No es buen momento para cascos azules

La decisión del presidente Enrique Peña Nieto de enviar soldados mexicanos a zonas de conflicto en el mundo ha provocado gran discusión en nuestro país.
Hay quienes aseguran que primero se debe pacificar cada rincón del territorio nacional para poder enviar tropas al extranjero, y hay también quienes afirman que era inevitable aportar cascos azules a la Organización de Naciones Unidas (ONU) para pacificar enfrentamientos mundiales.
Aunque la política de no intervención de México no impide que soldados mexicanos participen en acciones de paz en el extranjero, lo cierto es que por razones políticas y coyunturales no se ha concretado acción alguna desde hace décadas.
Se sabe que la primera participación de militares mexicanos en misiones de paz fuera de territorio nacional data de 1947, cuando el gobierno envió observadores a los Balcanes.
Posteriormente, y ante un segundo llamado de la ONU, en 1949 se hizo lo mismo en Cachemira, en la frontera entre India y Paquistán, y esta fue la última vez que se accedió a un llamado internacional.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, ningún miembro de las fuerzas armadas mexicanas ha vuelto a servir en coaliciones multinacionales, a pesar de que casi todas las naciones de la región han aportado militares a la ONU, como Brasil, Argentina, Chile, Bolivia, Colombia, Guatemala y Venezuela.
La Constitución mexicana establece, en su artículo 76, título III, que el Senado de la República tiene la facultad de autorizar al Presidente la salida de tropas nacionales fuera del país, el paso de tropas extranjeras por el territorio nacional y la estación de escuadras de otra potencia, por más de un mes, en aguas mexicanas.
Y aunque el titular del Ejecutivo tiene este protocolo por seguir, todo parece indicar que el Congreso ve con beneplácito el ofrecimiento que hizo el mandatario ante el pleno de la ONU la semana pasada.
Sin embargo, consideramos que se hizo en el momento en el que Estados Unidos, país que prácticamente sostiene económicamente a la ONU, esta organizando precisamente la Anti-ONU, una especie de organización multinacional promovida hasta el cansancio por Barack Obama para hacer frente al Estado Islámico (EI).
De todos es sabido el espíritu bélico que reina en la clase política de los Estados Unidos, y en esta ocasión la desproporción de la convocatoria es notable, porque hasta este fin de semana ya se tenía una coalición de 40 países con sus capacidades militares al servicio del gobierno de Obama.
Entonces, el presidente Peña Nieto asiste a Nueva York a la Asamblea de la ONU a ofrecer soldados para la paz, cuando el gobierno del vecino país orilla a una coalición internacional para ir a la guerra.
El gobierno de los Estados Unidos repite el escenario de Irak, y quiere asesinar a 15 mil milicianos del EI, cuando la esencia misma de la ONU es precisamente detener este tipo de genocidios.
Ojo con esto, se ha criticado mucho la falta de liderazgo y el sometimiento de la ONU a los intereses de los estadounidenses, pero será labor del Congreso en México garantizar que nuestras fuerzas armadas participen siempre en movimientos de paz, y no contra califatos, ni estados islámicos, ni dictaduras.
Nuestro país debe velar por los intereses internacionales siempre, aún ante las frecuentes intentonas de los Estados Unidos de saltarse el poder de la ONU en pos de venganzas personales. Gracias y buen inicio de semana.
 
 

 

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