Nacieron entre finales de la década de 1990 e inicios de la de 2010. Tienen entre 12 y 27 años. Y, además de ellos mismos, son sobre todo las agencias de investigación de mercado quienes los identifican como la Generación Z, heredera de los llamados millenials o Generación Y (1981-1996), de la Generación X (1965-1980) y de los Baby Boomers (1946-1964).
- En América Latina, suman alrededor de 160 millones de jóvenes: uno de cada cuatro latinoamericanos, según datos del Banco Mundial. Más allá del idioma y la geografía, comparten preocupaciones: «por el cambio climático» y la «presión económica» que les impone el costo de la vida. Y aspiraciones: quieren «trabajar en algo que tenga un impacto positivo», comenta Jorge Ponga, experto en capital humano de la consultora Deloitte Spanish Latin America, que publica la Encuesta Gen Z y Millennial 2024
Gen Z: los primeros nativos digitales al cien por ciento
Son los primeros cien por ciento «nativos digitales». Nacidos con «celular en mano, a diferencia de los millennial, que viven en el traspaso de lo analógico a lo digital», explica la socióloga chilena Rocío Mieres. Es una generación marcada por el streaming (Spotify, Netflix, Amazon Prime Video).
- Con voces fuertes en redes sociales (Instagram, TikTok, YouTube, Telegramm), que representan también su principal fuente de información, son la vanguardia de las «relaciones parasociales»: con famosos, marcas, personajes ficticios, inteligencias artificiales, o con otras personas de diversas geografías, pero con intereses comunes en línea, enumera Mieres, experta en videojuegos y digitalización.
Otros trabajos y otra educación
Innovadores, autodidactas, emprendedores, la Generación Z cuestiona la educación superior y las formas de trabajo tradicionales. Con la sensación de un mundo en constante cambio, y crisis económicas y recesiones cada vez más frecuentes, prefieren títulos técnicos y certificaciones sobre licenciaturas, ilustra Mieres, docente de la Universidad de las Artes y la Comunicacion (UNIACC), en Chile.
- Buscan «modelos de trabajo híbridos, jornadas reducidas y hasta tener side gigs [trabajos informales secundarios] para complementar sus ingresos», apunta Ponga, de Deloitte. Pero enfrentan una «alta precarización laboral», con empleos freelance y emergentes, que no siempre son comprendidos por generaciones anteriores, agrega la socióloga Mieres: «¿Cómo les explicas a tus padres que vas a ser influencer o desarrollador de videojuegos?».
En este contexto, la ONU, que no habla de Generación Z, sino de jóvenes entre 15 y 24 años con una representación casi paritaria de mujeres y hombres, advierte sobre el desafío de los «NiNi»: el 20 % de más de 100 millones de jóvenes en la región no estudia ni trabaja.
La mayoría son mujeres (26 % frente a 14 % de hombres), señala a DW Sabrina Juran, asesora del Fondo de Población de la ONU (UNFPA). Muchas de ellas dedicadas a cuidados no remunerados en el hogar, apunta Mieres.
«Bono demográfico» y desigual acceso a la tecnología
La Generación Z refuerza el «bono demográfico» de América Latina: una «fuerza vital» en edad de trabajar que puede impulsar el desarrollo económico y social de sus países. Pero el acceso desigual a educación de calidad, tecnología, empleo digno y participación política pone en riesgo ese potencial, advierte Juran.
En América Latina, detalla la socióloga chilena Mieres, la Generación Z es un «nativo digital de celular» y de redes de acceso gratuito (Instagram, TikTok, Reddit, Discord). En el acceso a consolas de juego, computadores personales, tarjetas gráficas o dispositivos de realidad virtual se revelan grandes desigualdades socioeconómicas, que fueron muy evidentes en la pandemia: en países con alta cobertura de internet, como Chile (94,1 %), muchos hogares disponían de un celular que compartía sus datos con los demás, o de una computadora que utilizaban todos para trabajar y para el ocio.
