Combate al CORONAVIRUS ha hecho estragos en el PERSONAL MÉDICO

Estrés, ansiedad, desesperanza y culpas son parte del desgaste emocional y fÍsico que viven a diario.

El Covid los ‘quema’

La epidemia de Covid-19 también ha impactado emocionalmente a los trabajadores de la salud que atienden a las personas contagiadas.

  • En los últimos tres meses de la emergencia sanitaria, mil 92 profesionales han sido detectados con burnout (síndrome de «estar quemado» laboralmente) y fatiga por compasión, según la Secretaría de Salud (Ssa).
  • Es decir, con desgaste emocional y físico asociado al estrés crónico en el trabajo, sentimientos de miedo, ansiedad, estrés, desesperanza o culpa por no poder salvar a algunos pacientes.
  • Para detectar estos problemas y atenderlos, la Ssa en conjunto con el Instituto Nacional de Psiquiatría y la Facultad de Psicología de la UNAM diseñaron el Cuestionario para la Detección de Riesgos a la Salud Mental Covid-19, un tamizaje en línea que evalúa a población abierta y trabajadores de la salud.
  • Al 16 de junio, 11 mil 212 profesionales sanitarios habían respondido el cuestionario, de los cuales mil 92 fueron detectados con burnout y fatiga por compasión. De estos, sólo 330 aceptaron recibir atención en clínicas virtuales de salud mental.
  • «No todos solicitan la atención. Ha sido un tema, pero es algo que sí se ha descrito en otros países también. El personal de salud, pese a que pueda reconocer que tiene problemas de salud mental, no se atiende y es por una razón: están cansados.
  • «Lo que quieren, a veces, no es atención, sino descansar. Muchas veces es posterior a las pandemias cuando empieza la demanda por la atención en salud mental», explica Lorena Rodríguez Bores, secretaria del Consejo Nacional de Salud Mental.

En entrevista, detalla que es necesario atender la salud mental de los profesionales sanitarios siempre, pero sobre todo durante una contingencia.

  • «Son la primera línea de fuego. Si no ponemos atención en su salud mental y física, es un riesgo de colapso del sistema (sanitario)».
  • Indica que, además del personal directamente afectado por la infección, otros trabajadores se enfrentan a un riesgo de colapso físico y mental, lo que debe prevenirse y atenderse.
  • «Si yo tengo a mi personal en el mejor estado o en lo más óptimo posible durante una emergencia, puedo abonar a que haya una atención de calidad».
  • Silvia Morales Chainé, coordinadora de Centros de Formación y Servicios Psicológicos de la Facultad de Psicología de la UNAM, explica que al personal médico le afecta vivir muertes constantes, tanto de pacientes como de colegas.
  • «También tenemos altos índices de tristeza profunda, ansiedad generalizada, estrés agudo», dice.

El IMSS informó que ha otorgado 29 mil 990 días de incapacidad temporal a mil 474 profesionales de la salud que han solicitado permisos de trabajo tras presentar, principalmente, trastorno mixto de ansiedad y depresión, y trastorno de pánico.

Agregó que Jalisco es el estado con más incapacidades a profesionales de la salud, seguido de Baja California y Chihuahua.

Ve morir a dos pacientes en un día

El estrés de trabajar en un área Covid, las agotadoras jornadas y ver morir hasta a dos pacientes en un mismo día han causado estragos en Adriana, una enfermera del Hospital Fernando Quiroz del ISSSTE.

En los 8 años que lleva de carrera, asegura, únicamente se había enfrentado al fallecimiento de un paciente.

Ahora, por la pandemia de Covid-19, vive estas pérdidas con mayor frecuencia.

«En mi experiencia laboral, desde que empecé, había tenido sólo un deceso en mi carrera, y ahorita, perder a dos personas en un día, pues sí significa mucho. Es difícil y he soñado con ellos, con mis pacientes. Mi mamá me ha dicho que hablo dormida de mi ‘covitario’ (zona del hospital dedicada a enfermos de Covid)», señala.

La enfermera considera que por el exceso de trabajo los profesionales de la salud no han podido asimilar todavía lo que viven a diario.

«El trabajo nos lo traemos a casa y no es por escrito, lo traemos en nuestra cabeza, porque son personas, son vidas. Yo siempre he dicho: un contador se puede equivocar, un diseñador de modas se puede equivocar, cualquier persona se puede equivocar, pero uno no se puede equivocar porque, finalmente, pierdes a un ser humano, pierdes a un hijo, a un abuelo, pierdes a un padre de familia que es el sustento de varias personas», expone.

