Una “Nueva PANDEMIA no sólo es posible sino que ES PROBABLE”; en el mundo NO ESTAMOS PREPARADOS!!

El director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo que sigue siendo posible que se apruebe en mayo próximo el nuevo tratado internacional sobre pandemias que los países miembros están negociando desde hace dos años.

En todos los ámbitos sanitarios y políticos, nacionales e internacionales, se reconoce que hemos aprendido, avanzado y explorado nuevas formas de luchar contra una pandemia como la de COVID19. La pandemia, como han afirmado líderes desde el Parlamento Europeo (PE), ha provocado una transformación en Europa a favor de la salud en un tiempo récord.

  • Dos informes sobre la pandemia de COVID19 han aparecido en los últimos meses , primero del Parlamento Europeo el pasado septiembre y luego por parte del ministerio de sanidad a finales de año.
  • El informe europeo reunió a expertos de distintos ámbitos, incluyó 3.300 enmiendas, 350 transaccionales y fue aprobado por una amplia mayoría del PE.
  • Europa se preocupaba especialmente de abordar cuatro pilares fundamentales: la salud, la coordinación entre derechos y libertades, el impacto socioeconómico y el papel de la UE en el mundo.

Derivados de estos aspectos mencionados, el informe analiza las cadenas de suministro globales, la producción de vacunas, el almacenamiento estratégico, la inversión en el sector farmacéutico o el enfoque One Health, entre otros asuntos.

  • Por su lado, el informe del ministerio de sanidad se presentó unos meses después, el pasado diciembre. En dicho informe, presentado por la ministra Mónica García, se destaca que una “nueva pandemia no sólo es posible sino que es probable”.
  • De la misma forma, desde el ministerio de sanidad se recuerda la necesidad de la Agencia Estatal de Salud Pública, la misma cuya recomendación urgente se acordó en 2020 en el marco de la subcomisión para la reconstrucción y resiliencia del SNS.

El informe sobre la “evaluación del desempeño del SNS español frente a la pandemia de COVID-19” es un informe necesario que debe ser completado. Con un contenido descriptivo del entorno y los primeros meses de máxima tensión sanitaria y social, el informe menciona el liderazgo y cohesión que llevó a cabo el ministerio de sanidad, aspecto que merece más desarrollo y algo de autocrítica.

  • Para evaluar la actuación de los ministros Salvador Illa (2020) y Carolina Darias (2021 a marzo de 2023) es preciso preguntar a las CC.AA. que trabajaron con ellos, y a las sociedades científicas que se destacaron con sus especialistas y su capacidad de reacción en primera línea, puesta a prueba.

La tensión política dificulta realizar una crítica constructiva y es preciso ser menos complaciente con hechos constatados en relación a la falta de rapidez en la toma de decisiones. Los errores de cálculo y la supuesta coordinación ministerial llevaba a actuar de distinta manera a determinadas CC.AA. con propuestas que no contaban con la evaluación oportuna. Un ejemplo es la primera reacción del ministerio a disponer de test diagnósticos en las farmacias, como ofrecía la profesion farmacéutica y algunas CC.AA. La respuesta del ministerio fue que “es muy complicado”, como afirmó Fernando Simon, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias.

  • La OMS acaba de anunciar que no estamos preparados para una pandemia extrema como la vivida de COVID-19 en estos momentos. España ha aprendido mucho, sus profesionales, las CC.AA., el Gobierno…pero ¿estamos haciendo los deberes? ¿estamos realmente preparados?
  • Ya no es sólo la creación de la Agencia Estatal con años de retraso, sino asegurarse de que tenemos los protocolos, las guías de actuación o, por qué no, una Ley de Pandemias. Tan sólo una CC.AA. aprobó una ley en 2020 para hacer acopio de material sanitario esencial, lo que muestra que la coordinación autonómica saltó por los aires.

Con un nuevo equipo ministerial en 2024 es preciso retomar los deberes dejados de lado por anteriores titulares de sanidad en relación a la preparación, la reserva estratégica y la capacidad de avanzar en asuntos atascados políticamente durante años.

