ANIMALES modifican su hábitat en respuesta al CAMBIO CLIMÁTICO; especies venenosas la Nueva Amenaza

El cambio climático ya causa disrupciones que afectan a millones de personas. Generó aumento de episodios meteorológicos extremos como olas de calor, sequías e inundaciones, entre otros.

El cambio climático está causando verdaderos estragos en el entorno natural, pero algunas especies de animales y plantas lo están sufriendo especialmente. Según el informe intergubernamental de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (IPCC), muchas formas de vida están migrando hacia el norte o a hacia aguas más profundas, donde puedan recuperar los hábitats perdidos. También están viéndose obligadas a cambiar sus comportamientos. Por ejemplo, muchas aves están anidando, criando, y migrando antes de tiempo debido al adelanto de la primavera.

  • La investigación también menciona a los ganadores de esta transformación, ya que también existen especies adaptables que están creciendo, entre ellas muchas malezas y plagas, así como especies sensibles al frío, como la pitón birmana, que se está extendiendo en Florida, según dijo Peter Alpert, director del programa de Biología Ambiental en la Fundación de Nacional de Ciencia de Estados Unidos, en Arlington, Virginia.

«La Península Ibérica será una de las regiones más afectadas por el cambio climático y sufrirá contracciones de las distribuciones de muchas especies o desplazamientos hacia el norte o hacia altitudes más elevadas», indicó a Ecologistas en Acción Miguel Araújo, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

«Los perdedores», dijo Alpert, «probablemente serán las especies que están altamente especializadas en lo que comen o en el lugar donde viven, especialmente aquellos cuyos hábitats van a desaparecer completamente». Pueden verse afectadas especies como los koalas, que dependen principalmente del eucalipto para la supervivencia, u otros animales que dependen en exclusiva de un entorno altamente especializado y no tendrán posibilidades migratorias.

«Hemos de tener la esperanza de que puedan cambiar lo suficientemente rápido como para mantenerse al día con el entorno», dijo. «Las especies han experimentado cambios como este en el pasado, pero probablemente este sea el más drástico por el momento.»

Bob Scholes y Hans-Otto Pörtner, autores del IPCC que contribuyeron a las partes sobre los ecosistemas del informe, acordaron en una declaración conjunta para National Geographic, que el cambio climático causado por el hombre actual está ocurriendo mucho más rápido que los acaecidos en el pasado.

Scholes, un ecólogo de sistemas en el Consejo Científico de Investigación Industrial (CSIR, por sus siglas en inglés) en Pretoria, Sudáfrica, y Pörtner, fisiólogo animal y biólogo marino en el Instituto Alfred Wegener en Bremerhaven, Alemania, destacan siete especies que ya están en decadencia debido al cambio climático:

  • Pez Lija (Oxymonacanthus longirostris). Este pez se encuentra en hábitats de arrecife de coral, del cual depende enormemente y este, a su vez está cayendo en parte debido al cambio climático. Además, el pez lija es muy sensible al agua caliente: el animal se extinguió en Japón durante un episodio de subida de temperaturas en el océano en 1988.
  • Árbol de la aljaba (Aloe dichotoma). Este árbol es endémico del árido oeste de Sudáfrica y Namibia. En el capítulo 4 del IPCC comentan que «por primera vez, podemos ver como el ritmo del cambio climático puede ser tan importante para la supervivencia de las especies como la magnitud de este, y que los árboles son los más vulnerables al cambio». Una especie bien estudiada, como es el árbol de la aljaba, es incapaz de crecer y dispersarse con la suficiente rapidez para mantenerse al día con un cambio climático así de rápido.
  • Oso polar. La historia del gran depredador es de sobra conocida: el hielo marino del Ártico, donde caza, está desapareciendo progresivamente durante el verano. Este vuelve a formarse más tarde en otoño y desaparece de nuevo antes de la primavera.
  • Pingüino Adelaida: Estas aves antárticas se alimentan principalmente de pequeños crustáceos llamados krill. Estos viven en las capas de hielo, donde encuentran refugio y algas que les sirven como alimento. Pero sus poblaciones están cayendo, lo que significa que los pingüinos tendrán que migrar más lejos para encontrar comida. La inversión energética dedicada a los desplazamientos, hace que estas aves sean menos efectivas a la hora de reproducirse, lo que mermará sus poblaciones.
  • Bacalao de Atlántico Norte. La sobrepesca ha esquilmado las poblaciones de este pez, aunque a pesar de todo suelen recuperarse. Donde más han sufrido ha sido en la costa noreste de Norteamérica, donde las poblaciones no se han recuperado desde la década 1990. «El ecosistema parece haber cambiado y esto puede suponer una influencia del clima debido a cambios en las corrientes oceánicas y al flujo de las aguas árticas frías».

