC. Sin disparar un tiro, desarticuló una red de fondos de inversión que lavaba dinero para el PCC.
- Ignacio Cano, investigador del Laboratorio de Análisis de la Violencia de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, considera que cuando el gobernador autorizó una operación de estas características y magnitud contra el Comando Vermelho en su cuartel general “pretendía crear un hecho político, era una apuesta consciente.
Sabía que [los miembros del CV] paralizarían la ciudad en respuesta, que generaría enorme visibilidad a nivel nacional y, entonces, él se presentaría como el gran paladín contra el crimen organizado”.
Con eso, Castro acaba de asomar la cabeza en la campaña presidencial de 2026 en la que la derecha, con Jair Bolsonaro encarcelado e inhabilitado, no ha elegido aún candidato.
La activista carioca Eliana Sousa Silva, directora de Redes da Maré, una ONG que trabaja en la favela homónima, critica al Gobierno estatal porque sigue adelante con las incursiones violentas en las favelas haciendo caso omiso a los límites impuestos por el Tribunal Supremo, que en abril le exigió cámaras en los uniformes y le reclamó que creara un plan para reducir la letalidad policial.
Esta operación “es más de lo mismo, cambia la magnitud, pero no vemos medidas para atajar el problema de manera estratégica”.
- América Latina es la región más letal del planeta, con una tasa de homicidios que cuadruplica la media global. Por eso, la seguridad pública es una preocupación capital y cotidiana para sus habitantes y, con ellos, para los políticos.
- Un estudio que codirigió Cano, uno de los pocos que ha evaluado el amplio abanico de medidas implantadas en las últimas décadas contra la violencia en la región, tiene conclusiones llamativas.
- Colocar al ejército en las calles o eliminar a los líderes de los grupos armados puede ser contraproducente y elevar la violencia. Limitar la posesión de armas y la venta de alcohol destacan entre las medidas más eficaces.
Comando Vermelho y otros: el crimen organizado en Brasil
- En todo Brasil y más allá de sus fronteras, 88 organizaciones criminales realizan actividades ilícitas continuas para obtener ganancias, según un informe de inteligencia del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública (MJSP). Casi todas tienen presencia tanto en las calles como en las cárceles, poder financiero y estructuras jerárquicas.
- Comando Vermelho (CV), junto con Primeiro Comando da Capital (PCC), es una de las dos organizaciones criminales más grandes de Brasil. Fue el objetivo de la megaoperación que dejó decenas de muertos esta semana en Río de Janeiro, la más sangrienta jamás realizada en el estado.
Según expertos, el grupo ha expandido sus operaciones tanto en el estado de Río de Janeiro, donde se originó, como a nivel nacional. De acuerdo con la prensa carioca, en los últimos cuatro años, el CV ha implementado un plan para expandir su dominio, incluso tomando el control de áreas controladas por milicias (grupos paramilitares, generalmente conformados por agentes o exagentes del Estado, como policías, bomberos y guardias penitenciarios).
Expansión de las bandas
Ya no existe ningún estado brasileño libre de la influencia del CV, el PCC u otras organizaciones criminales. En las últimas cinco décadas, se han multiplicado, han ganado influencia y han forjado alianzas o enemistades en la lucha por el territorio.
- Actualmente, el Nordeste es la región con mayor número de organizaciones criminales conocidas por el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública (MJSP): 46 fueron identificadas entre 2022 y 2024. Le siguen el Sur (24), el Sudeste (18), el Norte (14) y el Centro-Oeste (10).
- El crimen organizado subsiste principalmente gracias al narcotráfico, así como al robo de carga, el robo a mano armada, el fraude, la extorsión, el lavado de dinero y el control de territorios y servicios. En la Amazonía, el PCC y el CV también estarían expandiendo su participación en la minería ilegal, incluso en campamentos dentro de tierras indígenas.
Estructuradas en redes de bandas o pandillas, las organizaciones criminales comparten símbolos de pertenencia y a menudo mantienen sus propias ideologías o estatutos. Se enfrentan directamente con las autoridades —desobedeciendo las leyes y participando en acciones violentas contra agentes del Estado—, organizan fugas de prisión y promueven rebeliones carcelarias.
Origen en las cárceles
Tras años de expansión por todo el territorio brasileño, tanto el CV como el PCC cuentan con miembros en cárceles de todos los estados, según un levantamiento del Gobierno federal, con la excepción de Rio Grande do Sul. En Rio Grande do Sul, predominan las organizaciones Bala na Cara, formada en 2005, y Os Manos, cuyos primeros indicios datan de la década de 1980.