Activistas digitales
¿Lucha la Generación Z por cambiar estas realidades? «Como teníamos especialistas en hacer activismo en la vía pública, hoy tenemos especialistas en activismo en redes», cuenta a DW Julieta Altieri, presidenta de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia (Juventud LAC), que agrupa a 113 organizaciones juveniles de la sociedad civil de 20 países.
- En Juventud LAC, fundada por millenials como Altieri, predomina hoy la Generación Z. Con un fuerte activismo contra los autoritarismos en Cuba, Venezuela y Nicaragua, desmitifican fake news o denuncian violaciones de derechos humanos en reels, y se capacitan via Zoom en el uso de la inteligencia artificial con estos fines, ilustra la también ex secretaria general de la Juventud del PRO en Argentina.
Sin embargo, Altieri observa que causas como la democracia, los derechos humanos o el cambio climático «ya no son tan populares» entre los jóvenes, a quienes percibe como «más individualistas», quizás por estar solos frente a la pantalla.
Códigos y canales de protesta que «no estamos viendo»
No es casualidad que en muchos países avancen «discursos más extremos, más de derecha en el sentido de velar por las libertades individuales», y con los jóvenes como principales votantes, reflexiona Altieri. Con las «instituciones democráticas en crisis, en todos los países del mundo», la economía, las criptomonedas y la tecnología han pasado a ser los temas que más importan a los jóvenes, opina.
- Mieres difiere: están decepcionados, pero son «cívicamente activos. Tienen un foco y canales que usualmente no estamos viendo». Su «batalla ideológica» se libra en chats de videojuegos como Counter-Strike, WoW, Fortnite o Animal Crossing. En México, incluso se han realizado protestas feministas dentro de Roblox.
«No tenemos jóvenes políticos o diplomáticos. Tenemos mucho joven activista. Eligen un problema que les duele mucho, se hiperespecializan y quedan ciegos a otros», explica la experta chilena. Y habla de un activismo de nichos, sobre medioambiente, salud mental, neurodivergencia, comunidades LGTBIQ+, que a veces trasciende lo virtual y el propio nicho.
En grupos de WhatsApp, se coordinaron, por ejemplo, las ollas comunes de la pandemia en América Latina. En Chile, los cosplayers marcharon en el estallido social de 2019. Y en Perú, la bandera de One Piece, símbolo de libertad, rebeldía y resistencia de una popular serie anime, ondeó en una manifestación organizada por el colectivo Generación Z contra una reforma de pensiones que, según denuncian, perjudica a quienes tienen empleos precarios y salarios bajos.
Reflexión de cierre
Estas revueltas confirman una tendencia global: la irrupción de una generación hiperconectada digitalmente, frustrada e indignada, que ya no teme al poder y exige un nuevo contrato social frente a élites desconectadas y regímenes autoritarios. Desconfía de la política tradicional, denuncia el agotamiento de los canales institucionales y demanda resultados y oportunidades reales, transparencia y el fin de la impunidad.
En nuestra región, más que un fenómeno pasajero, estas movilizaciones son la expresión de una crisis estructural y generacional. La desigualdad persistente, la alta informalidad -el desempleo juvenil en contextos urbanos frágiles constituye un detonante directo de inestabilidad social-, la creciente inseguridad y la corrupción endémica han hecho colapsar el “ascensor social”, dejando a millones de jóvenes atrapados entre la precariedad y la desesperanza, en medio de una crisis de sentido amplificada por las redes sociales y la presión del éxito inmediato. Este cóctel de desigualdad estructural y malestar digital constituye hoy el corazón del descontento global que encarna la Generación Z.
Estamos ante una generación que ya no busca integrarse al sistema, sino transformarlo o reemplazarlo. No está despolitizada: está repolitizando la frustración e indignación con nuevos lenguajes, códigos digitales y formas horizontales de acción que desbordan los marcos tradicionales de la política.
- Pese a la represión, su voz sigue creciendo. Y aunque la polarización y la fragmentación social dificultan transformar este descontento en reformas sostenibles, la región podría estar al borde de un nuevo ciclo de convulsión: menos masivo, pero más volátil, fragmentado y potencialmente más peligroso para la estabilidad política y la gobernabilidad democrática.
