DESALAR el AGUA de MAR una opción que puede FRENAR el ESTRÉS HÍDRICO del PAÍS

México se seca y el pronóstico en los últimos años no es alentador. Más del 60 por ciento del territorio mexicano ya sufre algún grado de sequía, mientras que la mayoría de los acuíferos están comprometidos o, en el peor de los casos, están a un paso de extinguirse.

  • A pesar de este escenario, el Gobierno federal no ha logrado encontrar una solución a la escasez de agua que padecen millones de personas en el territorio nacional, un problema que además se ha agravado por la falta de precipitaciones y sobreexplotación de mantos acuíferos.
  • Mientras que las campañas de concientización y los llamados a la población para ahorrar el agua poco han servido en los últimos años, por lo que se han buscado otras alternativas que no han prosperado.

Por ello, la idea de transformar el agua de mar en agua potable gana cada vez más terreno. Se trata de un proyecto que, hasta hace poco, parecía inviable debido a la extensión del país y al alto costo de su implementación; sin embargo, la falta de lluvias y la escasa recarga de los cuerpos de agua han llevado a que esta propuesta sea cada vez más considerada.

  • Paradójicamente, otros países con menos recursos hídricos han logrado superar este problema, como es el caso de Israel que hace unas décadas enfrentaba la llamada “hora cero” para abastecer de agua a los diez millones de personas que actualmente habitan esa región del mundo.
  • Para enfrentar este escenario, el gobierno de este país puso en marcha un plan que constaba de construir varias plantas desalinizadoras para frenar la escasez de agua que ya padecía. A través de alta tecnología y una inversión millonaria en infraestructura hídrica, el gobierno israelí logró extraer agua del mar para convertirla en agua potable a gran escala.

Con una superficie similar a la del estado de Hidalgo, en México, Israel superó la crisis hídrica gracias a un plan integral que incluyó la construcción de cinco plantas desalinizadoras, el desarrollo de sistemas de riego por goteo y la reutilización de más del 90 por ciento de sus aguas residuales tratadas, principalmente en la agricultura.

Los datos hablan por sí solos: estas plantas desaladoras, además de otros esquemas de reutilización, lograron producir actualmente 2.4 mil millones de metros cúbicos de agua al año, lo que frenó de tajó la escasez de agua que padecían los habitantes de Israel.

En contraste, México apenas comienza a explorar esta opción. A pesar de contar con más de 11 mil kilómetros de litoral, las plantas de desalinización operativas en el país son limitadas y se concentran principalmente en Baja California Sur y algunas zonas de Sonora.

Sorek, la planta que lo cambió todo 

Reporte Indigo visitó Sorek, una de las plantas desalinizadoras de Israel, por invitación de la embajada de ese país en México. Hasta hace unos años, esta planta fue la más grande del mundo.

  • Una empresa que surgió a raíz de la crisis hídrica en un país que, hasta hace unos años, dependía del agua subterránea y de las lluvias, las cuales son escasas en esta región del mundo.
  • Desde Rishon Le Zion, al sur de Tel Aviv, Mark Damatov, director financiero de la planta desalinizadora de Sorek aseguró que el gobierno de Israel tomó una decisión crítica: construir cinco plantas desalinizadoras en un plazo de diez años o de lo contrario se quedarían sin agua potable.

“Israel es líder mundial en reutilización de aguas residuales, con un porcentaje cercano al 95 por ciento de uso secundario. No existe otro país con una política tan avanzada en este rubro, por eso es tan importante lo que hicimos aquí”, explicó Mark Damatov.

El directivo presumió que esta tecnología le permitió a Israel convertirse en una superpotencia del agua, pues recicla más del 75 por ciento de aguas residuales, la cual se va principalmente para uso agrícola mediante tuberías de diferentes colores, además de que se ha priorizado un autoconsumo responsable.

  • Los datos oficiales de esta planta revelan que Israel produce más de 2.4 billones de metros cúbicos de agua al año, los cuales se distribuyen en un 34 por ciento a los hogares de este país, un 5 por ciento se va a la industria y el resto se redistribuye a la agricultura (25 por ciento con agua dulce y 30 por ciento con agua reutilizada).
  • A través del método de ósmosis a la inversa, esta planta desalinizadora —que se ubica a menos de 20 kilómetros de la ciudad de Tel Aviv, en Israel— produce 640 mil metros cúbicos de agua al día, cuya capacidad se busca incrementar en los próximos años.

En este lugar, que abarca cientos de hectáreas, solo operan 50 trabajadores encargados de monitorear que el estado del agua potable sea óptimo para el consumo humano y que no existan fuentes de contaminación externa.

Si bien los impactos ambientales existen por la extracción de agua de mar, el directivo precisó que se busca constantemente hacer esta desalinizadora más sostenible, una obra que consume entre el tres y cuatro por ciento de la energía total del país.

“Este ambicioso plan ha sido considerado un modelo internacional. La misma empresa que construyó Sorek también desarrolló una planta similar en California, Estados Unidos. Se trata de una verdadera revolución tecnológica y logística en capacidad de tratamiento y uso del agua”, sostuvo.

Una planta desalinizadora que, paralelamente, cuenta con varias estructuras para almacenar el agua. Por un lado, están los estanques que reciben el líquido aún con restos de arena, y por otro, los que filtran el agua mediante diversos mecanismos tecnológicos.

