La bonanza de la industria de autopartes mexicana se ha detenido. Desde la entrada en vigor del TLCAN, hace más de treinta años, el sector había recorrido una trayectoria casi siempre ascendente, con incrementos de doble dígito que forjaron una era de expansión sostenida. Solo en 2020, con la pandemia y el cierre de plantas, se quebró esa tendencia. Este 2025 se encamina a repetir un episodio que parecía improbable.
- El freno llegó desde Estados Unidos. La imposición de nuevos aranceles por parte de la administración de Donald Trump alteró el flujo de pedidos, encareció operaciones y desajustó calendarios de producción. Tras años en los que las fábricas mexicanas crecían mes a mes, la curva cambió de dirección. Entre enero y septiembre, la INA reportó una producción de 89,244 millones de dólares, una baja de 4.35% anual que ya encendió señales de alerta.
La caída toma otro significado histórico cuando se observa que sería apenas la segunda desde que hay registro. La primera ocurrió en 2020, cuando la pandemia provocó un desplome de 17.7%, un resultado explicable por efectos extraordinarios. En contraste, el retroceso actual deriva de un entorno comercial desfavorable y de decisiones políticas en Washington.
Un sector atrapado en la incertidumbre arancelaria
La dependencia del sector amplifica el impacto. 87% de las autopartes fabricadas en México terminan en Estados Unidos. Cualquier modificación en reglas, precios o demanda incide directamente en las plantas locales y en sus proyecciones. Las empresas ya trabajan con escenarios más conservadores para 2026, conscientes de que el mercado estadounidense marcará el ritmo.
“Todo va muy ligado al valor de producción de autos en Estados Unidos en el cual hay que tener un cuidado muy importante… Los volúmenes de producción hacia el próximo año también representan que habrán varios cambios de plataformas dentro de las plantas de Estados Unidos, para lo cual necesitamos tener ese ojo sobre lo que se va a estar realizando en los volúmenes”, comenta Julio Galván, gerente de Estudios Económicos de la INA.
A inicios de año, las expectativas eran completamente distintas. Las proyecciones del organismo apuntaban a una producción anual de 124,014 millones de dólares, un crecimiento estimado del 2%. Los primeros dos meses reforzaron ese optimismo.
Pero a mediados de año comenzó el ajuste. Francisco González, presidente de la INA, adelantó que el sector cerraría alrededor de 121,000 millones de dólares, un nivel casi idéntico al de 2024. Incluso entonces, no se anticipaba la magnitud de la contracción actual.
La caída acumulada ha borrado el margen para una recuperación clara. Los últimos datos del organismo muestran que un cierre positivo luce poco probable, incluso si el cuarto trimestre muestra algo de dinamismo.
- El llamado “factor Trump” se convirtió en el principal catalizador del viraje. Los anuncios de nuevos aranceles, los cambios en las listas de productos sujetos a impuestos y los mensajes contradictorios sobre la política industrial crearon un entorno de pausa e incertidumbre.
- La volatilidad política comenzó a sentirse desde el primer trimestre. “Hasta febrero, los planes de expansión seguían su curso”, dijo González a mediados de año, cuando los proyectos detenidos ya se acumulaban. La llegada de nuevas inversiones, antes prácticamente automática, comenzó a enfriarse.
La producción mexicana sigue un patrón íntimamente relacionado con la fabricación y venta de autos en Estados Unidos. La desaceleración en ese mercado —con ventas de 7.7 millones de unidades, una baja de 1.3% anual— ha reducido pedidos, ajustado inventarios y provocado revisiones en los calendarios de ensamble.
La presión se extiende a toda la cadena. Proveedores de primer y segundo nivel reportan renegociaciones de precios, reprogramaciones de pedidos y retrasos en nuevas plataformas. El ajuste ya se refleja tanto en cifras como en el pulso operativo de las plantas.
Qué grupos de autopartes resienten más la caída
Las partes eléctricas se mantienen como el grupo de mayor peso, con 19.2% de participación y un valor de 17,160 millones de dólares entre enero y septiembre. Su relevancia crece ante la electrificación vehicular, aunque también se ajusta a los ciclos del mercado estadounidense.
- Las transmisiones y embragues representan 9.8% del total, un segmento presionado por la transición tecnológica y los cambios en configuraciones de movilidad.
- Las telas, alfombras y asientos concentran 9.1% del valor de producción. Las partes para motor acumulan 8.1%, atrapadas entre plataformas tradicionales y eléctricas. Las piezas de suspensión y dirección completan el bloque, con 6.7%.
En conjunto, estos cinco grupos representan 52.9% de la producción nacional.
El impacto trasciende a lo económico: se refleja en decisiones estratégicas, en expansiones pospuestas y en inversiones que ahora se analizan con mayor cautela. La bonanza que caracterizó al sector por tres décadas entró en pausa.
Las empresas no solo se preguntan cuándo se disipará el efecto arancelario, sino cómo cambiará la demanda estadounidense y qué tan rápido podrán adaptarse a una nueva normalidad donde la integración regional ya no garantiza estabilidad./Agencias-PUNTOporPUNTO





















