Hay épocas en las que medio vecindario anda buscando sombra como quien busca señal de Wifi. Hay quienes no tienen acceso a agua fresca, quienes sufren bajo fuertes olas de calor, quienes padecen horas de espera interminable en un hospital. Y a veces no nos alcanza ni el aire, ni el espacio, ni el personal.
- El cambio climático afecta la salud humana al intensificar eventos meteorológicos extremos, aumentar el calor y la contaminación del aire, favorecer pandemias y brotes de enfermedades, agravar la malnutrición por inseguridad alimentaria y generar mayor angustia y estrés en la población.
La pandemia de COVID-19 dejó claro que seguridad y cobertura sanitarias van de la mano para proteger a todo el mundo, en todas partes. Desde 2017, cada 12 de diciembre, se conmemora el Día Internacional de la Cobertura Sanitaria Universal. Pero la pregunta ya no es solo sobre acceso a la atención médica.
- Ahora toca cuestionar cuánta presión extra soporta el sistema de salud en un planeta que se calienta, en un clima que cambia. La emergencia climática no solo derrite glaciares, también agota capacidades hospitalarias, aumenta enfermedades y desborda servicios.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo resume claramente. La crisis climática es la mayor amenaza para la salud humana del siglo XXI. Más de 3.5 mil millones de personas viven en regiones altamente vulnerables al cambio climático, y los eventos extremos ya provocan cientos de miles de muertes cada año por calor, contaminación, desnutrición o enfermedades.
Por eso, para hablar de cobertura sanitaria universal en 2025, urge pensar en la atmósfera. Si no integramos la crisis climática en la agenda de salud, la emergencia seguirá creciendo.
Emergencia climática
El reporte de la revista especializada The Lancet, en 2024, mostró que el número de días con riesgo extremo de calor ha aumentado más de un 50 % en las últimas décadas; la exposición humana a incendios forestales se ha duplicado desde 2001, y la mortalidad asociada a olas de calor alcanzó niveles récord en 2022 y 2023. ¿Lo peor? Todo indica que las cifras seguirán creciendo.
- Los fenómenos meteorológicos extremos, como las tormentas, las inundaciones y los desprendimientos de tierras, han causado más de 2 millones de muertes entre 1970 y 2021, y más del 90 % se produjeron en países de bajos y medianos ingresos.
El calor extremo es, quizá, el riesgo más subestimado. En 2023 se perdieron cerca de 50,000 vidas en Europa a causa del calor extremo. De mantenerse la trayectoria actual, en 2100, unas 2,000 millones de personas estarán expuestas a un calor intenso. Las ciudades, convertidas en islas de calor, se vuelven trampas silenciosas para los más vulnerables. - A esto sumémosle la contaminación del aire. Las partículas finas (PM2.5) causan más de 4 millones de muertes prematuras cada año. Y el cambio climático agrava este escenario con incendios forestales más frecuentes, sequías más prolongadas y al favorecer la formación de ozono troposférico, un irritante respiratorio potente que dispara las alertas de contingencia cada año.
Las enfermedades transmitidas por vectores también están en auge. El mosquito Aedes aegypti, transmisor de dengue, chikungunya y zika, sobrevive hoy donde antes no podía. En América Latina, 2023 y 2024 marcaron récords históricos de dengue. Temperaturas más altas aceleran el ciclo de vida del vector y acortan el período de incubación del virus, aumentando así el riesgo de transmisión.
- Sistema de salud versus clima
Ya los sistemas de salud del mundo operan, en muchos casos, al límite de su capacidad. Y la presión adicional del clima los desborda. Olas de calor que saturan urgencias; tormentas intensas que inundan hospitales, destruyen infraestructura y dejan comunidades aisladas; cortes de energía que afectan desde quirófanos hasta bancos de sangre y unidades de cuidados intensivos. - Y el problema no es solo físico, también es humano. La falta de personal, el agotamiento laboral, la migración de profesionales de salud y no contar con recursos suficientes para ampliar capacidades, empeoran el panorama. Ante un desastre, los servicios deben atender emergencias mientras siguen atendiendo enfermedades crónicas, vacunación, embarazos y otras necesidades esenciales.
En contextos de vulnerabilidad muy alta, zonas rurales, asentamientos informales, regiones con pobreza extrema, el impacto se amplifica. Una inundación puede destruir el único centro de salud disponible. Una ola de calor prolongada puede agotar medicamentos esenciales. Una sequía severa puede comprometer la seguridad alimentaria y nutricional de miles de familias.
