Durante la visita del secretario de Estado norteamericano a México, Marco Rubio, a Palacio Nacional para reunirse con la presidenta Scheinbaum ambos gobiernos reafirmaron su cooperación en materia de seguridad y reconocen que esta cooperación ha alcanzado un nivel histórico en los últimos ocho meses, llevando a resultados concretos.
Acordaron el establecimiento de un grupo de implementación de alto nivel que se reunirá regularmente para dar seguimiento a los compromisos mutuos, evaluar avances y asegurar el cumplimiento de los objetivos.
Para los Estados Unidos la relación bilateral con México se basa en tres puntos: economía, migración y seguridad, en los que se desarrollan una gran cantidad de temas sobre los cuales marcha la relación bilateral.
Por eso es por lo que después de la embajada norteamericana en El Cairo en Egipto, su Embajada en México junto sus Consulados trabajen unas 400 personas. Para Estados Unidos, el Cairo constituye una posición geopolítica de interés, lo mismo que sucede en su embajada en México.
Le interesa que las inversiones norteamericanas cuenten con la certeza política y jurídica necesaria, para acrecentar su dinero y que el fenómeno migratorio no llegue a niveles de invasión territorial.
Pero quizás para Washington lo más importante sea la seguridad, el eje sobre el cuál giran todos y cada una de las agendas temáticas y que lo conceptúan con un vínculo indisoluble a la economía y migración.
Para México la relación bilateral se basa en principios de reciprocidad, respeto a la soberanía e integridad territorial, responsabilidad compartida y diferenciada, y confianza mutua e incluyen la autodeterminación, no intervención, solución pacífica de controversias, igualdad jurídica de los estados y cooperación para el desarrollo, y que la cooperación se realiza de manera coordinada sin subordinación y el tráfico de armas y entre los temas de interés se encuentra detener el tráfico de fentanilo y otras drogas ilícitas, poner fin al tráfico de armas, atender el movimiento ilegal de personas a través de la frontera, fortalecer la seguridad a lo largo de la frontera compartida, eliminar los túneles fronterizos clandestinos, abordar los flujos financieros ilícitos, mejorar la colaboración para prevenir el robo de combustible, incrementar las inspecciones, investigaciones y procesos judiciales para detener el flujo de drogas y armas.
La Casa Blanca seguramente tiene conocimiento que por lo menos el 20% de los centros de población mexicanos está en manos de la delincuencia; sabe que las políticas de seguridad son insuficientes, mal diseñadas, mal alineadas y con algunos tomadores de decisión en seguridad están cooptados por la delincuencia, así como algunos personajes de la clase política. Quizás por eso ahora se ciñe el fantasma del retiro de la visa norteamericana a aquel personaje de la clase política que podría colaborar con la delincuencia.
Saben también que la transformación a que se refiere el régimen no puede lograrse con unas políticas públicas que poco abonan a la redistribución política, económica, social y de seguridad de la ciudadanía, así como con una escasa voluntad política de las entidades federativas. También saben que el compromiso por combatir a la corrupción es parcial, simulada y solo tiene fines electorales.
Cabe la posibilidad que sea necesario valorar la propuesta sobre la necesidad de generar un tratado de seguridad con Estados Unidos y Canadá, y que por esta ocasión no fue posible, por las causas que hayan sido.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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