COVID acelera HAMBRUNA en la República; sin Sustento (+)60% de la POBLACIÓN, ven Expertos

En 3 millones 211 mil hogares de México, prácticamente uno de cada 10 que hay en el país, se limitó el acceso a alimentos por falta de dinero o recursos

Las consecuencias de la pandemia ocasionada por el contagio del virus Sars-Cov-2 se han observado en numerosos campos. Sin embargo, uno de los más alarmantes es el aumento de la pobreza alimentaria. El tema fue discutido en la mesa redonda “Pobreza alimentaria ¿El verdadero efecto de la pandemia en México?”, organizada por la Fundación Alsea y que congregó a expertos en el tema.

  • El acceso a la alimentación es una de las dimensiones a través de las cuales se mide la pobreza en México. En el año 2018, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluacion de la Politica de Desarrollo Social (CONEVAL), solamente el 56.5% de la población en México contaba con seguridad alimentaria y dieta diversa. Aunque dicha cifra representó un aumento del 3% con respecto al año 2014, resulta evidente que antes de la pandemia existía una gran cantidad de personas sin esa certeza.

Durante su intervención en la mesa Julio Santaella Castell, presidente de la junta de gobierno del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), señaló que las crisis, como la emergencia sanitaria ocasionada por COVID-19, impactan en mayor medida a la población que cuenta con una menor de red protección y son más vulnerables.

  • Uno de los efectos más evidentes de la pandemia ha sido la cantidad de personas desempleadas. En ese sentido, el INEGI realizó una consulta a diversas empresas, en los meses de abril y mayo de 2020, para determinar el impacto que habían sufrido durante la pandemia. El 93.2% de las empresas encuestadas reconoció haber sido afectada. De igual forma experimentaron una reducción del personal del 44.9%.

Los despidos impactan directamente en el bienestar de los hogares, pues representan las dos terceras partes del ingreso económico mensual de las familias en el país. De igual forma el 10% más pobre de la población en México destina la mitad de su ingreso mensual a la compra de alimentos, bebidas y tabaco. De esa forma, al dejar de percibir un ingreso mensual fijo, las cifras de inseguridad alimentaria podrían aumentar durante, e incluso después de la pandemia.

  • INEGI define a la inseguridad alimentaria como “la disponibilidad limitada o incierta de alimentos nutricionalmente adecuados e inocuos; o la capacidad limitada e incierta de adquirir alimentos adecuados en formas socialmente aceptables”.
  • Hasta 2018, año del último registro, el 30.9% de los hogares del medio rural se identificaron con seguridad alimentaria. Del resto de los hogares, una décima parte se catalogó en el nivel de inseguridad alimentaria grave, el 17.7% moderada y el 40.7% con inseguridad alimentaria leve.

Linah Pohl Alfaro, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), dijo que el hambre en América Latina y el Caribe ha aumentado progresivamente durante los últimos 5 años. Tan sólo en 2019 afectó a 47.7 millones de personas en la región, el equivalente al 7.4%. De acuerdo con dicha tendencia, y considerando las afecciones del COVID-19, podría haber un aumento de 130 millones de personas afectadas por el hambre en el mundo.

  • La región de América Latina y el Caribe, de acuerdo con Pohl Alfaro, es la más cara del mundo para adquirir alimentos sanos y nutritivos y, desde luego, “contrasta con ser la región del mundo más biodiversa”. Ello está relacionado con el contacto indirecto de consumo de las grandes empresas a productores locales, pues los productos encarecen y, la mayoría de la veces, los productores no reciben un pago justo por las materias primas.

Considerando dichos factores, luce complicado conseguir el segundo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, establecidos por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el cual se propone erradicar el hambre en el mundo.

Ivonne Madrid, moderadora de la mesa y directora de la Fundación Alsea, reconoció que el panorama alimentario previo a la pandemia por COVID-19 estaba empeorando. De hecho los efectos de la pandemia pueden “retrasar hasta 13 años el progreso que se había logrado”.

La representante de la FAO recalcó que, además del esfuerzo que se hace a través de sus fundaciones, es necesario el compromiso de las empresas para que sus políticas de consumo se centren en beneficiar a las familias de las regiones locales. De igual forma reconoció que las políticas públicas, como el nuevo etiquetado de productos, así como las medidas tomadas por las autoridades ante la pandemia, como no aumentar las medidas de confinamiento, son medidas que pueden ser benéficas hacia el objetivo de reducir las cifras de inseguridad alimentaria y desnutrición.

Por último, los integrantes de la mesa coincidieron en que es necesario que los gobiernos, la iniciativa privada y la sociedad civil se involucren y unan esfuerzos para disminuir los efectos negativos de la pandemia en materia alimentaria.

En la mesa también participaron el Dr. José Nabor Cruz Marcelo, Secretario Ejecutivo del CONEVAL, así como el Dr. Héctor Nájera Catalán, investigador asociado al Programa Universitario de Estudios de Desarrollo de la UNAM.

