TEXTO ÍNTEGRO: CATASTROFES NATURALES también generan DAÑOS a la SALUD FÍSICA y MENTAL

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta un 30% de las personas expuestas directamente a desastres de gran magnitud presentan síntomas de TEPT, como ansiedad intensa, insomnio, pesadillas, sobresaltos constantes o evitación de lugares y situaciones que recuerden el evento.

El informe del Observatorio Europeo del Clima y la Salud gestionado por la Comisión Europea y la Agencia Europea del Medio Ambiente estimó que, de 1998 a 2018, entre 1,7 y 10,6 millones de personas desarrollaron algún trastorno mental tras sufrir inundaciones, cifras que incluyen desde síntomas leves de ansiedad hasta cuadros clínicos de trastorno de estrés postraumático.

  • El 29 de octubre de 2024, una dana provocó lluvias torrenciales e inundaciones históricas en la Comunidad Valenciana , causando 228 fallecidos y afectando a más de 300 000 personas.
  • Este suceso ejemplifica cómo los desastres naturales intensificados por el cambio climático pueden impactar profundamente en la percepción y en la salud mental de la población.
  • A través del proyecto “Ecoansiedad percibida tras los efectos de la dana: una respuesta cognitiva y emocional al cambio climático” hemos estudiado el impacto social y psicológico que este fenómeno tuvo en la sociedad española.

La ecoansiedad como Nuevo Desafío Social

  • La ecoansiedad, según la Asociación Estadounidense de Psicología y ecoAmérica , se describe como un “miedo crónico a un desastre ambiental” derivado de la percepción de amenazas reales o anticipadas por el cambio climático.
  • En el ámbito científico, este término se conceptualiza como un constructo multidimensional que incluye componentes cognitivos, como el grado de preocupación, emocionales y somáticos en respuesta al deterioro medioambiental.
  • Según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), tras una catástrofe como la dana, el cambio climático se percibe como un riesgo más presente y relevante, aumentando la preocupación social.

No obstante, los estudios longitudinales indican que este efecto suele disminuir con el tiempo y, si no se refuerza, muchas personas acaban regresando a sus niveles previos de preocupación y comportamiento.

Mujeres jóvenes y valencianas, las Más Vulnerables

En el proyecto hemos analizado los datos recogidos en el Barómetro nº 3 489 (diciembre 2024) y el Estudio nº 3 499 (febrero-marzo 2025) del CIS. Aunque los resultados todavía no están publicados, podemos adelantar algunas de las conclusiones más relevantes.

Uno de los hallazgos más consistentes es el papel de la variable sexo. Las mujeres presentan niveles significativamente más altos de ecoansiedad que los hombres: el 40 % de ellas experimenta un nivel elevado, frente al 28 % de los hombres.

  • Este hallazgo coincide con investigaciones previas que han documentado una mayor sensibilidad emocional y una conciencia ambiental más desarrollada entre las mujeres , posiblemente influenciada por factores culturales, educativos y sociales que promueven un mayor involucramiento en temas ecológicos.
  • La provincia de Valencia concentra el mayor impacto: un 48 % de economía elevada frente al 32 % del resto de España. Diversos estudios han demostrado que las experiencias directas con eventos climáticos extremos pueden actuar como factores que aumentan la conciencia y preocupación ambiental.

Por eso estas personas tienen mayor probabilidad de reconocer la gravedad del cambio climático y apoyar políticas ambientales. Esto se debe al llamado “efecto de proximidad”, en el que la vivencia directa genera una percepción de riesgo más inmediata y emocional.

Educación y Desigualdad: cuando la información protege

  • El nivel educativo actúa como un factor protector moderado: quienes tienen estudios superiores presentan niveles algo menores de ecoansiedad, lo que podría sugerir que una mayor formación académica favorece herramientas cognitivas o informativas que permiten canalizar la preocupación ambiental de manera más equilibrada.

La variable ocupación arroja datos muy reveladores. Las personas desempleadas y aquellas que se dedican a trabajos del hogar presentan los niveles más altos de ecoansiedad cognitiva. En estos grupos, más del 39% se encuentra en el nivel alto.

