El reloj laboral de México empieza a moverse hacia las 40 horas por semana. Sin embargo, el camino todavía está lleno de preguntas sobre cómo lograrlo sin frenar a las empresas ni afectar el bolsillo de los trabajadores.
- La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció que en noviembre la Secretaría del Trabajo presentará la propuesta formal para reducir la jornada, un tema que ha recorrido un largo trayecto entre foros, posturas encontradas y negociaciones.
Durante meses, sindicatos y empresarios debatieron sobre la manera de aplicar este cambio. Los primeros pedían que fuera inmediato, los segundos pedían tiempo para adaptarse.
El abogado laboralista Óscar de la Vega, socio del despacho De la Vega & Martínez Rojas, señaló antes del anuncio presidencial que la reducción ya pinta para ser una realidad en el país y afirmó que su implementación será gradual.
- “Es casi un hecho que en 2026 ya vamos a tener el primer paso de esta reforma, que implicará reducir la jornada al menos a 46 horas semanales”, dijo en entrevista. Así, el primer paso para el año entrante sería bajar dos horas a la semana, para alcanzar las 40 hacia 2030.
- Además de la gradualidad, De la Vega identificó tres pilares más que deberían guiar la propuesta de reforma: la flexibilidad, la sectorización y los incentivos fiscales, siendo este último punto el más sensible, pues el sector privado ha insistido en que la reducción implicará un incremento de costos laborales, sobre todo para las micro, pequeñas y medianas empresas.
Bajo esta línea, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) calculó que la reducción de la jornada laboral podría elevar los costos entre 10 y 25%, dependiendo del tamaño y sector de cada empresa. Este incremento, indicó el consejo, derivaría de la necesidad de contratar más personal o pagar horas extras para cubrir los mismos niveles de producción.
- El organismo señaló además que la presión sería mayor sobre los negocios con márgenes reducidos, sobre todo en la manufactura, el comercio y los servicios, por lo que insistió en que la reforma debe aplicarse de forma gradual y con mecanismos de apoyo fiscal que eviten una sobrecarga para las pequeñas y medianas empresas.
“Considerando que el mayor empleador en el país es la micro, pequeña y mediana empresa, este incremento tan drástico en los costos laborales no les permite seguir operando en muchos casos”, advirtió el abogado. “Habrá empresas que empiecen a operar con números rojos si no se les apoya con incentivos fiscales”.
Durante los foros, el sector patronal insistió en que las horas extras, a partir de la novena, no se contabilicen para efectos de ISR ni de cuotas obrero-patronales, para que el trabajador reciba más dinero y la empresa no se vea tan afectada. “(No obstante), el gobierno no mostró apertura para entrar a fondo en el tema fiscal, y eso va a complicar la implementación”, apuntó De la Vega.
El reto cultural
La jornada laboral no solo enfrenta retos económicos, también culturales. En México, la productividad todavía se mide por el tiempo que alguien pasa en su puesto, no por los resultados que obtiene.
- La reforma, dijo el abogado, es una oportunidad para modernizar la cultura laboral, siempre que se legisle con precisión. “Es una ley necesaria, pero debe ser extremadamente clara. Si no se definen bien los esquemas de implementación, podríamos generar informalidad y pérdida de empleos”.
- El gobierno sostiene que la reducción no implicará recortes de salario y que la propuesta reflejará el consenso alcanzado en los foros. Pero la transición exigirá acuerdos finos. En sectores como el turismo o la minería, donde las jornadas son continuas, aplicar el nuevo esquema podría ser más complicado que en oficinas o servicios.
“Reducir de golpe un día laboral implicaría cambios drásticos para las empresas. Se necesita un periodo de adaptación para ajustar operaciones o contratar más personal. Es un hecho que va a pasar, pero la gradualidad es lo más realista y permitirá a las empresas adaptarse”, dijo.
En noviembre, como mencionó Sheinbaum, se conocerán los detalles de la reforma, de modo que lo que ocurra en los próximos meses marcará si México logra una transformación laboral histórica o si el reloj, una vez más, se detiene antes de llegar a la meta./Agencias-PUNTOporPUNTO