AGENCIAS
Amnistía Internacional (AI) decidió por votación de su consejo directivo impulsar políticas en el mundo que favorezcan la legalización de la prostitución.
La resolución tiende a proteger los derechos humanos de las trabajadoras sexuales, pero el organismo mantiene su inflexible condena contra el tráfico humano.
Salil Shetty, secretario general de AI, indicó que “las trabajadoras sexuales son uno de los grupos más marginados en el mundo, que en muchas instancias sufren el riesgo constante de la discriminación, la violencia y el abuso”.
La resolución recomienda a AI desarrollar una política que respalde la plena despenalización de todos los aspectos del trabajo sexual consensuado, y que llame a los Estados del mundo a garantizar la protección legal de estas trabajadores ante la explotación, el tráfico y la violencia.
Shetty reconoció que el tema es “inmensamente complejo”, por lo que el organismo decidió abordarlo desde una perspectiva de estándares internacionales de derechos humanos.
De acuerdo con investigaciones de AI, la legalización de la prostitución reduciría las violaciones a las que están expuestas las trabajadores sexuales, que incluyen violencia sexual y física, arrestos y detenciones arbitrarias, extorsión y acoso, tráfico, y pruebas e intervenciones médicas forzosas.
AI aseveró que los nuevos lineamientos han recabado evidencia extensiva de varias agencias especializadas de Naciones Unidas, incluida la Organización Mundial de la Salud, ONU-Sida, ONU-Mujeres y de relatores especiales.
Los nuevos lineamientos fueron aprobados a pesar de la oposición de un grupo de mujeres prominentes en Estados Unidos, que lideraron una campaña ciudadana para evitar la despenalización de proxenetas, dueños de burdeles y compradores de sexo.
En esa campaña participaron las actrices Lena Dunham, Meryl Streep, Kate Winslet y la feminista y activista Gloria Steinem.
Voceros de AI han expresado que considerar ilegal la compra de sexo es una manera de criminalizar indirectamente a las trabajadores sexuales, las cuales deben esconderse al realizar su actividad, lo que las deja tan vulnerables como hasta ahora.