Acropora cervicornis y el coral en todo el mundo. Su caída imparable está extendiéndose por todo el mundo, lo que hace que no sólo esté amenazado el coral, sino también las especies que dependen de este para vivir.

Extinto: Sapo dorado (Bufo periglenes). Junto con la rana Arlequín de Monteverde (Atelopus varius), el sapo dorado es una de las pocas especies cuya extinción se debe al cambio climático, según Scholes y Pörtner. Visto por última vez en 1989, el sapo dorado vivió en bosques de alta montaña que han desaparecido debido a la sequía y otros efectos del cambio climático. Para su desaparición también han intervenido otros factores, como el hongo de chytrid.

Migración de animales venenosos a las ciudades

El cambio climático ya causa disrupciones que afectan a millones de personas. Generó aumento de episodios meteorológicos extremos como olas de calor, sequías e inundaciones, entre otros. Pero también impacta sobre la biodiversidad de especies de la Tierra, y puede producir efectos indirectos en la salud humana y otros ecosistemas. Tal es el caso de la probabilidad de modificaciones en la distribución de los animales venenosos, como serpientes y escorpiones.

“El cambio en las temperaturas del planeta y otros factores climáticos podría producir accidentes por mordeduras de serpientes y otros animales venenosos en lugares donde antes no había”, dijo en diálogo con Infobae el científico argentino Pablo Ariel Martínez, quien con colegas de Costa Rica y España acaba de publicar un trabajo en la revista especializada Global Change Biology.

  • El doctor Martínez, que trabaja en el Laboratorio de Investigación Integrativa en Biodiversidad de la Universidad Federal de Sergipe, en Brasil y en el Laboratorio BioMa de la Universidad Rey Juan Carlos, en Móstoles, España, contó que a veces hay una percepción extremadamente negativa de los animales venenosos desde la mirada humana. Sin embargo, cumplen un rol en los ecosistemas al contribuir al control de otras especies como los roedores. Además, son fuente de sustancias que pueden servir para el tratamiento de diversas enfermedades humanas.

En el trabajo que publicaron Martínez con José Maria Gutiérrez, Miguel Ángel Olalla-Tárraga y Talita Ferreira Amado escribieron que “los venenos de animales constituyen una fuente rica, y en gran medida inexplorada, de moléculas novedosas que podrían ser compuestos principales para el desarrollo de nuevos fármacos y reactivos de diagnóstico para una variedad de enfermedades como la artritis, la diabetes, el cáncer, la trombosis, la hipertensión, la insuficiencia cardíaca y el ataque cerebrovascular”.

Pero las poblaciones de las especies de animales venenosos podrían verse afectadas por el impacto de la crisis climática. “Muchas especies de animales venenosos pueden disminuir su área de distribución o incluso extinguirse. Si eso sucede, se perderían especies que son muy importantes para el control de plagas, como por ejemplo los roedores que son unos de los principales alimentos de muchas serpientes”, afirmó Martínez.

