¿Razón o Sentimiento?
Usualmente, los seres humanos siempre decimos que actuamos con la razón, que pensamos antes de actuar. Analizamos la situación, visualizamos los escenarios, calculamos los riesgos y finalmente, ejecutamos. Este escenario lógico en muchas ocasiones no corresponde a lo que vivimos, ya que a menudo nos dejamos llevar por sentimientos, gustos o emociones.
Es decir, el pensamiento rige a aquel sentimiento que puede dominarlo, limitarlo o perturbarlo, y al cual nos referimos como pasión. No obstante, cuando nos dejamos llevar por los sentimientos, logramos la satisfacción personal aunque no alcancemos el resultado pensado.
Y en ese sentido. hoy pregunto a los emprendedores y a los empresarios … ¿Realmente te apasiona tu empresa o emprendimiento?, ¿Estás enamorado de lo que haces?
La lucha por la sobreviviencia.
Al responder estas preguntas, muchos cuestionarían si es realmente trascendente saberlo. ¿Para que destinar tiempo a ello? Por ahora, toda la atención está comprometida con dar resultados económicamente satisfactorios para la empresa, máxime que las circunstancias que nos rodean no permiten distractores.
La empresa subsistirá, si y sólo si, ponemos el máximo de nuestra atención en lograr superar las dificultades provocadas por la pandemia generada por el COVID-19, la desaceleración económica a todos los niveles, la falta de liquidez, la incertidumbre en el actuar de las autoridades y la inseguridad en todos los sentidos. De tal manera que no hay tiempo para pensar más allá que en la sobrevivencia de nuestra empresa.
Es por demás entendible esta situación pero … ¿Realmente la sobrevivencia económica es lo único que nos puede mantener con vida? … ¿Dónde dejamos los impulsos del corazón que nos llevaron a seguir nuestros sueños?
¿Dónde está la Pasión?
Y es en este punto donde reflexionamos si sólo con la razón podemos alcanzar los resultados deseados o es la pasión el complemento perfecto para llenar de calidez nuestras acciones. Es decir, atender a una disciplina férrea en donde sólo importen los resultados o actuar con el entusiasmo, alegría, y/o sentimiento que nos llevó a alcanzar un sueño.
El primer escenario nos muestra un punto en que tomaríamos las decisiones sólo atendiendo a las razones para sobrevivir económicamente; es decir, realizar acciones tales como: despedir personal, incumplir con proveedores o hacer sacrificios para mantenernos con vida. ¿Esto es malo? … ¡desde luego que no! La cuestión está en saber si esto es acorde a los valores que tenemos.
En el segundo escenario, apelaríamos al sentimiento que nos diera elementos para una toma de decisiones integrales. Si somos seres con razón y corazón … ¿Por qué debemos ser parciales en nuestro actuar?
Vivir y compartir.
Los resultados son determinantes pero a veces su importancia está íntimamente vinculada con las satisfacciones que conllevan. El corazón difícilmente ve números y la razón difícilmente entiende de emociones pero lo importante está en saberlos combinar y generar el impulso necesario para lograr una vida en plenitud.
Saber que eres capaz de afrontar la realidad en base a tu disciplina para tomar acciones que te lleven a una posición de privilegio frente a una situación es sumamente importante. Tus acciones vinculadas a tus valores te llevarán al éxito deseado.
Dar lo mejor de ti y compartirlo con quienes te importan sin dejar de ser tú ni sacrificar quién eres son la mejor manera de honrarte. Amar con la razón y pensar con el corazón … ¡Ese es el secreto de tu Éxito!
La sensibilidad de la razón.
En la educación formal nos enseñan la exactitud de los números, la veracidad de las premisas, el sustento que da el tener conocimiento; sin embargo, es en la escuela de la vida que apreciamos que no siempre las acciones basadas en la ciencia son las que mejor funcionan. La sensibilidad en la toma de decisiones nos lleva a tratar a los demás como deseamos que nos traten.
Una acción basada únicamente en la razón puede ser tan fría que a veces nos odiamos de sólo pensarla.
Aprender a mediar entre la razón y el corazón será sin duda la habilidad más grande que una persona puede tener.
El arte de emprender.
En ocasiones recordar nuestros inicios es pensar en los miles de errores cometidos y las múltiples formas como los superamos. No nos rendimos y supimos continuar. El entusiasmo siempre nos sacaba adelante. Cuando nuestros recursos eran limitados, nuestro ingenio nos guiaba y el corazón nos impulsaba.
Hoy más que nunca debemos tenerlo presente. Somos quienes somos por esa fina combinación de razón y corazón. Y eso es lo que requerimos ahora. Por más difíciles que sean las circunstancias sin duda son menores de cuando empezamos. Arrancamos de la nada con algunos recursos, hoy tenemos una base de la cual partir, experiencias que nos ayudarán a decidir y la motivación de haber transformado una idea en una empresa.
La pasión puede ser que haya pasado inadvertida últimamente pero la tenemos; todo es cuestión de dejarla salir nuevamente. La sonrisa que tuvimos al iniciar nuestro emprendimiento es el brillo que necesitamos para no desfallecer ante estas circunstancias adversas.
El emprendedor está frente a mí en el espejo.
Emprender está en nosotros. Sabemos que si lo hemos logrado una vez lo podremos hacer otra más. Las dificultades son distintas pero el amor por lograrlo se mantiene. Nunca como ahora para superar las adversidades.
Razón y Corazón es lo que siempre nos han impulsado como emprendedores y nos impulsan a ser empresarios. Es buen momento para que ambos elementos salgan y nos enseñen a triunfar en estas circunstancias.
La evolución de nuestros negocios puede habernos cambiado pero la esencia sigue en nosotros. Nuestro pensar y nuestro sentir son inherentes a nuestro camino. La razón nos llevará a acciones lógicas pero nuestra pasión la complementará para lograr una plenitud en nuestro actuar. La Pasión nunca se ha ido, hoy más que nunca está íntimamente vinculada a nuestro vivir. … ¿Y la Pasión, Apá? … ¡Siempre será parte de nuestra esencia como emprendedores!
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