Asegura que todo el equipo médico se esfuerza y da lo mejor de sí, por lo que han logrado dar de alta a varios pacientes contagiados, pero también han perdido a muchos.

  • «Te dices: ‘en un solo día he perdido a dos personas’. Te preguntas: ‘¿qué hice mal, en qué estoy fallando?’. Y aunque ves las tomografías, los resultados de laboratorio, las resonancias magnéticas, y sabes que tu paciente ya estaba mal, siempre te preguntas ‘¿qué más pude haber hecho yo?’.
  • «Son personas jóvenes que se nos han ido, son personas adultas que se han ido, y son pérdidas que se quedan en ti, que te van a quedar para siempre. Son huellas, son cicatrices», indica.
  • La enfermera señala que implementa medidas sencillas de autocuidado para ayudarse, pero todavía no recibe apoyo emocional.
  • «En las noches juego con mis pelotas de estrés, me estoy vitaminando. Cuando descanso, estoy durmiendo un poco más de mi horario, porque es agotador el estrés. Trato de alimentarme bien, me distraigo con otras cosas, cero relacionadas con el trabajo, trato de no agarrar tanto la computadora o el celular, de no leer noticias que sean impactantes».
  • «Son personas jóvenes que se nos han ido, son personas adultas que se han ido, y son pérdidas que se quedan en ti…».
  • ‘Dios me confundió con Rambo’

«Me dicen que Dios le da sus batallas a los mejores soldados. Les digo: ‘no, pues me confundió con Rambo’. Qué va a ser, qué va a ser, si estoy hecha pedazos».

Con esta frase, la enfermera Isabel Ornelas hace referencia a lo que ha vivido durante la pandemia de Covid-19 en México.

Además de atender a pacientes graves con esta enfermedad durante tres meses, del cansancio, de trabajar como suplente por un salario de 2 mil pesos quincenales, a veces sin la protección adecuada, se enfrentó a la muerte de su hermana.

Con 48 años, Gabriela Ornelas falleció el 31 de mayo por Covid-19. Ella era médica urgencióloga en el hospital del IMSS de Uruapan, Michoacán. Dejó una hija de 16 años, de la que ahora se harán cargo su abuela, de 80 años, y su tía.

Desde entonces, la enfermera Isabel enfrenta el duelo que le generó esta pérdida y la presión de su familia que, temerosa de que ella también se contagie en el hospital del ISSSTE donde laboraba, le pidió que pausara su trabajo en esa unidad médica.

«Mi mamá es una mujer muy fuerte, pero ahorita está mal y tiene mucho miedo. Diario, diario, me dice: ‘hija, ¿te estás cuidando? Júrame que sí te estás cuidando, porque no aguantaría yo dos muertes de mis hijas’. Mi mamá da por hecho que, si me contagio, me moriría. Es su miedo».

Ante esta situación, Isabel decidió pausar su trabajo en el hospital y ahora cuida a adultos mayores a domicilio. Sin embargo, enfrenta también la pena de dejar de hacer lo que más le gusta en momentos en los que, considera, más debería ayudar.

  • «Si fuese sola, yo con gusto seguiría. Me da mucha tristeza porque me encanta mi trabajo en el hospital, pero no puedo tener llorando a mi mamá, no puedo tener a mi sobrina diciéndome: ‘tía, es que, si tú me faltas, qué voy a hacer'», indica Isabel.
  • «Mi familia no ocupa una ‘héroe’, ocupa una madre, y he decidido dejar por ahora el hospital Covid», agrega.

La enfermera, de 42 años, reconoce que también necesita terminar de elaborar el duelo por su hermana, pues le sigue afectando que no le permitieron cuidarla cuando estuvo hospitalizada.

  • «Yo pedí permiso, porque yo estoy preparada para esto, pero como son diferentes instituciones (de salud), no me otorgaron el permiso de ir a cuidarla yo y no la vi. Nunca imaginé que fuera ella a morirse primero.
  • «Era de esas hermanas que son las mejores hermanas, las mejores tías. De ésas que son generosas. No porque haya fallecido, en verdad. De ésas que les hablas: ‘me siento mal'», recuerda.

Aunque dejó el hospital por ahora, Isabel continúa con jornadas de hasta 36 horas continuas cuidando a personas a domicilio. Pese a todo lo que está viviendo, tiene un objetivo claro: trabajar y ahorrar para poder inscribir a la mayor de sus tres hijas «en una buena universidad».

«Esta pandemia nos va a dejar muy marcados, pero la verdad es que la vida ya me ha arrastrado así, recio, pero no me ha acabado. ¿Por qué? Porque tengo que trabajar por las chiquillas», afirma./REVISTA FORMA Y FONDO-PUNTOporPUNTO

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