- En síntesis, la cuestión no es si habrá una nueva ola de protestas sociales en América Latina, sino cuándo y en qué forma. Las movilizaciones recientes en Perú y Paraguay constituyen un campanazo de alerta.
La advertencia está lanzada. Escuchar a la Generación Z —antes de que su desencanto se transforme en ruptura— constituye hoy la prueba decisiva de liderazgo y lucidez, tanto para quienes gobiernan como para quienes, desde la oposición, deben ser capaces de ofrecer una alternativa viable, creíble y eficaz.
¿Qué tan inconforme está la generación Z?
La generación Z tiene una mayor desconfianza del Gobierno federal (54%) que el resto de la población (46%), en general los niveles de desconfianza de la juventud mexicana son muy bajos.
- De acuerdo con datos de la encuesta Latinobarómetro, entre generaciones Z de 17 países de Latinoamérica, México tiene el tercer nivel más bajo de desconfianza al Gobierno, solo por debajo de El Salvador (33%), y Uruguay (52%).
- Esto no se debe a que los jóvenes mexicanos suelan confiar en su Gobierno. De hecho, apenas en agosto del 2018, el 82% de los jóvenes menores de 28 años desconfiaban del Gobierno federal, siendo México el séptimo nivel más alto de desconfianza de Latinoamérica.
Lo que realmente parece estar sucediendo en México es que, muy recientemente, los jóvenes han comenzado a sentirse afines al partido en el poder. El dato más revelador es que, hasta 2023, y con la excepción de 2015, los jóvenes solían votar en mayor medida por partidos opositores que gobernantes. No más. Nuevamente con datos de Latinobarómetro es posible identificar que, la mayoría de los jóvenes (73%) reportan querer votar por la coalición gobernante, aunque todavía en menor medida que el resto de la población (74%).
En comparación con otras generaciones, la Z reporta mayor confianza en el congreso (40% en gen Z vs. 31% en el resto de la población), el poder judicial (41% vs. 34%) y el instituto electoral (63% vs. 55%). También reportan, al igual que el resto de las generaciones, un nivel muy alto de confianza en las fuerzas armadas (52%), algo francamente asombroso en los jóvenes.
- Los jóvenes de la generación Z mexicana parecen satisfechos. De hecho, la mayoría reporta que en México se encuentra algo o completamente garantizado el derecho a la participación política, la igualdad de género y oportunidades, la libertad de expresión y religión, e incluso la seguridad social.
- Esto no significa que los jóvenes mexicanos no se den cuenta de que hay problemas. Eso lo tienen muy claro, particularmente en cuanto a los problemas de inseguridad. La mayoría de la generación Z reporta sentirse desprotegida ante el crimen (61%) y tener preocupación frecuente de ser víctimas de la violencia (65%).
Lo que esto refleja es más bien un hartazgo con las oposiciones tradicionales –lo cual es reflejo del rechazo expresado por varios grupos de jóvenes hacia la marcha convocada para el sábado– y un beneficio de la duda hacia el Gobierno en turno que se percibe en general como relativamente, que no del todo, más afín a sus inclinaciones ideológicas. De hecho, el 23% de los jóvenes de la generación Z se identifica con la izquierda en comparación con el 16% que lo hace con la derecha.
Hay algo adicional y que quienes convocaron a la marcha del sábado quizá no han entendido del todo: los datos muestran que la inseguridad suele ser una agenda política mucho más importante para las generaciones viejas que para las jóvenes. Entre la generación Z, solo el 20% de la población identifica al crimen o la seguridad pública como el principal problema del país, muy por debajo del 29% que se observa entre personas de 61 años o más.