Después de 29 millones de muertos, el mundo parece no haber aprendido nada

El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, se ha ganado la reputación de un disciplinado representante de Naciones Unidas, contenido en las formas y en el lenguaje. Por eso llamó tanto la atención cuando, hace pocos días, describió las negociaciones del nuevo acuerdo multilateral de pandemias como “un torrente de noticias falsas, mentiras y teorías de la conspiración”.

Un potencial fracaso por el que las futuras generaciones “podrían no perdonarnos”. Después de 29 millones de muertos, un trauma generacional y una factura billonaria con la que lidiaremos durante décadas, vino a decir la principal autoridad sanitaria del planeta, la comunidad internacional parece no haber aprendido nada.

  • Cualquier análisis serio de este proceso justifica la alarma de Ghebreyesus. Cuando quedan menos de 16 semanas para la Asamblea Mundial de la Salud que debería aprobar un acuerdo que hasta hace bien poco parecía indiscutible, las diferencias entre países ricos y pobres, la distorsión del contexto geopolítico y la injerencia codiciosa de los intereses privados amenazan con pulverizar dos años de negociaciones y dejar al sistema multilateral inerme ante la próxima pandemia.

Un simple vistazo al cuadro de alertas de ProMED debería ser suficiente para recordarnos lo que está en juego. Este programa de la Sociedad Internacional para las Enfermedades Infecciosas trabaja desde 1994 para calibrar y atajar el riesgo de patógenos emergentes y vectores infecciosos que podrían derivar en problemas mucho mayores.

  • Si consultan la portada de su web verán un mapamundi cuajado de indicadores rojos y naranjas que sugieren que los riesgos sanitarios derivados de virus y bacterias son una amenaza tan real como en febrero de 2020, aunque casi no hablemos de ello. Uno de los mejores indicadores de la fugacidad de las prioridades políticas es que la propia ProMED se las esté viendo y deseando para mantenerse financieramente a flote.
  • Si en los estertores de una pandemia la comunidad internacional no es capaz de entender por qué necesitamos un buen sistema de vigilancia epidemiológica, ¿cómo podemos esperar que se prepare ante otros riesgos sanitarios?
  • Si en los estertores de una pandemia la comunidad internacional no es capaz de entender por qué necesitamos un buen sistema de vigilancia epidemiológica, ¿cómo podemos esperar que se prepare ante otros riesgos sanitarios? Al fin y al cabo, las enfermedades infecciosas no son nuestra única preocupación.

Los fenómenos naturales extremos —como los fuegos descontrolados, las sequías o las inundaciones derivadas del cambio climático—, los conflictos o los accidentes bioquímicos y radioactivos pueden poner contra las cuerdas a los sistemas de salud más sofisticados. Los episodios nucleares, sin ir más lejos, eran propios de una distopía cinematográfica antes de las guerras de Ucrania y Oriente Próximo, pero hoy constituyen un escenario real ante el que estamos obligados a prepararnos de forma muy similar a lo que haríamos frente a otras emergencias sanitarias.

En este contexto, el acuerdo multilateral sobre pandemias contiene una carga simbólica y política que multiplica el valor de sus contenidos. El texto que está siendo negociado cubre un amplio espectro del sistema de preparación y respuesta: desde la vigilancia epidemiológica y los modelos para compartir información hasta la resiliencia de los sistemas de salud, pasando por el acceso a la innovación biotecnológica, la coordinación entre actores público-privados y la comunicación pública. Todos ellos son territorios complejos en los que la comunidad internacional ha demostrado tener un amplísimo margen de mejora.

  • Las principales dificultades para el acuerdo se concentran en dos campos minados de la salud global: el control del conocimiento y el reparto de los recursos disponibles. Para el Sur global, solo será posible corregir las profundas inequidades e ineficiencias de la respuesta a la covid-19 si el Norte facilita la producción distribuida de diagnósticos, tratamientos y vacunas.
  • También si la financiación de cualquier respuesta está basada en el principio de responsabilidades comunes diferenciadas que ya se aplica en otras negociaciones, como las del clima. Para el Norte —y su influyente sector farmacéutico— la reconsideración de las reglas de propiedad intelectual es casi un anatema, tanto como la introducción de compromisos financieros obligatorios.

