La alianza entre el régimen de Nicolás Maduro y la República Islámica de Irán es una de las más estrechas y estratégicas del eje antioccidental contemporáneo por esta razón Israel y Estados Unidos deben poner atención en Venezuela. No se trata solo de afinidad ideológica, sino de una relación geopolítica, económica, militar y tecnológica consolidada desde la era de Hugo Chávez y profundizada por Nicolás Maduro. A continuación, un resumen de los principales aspectos de esta sociedad entre Caracas y Teherán:
La cooperación energética y petrolera de PDVSA e Irán han firmado múltiples acuerdos para refinar crudo, reparar refinerías venezolanas (como El Palito) y suministrar gasolina a Venezuela, especialmente durante los años de mayor colapso económico.
Irán ha enviado barcos petroleros con combustible desafiando sanciones estadounidenses, lo que simboliza su apoyo abierto al régimen de Maduro.
Empresas iraníes como NIORDC (National Iranian Oil Refining and Distribution Company) han intervenido directamente en la infraestructura energética venezolana.
El Intercambio industrial y tecnológico: Irán ha construido plantas de alimentos, fábricas de tractores, vehículos, electrodomésticos y viviendas en Venezuela, muchas veces como parte de acuerdos opacos o financiados con petróleo. Empresas iraníes operan en Venezuela bajo esquemas de joint ventures, muchas veces en zonas protegidas o bajo confidencialidad.
Vuelos Caracas-Teherán: conexión estratégica La aerolínea venezolana Conviasa y la iraní Mahan Air (acusada de vínculos con la Guardia Revolucionaria) han mantenido vuelos directos entre Caracas y Teherán, que han sido objeto de sospechas por parte de EE. UU. y otros países.
En 2022, un escándalo internacional estalló cuando un avión venezolano-iraní (Emtrasur) con tripulantes vinculados a la Guardia Revolucionaria fue retenido en Argentina, generando preocupaciones de seguridad.
Alianza militar y de inteligencia: Se presume que Irán ha ayudado a entrenar fuerzas de inteligencia y contrainteligencia venezolanas, incluyendo la DGCIM y el SEBIN que ha perseguido civiles inocentes, militares y opositores. Existen denuncias sobre la presencia de personal iraní vinculado a la Fuerza Quds, unidad élite de operaciones extranjeras de la Guardia Revolucionaria, en misiones en Venezuela. Hay sospechas de cooperación en vigilancia, represión interna y control poblacional, usando tecnología iraní.
Colaboración en tecnología sensible: Durante la gestión de Chávez se habló incluso de instalaciones conjuntas de exploración minera, satélites y posibles desarrollos con uso dual (civil-militar), aunque sin pruebas contundentes de un programa nuclear.
La presencia de científicos iraníes en zonas mineras del Arco Minero del Orinoco ha sido reportada por medios y ONG, generando preocupación por la extracción de minerales estratégicos como coltán o uranio.
Afinidad ideológica y propaganda: Maduro ha elogiado públicamente al régimen de los ayatolás y ha apoyado su narrativa contra Estados Unidos e Israel. Ambos gobiernos comparten un discurso de “resistencia antiimperialista”, donde se presentan como víctimas del “imperialismo occidental” y campeones del nuevo orden multipolar. Medios estatales de ambos países, como HispanTV (Irán) y Telesur (Venezuela), coordinan contenidos propagandísticos conjuntamente.
Sanciones, criptomonedas y evasión financiera: Irán y Venezuela han cooperado para evadir sanciones internacionales mediante el uso de criptomonedas, empresas fantasmas, triangulación comercial y otras estrategias opacas. Se han denunciado esquemas de lavado de dinero y operaciones con oro venezolano exportado ilegalmente a países como Turquía y Emiratos Árabes, con participación iraní.
La alianza Maduro-Irán va más allá de lo simbólico, es una red operativa, estratégica y sostenida, basada en intereses mutuos de supervivencia frente a sanciones, aislamiento y pérdida de legitimidad interna, y su falta de respeto a derechos humanos y democracia. Ambos regímenes utilizan esta relación para mantener control sobre sus poblaciones, resistir presiones externas y sostener su aparato represivo.
Es importante señalar que son gobiernos que no gozan del apoyo de sus pueblos la oposición iraní, tanto en el exilio como dentro del país, ha expresado de manera consistente su rechazo a la política belicista del régimen de la República Islámica, especialmente en relación con su involucramiento en conflictos regionales como en Siria, Líbano, Irak, Yemen y más recientemente su hostilidad abierta contra Israel.
