Oslo

Desde la segunda quincena de este mes de mayo, representantes del gobierno de Nicolás Maduro y de la oposición venezolana se han acercado para buscar un acuerdo de paz, la sede de este nuevo intento de dialogo es Oslo, Noruega. El gobierno noruego buscó y alcanzó este acuerdo entre gobierno y oposición para encontrar una salida negociada entre las partes; las delegaciones de ambos bandos han regresado a Venezuela con la expectativa de que en días próximos regresen a la capital del país escandinavo. Tanto Nicolás Maduro como Juan Guaidó, líder opositor, reconocieron a Noruega el esfuerzo.

A inicios de febrero pasado México y Uruguay hicieron un llamado al dialogo mediante lo que se denominó el “Mecanismo de Montevideo”, el cual fue bien recibido por Maduro pero no así por Guaidó, ya que los países convocantes reconocían a Maduro como presidente de Venezuela. Desde 2014 se han generado al menos cuatro intentos previos para alcanzar una solución a la crisis política venezolana, la cual se agravó con la reelección de Maduro en mayo de 2018.

El 30 de abril de este año Juan Guaidó encabezó una movilización nacional a la cual llamó “Operación libertad”, que tenía por objetivo alentar a mandos militares a revelarse al gobierno de Maduro, sin embargo, a pesar de las horas de tensión que esta movilización provocó, no obtuvo el respaldo suficiente y la mayor parte de mandos militares se declararon leales al régimen chavista. El pasado 20 de mayo Nicolás Maduro anunció que podrían adelantarse las elecciones para renovar la Asamblea Nacional, parlamento que la oposición domina desde 2015; esto último representaría culminar anticipadamente la representación de la Asamblea que concluye en 2020. En efecto, ambos extremos han llevado las situaciones al límite.

No es ningún secreto que Estados Unidos, Rusia y China tienen fuertes intereses en este conflicto, sería ingenuo pensar que solo se trata de un problema doméstico, por tanto, no es un asunto que se reduce a buenos contra malos; es a todas luces un problema geopolítico en el que la población civil está pagando los costos de manera insolvente. El caso de Venezuela hace evidente el reacomodo de las potencias económicas que buscan imponer su hegemonía en determinadas regiones,; no es por tanto una guerra del comunismo contra el capitalismo, no es una confrontación ideológica, son intereses económicos contrapuestos. Es evidente que Rusia y China se encuentran de lado de Nicolás Maduro, mientras que Estados Unidos apoya a Guaidó.

En este contexto aparece la invitación al dialogo hecha por Noruega, país que tiene una tradición y buena reputación en lo que a mediación y acuerdos de paz se refiere; éste país ha sido facilitador en conflictos en Asia, África y Medio Oriente.

La oposición acude a Oslo con la idea de que haya elecciones presidenciales para sustituir a Maduro, mientras que el mandatario venezolano espera que se le reconozca como único mandatario y se realice la renovación del parlamento venezolano; dos posiciones irreductibles; sin embargo es deseable que se alcancen acuerdos neutrales que contribuyan a estabilizar al país caribeño e inicie su recuperación económica, social y política, en favor de los civiles. En caso contrario continuará la polarización, la violencia y la migración, que puede extenderse a países de la región.

Sin duda, Oslo vale una oración.

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