Inseguridad alimentaria en casi 60% de los hogares

Los índices de sobrepeso y obesidad continúan en aumento. La prevalencia en niños se incrementó de 35.6 a 38 por ciento y en jóvenes de 38.4 a 44 por ciento. En los adultos se redujo en 1.2 puntos porcentuales, al pasar de 75.2 a 74, reveló la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) Covid-19.

  • Los datos fueron presentados por Teresa Shamah Levy, especialista en salud pública y nutrición del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), quien añadió que cerca de 60 por ciento de los hogares en México se encuentran con algún grado de inseguridad alimentaria y uno de cada cinco casos mostraron grados severos. Es decir “disminuyó la cantidad de alimentos que acostumbran consumir o dejaron de comer todo un día debido a la falta de dinero u otros recursos”, en los tres meses previos a la encuesta que se levantó entre agosto y noviembre pasados.

“Ello muestra que se continuó con un problema de desnutrición infantil, y grave de obesidad y sobrepeso en la población mexicana”, añadió.

Refirió que si bien el impulso de políticas públicas como el impuesto a las bebidas azucaradas o el etiquetado frontal han contribuido a una reducción de 6 por ciento en su consumo, la Ensanut reflejó que aún “más de 90 por ciento de todos los grupos de edad consumen refrescos, pero las frutas y las verduras se consumen en menos de 50 por ciento”.

  • En la presentación del informe Sistemas Alimentarios Sostenibles, la especialista aseveró que a pesar de que México “se encuentra en el camino de contener la epidemia de sobrepeso, hacen falta estrategias enfocadas al sistema alimentario”.

Lisa Grabinsky, coordinadora de sistemas alimentarios de Ethos Laboratorio de Políticas Públicas, indicó que la pandemia fomentó un “círculo vicioso” que involucra desempleo y crisis económica, así como desequilibrios en las cadenas productivas, con inseguridad alimentaria y malnutrición.

Insuficiente el alimento en más de 3 millones de viviendas

En 3 millones 211 mil hogares de México, prácticamente uno de cada 10 que hay en el país, se limitó el acceso a alimentos por falta de dinero o recursos entre mediados de diciembre de 2019 y marzo del año pasado, antes de que se iniciara la crisis por la pandemia de Covid-19, muestran datos del Censo de Población y Vivienda 2020.

Dicha reserva en la adquisición de alimentos llegó a 22.12 por ciento de las familias en Tabasco, 16.89 en Oaxaca y 14.66 por ciento en Guerrero, muestran los datos recopilados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). A escala nacional, en 9.18 por ciento de los hogares la carencia contuvo la alimentación.

Con los niveles más bajos, en Querétaro 5.76 por ciento de los hogares se limitó el acceso a alimentos por falta de recursos; en 6 por ciento de los que había en Nuevo León y en 6.05 por ciento de la Ciudad de México, antes del confinamiento que redujo los espacios de trabajo.

  • A escala nacional 19.26 por ciento de los hogares reportaron que en ellos un adulto comió menos de lo que consideró conveniente; en 8.96 por ciento se sintió hambre, pero no se comió y en 7.19 algún adulto sólo comió una vez al día o dejó de comer en toda esa jornada. En todos los casos se debió a la falta de recursos para adquirir alimentos.
  • La muestra señala que en Tabasco 20.89 por ciento de las familias reportaron que entre sus integrantes algún adulto sintió hambre, pero no comió dadas las carencias reportadas a largo de tres meses; en Guerrero fue 15.06 por ciento y en Oaxaca, 14.26 por ciento, detalló el organismo.

A mediados de febrero, y luego de que se diera a conocer la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del último tramo de 2020, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social reportó que la población con un ingreso laboral inferior al valor de la canasta alimentaria aumentó de 37.3 por ciento en el cuarto trimestre de 2019 a 40.7 por ciento el año pasado.

Eso quiere decir que para cuatro de cada 10 mexicanos los ingresos que se obtienen del trabajo no son suficientes para comer.

Se desata la pesadilla del hambre 

La crisis desatada por la pandemia del nuevo coronavirus amenaza con aumentar el hambre a escala mundial. El pasado otoño, el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas alertó que unas 265 millones de personas están amenazadas por la inseguridad alimentaria, agudizada por las pérdidas de ingresos de las familias, principalmente en
países pobres. Los más vulnerables son los niños.

  • En México, Unicef ha alertado que la llamada carencia alimentaria, es decir, la incapacidad para cubrir una alimentación suficiente y de calidad en el hogar, representa un problema. «Un año después de la pandemia la situación está peor: antes de la pandemia, el 20% de la población sufría carencia alimentaria y ahora hay un 50% con inseguridad alimentaria grave o severa», explica Mauro Brero, jefe de Nutrición de Unicef en México. Además, el 14% de los niños menores de cinco años sufre desnutrición crónica, y el sobrepeso y la obesidad se han incrementado en todas las edades, según el organismo de Naciones Unidas.