Grupos opositores como el Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), liderado por Maryam Rajavi, y figuras del exilio como Reza Pahlavi (hijo del último Sha), han denunciado que el régimen utiliza las guerras externas para desviar la atención de la represión interna, el colapso económico y la falta de libertades. Sostienen que el régimen utiliza el conflicto con Israel y el financiamiento de milicias como Hezbolá o los hutíes para consolidar su poder mediante el miedo y la propaganda.
Un llamado a la paz y a priorizar al pueblo iraní, gran parte de la oposición exige:
El fin del intervencionismo militar en el extranjero, para redirigir los recursos a resolver la pobreza, el desempleo y el colapso de servicios básicos dentro del país. Normalización de relaciones con Occidente y vecinos regionales, sobre todo como vía para mejorar la economía y reducir el aislamiento internacional.
Críticas a la Guardia Revolucionaria: Muchos opositores acusan a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) de actuar como un “estado dentro del estado”, que impone su agenda militar e ideológica, incluso por encima del propio gobierno civil. Sostienen que la IRGC es responsable directa del involucramiento iraní en guerras regionales y del uso de milicias extranjeras para expandir la “revolución islámica” en la región.
Protestas populares contra la guerra: Dentro del país, aunque con represión, se han registrado consignas ciudadanas como:
“¡Ni Gaza, ni Líbano, mi vida por Irán!”
Esta frase resume el hartazgo de muchos iraníes por el gasto en guerras foráneas mientras el país enfrenta crisis económicas y sociales graves.
Casi todas las corrientes opositoras comparten el ideal de un Irán secular, democrático y pacífico, que abandone la ideología expansionista del actual régimen y se reintegre al sistema internacional bajo principios de cooperación, comercio y derechos humanos.
La oposición kurda iraní —especialmente representados por grupos como el Partido Democrático del Kurdistán Iraní (PDKI) y el PJAK (Partido para una Vida Libre en Kurdistán)— han sido duramente reprimidos, pero han expresado de forma consistente:
Rechazo absoluto al militarismo del régimen, al que ven como una fuerza colonial interna y externa. Solidaridad con otras minorías étnicas oprimidas (baluches, árabes ahwazíes, azeríes). Apoyo a una transformación democrática y federalista de Irán, en la que el país abandone la teocracia y respete los derechos de los pueblos no persas.
Han sido víctimas de ataques militares directos por parte del régimen, incluso en territorio iraquí (bombardeos a bases kurdas).
Movimientos estudiantiles: Las juventudes universitarias han sido protagonistas en múltiples olas de protesta, especialmente desde el movimiento “Mujer, Vida, Libertad” (2022-2023). Se oponen firmemente a la guerra y a las políticas expansionistas, que consideran una distracción para evitar una transición democrática. Rechazan el adoctrinamiento militar en las universidades, las milicias Basij estudiantiles, y la represión a la disidencia pacífica. Algunos sectores promueven una constitución secular, pluralista y basada en derechos humanos, que termine con la política exterior agresiva.
Sindicatos y trabajadores: A pesar de la persecución, varios sindicatos independientes (como los de maestros, trabajadores del petróleo, transporte y metalurgia) se han pronunciado contra el uso de recursos públicos en guerras. Señalan que mientras el gobierno financia conflictos en Siria, Gaza o Líbano, los sueldos son insuficientes, hay inflación descontrolada y el sistema de salud colapsa. Denuncian el uso del aparato de seguridad para aplastar huelgas y manifestaciones pacíficas. Muchos exigen una república basada en la justicia social y laboral, con prioridad en bienestar interno, no en conflictos ideológicos o religiosos externos.
Movimiento feminista y activistas de derechos humanos: Se oponen a toda forma de violencia institucional, incluyendo la guerra, la represión interna y el financiamiento de grupos armados externos. Han sido fundamentales en denunciar cómo el régimen usa la guerra como pretexto para intensificar la censura, militarizar la vida civil y castigar la disidencia. Plantean una alternativa democrática con enfoque de género y paz como principio estructural.
La migración iraní se está desplazando a Azerbaiyan, Armenia, probablemente veamos llegar hacia Turquía, Europa y América del Norte. La solución a la migración forzada es evitar que estas dictaduras existan, ya que los pueblos sufren y las consecuencias migratorias ya las conocemos.
El pueblo iraní y el venezolano están unidos por una realidad común, unas crueles dictaduras que han llevado a sus respectivos países a la ruina y muchas veces cuentan con apoyo político de gobernantes democráticos alrededor del mundo.