Disputa ENERGÉTICA GLOBAL complica la TRANSICIÓN de Combustible Fósil a Renovable

El cambio en el uso del dólar como medio monetario en las transacciones internacionales, los movimientos bélicos derivados de las crisis económicas y disputas entre regiones, son las consecuencias que traerán las diferencias en materia energética entre los BRICS y el G7

El proceso de transición energética y el control de la producción de petróleo podrían complicarse debido a la ampliación de los BRICS y sus diferencias con los países que conforman el G7, advierten expertos.

  • Recientemente la alianza económica y comercial integrada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, conocida como BRICS, ha tomado la decisión de sumar a sus filas a Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Etiopía, Irán y Argentina; aunque existen diversos criterios para ampliar el bloque, resalta la presencia que algunos de esos países tienen en la producción de petróleo.
  • Bajo este panorama se perfila un gran debate con el Grupo de los Siete, también conocido como G7, en torno a cómo debe de administrarse la disminución del consumo de combustibles fósiles y el futuro de industrias como la petrolera y de las energías renovables.

“Yo no siento que sea un proyecto energético contrario totalmente, por un lado, el G7 apostando a la transición energética y por otro los BRICS ampliados centrados en el petróleo y el gas; la diferencia en todo caso estriba en quién pretende acelerar el proceso de sustitución de energéticos y quien la va a adoptar a partir de un crecimiento económico basado en energía barata”, explica Rosanety Barrios, analista especializada en temas energéticos.

  • El G7, que agrupa a Estados Unidos, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y Reino Unido; continúa con una postura firme al fijar una meta de emisión cero a más tardar en 2050 como parte de sus acciones contra el cambio climático, acción que la administración de Joe Biden estimula al otorgar créditos para la adquisición de vehículos eléctricos, por ejemplo.

Por su parte, el líder chino Xi Jinping ha hecho explícita la intención de alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2060, mientras que Narendra Modi, primer ministro de la India, fijó 2070 como la fecha en la que su nación podría llegar a las cero emisiones netas de carbono, 20 años después de la fecha que diversos científicos estiman necesaria para evitar impactos climáticos catastróficos.

La disputa en cuestión

“Hay una tensión permanente entre los gobiernos y los participantes de los mercados con relación a las señales de largo plazo que se requieren para realizar las inversiones en fuentes de energía».

  • Para que se tenga gasolina y diesel, por ejemplo, alguien anteriormente debió de invertir en exploración y producción, el punto es ¿Hay o no señales claras para la inversión en el sector energético, hoy?, cuestiona Barrios.
  • Lo anterior propone una disyuntiva entre el desarrollo económico de las naciones consideradas emergentes y el cumplimiento de la meta en neutralidad de emisiones de carbono, en donde resulta decisiva la estrategia energética que cada país, o bloque económico y comercial, adoptará a futuro.
  • Por ello ahora que los BRICS concentren al menos el 40 por ciento de la producción global de petróleo puede implicar un riesgo en el mercado energético, siempre y cuando logren ponerse de acuerdo, indica la especialista entrevistada.

Pero la complejidad del escenario energético internacional no se limita a la cuestión petrolera, con el auge de las energías renovables el litio ha tomado un lugar vital como insumo principal para la creación de baterías y en ese sentido China y Argentina, dos de los países con mayor cantidad de reservas en el mundo, fijan su postura al priorizar el abastecimiento del material a sus socios comerciales.

Por lo anterior, se observa que el grupo al que se ha sumado Irán y Etiopía perfila diversas ventajas en recursos naturales que facilitarán su transición a otro tipo de fuentes de energía en un futuro, evitando efectos negativos como los vividos por los países europeos al recortar la mayoría del 48 por ciento del gas que importaban desde Rusia.

Consecuencias de la disputa

El cambio en el uso del dólar como medio monetario en las transacciones internacionales, los movimientos bélicos derivados de las crisis económicas y disputas entre regiones, además de la reconfiguración del escenario económico son las consecuencias que traerán las diferencias en materia energética entre los BRICS y el G7, opina Raúl Ornelas, Investigador titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

  • Al respecto, Ornelas enfatiza que los efectos anteriormente explicados son una respuesta al desafío que presenta el crecimiento de un nuevo bloque económico y comercial con una capacidad similar al que históricamente han encabezado grandes economías como la estadounidense, la alemana y la japonesa, pero que no se prevé que a futuro conserven su condición de mando en los mercados de diversos energéticos.

“Ahí tienes la combinación de un juego de poder entre las grandes potencias, tratando de generar alianzas, por parte de los BRICS para crear condiciones que puedan contrarrestar el liderazgo estadounidense “, advierte el investigador de la UNAM.

