En México, más de 2 mil MUERTES por carencias del sector SALUD

En el país, el cáncer infantil es un problema de salud pública, pues representa la principal causa de muerte por enfermedad en personas de entre 5 y 14 años de edad.

En México, más de 2 mil niños y adolescentes mueren cada año por cáncer. A las filas de enfermos se suman entre 5 mil y 6 mil infantes anuales, y menos de la mitad logra acceder a servicios de salud pública. Los menores sin seguridad social dependen del Seguro Popular y la caridad de fundaciones sin fines de lucro. La familia de César, por ejemplo, debe juntar 1 millón de pesos para su trasplante

  • En México, el cáncer infantil es un problema de salud pública, pues representa la principal causa de muerte por enfermedad en personas de entre 5 y 14 años de edad. Al año mueren más de 2 mil 150 niños y adolescentes por esa enfermedad, refieren estadísticas del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y Adolescencia (Censia). De todos los casos de cáncer infantil registrados al año, las leucemias abarcan el 52 por ciento.

Mayoría de enfermos, sin seguridad social

La cobertura pública de atención al cáncer infantil en el país es insuficiente: más del 50 por ciento de la población de menores con dicha enfermedad no tiene asistencia médica pública.

A nivel nacional, México sólo cuenta con 54 Unidades Médicas Acreditadas (UMA) para la atención del cáncer en personas menores de 18 años, indica el Consejo Nacional para la Prevención y el Tratamiento del Cáncer en la Infancia y la Adolescencia (Conacia).

  • Dichas unidades atienden de manera integral a cerca de 2 mil 500 pacientes anuales, cuyo tratamiento está cubierto por el Seguro Popular [ahora en vías de desaparición] y el Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos del Sistema de Protección Social en Salud. No obstante, al año se registran entre 5 mil y 6 mil nuevos casos de cáncer infantil, por lo cual dicha cobertura de 2 mil 500 pacientes resulta exigua.
  • La falta de cobertura social puede determinar que los menores de edad no tengan acceso a los servicios médicos y las medicinas que requieren. El doctor Víctor Manuel Dávila Borja, director del Laboratorio de Oncología Experimental del Instituto Nacional de Pediatría (INP), explica a Contralínea que en el caso del proceso de trasplante de médula ósea, éste puede volverse muy largo por diferentes factores, el principal es que exista un donante.

“Usualmente en quienes se busca que haya esa compatibilidad es en los hermanos o en los padres, y que además no tengan características por ejemplo de haber sufrido algunas infecciones como hepatitis o VIH”. Pero otro factor, admite, es el económico.

Aun cuando al parecer ya existen donadores, la limitante es la falta de recursos: 1 millón de pesos es una cantidad inimaginable para pagar tratamiento, pues como la mayoría de mexicanos se encuentran en situación de pobreza.

De acuerdo con el censo Población de los municipios de México 2010-2030 del Consejo Nacional de Población, hasta 2018 la población de niños y adolescentes del país de entre 0 y 19 años era de 44 millones 697 mil 145, de los cuales 26 millones 493 mil 673 no contaban con ningún tipo de seguridad social, es decir el 59 por ciento de los menores de edad.

Capacidad al límite en el INP

Aunado al escaso número de Unidades Médicas Acreditadas –54– en el país, se suma su propia debilidad institucional: sólo el 28 por ciento de las UMA son funcionales, el 50 por ciento medianamente funcionales y el 15 por ciento tienen baja funcionalidad, señala el estudio Cáncer infantil en México. Situación actual y retos, elaborado por la Secretaría de Salud, la Pan American Health Organization y el Global Center Control.

  • Por ejemplo, en 2018 el Instituto Nacional de Pediatría, que forma parte de las UMA, brindó atención médica a 182 pacientes con cáncer y realizó 32 trasplantes de médula ósea, en comparación con 2017, cuando atendió a 205 pacientes y realizó 28 trasplantes. La atención médica por cáncer al año ha ido disminuyendo en el INP, pues en 2015 se atendieron a 256 pacientes, mientras que para el año pasado sólo a 182, revelan datos de su Agenda estadística 2018.
  • El doctor Dávila Borja, director del Laboratorio de Oncología Experimental del Instituto Nacional de Pediatría (INP), habla de las carencias con las que trabaja el nosocomio público más importante a nivel nacional especializado en la niñez: “No tenemos a nivel de infraestructura la capacidad de atender más allá de estos pacientes; ya estamos en el límite de las propias expectativas”.