Cobertura Sanitaria Universal y resiliencia climática
La Cobertura Sanitaria Universal no solo significa el acceso económico a los servicios de salud. También implica que los sistemas sean capaces de funcionar bajo estrés, adaptarse a eventos extremos y proteger a toda la población, especialmente a aquellos que están en mayor riesgo.
El cambio climático obliga a repensar la infraestructura y la organización de los servicios. Necesitamos hospitales que resistan inundaciones, planes energéticos de respaldo, sistemas de alerta temprana para olas de calor, vigilancia epidemiológica reforzada, brigadas comunitarias de salud y un diseño urbano que reduzca la temperatura. Hoy, esas son medidas esenciales.
- Algunos ya avanzan en esta dirección. Francia y Japón, han creado protocolos nacionales ante calor extremo; Bangladesh y Filipinas, han fortalecido sistemas de vigilancia climática y sanitaria en zonas costeras; ciudades como Medellín, Toronto y Melbourne, han rediseñado espacios urbanos para disminuir riesgos térmicos y mejorar la calidad del aire.
Pero queda mucho por hacer. Aún se necesita mucha voluntad política y social, y trabajar más desde la solidaridad y la universalidad. Aunque no podamos evitar cada desastre, sí podemos prepararnos mejor, fortalecer nuestros sistemas, reducir desigualdades y construir comunidades más resilientes. La salud, como la atmósfera, no entiende de fronteras.
Cambio climático amenaza la salud humana
Los efectos del cambio climático ya afectan la salud humana, señaló Ana Celia Montes de Oca Aguilar, investigadora de la Universidad Autónoma de Yucatán. Un ejemplo, es que se elevó la incidencia de enfermedades como dengue, zika o chikungunya, en una ciudad como Xalapa, donde antes no eran algo común.
Enfermedades por efectos del cambio climático
Expresó que dado que no se puede detener el cambio climático, es momento de que quienes toman decisiones, gobernantes y la misma sociedad, deben asumir acciones para prepararse y tomar conciencia al aplicar estrategias comunes como fumigar y reforzar planes de descacharrización para detener la propagación del dengue y otros vectores.
Entrevistada sobre su participación las conferencias como parte de la cátedra de excelencia Ruy Pérez Tamayo “Problemas y Adaptaciones de las Especies al Cambio Climático”, de la Universidad Veracruzana, expuso que justamente se busca abordar cómo el cambio climático puede afectar la salud humana a través de diferentes procesos, cómo es el cambio en la distribución de los vectores, que son animales que transmiten organismos patógenos a las personas y ocasionan enfermedades, a veces graves.
- En los últimos años, dijo, se han propagado insectos como los que causan dengue, zika o chikungunya, entre otros, que transmiten patógenos. “De hecho, en Xalapa, por ejemplo, se han tenido picos muy graves de dengue, cosa que antes no pasaba”.
Justamente eso puede estar asociado con los cambios que evidentemente está viviendo la ciudad. “Los insectos que transmiten esos patógenos se ha abordado que ha sido mucho por el cambio climático, por las altas temperaturas que inciden en cambios en la distribución y en consecuencia de las enfermedades, la realidad es que hay otros procesos, como le decía, adaptativos que provocando la incidencia de muchas enfermedades de importancia médica”.
Es una realidad el cambio climático
Ana Celia Montes de Oca remarca que si bien no se puede detener el cambio climático, como autoridades podría darse una preparación. “Ojalá que pudiéramos, por una parte, tener un poco de conciencia y acercarnos a la parte científica a los tomadores de decisiones. Debemos ver el tema desde una perspectiva del cuidado humano, por lo que es necesario utilizar, estrategias comunes, como estar protegidos, fumigar, hacer descacharrización para detener la propagación del dengue, por ejemplo”.
Antes el mosquito que provoca dengue solo estaba en selvas, pero ahora hay que estar conscientes de que es parte de nosotros, porque de hecho, ya es una enfermedad más urbana. “debemos adaptarnos a esa situación”.
Desigualdad en lo efectos
Agregó que desde la perspectiva científica, hay muchos grupos que se han conformado para poder abordar esta problemática que es una realidad, porque el cambio climático se vive de manera desigual. Hay estados muy vulnerables, generalmente, son aquellos donde hay mayor condición de marginación y pobreza extrema, por ejemplo, la península de Yucatán, Oaxaca, el centro del país y Veracruz,
- Apuntó que falta todavía hacer conciencia en la parte social, “nos falta trasladar nuestro conocimiento, no solamente al componente social, también a los servidores de servicio público, y tratar de enseñarles de una manera más divulgativa y clara lo que estamos enfrentando con el cambio climático en nuestro país”.
