PROHIBICIÓN

Prohibido amar en la Pandemia, NO!!

Por. Blanca Sánchez Flores

Históricamente nos han prohibido tantas cosas que en los sesentas un grito en la oscuridad retumbó en la primavera de mayo: ¡prohibido prohibir!

Ahora en la Pandemia ¿Qué más podrán prohibirnos?

Nos han impuesto: no saludo de mano, no abrazos, no besos, no caricias…

¿Y qué hago yo con este cubre bocas? ¿Ahogar mis besos? ¿morderme los labios para sacar de ellos lo que les queda aún de la sabía de tus besos?

¿Es que nadie pensó en nosotros, los amantes?

Escuchas la voz sensual y llorosa al otro lado de la línea, de ella, la del nombre oculto, la que después de esa noche de finales de marzo no volviste a ver.

Te escondes ahí en el WC, decorado con azulejos blancos con peces y burbujas que le hacen perder la concentración.

Son casi tres meses sin poder mirarte –le escribes a la amante–, estoy como un oso en celo. Y aquí en casa, debo cumplir. Ya no hay la excusa típica de ¡estoy cansado!

Toquidos ansiosos espantan la conversación, botas el celular: ¡Papá! ¡Ya me anda!

Sales aturdido, recuerdas la voz de la amante en sollozos…

Emma, tu esposa, te recuerda que deben salir a comprar la despensa. Tú como un autómata contesta que sí. Qué dormirás un momento y después irán…

Te echas en la cama y escuchas a tu esposa decir a los hijos, Bertita de cinco y Alfredo de siete, que se porten bien y no le hagan ruido a papá porque dormirá un poco.

Cierras los ojos y traes a la mente el último encuentro con ella, la que hace un momento sollozaba.

Recuerdas con intensidad, como si hubiera sido ayer, sus besos apasionados y su lengua juguetona.

Te regocija recordarla y pensar que ella también te extraña.

Señores de la Prohibición ¿Quién pensó en nosotros los amantes?

Los niños juegan en la sala. Papá finge que duerme, pero en su mente suena esa melodía que tanto le hace recordarla…

El cantante de voz aguardentosa hace más sensual la escucha: “Esa cobardía de mi amor por ella/hace que la vea igual que una estrella…tan lejos tan lejos…”

Los gritos de los niños te ubican en la realidad que tanto te pesa. Quisieras correr, arrancarle el cubre bocas a tu amante y seducirla sin tapujos, pero ambos tienen compromiso. Y “la nueva realidad” lo impide.

Lloras porque la culpa te envuelve. Pero es a ella, a la ajena, a quien quieres.

Sabes que ahí en tu hogar tienes todo: una mujer que trabaja y aporta su sueldo íntegro a los gastos de casa. Es una madre tierna, una esposa de carácter firme, pero que ya no te provoca deseo. El fuego de la piel tomó otro derrotero…

Ella, la de los sollozos vía celular, hace que tu sangre hierva, sus besos prohibidos te virilizan, te retrotraen macho, infiel pleno y satisfecho.

Los remordimientos han sido los culpables de tu insomnio. Te pasas la noche en la sala mirando el celular y dominado por los celos pensando que ella, tú amante, estaría complaciendo al marido.

A veces tu esposa, preocupada, se levanta de madrugada y al verte ahí silencioso en la sala, taciturno y nervioso, te prepara un té, soba con ternura tu espalda y te dice al oído qué no te preocupes que el encierro pasará pronto.

¿Qué pensar si estás en casa y con tu familia que te ama?

A veces ella, la mujer fiel, te convence, te conduce a la cama, te abraza y duermes ahí en su regazo como un niño asustado consolado por mamá.

Te levantas, te bañas, te vistes con desgaño y sales con Emma, por la despensa.

Hoy te apetece comprar en otra tienda pues crees que en la de siempre han alterado los precios.

Manejas siempre atento al celular, quieres saber si ella, la otra, que supones, volverá a llamarte, pero, nada.

Llegan al supermercado seleccionado. Hay demasiada gente a la entrada por las medidas de higiene implementadas por ese virus que nadie ve, pero que todos temen.

Le pides a tu esposa regresar más tarde. Ella accede.

La abrazas y van directo a la máquina de pago del centro comercial, pero deben bajar un piso.

Y ahí en una esquina del estacionamiento, en gran agasajo y sin pudor alguno, una pareja se besa con pasión. Incluso ella, dominante, atenaza una de las piernas del compañero y le arrima y le frota salva sea la parte.