Una agenda más atractiva para movilizar a las generaciones jóvenes mexicanas sería aquella relacionada con temas económicos y de capacidad de compra. Por ejemplo, el 24% de la generación Z reporta que el principal problema que enfrena México son las dificultades económicas o el alza en precios. Otro 15% reporta que tiene problemas de empleo, ya sea porque los salarios son muy bajos, porque obtienen empleos inestables o porque no hay suficientes oportunidades.
Una agenda encaminada a la generación de oportunidad económica y empleo digno podría ser abanderada por el doble de jóvenes que una de inseguridad.
- La agenda económica empata con lo que observamos en las movilizaciones realmente convocadas por jóvenes. Los colectivos de generación Z, los reales, tuvieron una movilización el sábado pasado y en ella expresaron sus deseos: mejores empleos, mejor acceso a la vivienda y cambiar de raíz al modelo económico mexicano que, con justa razón argumentan, no generado suficiente bienestar y justicia social. Estos son temas que, en efecto, les interesan.
- En suma, la generación Z mexicana se distingue por ser menos contestataria de lo que muchos suponen y por no colocar la inseguridad en el centro de su agenda política. Su descontento es moderado, su confianza institucional relativamente mayor que la de generaciones previas y sus prioridades se orientan hacia temas económicos, laborales y de bienestar. Pretender movilizarlos en torno a causas que no sienten propias, como las narrativas tradicionales sobre crimen, tendrá un efecto más acotado.
Los jóvenes mexicanos no marchan por miedo a criminales, sino por miedo a que el modelo económico les impida tener una calidad de vida digna. Solo estando en sintonía con esa agenda se podrán aspirar a representarlos.
El nuevo mapa ideológico de la Generación Z
Las nuevas generaciones son cada vez más liberales, ¿no es cierto? Después de todo, cada adolescente en cada hogar reclama a sus padres su incapacidad para abrirse a nuevas ideas.
- Pues bien, la idea de que la Generación Z es más progresista que la Millennial y sus antecesoras ha sido cuestionada en los últimos años. Diversos sondeos apuntan a que los miembros de este grupo poblacional, en especial los varones, han mostrado una afinidad inesperada con ideales conservadores. Sin embargo, existen matices que deben ser analizados con detenimiento.
- Durante años prevaleció la creencia de que la Generación Z, que agrupa a personas nacidas entre 1997 y 2012, se caracterizaba por priorizar ideales activistas vinculados con la igualdad, la resistencia al statu quo y la apertura hacia temas que, en décadas pasadas, estaban rodeados de prejuicios, estereotipos y censura.
Esta visión cambió radicalmente el año pasado, cuando el 51% de la población mundial acudió a las urnas para elegir a sus representantes políticos. En muchos países, los miembros de la Generación Z votaron por primera vez.
- Diversos analistas pronosticaron que tendrían una gran influencia en el resultado de las elecciones. En Estados Unidos, por ejemplo, diversas encuestas anticipaban que el voto de los electores más jóvenes estaría dividido según el género, el origen étnico y un contexto ideológico fragmentado.
Las predicciones fueron acertadas, aunque no del todo precisas. Uno de los primeros hallazgos fue una disminución en el interés por la política, a pesar del activismo mostrado por los jóvenes cinco años atrás. Las primeras estimaciones tras la jornada electoral revelaron que solo el 42% de los jóvenes acudieron a votar en 2024, una cifra considerablemente inferior al 55% registrado en las elecciones de 2020.
Las encuestas también acertaron en la división ideológica por género. El 56% de los hombres entre 18 y 29 años votó por Donald Trump, frente al 40% de las mujeres de ese mismo grupo etario que eligieron al político republicano.
- A nivel global, se registró un fenómeno semejante: en países como Alemania, Corea del Sur, Argentina y el Reino Unido, los varones se mostraron más receptivos a discursos conservadores e incluso de extrema derecha, mientras que las mujeres tendieron hacia posiciones progresistas, según un estudio del Financial Times publicado en 2024.
No obstante, es importante destacar que Trump logró mejorar su desempeño entre las mujeres jóvenes respecto a 2020. Ese año, solo el 33% de ellas votaron por él.
