Erradicar el trabajo infantil no es solo un imperativo ético, sino una condición indispensable para el desarrollo sostenible. Así lo establece la Agenda 2030 de la ONU. En su meta 8.7, los Estados miembros —incluido México— se comprometieron a poner fin al trabajo infantil en todas sus formas para el año 2025. Esta meta, sin embargo, no se cumplirá.
- Las cifras actuales son pesimistas, por no decir alarmantes. Según las estimaciones más recientes de la OIT y UNICEF, 160 millones de niñas y niños en todo el mundo continúan trabajando. Es decir, casi uno de cada diez menores de edad a nivel global se encuentra en una situación que compromete su derecho a la educación, la salud y el juego.
A pesar de décadas de esfuerzos institucionales, campañas públicas y reformas legales, el trabajo infantil se mantiene como una de las formas más visibles de exclusión social. El impacto de la pandemia de COVID-19, que provocó retrocesos en múltiples indicadores de desarrollo humano, también se reflejó en este ámbito: miles de familias se vieron obligadas a recurrir al trabajo infantil como estrategia de sobrevivencia.
La evolución del trabajo infantil en México
En México, la medición del trabajo infantil es responsabilidad del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), a través de la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI), que se realiza cada tres años. Esta encuesta permite conocer no solo la magnitud del fenómeno, sino también sus características sociodemográficas y económicas.
De acuerdo con los datos más recientes correspondientes al año 2022, en el país hay 3.7 millones de niñas y niños de entre 5 y 17 años en situación de trabajo infantil. Esta cifra representa el 13.1% del total de menores en ese rango de edad. En términos prácticos, uno de cada cinco hogares con población infantil enfrenta esta situación (ver Gráfico 1).
La evolución reciente muestra una tendencia preocupante. En 2015 se reportaron 3.6 millones de menores en trabajo infantil (12.3% del total). En 2017, tanto el número absoluto como el porcentaje disminuyeron, y en 2019 se observó un ligero repunte. Sin embargo, para 2022, la cifra aumentó significativamente, superando incluso los niveles de 2015. Repunte relacionado directamente con los efectos económicos y sociales derivados de la pandemia, que agravaron las condiciones de vulnerabilidad de millones de familias mexicanas.
¿Quiénes son los niños y niñas que trabajan?
De los 3.7 millones de menores en trabajo infantil, 2.2 millones son niños y 1.5 millones son niñas. Por edad, casi la mitad (1.9 millones) tienen entre 5 y 14 años, y 1.8 millones tienen entre 15 y 17 años (Ver Gráfico 2).
- El trabajo infantil no se distribuye de manera uniforme en el territorio nacional. Estados como Guerrero, Chiapas y Nayarit presentan las tasas más altas, mientras que en entidades como Ciudad de México, Coahuila y Baja California se registran las más bajas. Estas diferencias reflejan, en parte, las condiciones económicas y educativas locales, así como la presencia (o ausencia) de políticas públicas eficaces para proteger a la infancia.
Aunque suele pensarse que trabajar y estudiar son actividades excluyentes, los datos muestran una realidad más compleja: de los 3.7 millones de menores en situación de trabajo infantil, 2.6 millones asisten a la escuela, principalmente los de entre 5 y 14 años. Esto indica que muchos niños trabajan fuera del horario escolar, lo cual repercute en su rendimiento académico, salud y bienestar general.
Actividades no permitidas y sus consecuencias
Un aspecto particularmente preocupante del fenómeno es la participación de menores en actividades no permitidas. Según la Ley Federal del Trabajo, estas incluyen ocupaciones peligrosas o que se realizan por debajo de la edad mínima legal. En esta categoría se encuentran 2.1 millones de niñas y niños: 924 mil tienen entre 5 y 14 años y 1.2 millones entre 15 y 17 años. De ellos, 1.3 millones asisten a la escuela, mientras que 851 mil no lo hacen.
- En cuanto a los sectores económicos donde laboran, 703 mil lo hacen en actividades agropecuarias, 414 mil en industria y construcción, y 953 mil en comercio y servicios. Estas actividades suelen implicar largas jornadas, condiciones inseguras y riesgos para la salud física y mental de los menores.
- Las razones que los niños y niñas expresan para trabajar reflejan la realidad económica de sus hogares. Más de 1.1 millones dijeron que lo hacen porque el hogar necesita de su ingreso, para pagar la escuela o para cubrir deudas. Otros 325 mil señalaron que trabajan para aprender un oficio, mientras que 672 mil dijeron hacerlo por gusto o para ayudar en casa.
Un dato especialmente alarmante es que, de los 851 mil menores que trabajan en actividades no permitidas y no asisten a la escuela, solo 46 mil regresarían a estudiar si dejaran de trabajar. Esto indica una desvinculación con el sistema educativo y un riesgo alto de una transmisión intergeneracional de la pobreza.
Reflexiones finales
El trabajo infantil es a la vez consecuencia y causa de la pobreza. Por ello, su erradicación ha sido incorporada en múltiples tratados, convenios y marcos normativos nacionales e internacionales.
- No obstante, la solución no radica únicamente en la prohibición. Las políticas públicas deben estar ancladas en una comprensión profunda de la realidad que enfrentan las familias en situación de vulnerabilidad. Para muchos hogares, la educación no es una opción viable si no viene acompañada de apoyos concretos: becas, alimentación escolar, transporte gratuito, o incluso transferencias condicionadas.
- Las medidas que no toman en cuenta estos factores pueden generar efectos indeseados. En contextos donde no hay alternativas viables, prohibir el trabajo infantil sin ofrecer soluciones puede empujar a los menores hacia actividades informales o incluso criminales, exponiéndolos a mayores riesgos.
En una próxima entrega en junio, con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, analizaremos qué políticas han demostrado ser eficaces, cuáles han tenido efectos contraproducentes, y qué aprendizajes pueden orientar el diseño de intervenciones más justas y sostenibles./Agencias-PUNTOporPUNTO