NIÑOS viven entre la VIOLENCIA en AYAHUALTEMPA

Una frontera invisible mantiene sitiados a los habitantes de la comunidad indígena nahua de Ayahualtempa, en el estado de Guerrero.

Los niños indígenas de Ayahualtempa no pueden salir de su comunidad por temor a ser secuestrados por los grupos del crimen organizado que controlan la región y están en conflicto con la policía comunitaria que rige su pueblo, situación que los ha llevado a dejar la escuela y a tomar las armas

  • Una frontera invisible mantiene sitiados a los habitantes de la comunidad indígena nahua de Ayahualtempa, en el estado de Guerrero.
  • Para los niños que viven en ese pueblo, traspasar esa línea se ha convertido en una cuestión de vida o muerte.
  • Esa es la razón por la que Luis Gustavo abandonó la escuela en este ciclo escolar 2019-2020.
  • También fue la causa por la que decidió aprender a manejar las armas, ponerse una playera verde militar y usar un pañuelo rojo para cubrir su rostro infantil
  • Tiene 13 años y cursaba el primer grado de educación secundaria en el poblado vecino de Hueycantenango.
  • Ambas poblaciones están aproximadamente a 1.4 kilómetros de distancia. Las dos pertenecen al municipio de José Joaquín de Herrera, en la zona centro de Guerrero.
  • Están a tres horas de Chilpancingo, la capital del estado. En medio se encuentra Chilapa, uno de los municipios más violentos del país, con una alta incidencia en homicidios y desapariciones.
  • Pero entre Ayahualtempa y Hueycantenango existe un conflicto añejo que se ha agravado en los últimos meses.
  • Ayahualtempa es una de las 16 comunidades de la zona centro de Guerrero donde la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Pueblos Fundadores, conocida como la CRAC-PF, imparte justicia.

Para llegar hay que recorrer un camino lleno de curvas. Como bienvenida, un letrero en un árbol de plátanos advierte que es territorio comunitario.

Mientras que Hueycantenango está bajo dominio de Los Ardillos, el grupo criminal que ha sometido a la región. Su poder es tanto que incluso tiene su propia policía.

En Ayahualtempa advierten el peligro de entrar a las comunidades que no forman parte de la CRAC-PF, en especial de Hueycantenango.

Por ello, en agosto del año pasado, Luis Gustavo fue entrenado durante 15 días por la CRAC-PF.

Él, junto con su hermano Gerardo de 17, fueron de los primeros niños del pueblo en ser adiestrados. Luego, otros más se unieron.

  • “Primero fueron como 6, ya de ahí empezaron a ir más chamaquitos, pero ya nomás sus 15 días y se terminó. Ya de ahí otra vez empezó en enero, entonces empezamos a entrenar”, cuenta el hermano menor.
  • El 22 de enero del 2020, Ayahualtempa sorprendió al país al presentar a 19 niños indígenas menores de edad armados con escopetas y palos, el más pequeño tenía 6 años. Ahí estaban Luis Gustavo y Gerardo.

Fue una protesta y un grito de auxilio contra la masacre de 10 músicos indígenas nahuas emboscados por el grupo autodefensa de Los Ardillos días antes en la comunidad de Mexcalcingo, en el municipio de Chilapa.

Uno incluso tenía 15 años. Según las notas periodísticas de los medios locales, fueron asesinados y calcinados.

VIVIR ENTRE LA VIOLENCIA EN AYAHUALTEMPA

A Luis Gustavo y a su hermano, la invitación a ser entrenados vino de su padre, Luis Morales, quien es policía comunitario en Ayahualtempa, luego del asesinato de uno de sus familiares en la cabecera de José Joaquín de Herrera.

  • En los entrenamientos, los niños repasan las posiciones de tiro y las presentaciones. En ocasiones acompañan a los policías adultos a dar recorridos por el pueblo.
  • Solo los mayores han tomado las armas: unas viejas escopetas de madera. Los más pequeños aprenden con palos.
  • Luis Gustavo no es el de mayor edad, ni el más alto, pero es quien da las órdenes a los niños cuando entrenan. Dice que no sabe por qué lo escogieron.
  • “¡Firmes, ya!, ¡Armas al hombro, ya!, ¡Firmes, ya!, ¡Enraizar armas, ya!”, son algunas de las indicaciones que da en voz alta a un grupo de 8 niños en las canchas de basquetbol del pueblo, donde acuden a jugar por las tardes después de que vuelven de la escuela o del campo.
  • Los aprendices forman una hilera uno a lado del otro. Todos visten playeras verde militar desgastadas que les quedan holgadas y que en la parte de la espalda, con letras amarillas, traen marcadas las siglas de la CRAC-PF.
  • También usan pantalón de mezclilla y solo dos de ellos calzan tenis, los demás usan huaraches y cubren su rostro con pañuelos.

Para Luis Gustavo la decisión de seguir el consejo de su padre tuvo un costo: se vio obligado a dejar la escuela.

A la fecha, ninguno de los hermanos estudia porque en la comunidad solo hay preescolar y primaria.

Para ir a la secundaria o al bachillerato tienen que desplazarse a las comunidades vecinas, pero no lo hacen por los riesgos que implica salir.

“Como nos metimos en la policía comunitaria nos pueden investigar y fácil nos pueden sacar si vamos para allá”, dice.

Para ir a clase tenía que caminar como 30 minutos y parte de ese recorrido se hacía en Hueycantenango, la zona rival.

Dejamos de estudiar cuando detrás de la secundaria mataron a un señor, también porque luego entraba gente extraña a la escuela y andaban investigando de dónde somos, o de quiénes somos hijos. Si somos de comunitarios a lo mejor nos iban a secuestrar, por eso dejamos de estudiar

“Nos andan espiando quién sabe por qué, porque nosotros no les hicimos nada, nada más porque por nosotros no pueden entrar aquí en Ayahualtempa, no pueden venir aquí a controlar el pueblo”, relata su hermano Gerardo./REPORTE INDIGO-PUNTOporPUNTO

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