Otra consecuencia de la potencial pérdida de poblaciones de esos animales es que la humanidad “podría perder recursos valiosísimos como son los venenos, y así una gran potencialidad para el desarrollo de los más diversos fármacos”, resaltó. “Pero no todas las especies serán afectadas negativamente por los cambios climáticos, muchas podrán aumentar sus áreas de distribución. Es decir, habría más individuos de animales venenosos en áreas donde no había, podría haber más en áreas donde ya habitaban o podrían migrar de áreas”, señaló.

  • En el estudio, los autores destacan el caso de la serpiente africana Bitis rhinoceros, que está adaptada a ambientes áridos en África. A partir de modelos matemáticos consiguen prever que en el futuro existirán grandes regiones con condiciones climáticas adecuadas para la supervivencia de esa especie: ampliará distribución. Ese cambio podría implicar nuevos desafíos para la salud pública porque la especie podría llegar a países como Guinea-Bissau, Niger o Senegal, donde actualmente no está presente o está en muy baja densidad.

Más especies venenosas podrían adaptarse al ambiente urbano. De hecho, esa situación ya se dio con los escorpiones del género Tityus en América del Sur, donde diversas especies se han adaptado al ambiente urbano y causan miles de accidentes en niñas y niños que viven en esos lugares. “En el caso del escorpión Tityus serrulatus, se adapto muy bien a las áreas urbanas de San Pablo, Brasil. También ya hay estudios previos de colegas sobre el escorpión Tityus carrilloi, que se encuentra en la Argentina, donde se adaptó a vivir en ambientes urbanos, entre escombros, basurales y lugares oscuros dentro de las viviendas”, afirmó Martínez.

  • El escorpión Tityus carrilloi se encuentra desde el Centro al Norte de la Argentina y también se lo han encontrado ejemplares cerca de Colonia, Uruguay. “Cuando hablamos de cambio global, implica un cambio climático y modificaciones del habitat. La ocupación de zonas urbanas se da porque hay una degradación de su ambiente natural. Entonces algunas especies, como el escorpión Tityus carrilloi, encuentran en los ambientes urbanos un lugar para sobrevivir y reproducirse. Pero la mayoria de las especies no se adaptan a los ambientes urbanos”, aclaró el biólogo argentino.

En tanto, el coautor y profesor Gutiérrez comentó en un comunicado: “El profundo cambio climático en curso y las consecuentes alteraciones en los ecosistemas tendrán un efecto que aún no conocemos en la incidencia de los envenenamientos por mordeduras y picaduras de animales venenosos, un tema esencial para la salud pública global”.

Ante esa posibilidad, los investigadores remarcaron que la humanidad puede actuar ahora para que más catástrofes no sucedan en el futuro. “Sin duda, reducir las emisiones de CO2 y la deforestación será clave para evitar la pérdida de especies, así como reducir el impacto de las zoonosis e interacciones dañinas de los humanos con las especies venenosas”, sostuvieron.

También propusieron que debería haber una mayor interdisciplinariedad entre personas que trabajan en ecología, toxicología y salud pública, con un fuerte componente de participación comunitaria para poder anticiparnos a los cambios y tomar medidas preventivas adecuadas.

  • Los seres humanos y los animales de ganadería entran a menudo en contacto con especies venenosas y sufren accidentes que pueden provocar lesiones graves o incluso la muerte. Hoy se calcula que cada año se producen entre 1,8 y 2,7 millones de casos humanos de envenenamiento por mordedura de serpiente, con un resultado de entre 81.000 y 138.000 víctimas mortales y 400.000 personas con secuelas físicas y psicológicas permanentes. El mayor impacto ya se produce hoy en Asia, África subsahariana y América Latina.

Por su relevancia para la salud pública, los envenenamientos por mordedura de serpiente han sido incluidas en la lista de enfermedades tropicales desatendidas por la Organización Mundial de la Salud. El envenenamiento por picadura de escorpión es un problema de salud importante en algunas regiones del mundo, que provoca 1,2 millones de casos y más de 3.000 muertes al año, y los envenenamientos por arañas, otros artrópodos y organismos marinos también constituyen un peligro médico./Agencias-PUNTOporPUNTO

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