El fenómeno aún no se generaliza a nivel global. Según el Latinobarómetro, una encuesta de opinión que desde 1995 mide el comportamiento político en 18 países latinoamericanos, los votantes mexicanos, que definieron sus posturas como centradas durante las últimas dos décadas, mostraron una marcada inclinación hacia políticas de izquierda en los últimos dos comicios presidenciales.
- Sin embargo, según un análisis publicado por El País el año pasado, con base en diversos estudios, desde 2020 es detectable una brecha cada vez mayor entre hombres y mujeres, con los primeros más orientados a la derecha. Esto es válido para todos los estratos de edad.
Las dos Generaciones Z
Los estudios coinciden en que, si bien el género influye en la adopción de posturas ideológicas, la edad parece ser un factor aún más determinante. Diversas investigaciones apuntan a una marcada diferencia entre dos segmentos dentro de la misma generación: la “Generación Z mayor” (más demócrata y progresista) y la “Generación Z joven” (más atraída por los ideales conservadores y más escéptica frente al statu quo).
Esta división, que abarca aproximadamente a quienes tienen entre 25 y 29 años en el primer grupo y entre 18 y 24 en el segundo, marca una diferencia generacional inédita.
- Por ejemplo, una encuesta de Yale mostró que mientras las mujeres estadounidenses de entre 22 y 29 años tienen una opinión mayoritariamente desfavorable de Trump, las de entre 18 y 21 años están divididas casi en partes iguales entre una visión positiva y negativa. En particular, las mujeres blancas jóvenes tienden a ser más conservadoras.
Un estudio global realizado por Ipsos en 31 países refuerza estas observaciones al estudiar la percepción alrededor de la igualdad de género. Según los resultados, uno de cada cuatro jóvenes de la Generación Z considera que un hombre que se queda en casa para cuidar a sus hijos es “menos hombre”, una proporción más alta que entre los baby boomers (11%) y la Generación X (20%). Los millennials registraron una cifra similar (27%), lo que sugiere que los estereotipos sobre la masculinidad persisten en las generaciones más jóvenes.
- De igual manera, el 60% de los hombres Z considera que la lucha por la igualdad de las mujeres discrimina a los hombres. Esta opinión también es compartida por el 40% de las mujeres Z.
- Aunque la diferencia entre ambos es significativa, solo el 39% del total de encuestados se identifica como feminista, sin importar su género, lo cual evidencia una resistencia al término incluso entre quienes apoyan la igualdad de género.
Los expertos señalan que la diversidad ideológica de la Generación Z entendida desde los subgrupos por edad está definida por, al menos, tres variables:
- La pandemia: Una de las experiencias más definitorias que distingue a los dos segmentos de esta generación fue la pandemia de covid-19. Según la periodista Rachel Janfaza, de Politico, la “Generación Z mayor» terminó la preparatoria y experimentó independencia antes de la pandemia.
Su mayoría de edad coincidió con el primer mandato de Trump y con el auge de movimientos progresistas en defensa de la justicia racial, la equidad de género y el medio ambiente. En esa época, redes como Instagram y Snapchat predominaban, mientras que TikTok aún no alcanzaba la popularidad actual.
En contraste, la “Generación Z joven” alcanzó la mayoría de edad en pleno contexto pandémico. Se graduaron durante o después del inicio de la crisis sanitaria, lo que interrumpió gran parte de su experiencia escolar. Muchos comenzaron la universidad desde Zoom, en un entorno académico radicalmente distinto.
En lo político, Trump ya no estaba en el poder, y su movimiento MAGA (Make America Great Again) comenzaba a percibirse como una contracultura, especialmente entre jóvenes con inclinaciones hacia la derecha.
Una columna publicada en The Pace Press explica que “los jóvenes blancos, en particular, creen haber sido marginados del discurso político y social durante años y asumen que a menudo se les considera el enemigo en los espacios liberales. Sienten que no hay lugar para ellos en los movimientos progresistas y que el conservadurismo es el único espacio que los acepta, ya que es una ideología que capitaliza su identidad masculina”.