  • También los jubilados y pensionistas manifiestan una proporción elevada. Esto podría estar relacionado con una sensación de vulnerabilidad económica, menor acceso a medios de adaptación o, en algunos casos, una percepción de impotencia frente al futuro.
  • En cambio, los estudiantes presentan una distribución algo distinta, con aproximadamente el 45% ubicados en el nivel bajo. Esto podría interpretarse como una toma de conciencia activa, pero aún no intensamente ansiosa, posiblemente asociada al carácter formativo y crítico de esta etapa vital.

Una llamada urgente para Nuevas Políticas Públicas

  • Los resultados muestran que el cambio climático no solo transforma los paisajes, sino también las mentes, y que es urgente prepararse para un futuro climático más incierto.
  • Se trata de un fenómeno persistente: incluso seis meses después del evento, la preocupación permanece, lo que plantea retos importantes para la salud mental.
  • El estudio alerta sobre un problema creciente que hasta ahora ha pasado desapercibido en la agenda política: la relación entre cambio climático y la salud mental.

Por tanto, es recomendable crear programas de apoyo psicológico a la población, campañas de educación ambiental y planes territoriales de emergencia, especialmente en zonas geográficas de alto riesgo frente a los efectos del cambio climático.

30% de las personas expuestas a Desastres presentan síntomas de TEPT

  • Los desastres naturales forman parte de la historia de la humanidad y, a pesar de los avances tecnológicos, no pueden prevenirse. Terremotos, huracanes, inundaciones o incendios ocurren sin previo aviso, dejando a su paso pérdidas materiales y humanas.

Más allá de los daños visibles, estos eventos pueden generar secuelas emocionales profundas que afectan la salud mental de las personas y su capacidad para retomar la vida cotidiana.

  • Tras algunos eventos de esta categoría, como los sismos, algunas personas desarrollan estrés postraumático (TEPT), una condición que afecta la forma en que se procesan los recuerdos, las emociones y las reacciones ante estímulos cotidianos.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta un 30% de las personas expuestas directamente a desastres de gran magnitud presentan síntomas de TEPT, como ansiedad intensa, insomnio, pesadillas, sobresaltos constantes o evitación de lugares y situaciones que recuerden el evento.

  • Ansiedad, insomnio o pesadillas son algunos sintiomas del estrés postraumático. En México, el 19 de septiembre es una fecha de memoria colectiva por los terremotos de 1985 y 2017.
  • Aunque para muchos representa un recordatorio de la capacidad de organización y ayuda mutua, para otros es un detonante emocional que revive sensaciones de miedo, impotencia o tristeza.
  • “Reconocer los síntomas es el primer paso para buscar ayuda. El estrés postraumático no es debilidad, sino una respuesta natural del cerebro ante una amenaza extrema”, explicó la Dra. Cynthia Vega, Directora de Relaciones Médicas de PiSA Farmacéutica.
  • “En fechas como el 19S es común que se intensifiquen las emociones, por lo que es recomendable reforzar las redes de apoyo, mantener rutinas saludables y, si es necesario, acudir con un especialista en salud mental”.
  • El abordaje del TEPT incluye terapias psicológicas como la terapia cognitivo-conductual o la terapia de exposición, así como intervenciones médicas cuando los síntomas afectan de forma severa la vida diaria.

La detección temprana puede reducir el riesgo de complicaciones como depresión, consumo problemático de sustancias o aislamiento social.

  • La resiliencia, entendida como la capacidad de adaptarse y recuperarse frente a la adversidad, es una de las fortalezas más visibles en la sociedad mexicana.
  • La solidaridad comunitaria, las brigadas de ayuda y la reconstrucción colectiva son ejemplos de cómo, incluso ante la tragedia, es posible generar vínculos y aprendizajes que fortalecen a las personas y comunidades.³
  • “Así como fortalecemos la infraestructura y los protocolos de seguridad para enfrentar un desastre, debemos también fortalecer nuestras herramientas emocionales.

La salud mental es un componente esencial de la recuperación y merece la misma atención y cuidado que la salud física”, concluyó la Dra. Cynthia Vega, Directora de Relaciones Médicas de PiSA Farmacéutica.

Cada 19 de septiembre, los simulacros y conmemoraciones no solo buscan preparar a la población ante un nuevo sismo, sino también ofrecer un espacio para el acompañamiento emocional y la reflexión sobre la importancia de cuidar la salud mental después de un desastre.

