La pandemia chilanga

Por Carlos A. Ibarra

  • Un millón y medio de empleos podrían perderse mientras algunos capitalinos mantienen la actitud de que “El Coronavirus no existe”
  • 4 mil cincuenta asesorías de la Procuraduría de la Defensa del Trabajo de la CDMX en sólo 16 días
  • 50% Corresponde a Despidos injustificados; 30% a Suspensión de Trabajo sin sueldo. Casi una tercera parte de los afectados es de Clase Media.

Hace unos días una persona, con quien he sostenido una buena amistad durante muchos años, me compartía su profundo rechazo al “Quédate en Casa” por considerar que se ha exagerado el impacto de la pandemia derivada del virus COVID-19, mejor conocido como “Coronavirus”.

Lo que comenzó como una charla irrelevante dio pie a un intercambio de ideas a partir del cual surgieron las razones de tal rechazo… Ni tú ni nadie me va a mantener a mí y a mí familia, ¿o sí? Gruñó, tras recordarme que su ingreso depende totalmente de la actividad comercial a la que se dedica y que se ha visto severamente afectada en los recientes días.

Su caso no es el único. Según cifras del INEGI actualizadas a 2019, en la Ciudad de México hay 456 mil 201 unidades económicas, es decir, establecimientos que van desde pequeñas tiendas hasta grandes fábricas. De este universo, el decreto de emergencia emitido por la Secretaría de Salud y signado por la Presidencia de la República, sólo permite mantener en operación aquellos considerados como esenciales (la lista puede consultarse en la página de la secretaría de salud) en tanto que los no-esenciales, entre los cuales se encuentra el 65 por ciento de los comercios a nivel nacional, deberán mantener cerradas sus puertas al menos hasta finales de mayo.

¿El resultado? Pérdidas de hasta 2 mil millones de pesos al día tan sólo en la capital, según reportes de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo (CANACO-SERVITUR) de la Ciudad de México al pasado 31 de marzo, con el consecuente riesgo de pérdida de un millón 500 mil empleos.

No son datos para tomarse a la ligera. Información proporcionada por la Procuraduría de la Defensa del Trabajo de la Ciudad de México refleja que tan sólo entre el 30 de marzo y 15 de abril pasados, la dependencia otorgó cuatro mil cincuenta asesorías, de las cuales, al menos 50 por ciento corresponde a despidos injustificados; 30% a suspensión de trabajo sin sueldo y, 20% a dudas respecto a si la empresa consultante debe continuar sus operaciones.

El dato más relevante proporcionado por la dependencia es que no sólo la base de la pirámide registra afectaciones, sino que 30 por ciento de los despidos corresponde a la clase media, es decir, personas con ingreso promedio de $11 mil pesos y edades entre 30 y 40 años. Un fenómeno que no se había presentado en la ciudad en crisis anteriores, ni siquiera en la de la década de los ochentas.

Por otra parte, los comerciantes informales capitalinos, que, según datos oficiales proporcionados vía transparencia por la Secretaría de Gobierno local, al año 2015 sumaban por lo menos 105 mil, han reportado disminución de hasta 75 por ciento de sus ventas, sin embargo, al no contar con ahorros que les permitan quedarse en casa durante esta pandemia, se ven obligados a salir a buscar el sustento, junto con profesionales de la salud, policías, operadores de transporte público y trabajadores de las unidades económicas esenciales.

Lo que resulta francamente incomprensible, es la actitud de personas como el improvisado influencer de la Central de Abastos de la CdMx, que hace unos días aseguraba, mediante un video que se hizo viral, que el Coronavirus no existe; que no conocen a ninguna persona contagiada y que quienes creen en eso “son huevones”; o la de 8 mil paisanos que abarrotaron el mercado de pescados y mariscos de “La Nueva Viga” el pasado Viernes Santo; menos aún la de los participantes en decenas de fiestas “privadas”, denunciadas a través de las redes sociales.

Se trata de personas que, en unos días, a causa de su actitud frente al Covid-19, muy probablemente estarán contagiados y contribuirán a saturar el sistema de salud capitalino, pagado, sí, con sus impuestos, pero también con los de todos quienes han tomado en serio La Sana Distancia. Esa es la Pandemia chilanga. Una mezcla temeraria de ignorancia y negación que, de no ser erradicada a tiempo, podría postergar aún más los efectos tanto en la salud como en la economía, de una capital con más de ocho millones de habitantes. El fenómeno dejará una lección, ojalá que menos fuerte que la que recientemente vivieron ciudades de Italia o la propia Nueva York, en Estados Unidos.

Acerca del Autor

Carlos A. Ibarra

Reportero, Doctorando en Comunicación y Mercadotecnia Estratégica en la Universidad Anáhuac México y Maestro en Periodismo y Asuntos Públicos por el CIDE, ha ejercido activamente la labor informativa durante más de 20 años en medios como Televisa, Canal Once y la Agencia Detrás de la Noticia, entre otros. De 2003 a 2005 fue director de la revista “Enlace Eléctrico”, órgano oficial de comunicación de la Asociación Mexicana de Energía Eléctrica. Recientemente se desempeñó como director ejecutivo de Prensa del Gobierno de la Ciudad de México.

Actualmente es director-cofundador de la agencia Omega – Diez, Comunicación y Marketing Digital, además de desempeñarse como académico en la Universidad Anáhuac México.

CONTACTO: [email protected]

Twitter: @CarlosIbarraMSJ

Recibe nuestro boletín informativo, suscríbete usando el formulario