- Las primeras bandas surgieron dentro de las cárceles en la década de 1970. Divididos en grupos, los presos exigieron mejores condiciones a las autoridades —incluido el fin de la tortura y los malos tratos—, garantizaron la protección de sus aliados, crearon normas de convivencia y profesionalizaron lo que, hasta entonces, era la actividad delictiva de grupos más pequeños.
- En 1979, surgió la Falange Vermelha, que posteriormente daría origen al Comando Vermelho, en la antigua prisión de Cândido Mendes, en Ilha Grande. El grupo se formó cuando presos comunes y políticos, militantes de grupos armados opositores a la dictadura militar, comenzaron a coexistir. Los años siguientes ocurrió la expansión del poder de la recién formada organización, impulsada por el narco (cocaína).
Más tarde, en 1993, nació el PCC en el Centro de Detención de Taubaté, en São Paulo, entre otras razones, para evitar la violencia estatal, como la ocurrida en la masacre de Carandiru, que dejó 111 muertos en 1992. Hoy en día, la mayor organización criminal del país cuenta con aproximadamente 40.000 miembros.
Influencia en el extranjero
- Hoy enemigos —aunque fueron aliados en la década del 2000—, el CV y el PCC son las únicas organizaciones criminales brasileñas que, según el mapeo del Gobierno federal, tienen influencia en el extranjero, particularmente en Sudamérica.
- De los otros 86 grupos, 72 operan exclusivamente en sus estados de origen y 14 tienen presencia en más de un estado o región de Brasil.
- Según datos de la Fiscalía de São Paulo obtenidos en junio por el portal g1, se estima que el PCC cuenta con 2.000 miembros en 28 países. La mayoría opera dentro de las cárceles, reclutando nuevos miembros, lavando dinero y traficando drogas y armas.
O Globo informó este año que las autoridades del Gobierno del estado de Río de Janeiro y de Estados Unidos estaban trabajando en un acuerdo para combatir conjuntamente al CV. La organización mantiene vínculos con cárteles sudamericanos y mexicanos con penetración en territorio estadounidense, informó el periódico.
Redes fuertes, treguas frágiles
Las dos organizaciones criminales más grandes del país acordaron un cese al fuego en febrero de 2025 para fortalecer sus actividades y armamento. La tregua alarmó a las autoridades y puso fin a casi una década de violentos enfrentamientos, disputas por las rutas de contrabando y tomas de territorio, especialmente en el norte y el noreste, según explicaron investigadores del Observatorio de Seguridad Pública.
- Pero la paz duró apenas dos meses, reanudando la guerra que estalló en 2016 por el control de un importante corredor de narcotráfico en Sudamérica. Brasil registró en 2017 un récord anual de homicidios:
- Más de 65.000, según el Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea), cifra que los expertos asocian a los enfrentamientos entre el PCC y el CV. Este récord aún no se ha superado. El último dato registrado es de 45.000 homicidios en 2023.
«En aquel entonces, el PCC consolidó su dominio en las rutas del centro-oeste brasileño, desplazando las operaciones del CV hacia el norte, donde intensificó las alianzas, los conflictos y los acuerdos con bandas y otros grupos de origen regional», explica un informe de 2023 publicado por el Foro Brasileño de Seguridad Pública.
- Desde entonces, ambas organizaciones han invertido en su internacionalización y en el fortalecimiento de nuevas rutas de narcotráfico, como la del río Solimões, en la triple frontera entre Perú, Colombia y Brasil.
- Otros grupos de países vecinos también operan en la zona, incluyendo disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
- Un estudio realizado este año por investigadores de universidades estadounidenses estimó que entre 50 y 61 millones de personas en Brasil viven bajo el control de organizaciones criminales.
Esta cifra corresponde aproximadamente a una cuarta parte de la población del país y es la más alta de América Latina, según los datos recopilados en la investigación.
Exponen el vacío estratégico frente al crimen organizado
El operativo en Rio de Janeiro contra el Comando Vermelho (CV) el martes pasado rompió ese triste récord con un número oficial de al menos 121 muertos, mientras Brasil y la región se enfrentan a la creciente amenaza de las organizaciones criminales sin una estrategia clara y con resultados, por ahora, poco prometedores.
- LA NACION conversó con expertos en seguridad pública, peritos criminalistas y cientistas sociales para intentar comprender qué pasó en el operativo más violento de la historia de Brasil, y cómo se inserta en el debate sobre el modo de enfrentar a las mayores organizaciones criminales del país vecino.