¿Cómo es autosostenible?

Este modelo financiero se encuentra basado en asociaciones público-privadas que fue acompañado de tecnología, donde Israel se comprometió a invertir miles de millones de dólares para revertir uno de sus mayores desafíos históricos: el abasto de agua.

  • Y es que cada planta desalinizadora representa una inversión aproximada de 500 millones de dólares y cuyo esquema de financiamiento funciona bajo licitaciones internacionales: el gobierno israelí aporta un 20 por ciento como pago anticipado y la empresa ganadora cubre el resto mediante créditos bancarios.
  • A cambio, el Estado paga una tarifa mensual fija que cubre tanto el financiamiento como el costo de producción del agua. Para los consumidores, el precio del agua varía según las condiciones del contrato.

Por ejemplo, el costo mínimo estimado es de 0.05 dólares por litro; sin embargo, en algunos casos —considerando operación, mantenimiento y financiamiento— puede alcanzar hasta 2.2 dólares por litro.

En tanto, a mediano plazo, el gobierno de Israel ya proyecta una nueva ronda de licitaciones para ampliar sus instalaciones más antiguas y construir una planta adicional con capacidad de 400 millones de metros cúbicos anuales.

México paga el costo de no planear

Sobre la viabilidad de instalar una o más plantas desalinizadoras en México a este nivel, José Luis Luege Tamargo, exdirector de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), señaló a este diario que es totalmente factible aprovechar la desalinización, considerando los miles de kilómetros de litoral, particularmente en el Golfo de México.

  • El exfuncionario federal precisó que en la mayoría de los países que se encuentran en Medio Oriente obtienen el agua potable precisamente de procesos de desalinización y que se trata de un proyecto técnicamente superado.
  • “Había dos barreras principales que ya fueron superadas: por un lado, la potencia requerida para la ultrafiltración era muy costosa, hasta diez veces más que extraer agua del subsuelo; pero que en los últimos años, la tecnología de materiales ha abaratado estos procesos”, indicó.

Luege Tamargo explicó que a nivel nacional existen plantas que ya realizan este tipo de conversión del agua, aunque a un nivel menor y advirtió que en temas de reciclaje de aguas negras el país va en reversa.

¿Cuántas desaladoras operan en México?

En la actualidad, se estima que operan alrededor de 20 plantas desaladoras particulares en la República Mexicana, las cuales se ubican en los estados de Quintana Roo, Baja California y Sonora para usos exclusivamente industriales y agrícolas.

  • Mientras tanto, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ha clausurado varias plantas desaladoras en los últimos años por incumplir con los permisos necesarios y estudios de impacto ambiental.
  • De acuerdo con especialistas en suministro de agua, los principales obstáculos para operar una planta de este tipo en México son los altos costos de inversión que se requieren y la normatividad vigente sobre el uso del agua.

Del desierto a la eficiencia hídrica

A la par, Israel también lleva a cabo uno de los proyectos más ambiciosos de su historia en materia de gestión hídrica: una planta de tratamiento de aguas residuales de alta tecnología que conectará a Jerusalén y Jerusalén Oriental con el Valle del Mar Muerto.

Con una inversión estimada en 350 millones de dólares, este sistema busca transformar aguas residuales en una fuente segura para riego agrícola, así como generará energía hidroeléctrica. Algo que hasta el momento tampoco se ha hecho en México.

  • Mario Idan, gerente del proyecto, explicó que la planta inició su planeación hace cuatro años y ya lleva dos en etapa de construcción, cuyo objetivo principal es recolectar y tratar todas las aguas hervidas de la capital israelí.
  • Esto a través de una tubería de 30 kilómetros de longitud, que desciende desde los 600 metros sobre el nivel del mar en Jerusalén hasta una zona por debajo del nivel del mar en el valle.

Evolucionan sistema

Inicialmente, en la zona existía una planta extensiva sin tratamiento biológico, basada en piletas de oxidación. Actualmente el enfoque ha cambiado radicalmente: el nuevo sistema incluye tecnologías de lodos activados, tratamiento secundario y sedimentación, además de módulos móviles que permiten operar con precisión sobre el flujo y profundidad del agua.

“La planta ocupa un área de 50 hectáreas. Inicialmente trataba 24 mil metros cúbicos de agua al día, ahora procesa 30 mil, y se proyecta que llegue a los 100 mil metros cúbicos diarios”, precisó desde el centro de operaciones de esta construcción.

Además uno de los componentes más innovadores del proyecto es la instalación de una turbina hidroeléctrica —única en su tipo en el mundo— que generará hasta 4 megavatios de energía limpia para el complejo, la cual se fabrica en Austria y que llegará en octubre de este año.

Según Idan, el uso de aguas residuales tratadas para cultivos como tomate o verduras se restringe debido a las regulaciones de tratamiento terciario, pero los dátiles han demostrado ser compatibles con este tipo de riego.

El proyecto contempla ocho líneas de tratamiento, de las cuales dos estarán en operación antes de finalizar el año. Si bien la fase dos estaba programada para marzo de 2025, sufrió retrasos debido al alza de precios y problemas en la cadena de suministros de la guerra que enfrentan actualmente./Agencias-PUNTOporPUNTO

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