BRICS vs T-MEC

Dos bloques, dos visiones del orden mundial. “Las políticas comerciales no deben medirse solo por crecimiento, sino por cómo amplían las capacidades humanas”. Martha Nussbaum. Filósofa estadounidense.

La reciente cumbre del BRICS en Brasil y las tensiones comerciales en el T-MEC reflejan una lucha por la reconfiguración del poder global. México observa con atención ambos escenarios.

El pasado 6 y 7 de julio se celebró en Brasil la última cumbre del BRICS, un bloque creado en 2009 que hoy representa el 23 % del PIB mundial y el 42 % de la población del planeta. México participó como país observador, en un momento clave para este grupo que busca posicionarse como una alternativa al orden internacional dominado por Occidente.

La diferencia entre el BRICS —integrado originalmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y ampliado en 2024 con Egipto, Etiopía, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita— y el T-MEC —acuerdo de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá— es profunda. Se trata de bloques distintos en naturaleza, propósito, composición y enfoque geopolítico.

Mientras el T-MEC se basa en normas comerciales, mecanismos de solución de controversias y una fuerte integración económica regional, el BRICS promueve un nuevo orden mundial multipolar, con instituciones propias como el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), impulsando la desdolarización, la cooperación tecnológica y el control de recursos estratégicos.

Tensiones en el T-MEC

Pese a su éxito comercial, el T-MEC enfrenta tensiones internas. El presidente Donald Trump ha torpedeado el acuerdo este año con la imposición de aranceles unilaterales del 10 % al petróleo, gas y potasa (productos no cubiertos por el tratado), del 25 % al acero y aluminio, y del 50 % a productos derivados. Estas decisiones han generado constantes fricciones con México y Canadá, y cuestionan la voluntad de Estados Unidos de mantener su liderazgo en la región.

En 2024, las cifras comerciales del T-MEC fueron contundentes: México exportó a EE. UU. bienes por 505.9 mil millones de dólares; Canadá, por 412.7 mil millones; mientras que EE. UU. exportó a México 334 mil millones y a Canadá 349.4 mil millones. Estos números confirman que el T-MEC es el bloque comercial más activo del mundo entre países soberanos, superando por ahora al BRICS.

El avance del BRICS

El BRICS, en contraste, ha evolucionado hacia una plataforma política, financiera y tecnológica con ambiciones globales. En su cumbre de 2024 incorporó a cinco nuevos países, consolidando su influencia en el llamado “Sur Global” y desafiando la hegemonía del G7 y las instituciones de Bretton Woods.

El bloque controla más del 40 % de la producción mundial de petróleo gracias a la inclusión de Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, y cuenta con vastos recursos en litio, gas natural, oro y trigo. Además, impulsa proyectos de soberanía digital, sistemas de pago independientes, inteligencia artificial, biotecnología y telecomunicaciones propias, en un intento por reducir la dependencia de Occidente.

Aunque no es una alianza militar formal, el BRICS coordina posturas en foros multilaterales como la ONU y el G20, y ofrece respaldo político ante sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, enfrenta importantes desafíos internos: rivalidades como la de India y China, diferencias ideológicas entre democracias y regímenes autoritarios, y una falta de mecanismos jurídicos comunes.

México entre dos mundos

México observa con atención este nuevo tablero global. Por un lado, su integración con EE. UU. y Canadá es profunda e irreemplazable en términos económicos e industriales. El fenómeno del nearshoring y la relocalización de cadenas de suministro clave en América del Norte refuerzan esta tendencia.

Por otro, el avance del BRICS despierta interés como alternativa financiera y diplomática, especialmente para los países del sur global que buscan mayor autonomía frente a las potencias occidentales.

La gran pregunta es si Estados Unidos puede sostener su liderazgo global sin fortalecer las relaciones con sus aliados regionales. Así como el libre mercado requiere reglas claras, el éxito del comercio internacional exige estabilidad, cooperación y respeto mutuo, hay temas neurálgicos como migración y respeto a los derechos humanos.

El BRICS puede ofrecer una alternativa tentadora, pero enfrenta serias limitaciones: falta de compromiso con la democracia, debilidades institucionales, ausencia de competencia real y escaso respeto por los derechos humanos, el entendimiento entre países con gobiernos democráticos y autoritarios, nada impide que los autoritarios quieran imponer sus regimenes a otros países, y son muy dados a no cumplir sus leyes y constumbres. Son retos mayúsculos si aspira a consolidarse como un modelo viable de gobernanza global.

Lo que es claro es que el mundo está cambiando. Las alianzas regionales y globales se redefinen, y los países deberán tomar decisiones estratégicas para no quedarse atrás. Nada será como antes. La esperanza es que estos cambios conduzcan a un orden más justo, equilibrado y sostenible para todos, esta claro que EE.UU no puede solo contra todos los paises, deberia tener el T-MEC como prioridad económica y política del futuro, por otro lado México tiene que invertir en educación para competir en sectores como el tecnológico e IA para ser competitivo.

Recibe nuestro boletín informativo, suscríbete usando el formulario