DESPLAZADOS sufren los efectos COLATERALES de la Emergencia Sanitaria

El hambre acecha a ocho millones de personas del Corredor Seco de Centroamérica que sufren de inseguridad alimentaria debido a la crisis provocada por la pandemia de la covid-19 y los efectos del cambio climático

Los 80 millones de personas que viven como desplazadas en todo el mundo han sufrido especialmente los efectos colaterales de la pandemia de COVID-19, una emergencia sanitaria que ha provocado graves daños socioeconómicos contra las líneas de flotación más básicas del bienestar humano: la comida y la vivienda.

  • Tres de cada cuatro desplazados o personas afectadas por algún tipo de conflicto han perdido sus ingresos en el último año, según un estudio del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC, por sus siglas en inglés), que teme las consecuencias a largo plazo que puedan derivarse de la pandemia.
  • El 71 por ciento ha tenido dificultades para hacer frente a la renta y a otros costes básicos de la vivienda, mientras que el 70 por ciento ha reducido la comida en el hogar por falta de recursos, según el sondeo, elaborado a partir de más de 1.400 entrevistas en Afganistán, Colombia, Irak, Kenia, Libia, Malí, Uganda y Venezuela y con investigaciones también en Somalia, República Democrática del Congo, Líbano, Jordania, Burkina Faso y Yemen,

«Ya era difícil ganarse la vida antes de que llegase el virus y la crisis en Líbano, pero ahora ya no podemos pagar el alquiler», cuenta Randa, un refugiada siria que teme que el casero desahucie a su familia. Líbano es el país del mundo con mayor proporción de refugiados en función de su población: una cuarta parte del total de habitantes.

Augustin Ouedraogo, un burkinés padre de ocho hijos, advierte a NRC de que «muchos de los desplazados pasan hambre», entre otras razones por las «graves consecuencias» que han tenido para la población medidas destinadas a contener el virus como las restricciones de movimientos o el cierre de los mercados. «Los precios de los alimentos han subido. Hay casos de desnutrición. Cuando vas al pediatra del centro médico, ves muchos casos», señala.

MÁS MIEDO AL HAMBRE QUE A LA COVID-19

Los gobiernos de numerosos países han adoptado en este último año medidas de auxilio económico para diversos colectivos. Se trata de ayudas «enormes», pero que no alcanzan a los colectivos más vulnerables, advierte Ole Solvang, director de Alianzas y Política de la ONG noruega.

En este sentido, advierte de que «no se ha brindado nada de este tipo para las personas desplazadas vulnerables que han perdido su empleo y sustento debido al impacto económico de la pandemia». Estas personas, agrega, «temen las consecuencias económicas mucho más que la enfermedad en sí misma».

Solvang apunta que, «para encontrar juntos una salida de la crisis, no solo debemos garantizar que todos los países reciben vacunas y que desplazados y refugiados están incluidos en los planes de vacunación», sino que también es necesario garantizar que estas personas pueden «volver a ponerse en pie» y encarar el futuro con un mínimo de garantías.

AMÉRICA LATINA LA REGIÓN MÁS AFECTADA

Un año después de la llegada del coronavirus a América Latina y el Caribe, la pobreza, la desigualdad y el desempleo avanzaron a un ritmo sin precedente en la región, convirtiéndola en la más afectada por el COVID-19 en el mundo.

  • La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) presentó este jueves un análisis del impacto de la pandemia que alerta una vez más sobre los problemas estructurales en los países de la región y llama a invertir en un estado de bienestar y una sociedad del cuidado.

El “Panorama Social de América Latina 2020” da cuenta de una contracción del Producto Interno Bruto regional de 7,7% y del cierre de 2,7 millones de empresas con el consecuente incremento del desempleo, que afecta desproporcionadamente a las mujeres.

DEMASIADAS MUERTES

Pero lo peor de todo es que con sólo el 8,4% de la población mundial, la región haya registrado el 27,8% de las muertes por COVID-19, destacó la secretaria ejecutiva de la CEPAL durante la conferencia de prensa de divulgación del documento.

En este sentido, Alicia Bárcena subrayó la importancia de adoptar sistemas universales de protección social.

“Esto quiere decir cubrir a toda la población independientemente del tipo de su inserción en el mercado laboral u otras características personales. Un sistema de protección social debe darle acceso a la salud universal a todas las personas, eso no puede depender del ingreso, la salud debe ser un bien público universal”, recalcó Bárcena.

