En marcha, Brigada de Ajusticiamiento del EPR

Hace tan solo un par de días comenzó la movilización de autoridades hacia el municipio de Cocula, Guerrero, donde se presume podrían estar los restos de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos.
En las últimas horas expertos en medicina forense, peritos, elementos de seguridad federales, estatales y municipales acordonaron una amplia zona del tiradero de basura local, donde podrían haber terminado sus vidas los jóvenes a manos del narcotráfico, en contubernio con el gobierno municipal de Iguala.
No solo ellos acudieron a esta localidad de la Tierra Caliente de Guerrero, también lo hicieron los familiares y pobladores de municipios aledaños, algunos movidos por el morbo, y otros para saber de sus seres queridos.
Pero cuentan las voces de la Tierra Caliente que también se encuentran cerca elementos activos y armados de la Brigada de Ajusticiamiento 26 de septiembre que conformó desde hace unos días la guerrilla del Ejército Popular Revolucionario (EPR).
Estas voces que nos piden guardar el anonimato, aseguran que en cuanto el EPR lanzó la convocatoria para conformar el escuadrón a principios de octubre, jóvenes y campesinos se enrolaron.
Dicen que la Brigada de Ajusticiamiento tiene al menos una veintena de hombres, algunos víctimas de abusos de las autoridades municipales, y otros afectados por las actividades del narcotráfico en la entidad.
Las versiones que circulan entre los lugareños aseguran que estos brigadistas han recibido ya armas, adoctrinamiento guerrillero y entrenamiento básico en movimientos militares.
Por lo pronto, están propagando la idea de que la masacre contra estudiantes de Ayotzinapa es un crimen de Estado; un doble crimen de lesa humanidad por las ejecuciones extrajudiciales y la detención-desaparición forzada por motivos políticos; y un acto múltiple de terrorismo de Estado.
El argumento que pregonan es que existe un montaje mediático para imponer la hipótesis de que este crimen fue obra del «crimen organizado» «que infiltró» a las estructuras policiacas y políticas municipales, pretendiendo eludir la responsabilidad del Estado y diluir esta masacre y detención-desaparición forzada en las miasmas de la «delincuencia organizada».
Advierten que la existencia de la delincuencia organizada es culpa de los gobiernos de todos niveles, y es un cáncer que hay que extirpar,  y eso incluye a los políticos que los encubren.
Para entender lo que puede pasar en las próximas semanas con esta Brigada de Ajusticiamiento creada por la tragedia de Ayotzinapa, es clave leer detenidamente el último párrafo de su más reciente comunicado:
“Que nadie se asuste por la acción popular, este es un pueblo con dignidad y voluntad de combatir. Hoy más que nunca cobra legitimidad la autodefensa popular; que los loables actos de fe hagan comunión con las acciones políticas de masas; si por voluntad del pueblo es necesario que ardan los símbolos de la opresión burguesa, que salten por los aires los símbolos del capital monopolista transnacional, que se derrumben las corruptas instituciones de la democracia burguesa ¡QUE ASÍ SEA!”
PARA EL REGISTRO Con asombro y gusto vemos cómo los videos de celular son ahora una eficaz herramienta para denunciar a policías y funcionarios corruptos. En Cocula, un grupo de periodistas fueron agredidos por personas con toda la finta de delincuentes, quienes los obligaron a detener el vehículo y a gritos y cachazos en la puerta exigieron que bajaran. Los compañeros, por supuesto, no abrieron el auto a estos irracionales vestidos de civil y armados. Ante la denuncia que viralizamos en redes sociales, la Secretaría de Gobernación aclaró que eran elementos de Inteligencia… y de verdad, por más que buscamos, no les vimos la inteligencia por ningún lado *** Ahora resulta que nadie conoce al narco-alcalde José Luis Abarca, pero las redes sociales están inundadas de fotos del socalité de Iguala con la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, con el Jefe de Gobierno del DF, Miguel Mancera, con el político Andrés Manuel López Obrador, bueno, hasta con Enrique Peña Nieto. Una foto no hace una complicidad, pero sí una simpatía. Gracias. Hasta mañana.
 
 

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