- “Ninguna acción de seguridad pública que tenga como consecuencia la muerte de policías y, ciertamente, de algunos inocentes puede considerarse bien planificada o exitosa”, consideró el perito criminalista y especialista en seguridad pública brasileño José Ricardo Bandeira, en diálogo con LA NACION.
- Se refería al “Operativo Contención”, en el que unos 2500 agentes de la policía Civil y Militar ingresaron el martes en helicópteros, vehículos blindados y a pie en los complejos Penha y Alemao, al norte de la ciudad de Rio de Janeiro, dejando imágenes grotescas a su paso.
El objetivo, según las autoridades, era frenar el avance y reducir la influencia del principal grupo criminal del estado, el Comando Vermelho (CV), que en los últimos años ha expandido sus actividades ilegales y retomado gran parte de su control sobre el territorio carioca.
- El resultado fue una pila de muertos, entre ellos cuatro policías, y ninguna de las detenciones de líderes de alto rango de la facción criminal que la operación pretendía lograr.
Cerca de 70 miembros del CV parecen haber protegido al líder de la organización, Edgar Alves Andrade, alias “Doca”, quién se presumía dentro de la favela pero logró escapar a la redada, de acuerdo a información de CNN Brasil. Por ahora, tampoco se conoce la identidad de los más de 120 muertos oficialmente declarados, por lo que su asociación con el CV no está confirmada.
“La magnitud del saldo letal y el posterior hallazgo de decenas de cuerpos fuera del recuento oficial sugieren una pérdida de control” por parte de la policía, dijo Bandeira, lo que coincidiría con las múltiples denuncias de organismos internacionales y organizaciones civiles de torturas y ejecuciones sumarias llevadas a cabo por las fuerzas de seguridad.
- Pero, aparte de lo que haya sucedido en esta redada en particular, no todos coinciden en que este tipo de operativos sean una forma efectiva de combatir el avance de los grupos criminales.
“La historia de la violencia y del crimen en Brasil —especialmente en Río de Janeiro— ha demostrado que el crecimiento de la criminalidad —incluido el surgimiento de las facciones— está directamente relacionado con este tipo de actuación estatal”, dijo a LA NACION Camila Nunes Dias, doctora en sociología de la Universidad de San Pablo (USP) y profesora de la Universidad Federal de ABC (Ufabc).
- La incursión del martes, consideró la experta, “puede desestabilizar, eventualmente y de forma momentánea, al CV. Pero abrirá espacio para otros grupos criminales y, con toda certeza, para la rearticulación del crimen”.
- En un contexto como el brasileño, donde las organizaciones criminales se expanden con facilidad y el CV no es el único actor en pugna por el control territorial y de las economías ilícitas, una “rearticulación” puede derivar en un escenario de guerra abierta.
En Río de Janeiro, la rivalidad es doble: por un lado, con el Terceiro Comando Puro (TCP), que disputa al CV el dominio local; por otro, con el Primeiro Comando da Capital (PCC), nacido a imagen del grupo carioca pero hoy convertido en una organización mucho más poderosa, con presencia nacional y ambiciones transnacionales.
- “El CV se ha expandido a muchos estados brasileños a través de un modelo de franquicia, principalmente en el Nordeste, el Norte y el Centro-Oeste, pero no existe una estructura organizacional articulada en esos territorios”, dijo Nunes Dias para explicar la composición del grupo de Río y su alcance nacional.
- “Más recientemente, el Terceiro Comando Puro (TCP) también parece haber iniciado este proceso de expansión, sobre todo mediante el reclutamiento de grupos criminales más pequeños, locales y que se oponen al CV”, especificó la experta, explicando la confrontación entre los grupos.
Respecto a la organización criminal de San Pablo, actualmente la más grande y poderosa del país, la experta aclaró:
- “Mientras tanto, el PCC parece seguir un camino opuesto. Se ha alejado de la dinámica criminal más vinculada a la territorialidad y ha orientado su expansión hacia la esfera económica internacional, especialmente en el comercio mayorista de cocaína y en otros mercados, lícitos e ilícitos, donde no hay necesidad de disputas territoriales”.
De este modo, el escenario de conflicto podría quedar delineado con un CV que combate por el territorio de Rio y otras zonas de Brasil con un TCP en ascenso, y lucha por el control de los negocios ilegales con el PCC, de miras más comerciales. “Aparentemente -consideró Nunes Dias- el TCP podría llegar a ocupar el lugar del PCC en la polarización criminal que caracteriza a Brasil desde 2016”.