En 17 países de la OCDE, el esfuerzo presupuestario en salud había caído en 2022 a niveles similares o inferiores a los de 2019

El desinterés de los más ricos por el acuerdo multilateral refleja problemas más profundos. Mientras los expertos producen en cadena informes alertando sobre la posibilidad de nuevos cataclismos sanitarios, el compromiso de los gobiernos con los sistemas de preparación y respuesta parece estar diluyéndose.

En 17 países de la OCDE, el esfuerzo presupuestario en salud había caído en 2022 a niveles similares o inferiores a los de 2019. El nuevo Fondo de Pandemias de la OMS y el Banco Mundial —una de las pocas consecuencias tangibles de esta catástrofe— ha recibido de los donantes solo 1.600 de los 10.000 millones de dólares (unos 9.300 millones de euros) solicitados para un primer esfuerzo relevante de preparación y respuesta en los países de ingreso medio y bajo.

  • Corremos el riesgo de establecer un peligroso precedente. Lo más preocupante de las evaluaciones de la respuesta a la covid-19 en muchos países no es el circo de mentiras, abusos e incompetencias que han ido destapando, sino un sorprendente desinterés por aprender de los errores. Y en esto España no es una excepción.
  • Aunque muy pronto verá la luz la Agencia Estatal de Salud Pública —que debe ordenar las actuaciones de preparación y respuesta, entre otras funciones—, el Gobierno no ha aprobado hasta ahora una Estrategia de Salud Global que determine nuestras prioridades en este debate esencial, como sí han hecho la UE y varios países.

En el Parlamento este asunto parece haber perdido todo sex appeal electoral: de las 459 iniciativas relacionadas con la temática sanitaria en 2023, menos de una decena hacían referencia directa a la preparación frente a futuros riesgos sanitarios. Mientras, la evaluación de la respuesta del Sistema Nacional de Salud ante la pandemia, que fue encargada en 2021 a expertos independientes, tardó un año y medio en llegar y acabó metida en un cajón durante ocho meses, para ser publicada con sordina en diciembre del pasado año sin ninguna consecuencia aparente en el debate público.

  • Ignorar las recomendaciones de este informe sería un error tan grave como tratar de imponer intereses particulares en las negociaciones de un acuerdo multilateral sobre pandemias.
  • En ambos espacios se enfatiza el papel fundamental de los sistemas de salud, empezando por la atención primaria y los servicios de salud pública, y la necesidad de corregir carencias graves en la coordinación administrativa, el flujo de información o el marco institucional y legal.

Se apela a los mecanismos multinacionales, como el Fondo de Pandemias o, en el caso europeo, la nueva Autoridad de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias (HERA). Se enfatiza la necesidad de mecanismos más justos e inteligentes para desarrollar, producir y distribuir vacunas y otros productos esenciales. Y se alerta contra un enfoque parcelado que ignore las profundas imbricaciones entre la salud de las personas, del planeta y de otros seres que habitan en él.

Este no es otro debate plúmbeo sobre un oscuro acuerdo internacional. Tampoco puede ser moneda de cambio en el juego geopolítico. Las negociaciones para regular la respuesta global a una pandemia deberían alimentarse del recuerdo de quienes vimos sufrir y morir. Ese es el rasero que la ciudadanía debe establecer para sus representantes.

Como señalan los autores de una carta firmada por medio centenar de líderes científicos, políticos y sociales alarmados por el estado de las negociaciones, “una nueva amenaza pandémica es inevitable, pero una nueva pandemia no lo es… si actuamos ahora”.

Tratado internacional de pandemias podría aprobarse en mayo

El director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo que sigue siendo posible que se apruebe en mayo próximo el nuevo tratado internacional sobre pandemias que los países miembros están negociando desde hace dos años.

“Hay diferentes intereses, por supuesto, y el proceso es un poco lento, pero al mismo tiempo, creemos que va en la dirección correcta”, comentó el responsable.

La decisión de negociar el primer tratado internacional sobre pandemias de la historia surgió a partir de los fallos que se detectaron durante la emergencia por Covid-19 y de la necesidad de corregirlos para que el mundo esté mejor preparado y protegido -a nivel local, nacional e internacional- en caso de nuevas pandemias.