La escena le recuerda a la mujer de los sollozos. Suspiras. Pagas el boleto y nuevamente Emma y tú se dirigen a las escaleras para subir al piso donde está aparcado el auto.

La pareja del beso se separa, la mujer, coqueta, se arregla el peinado y le murmura algo al galán mordiendo su oreja, seductora.

Entonces quedas petrificado. No lo puedes creer…

Descubres que ella es la que apenas hace poco, gemía en sollozos diciendo que te extrañaba.

Y, lo peor, ¡no está con su marido!

Ella levanta la mirada que topa con la tuya. Levanta una ceja en forma retadora, se muerde el labio provocativamente y lejos de contrariarse, toma del brazo al que minutos antes besaba y se alejan beso y beso…

Escuchas los latidos acelerados del corazón. Tú esposa te sostiene. Sientes nauseas, mareo, y un coraje que hace que tu sangre se concentre en las sienes.

Llaman al paramédico del centro comercial, quien llega de inmediato…

Estás ahí sentado en las escaleras con la mirada perdida. Te dan a oler alcohol mentolado.

Reaccionas cuando escuchas a lo lejos, como en tono distante y pausado, tu nombre de pila.

¡¿Ricardooo, estás bien mi amor?! Soy yo, Emma, tú esposa…

El paramédico indica que tu presión está muy alta y debes esperar a que se normalice.

Alguien ha traído agua y unas pastillas que tragas y bebes con ansia de náufrago.

El color vuelve a pintar tu cara. Reaccionas y balbuceas: Gracias. Estoy bien. El paramédico coloca el baumanómetro en tu brazo y sientes el apretón: Uff uff uff.

La presión está controlada le dice el paramédico a la esposa pero debe descansar.

Llegan a casa. Por vez primera sientes que es tu hogar.

Le dices a tu esposa que hoy cocinarás tú y después de comer juntos verán una película mientras los niños juegan Xbox.

Ella dice que será otro día. Hoy debes descansar…

El celular no cesa de sonar. En automático bloqueas ese número antes tan ansiado.

Ahora sabes que no habrá más insomnio, que ya no quieres quitarle el cubre bocas a ella, la que siempre debió portarlo para guardar sus besos.

Hoy la culpa extinguió tus demonios, pero la realidad no alcanzó a matar su recuerdo y ya la empezaste a extrañar. /PUNTOporPUNTO

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22 COMENTARIOS

  1. Además de la bella historia, ó crónica, ó experiencia, ó anécdota, es el fluir de la bella escritura. Un bravo a la autora y su bella forma de transportarnos al momento!!! Felicidades!!!!!

  2. Es una narrativa encantadora, moderna y dinámica. Se nota una gran maestría al escribir en segunda persona. Lo leí frenéticamente hasta el final, me encantó.

  3. Muy buena historia hace reflexionar a muchos en esta cuarentena, y en realidad muy pocos valoran lo que tienen en casa.

  4. ¡Vaya historia! La realidad de muchos y muchas en este confinamiento. Estupendo relato, lo disfruté mucho.

  5. ¡Una historia que engancha desde el inicio hasta el final!
    Un abrazo muy fuerte desde Bruselas, Blanca.

  6. Excelente texto, muy fuerte, pero es l realidad de algunos en lo que va de esta cuarentena!!!

  7. Es un buen relato, entre verdad o mentira pero es algo que pasa día a días en la vida de muchos.
    Me encanto!!!! Aplausos

  8. Excelente crónica, invita a una reflexión sobre nuestras formas de amar y nuestras responsabilidades afectivas.

  9. Excelente crónica, invita a una reflexión sobre nuestras formas de amar y nuestras responsabilidades afectivas. Felicidades a la autora.

  10. Excelente crónica, invita a una reflexión de los efectos del confinamiento sobre nuestras formas de manifestar nuestro amor.

  11. Excelente crónica, me hizo pensar en los efectos del confinamiento en la formas de manifestar nuestro cariño. Felicidades a la autora.

  12. Bravo ¡pero que crónica! una realidad que están viviendo muchos en esta cuarentena… y ese final increible.

    La enseñanza: respetar y querer a nuestra pareja.

    Felicidades !!

  13. Bravo… ¡Pero que crónica! una realidad que se está viviendo en esta cuarentena… ese final estuvo increíble.

    La enseñanza de esta crónica… valoren todas y todos a sus pareja…

  14. Situación que sin duda muchos viven en esta cuarentena. Atrevida crónica nos ha regalado en esta ocasión la autora

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