En entrevista, el médico refiere que el hospital no cuenta con las camas necesarias para atender a los infantes. Incluso se han adaptado mesas de la cocina para su uso en el laboratorio. El problema del cáncer, señala, es que año con año va en aumento mientras que la infraestructura no.

“Eso es uno de los principales problemas que también enfrenta el país: no es una situación directa del Instituto, porque aunque nosotros queramos recibir más pacientes no tenemos la capacidad”, comenta con preocupación.

  • El presupuesto con el que opera el Instituto también ha disminuido, en 2018 lo hizo con un monto total de 220 millones 121 mil 385 pesos, mientras que en 2019 lo está haciendo con 182 millones 467 mil 417 pesos, es decir, disminuyó el presupuesto en más de 37 millones de pesos. El INP no opera únicamente con dinero público, también recibe donaciones de empresas privadas como farmacéuticas y fundaciones.

En ocasiones éstas patrocinan estudios multicéntricos o desarrollan nuevos fármacos o tratamientos que prueban en pacientes. “Usualmente las compañías cubren todos los gastos del infante cuando se someten a esa opción de tratamiento y también inyectan recursos al Instituto. Entonces esa es otra opción [de financiamiento]”, comenta Dávila Borja.

Fundaciones como Gonzalo Río Arronte, IAP, han donado ambulancias y contribuido con la remodelación de áreas completas, con mobiliario como camas y con equipo de investigación. “En el laboratorio tenemos una plataforma de microarreglos que nos permite analizar la expresión de muchos genes al mismo tiempo, que fue adquirida en 2007 con fondos de la Fundación Río Arronte, estamos hablando de una plataforma que en aquel entonces costaba 15 millones de pesos y hoy más de 50 millones”, externa Dávila Borja.

El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología es otra fuente de recursos públicos del INP en cuanto a la investigación. “Nos ha permitido hacer que en los laboratorios nos enriquezcamos en infraestructura porque con parte del financiamiento que nos dan podemos comprar equipos de punta que, aunque son caros, podemos aspirar a tener cierta cantidad”, dice Dávila Borja.

El director del Laboratorio de Oncología comenta que si bien es cierto que un alto porcentaje de los recursos con los que opera el Instituto son públicos, también se deben tener en cuenta los recursos que genera el propio hospital. “El gobierno mexicano hace un esfuerzo en mantener el sistema de salud pública, desafortunadamente no es suficiente”.

Insuficiencia de medicinas

El sistema de salud pública mexicana no tiene la capacidad de tratar a todas las personas con cáncer ni de cubrir integralmente el tratamiento en infantes. Al respecto el doctor Abelardo Meneses, director general del Instituto Nacional de Cancerología (Incan), comenta a Contralínea que “nunca alguna enfermedad tiene cubierto toda la atención en ninguna parte del mundo”.

En el caso mexicano ni siquiera hay suficientes medicamentos. “El Levetiracetam® [genérico] tiene un costo de 512 pesos y el Corpotasin® de 389, y esos los compramos cada mes.

Por ello, muchos enfermos de cáncer solventan su tratamiento médico con sus propios recursos; pero otros dependen en parte de la caridad. El Directorio de organizaciones de la sociedad civil que apoyan a la infancia y a la adolescencia que padece cáncer en México –publicado por la Secretaría de Salud y por el Censia– refiere que en México existen 56 asociaciones civiles de dicha índole, con distintas sedes en la República. La entidad federativa con más presencia es la Ciudad de México, con cinco; seguida de Baja California y Jalisco, con cuatro cada una; y Puebla y Veracruz, con tres, respectivamente.

  • La asociación civil Banco de Tapitas, AC, es una de ellas y es la que da apoyo a César. Ésta inició sus operaciones en octubre de 2016 en Querétaro, Monterrey y la capital, y ayuda a personas de 0 a 21 años de edad que sufren cáncer y son de escasos recursos.
  • Con donaciones de tapas de plástico de cualquier tamaño, la organización ha podido generar recursos que le han permitido atender a más de 200 personas. Por ser una asociación civil sin fines de lucro, ha llegado a acuerdos con las recicladoras para obtener un mejor precio por kilogramo de tapas. “Si normalmente el pet lo compran a 4.50 o 5 pesos por kilo, a nosotros nos lo compran desde 5.50 hasta 6 pesos; eso quiere decir que una tonelada genera de 5 mil 500 a 6 mil pesos”.

El precio de una sola quimioterapia va de los 2 mil 500 a los 20 mil pesos, comenta Raquel Rangel Reyes, coordinadora de los programas de asistencia del Banco de Tapitas. “Nosotros, para juntar eso, necesitamos de media a 5 toneladas de tapitas: si no tuviéramos a las escuelas o las personas que se han unido, pues qué podríamos hacer”.