Potencias compiten por el control para la transición energética

En un mundo que está constantemente evolucionando hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles, los metales esenciales para la transición energética se han convertido en un recurso de gran valor y una fuente de disputa entre las principales potencias mundiales.

  • La demanda de estos metales, que son cruciales para la fabricación de tecnologías verdes como paneles solares, baterías de almacenamiento y vehículos eléctricos, ha aumentado exponencialmente.
  • Esta creciente demanda ha llevado a una competencia feroz por su control y acceso. En este artículo, exploraremos las dinámicas detrás de esta lucha por los metales esenciales y cómo está dando forma al panorama económico y político global.

La urgente necesidad de reducir las emisiones de carbono y abordar el cambio climático ha impulsado la transición hacia fuentes de energía más limpias y renovables. Esto ha llevado a un aumento en la demanda de metales como el litio, el cobalto, el níquel y el cobre, que son esenciales para la fabricación de tecnologías clave en esta transición.

  • Los paneles solares dependen del silicio, las baterías de almacenamiento utilizan litio y otros metales para su funcionamiento eficiente, mientras que los vehículos eléctricos requieren baterías con cobalto y níquel.

La batalla por el control de los recursos

La escasez de estos metales esenciales ha llevado a una competencia intensa entre las grandes potencias para asegurar su suministro. China, por ejemplo, domina la producción de tierras raras, un grupo de elementos esenciales para la fabricación de productos electrónicos y tecnología verde. Por otro lado, países como Estados Unidos, Canadá y Australia poseen reservas significativas de litio y otros metales. Esta lucha por el control de los recursos se ha convertido en una cuestión de seguridad económica y tecnológica.

  • La competencia por los metales esenciales ha llevado a alianzas estratégicas y tensiones diplomáticas. Las naciones buscan asegurar el acceso a estos recursos a través de acuerdos comerciales y alianzas bilaterales.
  • Además, los precios de estos metales han experimentado cambios significativas debido a la creciente demanda y la oferta limitada. Esto puede tener un impacto directo en la economía global, así como en la viabilidad económica de la transición energética en sí.

La lucha por los metales esenciales ha impulsado la inversión en tecnologías de extracción y reciclaje más eficientes. La innovación en la recuperación de metales de productos desechados y la mejora en las técnicas de extracción pueden mitigar la presión sobre las reservas naturales y reducir la dependencia de ciertos países productores. Además, la investigación en alternativas a estos metales también está en marcha, lo que podría cambiar el panorama en el futuro.

  • En última instancia, la competencia por el control de los metales esenciales para la transición energética refleja la complejidad de la economía global y las interconexiones entre la tecnología, la política y el medio ambiente.
  • A medida que las naciones continúan luchando por asegurar su suministro y acceso, la cooperación internacional y la innovación serán clave para abordar los desafíos de la transición hacia un futuro energético más sostenible.

La transición podría elevar el desempleo en EU

Estados Unidos está experimentando un rápido abandono de los combustibles fósiles a medida que brotan de la nada nuevas fábricas de baterías, proyectos eólicos y solares, así como otras inversiones en energías limpias por todo el país. La amplia ley climática que los demócratas aprobaron el año pasado podría ser incluso más eficaz para reducir las emisiones de combustibles fósiles de lo que habían estimado funcionarios del gobierno del presidente Joe Biden.

  • Aunque la transición está proyectada para crear cientos de miles de empleos en el sector de las energías limpias, podría ser devastadora para muchos trabajadores y condados que han dependido del carbón, el petróleo y el gas para su estabilidad económica.
  • Los estimados sobre las posibles pérdidas de empleos en los próximos años varían, pero en 2022 las industrias de los combustibles fósiles tenían unos 900 mil empleados que trabajaban directamente con ellas, según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales.

El gobierno de Biden está intentando mitigar el impacto, en su gran mayoría ofreciéndoles ventajas fiscales adicionales a los proyectos de energías renovables que se construyan en zonas vulnerables a la transición energética.

Sin embargo, algunos economistas, investigadores climáticos y líderes sindicales no están tan convencidos de que haya suficientes iniciativas. Más allá de la construcción, para operar los parques eólicos y solares se suelen requerir pocos trabajadores y los nuevos empleos en el sector de las energías limpias no ofrecen siempre salarios comparables o se alinean con las habilidades de los trabajadores despedidos.