EL HAMBRE ACECHA A MILLONES

El hambre acecha a ocho millones de personas del Corredor Seco de Centroamérica que sufren de inseguridad alimentaria debido a la crisis provocada por la pandemia de la covid-19 y los efectos del cambio climático, alertó un estudio divulgado.

  • «En la actualidad el 86 % de las familias (ocho millones de personas) viven en inseguridad alimentaria en el Corredor Seco», donde viven más de 10 millones de ciudadanos y que abarca a Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, señala el documento.
  • La investigación, titulada «Los diferentes rostros del hambre en Centroamérica», fue presentada en un foro de forma virtual por las organizaciones humanitaria Acción contra el Hambre, COOPI, Trócaire, Oxfam y We World-GVC.

El hambre en el Corredor Seco «empeoró» en el 2020 tras la irrupción de la pandemia del coronavirus y el paso de las tormentas tropicales Amanda y Cristóbal, entre mayo y junio, y los huracanes Eta e Iota, en noviembre, añade.

Los fenómenos naturales afectaron a 4,6 millones de personas en Centroamérica, donde causaron «grandes daños» a los cultivos y la infraestructura que provocarán «una reducción crítica de las fuentes de alimentos e ingresos», impacto que podría «alargar el hambre estacional hasta agosto de 2021», enfatiza el documento.

«Las precarias condiciones de vida de las personas que habitan en el Corredor Seco alimentan un creciente descontento social, que ha propiciado fenómenos como las caravanas de migrantes desde 2018», señala.

RETORNO A LA NORMALIDAD TARDARÁ AÑOS

Centroamérica es una de las regiones «más afectadas por el cambio climático», pese a que solo es responsable del 0,5 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, dijo a Efe la coordinadora humanitaria regional de Oxfam para América Latina y el Caribe, Gloria Parra.

  • Los efectos del cambio climático y las restricciones de movilidad para frenar la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2, causante de la covid-19, «ponen una presión bastante fuerte sobre los grupos vulnerables que ya existen en Centroamérica y arrojan a unos ocho millones de personas a situaciones de hambre», subrayó.
  • Parra aseguró que el retorno a «la normalidad» en Centroamérica «va a tardar años», por lo que los centroamericanos «van a demorar muchísimo en recuperarse».
  • «Estos ocho millones (de personas en inseguridad alimentaria) de los que estamos hablando hoy pueden ir incrementándose, si este año se mantienen las restricciones porque no llegan las vacunas o vuelve a haber un ciclo meteorológico desfavorable», alertó.

Honduras es el «país más afectado» en Centroamérica por los daños que causaron los fenómenos naturales en 2020 y es al que «le va costar más trabajo poder recuperarse en el corto plazo», añadió la experta de Oxfam.

«Honduras está con bastantes complicaciones y va a experimentar unos tipos de hambre bastante difíciles durante este año, y luego Guatemala también bastante crítico, y por supuesto Nicaragua y El Salvador», explicó Parra.

ESFUERZOS LIMITADOS

El hambre estacional en el Corredor Seco, señala el informe, «se puede prevenir, se sabe dónde y a cuántas personas afectará, pero los Estados realizan esfuerzos limitados para mitigarla».

«Es una forma de hambre cíclica, recurrente y evitable» en Centroamérica, donde «la corrupción, un limitado acceso a servicios públicos de calidad y el desempleo agravan la situación», agrega.

Parra indicó que la recuperación de la región va a ser «acelerada o un poco más favorable, si efectivamente se hacen inversiones desde diferentes frentes», como el Estado y la cooperación internacional.

  • «La gente por sí sola no va a poder recuperarse, es importante entender cómo ocurre este espiral del hambre: la gente vive en contextos vulnerables, hace un gran esfuerzo por sembrar una cosecha para tener alimentos y poder sobrevivir, y pierde su cosecha, se endeuda, sus hijos dejan de ir al colegio y las personas tienen que emigrar», enfatizó la especialista.

La investigación destaca además que las mujeres y las niñas son las que «quedan en último lugar para comer, pues la prioridad es alimentar a los varones para proteger la fuerza laboral del hogar».

Las familias indígenas están «aun más indefensas ante el hambre, por la persecución histórica que han padecido, la discriminación y el olvido institucional», precisa el documento./Agencias-PUNTOporPUNTO

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