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2020 revela que el 8,4% de los niños menores de cinco años sufre sobrepeso, un aumento de dos puntos porcentuales con respecto a los datos de 2018. Además, el 13,9% tiene baja talla y otro 4,4% bajo peso. El 1,5% de ellos padece la llamada emaciación, es decir, que su peso está por debajo de lo
normal y se enfrenta a un riesgo elevado de muerte.

Las familias priorizan la compra de alimentos que quitan el hambre y no los más nutritivos

«La pandemia tiene una estrecha relación con la mala nutrición, sobre todo por la reducción de ingresos y la pérdida de empleos, porque el poder de compra de familias ha bajado y eso aumenta la inseguridad alimentaria. Las familias priorizan la compra de alimentos que quitan el hambre y no los más nutritivos, porque comprar frutas y verduras frescas es más caro que comprar comida ultra procesada», explica Brero.

Niños sufren de hambre

En la Montaña de Guerrero la emergencia sanitaria por covid-19 se vive de forma diferente y los niños son los grandes damnificados.

A diferencia de lo que pasa en las ciudades del país, aquí la preocupación no es usar cubrebocas, gel antibacterial o asistir a las clases a distancia, sino conseguir el sustento familiar.

El rezago social que ya de por sí padece la población infantil indígena, se recrudeció por el hambre y la irrupción del nuevo coronavirus. En la Montaña no hay hospitales, médicos o medicinas.

En esta región las familias se dedican a producir maíz de temporal para autoconsumo, pero recurren al cultivo de amapola ante la falta de opciones de ingreso. Además de tener que conseguir madera o agua en la sierra, los niños apoyan a sus padres en labores del campo para obtener goma de opio.

  • Sin embargo, esta actividad ya tampoco les reditúa a los jornaleros, pues, ante el avance del fentanilo entre los consumidores de Estados Unidos, el precio de la goma de opio se ha desplomado hasta 80% desde 2018.
  • Ha sido una pesadilla para ellos porque nacen con hambre, desnutridos, con los pies desnudos y no hay posibilidades de que se den el lujo de sentarse a estudiar frente a una laptop o un teléfono celular, porque ni siquiera tienen luz en sus casas”, explicó Abel Barrera Hernández, director del Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan, en entrevista.

Además de la presencia de grupos paramilitares, otro estrago son las diásporas: buscando escapar del hambre, el año pasado emigraron más de 15 mil mujeres y hombres hacia los campos de estados como Sinaloa, Zacatecas y Guanajuato, han documentado activistas.

A la población infantil indígena ni siquiera se le observa, el rezago social que ya de por sí padecían se recrudeció por el hambre y la irrupción del nuevo coronavirus desde el año pasado.

Hay regiones del silencio, hay regiones en tinieblas, como en estos 19 municipios marginados que conforman La Montaña de Guerrero.

  • El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó el martes pasado que, por motivos asociados a la pandemia o por falta de recursos económicos, 5.2 millones de estudiantes, entre tres y 29 años no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021 en todo el país.

En los resultados de esta encuesta menciona que, adicional a estos estudiantes afectados por covid o falta de recursos que no concluyeron el ciclo escolar, 3.6 millones no se inscribieron porque “tenían que trabajar”.

La niñez indígena, de acuerdo con los pobladores de esta región, es un punto rojo en el país, que requiere atención emergente, así como funciona el semáforo rojo para alertar sobre el alto contagio de coronavirus. Son menores que viven en comunidades desoladas y devastadas, comenzando por no contar con maíz para siquiera tener una dieta básica.

1 de cada 3 hogares tienen problemas para alimentarse

Por medio del los resultados complementarios del Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI, se indica que en México 1 de cada 3 hogares presenta una carencia de alimentos.

Mexicanos con menos variedad para comer: Durante el Censo de Población de 2020 realizado por el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), se ha publicado qué 29% de los hogares en el país tienen al menos una carencia alimentaria.

  • A esta cifra se suma que el 25.7% de los hogares mencionan que tienen poca variedad en los alimentos que consumen. También se menciona que 17.9 millones de mexicanos comieron menos, ya que su alimentación fue menos de lo indispensable.
  • También se dejó de comer ante carencias de alimentos: Este panorama se acrecentó para 9.9% de hogares del país, pues, no pudieron satisfacer su alimentación diaria como el desayuno, comida o cena. Porcentaje que representa a 8.9 millones de mexicanos.
  • Por último, en el reporte indican que 6.3 millones de personas, lo que equivale a 7.2% de los hogares en México sólo comieron una vez al día, o incluso, no se alimentaron durante el día.

1 de cada 4 hogares reciben apoyo del gobierno: También se indica que al menos 25% de los hogares reciben un tipo de apoyo de los programas que brinda el gobierno, de los cuales, 13% obtienen recursos por jubilación y 6.1% reciben remesas./Agencias-PUNTOporPUNTO

 

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