- Un entorno mediático distinto: Ali Mortell, director de investigación de Blue Rose Research, atribuye el giro derechista de la Generación Z a un “cambio radical en el ecosistema digital”, con énfasis en el impacto de TikTok.
El uso de esta plataforma china creció exponencialmente en los últimos cinco años, convirtiéndose en una fuente clave para los jóvenes en temas que van desde la política hasta la salud, ciencia y el medio ambiente. Su influencia ha sido capitalizada por grupos conservadores. La propia plataforma reconoció, antes de las elecciones de 2024 en Estados Unidos, que circulaban el doble de publicaciones a favor de Trump que de Biden, lo que evidencia un giro en su contenido dominante.
El fenómeno va más allá de los discursos netamente políticos. Se ha identificado que diversas tendencias relacionadas con la estética y el estilo de vida suelen reflejar a discreción valores conservadores. Diversos influencers del fitness, que crean contenido para el público masculino, a menudo promueven valores como la fuerza, la responsabilidad personal y el orden, que con frecuencia se alinean con discursos conservadores.
Canales de YouTube y cuentas de TikTok centradas en rutinas de estilo de vida y cuidado personal suelen incorporar comentarios sobre disciplina y roles de género, lo que han contribuido a normalizar actitudes más derechistas, sin abordar la política directamente.
Estas comunidades tienden a priorizar el individualismo sobre el colectivismo y, a menudo, critican la cultura liberal moderna por supuestamente fomentar la debilidad. Un estudio de Pew Research publicado en 2020 ya indicaba que el contenido político en línea llega cada vez más a los jóvenes a través de discursos no políticos, influyendo en sus valores de forma más sutil que los medios tradicionales.
Otros artículos de opinión también detectan esta tendencia entre mujeres jóvenes que, mediante TikTok e Instagram, promueven estilos de vida tradicionales asociados al hogar, la feminidad y la modestia.
Los autores señalan que comunidades como las que se agrupan en torno al hashtag #SkinnyTok —donde se comparten dietas restrictivas y rutinas intensas de ejercicio con mensajes como “no eres fea, solo estás gorda”— refuerzan valores conservadores disfrazados de bienestar y empoderamiento. Indican que algunas creadoras de contenido ven en este tipo de tendencias un rechazo al feminismo moderno; otras lo presentan como una opción inclusiva. No obstante, en ambos casos, se evidencia una reafirmación de principios tradicionales.
- Desinformación: Las personas jóvenes, aquellas con menor nivel educativo y quienes se identifican con posturas conservadoras, tienden a aceptar con mayor facilidad las noticias falsas. Esta es una de las conclusiones de un estudio publicado en la revista Personality and Individual Differences, que desmiente la idea de que la alfabetización digital mejora automáticamente con la juventud. A pesar de estar altamente expuestos al entorno digital, los jóvenes no son mejores que los adultos mayores para detectar desinformación.
El estudio también indagó en la percepción de los participantes sobre sus propias capacidades para identificar contenidos falsos. Los conservadores tendieron a sobrestimar su habilidad para detectar noticias falsas y la investigación identificó una limitada capacidad para diferenciar información veraz de engañosa entre los miembros de la Generación Z.
Un grupo clave para el futuro
La fragmentación ideológica dentro de la Generación Z, sin importar su origen, se ha convertido en objeto de estudio global debido a la creciente influencia de este grupo en la economía mundial.
- En los países desarrollados, al menos 250 millones de personas pertenecen a esta generación, y casi la mitad ya forma parte del mercado laboral. Solo en Estados Unidos, la cantidad de trabajadores Z a tiempo completo está a punto de superar a los baby boomers, quienes están en proceso de jubilación.
Su peso en las decisiones políticas seguirá creciendo en los próximos años. En un mundo donde la población envejece, comprender los patrones y tendencias de la Generación Z será clave para anticipar la forma en que se transformará la sociedad global en el futuro próximo./Agencias-PUNTOporPUNTO





