- Aclaró que el cambio climático tiene dos definiciones, uno científico que son las variaciones del estado del clima que se prolongan por mucho tiempo y que tienen, desde un punto de vista, dos causas. Una es el componente natural también, pero el otro tiene que ver con el movimiento humano.
Dijo que la Organización de las Naciones Unidas reconoce que gran parte del cambio climático se debe a las actividades humanas, porque no es un proceso que actúe de manera aislada, sino hay otras modificaciones ambientales como la pérdida de selva, que son las que mantienen la regulación del planeta, en fin, muchos procesos. “Entonces, eso es el cambio climático, los cambios drásticos en el estado del clima que se van prolongando”.
El cambio climático ha desplazado a 250 millones de personas
En los últimos diez años, los desastres relacionados con el clima han causado el desplazamiento de sus hogares de 250 millones de personas, 70 000 cada día, indicó un informe de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) divulgado en Belém, en la región amazónica de Brasil.
- Filippo Grandi, alto comisionado de Acnur, expresó que “en todo el mundo, los fenómenos meteorológicos extremos están poniendo en mayor riesgo la seguridad de las personas”.
“Ya se trate de las inundaciones que azotan Sudán del Sur y Brasil, las olas de calor sin precedentes en Kenia y Pakistán o la escasez de agua en Chad y Etiopía, las condiciones meteorológicas extremas están llevando al límite a comunidades que ya de por sí son frágiles”, señaló el reporte de Acnur.
Grandi dijo que esos fenómenos “están interrumpiendo el acceso a servicios esenciales, destruyendo hogares y medios de subsistencia, y obligando a familias -muchas de las cuales ya han huido de la violencia- a huir una vez más. Se trata de personas que ya han sufrido pérdidas inmensas”.
“Y, ahora, se enfrentan de nuevo a las mismas dificultades y devastación. Se encuentran entre las más afectadas por las graves sequías, las inundaciones mortales y las olas de calor sin precedentes, y, sin embargo, son las que menos recursos tienen para recuperarse”, abundó.
El informe de Acnur fue divulgado en el marco de la 30 Conferencia de las Partes (COP30) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático sobre Cambio Climático, iniciada este lunes 10 en Belém, y a la cual concurren responsables de más de 190 gobiernos y miles de participantes de numerosas entidades y organizaciones.
- Por otra parte, el informe indica que, hasta mediados de este año, 117 millones de personas se habían visto desplazadas a causa de la guerra, la violencia y la persecución, aunque los retornos a Siria y Afganistán han reducido el número de desplazados a nivel mundial en comparación con 2024.
Apunta que 75 % de esos 117 millones de personas viven en países que se enfrentan a una exposición alta o extrema a los riesgos relacionados con el clima.
Por ejemplo, desde que estalló la guerra entre ejércitos rivales en Sudán en 2023, casi 1,3 millones de personas que huyen de ese conflicto en Sudán han buscado refugio en Sudán del Sur y Chad, dos de los países menos preparados para hacer frente a la creciente emergencia climática.
En África más de uno de cada dos asentamientos de desplazados y refugiados se encuentra en “zonas de alto estrés”, lo que reduce la posibilidad de acceder a alimentos, agua, e ingreso para las personas que han huido de los conflictos.
- Esa situación alimenta un círculo vicioso, porque las carencias impulsan el reclutamiento que hacen grupos armados en algunas partes de Sahel (la zona semiárida que atraviesa el centro de África), lo que alimenta la extensión y repetición de los conflictos y con ello los desplazamientos humanos.
- Acnur destaca que, a pesar del aumento de las necesidades, la falta de financiación y “un sistema de financiación climática profundamente injusto” deja a millones de personas desprotegidas. Los países afectados por conflictos que acogen a refugiados solo reciben una cuarta parte de la financiación climática que necesitan.
Grandi insistió en que “los recortes de financiación están limitando gravemente nuestra capacidad para proteger a los refugiados y a las familias desplazadas de los efectos del clima extremo”.
“Si queremos estabilidad, debemos invertir donde las personas corren mayor riesgo. Para evitar nuevos desplazamientos, la financiación climática debe llegar a las comunidades que ya viven al límite. No se les puede dejar solos. Esta COP debe dar lugar a medidas reales, no a promesas vacías”, concluyó./Agencias-PUNTOporPUNTO