Las plantas operadas con carbón han cerrado durante años y la producción nacional de carbón ha caído de su máximo a finales de la década de 2000. Según la Administración de Información Energética, se proyectó que para 2030 la capacidad de generación de electricidad a partir del carbón disminuirá de forma dramática hasta el 50 por ciento de los niveles actuales. En la industria de la extracción del carbón quedan unos 41 mil trabajadores, en comparación con los 177 mil de mediados de la década de 1980.

La desaparición de la industria es un problema no solo para sus trabajadores, sino también para las comunidades que han dependido durante mucho tiempo del carbón para impulsar su recaudación tributaria. La pérdida de ingresos de las minas, las plantas y los trabajadores puede significar menos dinero para escuelas, carreteras y fuerzas del orden.

  • Un artículo reciente de Aspen Institute reveló que, entre 1980 y 2019, las regiones expuestas al declive del carbón experimentaron reducciones a largo plazo de los ingresos y las tasas de empleo, un mayor uso de los beneficios de Medicare y Medicaid y un descenso sustancial de la población, en particular entre los trabajadores más jóvenes. Esto “deja detrás a una población desproporcionadamente vieja, enferma y pobre”, según el artículo.

El gobierno de Biden ha prometido ayudar a esas comunidades a capear el impacto, tanto por razones económicas como políticas. Si no ayuda como se debe a los trabajadores desplazados, podría traducirse en el tipo de reacción populista que perjudicó a los demócratas tras la globalización, cuando las empresas mudaron sus fábricas a China. Las promesas de recuperar los empleos del carbón también ayudaron a Donald Trump a ganar las elecciones de 2016, pues aseguraron votos cruciales en estados como Pensilvania.

  • Las autoridades federales han prometido crear puestos de trabajo en las comunidades afectadas y garantizar que los trabajadores desplazados “se beneficien de la nueva economía de la energía limpia” ofreciéndoles miles de millones de dólares en bonos de créditos fiscales para que creen proyectos de energías renovables en regiones dependientes de los combustibles fósiles.

Si en esas regiones, llamadas “comunidades energéticas”, se construyen nuevas inversiones, como parques solares o centros de almacenamiento de baterías, los desarrolladores podrían llegar a cubrir hasta el 40 por ciento del costo del proyecto. Las empresas que reciban créditos por producir electricidad a partir de fuentes renovables podrían obtener un estímulo del 10 por ciento.

  • La Ley de Reducción de la Inflación también reservó al menos 4 mil millones de dólares en créditos fiscales que podrían utilizarse para construir centros de fabricación de energía limpia, entre otros proyectos, en regiones con minas de carbón o plantas eléctricas cerradas y creó un programa que podría garantizar hasta 250 mil millones de dólares en préstamos para readaptar instalaciones, como una planta eléctrica cerrada, para usos de energía limpia.

Brian Anderson, director ejecutivo del grupo de trabajo interagencial del gobierno de Biden en comunidades energéticas, señaló otras iniciativas federales, como el aumento del financiamiento para proyectos de recuperación de tierras mineras abandonadas y fondos de ayuda para revitalizar las comunidades carboneras.

No obstante, Anderson mencionó que las iniciativas no serán suficientes y que las autoridades tenían financiamiento limitado para ayudar directamente a más comunidades. “Estamos justo al borde de la posibilidad de dejarlos atrás de todas maneras”, afirmó Anderson.

  • Phil Smith, jefe de personal de United Mine Workers of America, señaló que los créditos fiscales para los fabricantes podrían ayudar a crear más empleos, pero que era probable que 4 mil millones de dólares no bastaran para atraer plantas a todas las regiones. Smith también esperaba más ayudas directas para los trabajadores despedidos, pero el Congreso no financió esas iniciativas.

“Creemos que sigue siendo algo que se debe hacer”, opinó Smith.

Hasta ahora, los esfuerzos federales y estatales han hecho poco por ayudar a trabajadores como James Ault, de 42 años, quien tuvo un empleo en una refinería de petróleo del condado de Contra Costa, California, durante 14 años antes de ser despedido en 2020. Para mantener a flote a su familia, agotó su pensión y retiró de manera anticipada la mayor parte del dinero de su plan 401(k).

  • A inicios de 2022, se mudó a Roseville, California, para trabajar en una planta eléctrica, pero fue despedido de nuevo después de cuatro meses. Trabajó durante poco tiempo como repartidor de comida antes de conseguir un empleo en un fabricante de productos químicos cercano en febrero.

Ahora gana 17 dólares menos por hora que en la refinería y apenas puede pagar la hipoteca. A pesar de todo, aseguró que no volverá a la industria petrolera./Agencias-PUNTOporPUNTO

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