Mano dura
La operación fue un “éxito, (…) las únicas víctimas fueron los policías”, dijo a la prensa el gobernador del estado de Rio de Janeiro, Claudio Castro, después del operativo, en una expresión representativa del tipo de políticas de mano dura que apoya la derecha brasileña aliada al expresidente condenado Jair Bolsonaro.
- Las palabras de Castro se inscriben en un debate abierto en Brasil y en la región entre dos propuestas contrastantes sobre el modo de combatir a las organizaciones criminales y, en particular, al narcotráfico.
- “El gobernador de Rio de Janeiro está vinculado al bolsonarismo, un movimiento que sostiene la idea de que la lucha contra el crimen organizado se lleva a cabo mediante la acción armada policial.
- Para los líderes de este movimiento y sus seguidores, un buen delincuente es un delincuente muerto”, dijo a LA NACION Marcus Ianoni, profesor de Ciencia Política en la Universidad Federal Fluminense (UFF) de Rio de Janeiro.
“Esta operación es una reproducción, a mayor escala y más violenta, de otras operaciones que se basan en la idea de que la seguridad pública es, por encima de todo, un ámbito que debe afrontarse mediante una guerra contra los narcotraficantes, una guerra de exterminio”, agregó el experto.
- A poco menos de un año para las próximas elecciones generales en Brasil, muchos vieron el operativo en Río como una demostración de fuerza por parte de Castro, un intento de ganar puntos políticos entre los brasileños conservadores y acercarse a un asiento en el Senado.
- Sin embargo, tras el operativo, el magistrado del Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil, Alexandre de Moraes, programó una audiencia para el 3 de noviembre en la que ordenó al gobernador que proporcione información detallada sobre la operación policial, a pedido del Consejo Brasileño de Derechos Humanos.
En paralelo, el Tribunal Superior Electoral programó para el día siguiente una audiencia sobre una apelación en otro caso, reactivado a raíz de los sucesos de esta semana, que podría llevar a la destitución del gobernador y a la convocatoria de elecciones anticipadas.
Deuda del progresismo
“Lamentablemente, hasta el momento el gobierno federal (de Lula) no ha logrado ofrecer respuestas concretas en el ámbito de la seguridad pública que realmente propongan un camino alternativo a la barbarie”, dijo Nunes Dias, coincidiendo con la apreciación de una parte de la sociedad brasileña que rechaza la brutalidad de los operativos policiales pero pide una solución al problema del crimen.
«No podemos aceptar que el crimen organizado continúe destruyendo familias, oprimiendo vecinos y esparciendo drogas y violencia por las ciudades», declaró en X el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, después del operativo en Río.
- «Precisamos un trabajo coordinado que alcance la columna vertebral del tráfico sin poner a policías, niños y familias inocentes en riesgo», añadió el mandatario, en lo que pareció ser un intento de desmarcarse del discurso presentado por Castro y sus aliados, pero sin ofrecer una propuesta clara.
- No obstante, el tipo de medidas a las que podría estar haciendo referencia el petista son las que buscan atacar los recursos financieros de las organizaciones criminales, como la redada lanzada el jueves en San Pablo contra el PCC o el Operativo Carbono Oculto, que se llevó a cabo unos meses atrás.
Esta semana las autoridades brasileñas lanzaron una operación de combate al lavado de dinero contra el grupo criminal de San Pablo, que implicó nueve órdenes de detención y once de allanamiento en el municipio de Campinas de ese estado, según indicó la fiscalía en un comunicado. También fueron bloqueados inmuebles y cuentas bancarias.
- Según el texto, el objetivo de la acción fue “combatir esquemas de lavado de dinero operados por empresarios, traficantes de droga e integrantes del PCC”.
Otro ejemplo es la operación que tuvo lugar en agosto, en el que el gobierno federal golpeó un gigantesco esquema de lavado de dinero, también dirigido por el PCC, que operaba en la cadena productiva de combustibles y que habría blanqueado casi 10.000 millones de dólares entre 2020 y 2024.
Este tipo de operaciones podrían ser una alternativa a la confrontación directa en la lucha contra las organizaciones criminales, pero, por ahora, sus logros en coartar el accionar de los grupos han sido poco evidentes, y sus resultados, menos espectaculares. /PUNTOporPUNTO





