Experimentar sucesivos Desastres Climáticos perjudica la Salud Mental

Amedida que los desastres naturales provocados por el cambio climático se vuelven más frecuentes, es fundamental comprender cómo afectan a la salud mental de las personas, así como identificar cuáles son los factores que incrementan o reducen ese impacto para poder planificar mejor la respuesta social y sanitaria en un mundo cada vez más expuesto a estos fenómenos extremos.

  • Un grupo de investigadores ha analizado cómo evolucionaba la salud mental de personas que habían sufrido daños en sus hogares en Australia a causa de desastres naturales como inundaciones.
  • También incendios forestales o ciclones entre 2009 y 2019, con el objetivo de observar cómo cambiaban los síntomas psicológicos tras experimentar uno o varios desastres, y si el tiempo entre un evento y el siguiente influía en su recuperación emocional.
  • Para realizar esta investigación, que se ha publicado en la revista The Lancet Public Health, utilizaron datos poblacionales a lo largo de una década y compararon la salud mental antes y después de los desastres.

También compararon a las personas afectadas con otras que no habían vivido estos eventos, y analizaron cómo influían distintos factores de riesgo, como la situación económica, la salud previa o el lugar de residencia.

Estar preparados para afrontar Crisis Climáticas reiteradas

Los investigadores comprobaron que cada nuevo desastre tenía un impacto acumulativo sobre la salud mental y que cuanto más seguido se producían los eventos, peores eran sus efectos.

  • De hecho, lo resultados revelaron que las personas que sufrían un segundo desastre sin haber tenido suficiente tiempo para recuperarse del primero (por ejemplo, con solo 1 o 2 años de diferencia), presentaban un mayor deterioro emocional que quienes habían tenido más tiempo entre un evento y otro (3 años o más).

Además, tras un segundo desastre, el proceso de recuperación emocional era más lento, y en algunos casos los afectados no conseguían recuperar su estado previo. El estudio también identificó algunos factores que influyen en la vulnerabilidad.

Así, contar con apoyo social ayudaba a sobrellevar mejor las crisis, mientras que tener enfermedades crónicas, bajos ingresos, o vivir en zonas rurales aumentaba el riesgo de sufrir un mayor impacto psicológico.

  • Los resultados de este estudio confirman que vivir varios desastres climáticos no solo tiene un efecto más perjudicial sobre la salud mental, sino que también puede prolongar el sufrimiento emocional y dificultar la recuperación.
  • Los resultados subrayan la urgente necesidad de tener en cuenta estas experiencias acumuladas en los planes de atención sanitaria, servicios sociales y políticas públicas.
  • Según los autores, no basta con actuar tras un desastre puntual, sino que hay que prepararse para un escenario en el que las crisis climáticas pueden repetirse con frecuencia y afectar de forma desigual a distintas personas y comunidades.

Maria Kangas, directora de la facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad Macquarie, miembro ejecutivo del Smart Green Cities Research Centre y miembro del Lifespan Health and Wellbeing Research Centre (Australia), que no ha participado en el estudio ha destacado en declaraciones a SMC España:

  • “Las principales conclusiones de este estudio indican que la salud mental (que comprende la ansiedad y los síntomas depresivos) disminuyó en el caso de las personas expuestas a dos o más catástrofes sucesivas. La exposición repetida a estos desastres dificultó o retrasó la recuperación.
  • Estas conclusiones concuerdan con otros estudios que indican que los desastres acumulativos, incluidos los factores de estrés vital, pueden agotar las capacidades de resiliencia de las personas cuando se enfrentan a adversidades sucesivas, sobre todo cuando se producen en proximidad temporal e incluyen la pérdida de recursos”.

“Sin embargo, es vital comprender las necesidades holísticas permanentes de estas comunidades. El diseño conjunto de los futuros servicios de apoyo con estas comunidades es esencial para garantizar que los recursos sean adecuados y beneficiosos para las personas y comunidades en situación de riesgo.

  • El impacto financiero de estos desastres (incluida la pérdida de medios de subsistencia y el desplazamiento) tampoco se incluyó en el estudio actual.

Por lo tanto, estos últimos hallazgos atestiguan la necesidad de futuras investigaciones que midan de forma más exhaustiva el impacto total de los fenómenos meteorológicos en combinación con los factores de estrés de la vida cotidiana, ya que los fenómenos relacionados con el clima no se producen en el vacío”, dijo la experta. /PUNTOporPUNTO

Documento Íntegro a Continuación:

Efectos sobre la salud mental _ Observatorio Europeo del Clima y la Salud

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