Tratamiento psico-oncológico pediátrico, las fallas

A pesar de su importancia médica, en México hay un atraso del sistema de salud respecto del tratamiento psico-oncológico pediátrico: los planes de estudio de las universidades públicas ni siquiera contemplan la especialidad. A esta se accede en campo por dos vías: en el diplomado que brinda el Incan, reconocido y avalado por la experiencia y el tiempo que lleva en la atención especializada; o estudiar en el extranjero, comenta la doctora Andrómeda Valencia.

“Las universidades no forman ni especializan al psicólogo en este campo que es tan importante. Una de las aproximaciones más formales que tenemos en este sentido es el programa de posgrado que se desarrolla en la UNAM, de medicina conductual, dirigido en Ciudad Universitaria por el doctor Juan José Sánchez Rosa y en [la Facultad de Estudios Superiores] Iztacala por el maestro Leonardo Reynoso”, comparte la investigadora del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH).

  • Resultado de ello es que no se tiene el número suficiente de especialistas; existe una sociedad mexicana de psicooncología que trata de reunir a esos profesionales, pero la mayor parte se dedica al trabajo con el paciente adulto, recalca la doctora. Además, agrega, “es muy difícil encontrar que en los hospitales existan plazas o espacios específicos para la contratación de estos especialistas a pesar de que muchos practicantes pudieran estar trabajando sobre el tema. En los espacios hospitalarios todavía no se identifican al ciento por ciento las ventajas de tener un psico-oncólogo pediatra”.
  • En el cáncer infantil, los menores que reciben acompañamiento psicológico desde el inicio del tratamiento tienen una recuperación distinta a aquellos que reciben apoyo emocional al final o en una etapa donde ya no hay la posibilidad de la recuperación de la salud. “El evitar que la depresión sea otro factor emocional que va a alterarlos ayuda mucho a que el sistema inmunológico se recupere y tenga posibilidades de continuar con este proceso de defensa del organismo, entonces el resultado final es mucho más positivo cuando se tiene un acompañamiento psico-oncológico”, dice, con certeza, la investigadora.

En el Incan, en el Hospital 20 de Noviembre, en el Hospital Infantil y en el INP les brindan apoyo psicológico a los pacientes oncológicos menores de edad. “La verdad es que casi no se brinda esta atención y a veces cuando se llega a dar es por solicitud del médico tratante, del oncólogo, pero esto se hace más como una estrategia de apoyo cuando el paciente ha tenido dificultades para dormir o cuando llora mucho durante los tratamientos médicos”, comenta Andrómeda Valencia. “No se hace como un tratamiento preventivo o que acompañe todo el proceso sino cuando hay una complicación que afecta que los médicos puedan llevar a cabo sus actividades”.

Para el doctor José Méndez, coordinador de Psico-Oncología del Hospital Infantil Teletón de Oncología, “hace falta más gente que se dedique a este tipo de actividad, desgraciadamente no todos los hospitales la tienen”. El médico explica a Contralínea que todos los menores con cáncer deben recibir tratamiento psico-oncológico, “por eso los estándares que ahora se proponen son un tratamiento completo, integral, médico, psicológico, social, pues los niños con cáncer cada vez son más, por desgracia, y los psico-oncólogos pediatras máximo deben ser cinco”.

Sólo hay 165 oncólogos pediatras en todo el país

Aunque cada año se suman entre 5 mil y 6 mil menores a las filas de enfermos de cáncer, México sólo cuenta con 165 oncólogos pediatras. El déficit de especialistas abarca todas las ramas: sólo hay 35 hematólogos pediatras, 35 cirujanos oncólogos pediatras, 10 radioterapeutas pediatras y cinco psico-oncólogos pediatras. Para el Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia esto evidencia una clara insuficiencia de médicos.

Al respecto, el doctor Víctor Manuel Dávila Borja, director del Laboratorio de Oncología Experimental del INP, señala: “No tenemos una cantidad suficiente de especialistas que permita atender por número de habitantes el problema de todo el país”.

Esto no sólo influye en la atención, sino sobre todo es un factor que inhibe la detección temprana del cáncer en los menores. El doctor Dávila advierte que la atención no puede quedar en el ámbito del médico general: si éste tiene la sospecha de la existencia de cáncer debe mandarlo de inmediato al especialista; pero en México “sigue siendo una brecha larga”./CONTRALINEA-PUNTOporPUNTO

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