  • Tedros indicó que se identificaron cuatro “cuestiones problemáticas” que bloquean el avance de las negociaciones, que se encuentra en su fase final.
  • Explicó que para superar esos bloqueos se crearon cuatro grupos de trabajo, entre los cuales mencionó uno dedicado a la producción local y transferencia de tecnología, y otro sobre la repartición de beneficios.

“Creo que en el futuro, dado que se han identificado las áreas prioritarias, se podrá negociar a través de estos grupos de trabajo que representan los diferentes intereses”, explicó.

  • Por ello, a pesar de los retrasos observados en el proceso negociador, dijo que tiene confianza en que se avance lo suficientemente rápido en las próximas semanas y que el tratado esté listo para su revisión y aprobación en la próxima Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2024.

“Claro que hay un pequeño problema de velocidad, pero nuestros miembros dicen que están trabajando duro y que habrá una solución, un término medio que pondrá a los 194 países de acuerdo”, opinó en una reunión con la prensa acreditada ante la ONU en Ginebra.

Las cinco pandemias más letales de la historia de la humanidad

Desde los inicios del turbulento 2020, la ciencia trabaja a contrarreloj en la investigación de la COVID-19. Desde que fue declarada pandemia global por la Organización Mundial de la Salud (OMS), las cifras del coronavirus continuaron en ascenso y transformaron la vida cotidiana de todos los países. Aunque su incidencia a día de hoy ha caído por la vacunación a nivel global, el acumulado de casos desde su origen ronda los 272 millones a nivel global.

Según datos del Ministerio de Sanidad de España y de la publicación digital Our World in data, los fallecidos en España superan los 88 600 y, a nivel mundial, superan los 5.3 millones, Sin embargo, al analizarlas a través de un prisma global, las cifras de la COVID-19 aún están lejos de sus competidores más letales de la historia.

1. La Peste Negra (1347-1351)

La peste negra es considerada la epidemia más devastadora de la historia de la humanidad. El brote repentino de esta enfermedad en el siglo XIV afectó, según estiman modelos de predicción actuales, entre 75 y 200 millones de personas, que traducido a porcentaje representa un 30 y un 60% de la población de Europa.

  • De acuerdo a los datos actuales, el inicio de la pandemia de peste negra tuvo su epicentro en Asia y se extendió a través de las rutas comerciales hacia Europa hasta alcanzar su pico máximo entre 1347 y 1353.
  • Aunque durante siglos se ha culpado de su origen a las ratas, un estudio de 2018 sugirió que se propagó a través de las pulgas y los piojos de las personas.
  • La fiebre, la tos, las manchas en la piel y otros síntomas como la gangrena que dio nombre a la epidemia se extendieron como la pólvora por el norte de África, Asia, Oriente Medio y Europa con una mortalidad muy alta.

Aunque la gravedad de la plaga fue diferente según la zona, los estragos de sus consecuencias a nivel económico, político y social fueron abrumadores, sobre todo cuando la opinión pública comenzó a culpar a los judíos como responsables del envenenamiento de los canales de agua potable.

La medicina de aquella época era aún tan básica que no estaba preparada para investigar la causa de la enfermedad, por lo que los historiadores, médicos y biólogos no hallaron consenso sobre si la raíz de la plaga fue una variante de la peste bubónica u otra enfermedad distinta. A lo largo de los años posteriores, la mayoría de variedades de Yersinia pestis se han encontrado en China, lo que podría indicar que la epidemia se originó en aquella región.

Ahora, un nuevo estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha demostrado que la mortalidad de la peste negra tuvo un impacto muy desigual gracias al análisis del polen fosilizado recogido en Europa. El trabajo, publicado en Nature Ecology and Evolution afirma que la mortalidad no fue tan homogénea como reflejan los libros de historia.

“Hemos descubierto que la considerada peor pandemia de la historia tuvo un impacto devastador en algunas regiones, como Escandinavia o Francia, mientras que en otras, como en Irlanda o la Península Ibérica, el impacto fue mucho más discreto”, afirma Reyes Luelmo, investigadora en el grupo de arqueología medioambiental del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC).

  • A través del estudio del polen, los investigadores han reconstruido la historia del desarrollo de las actividades económicas relacionadas con la agricultura y la ganadería, lo que les ha llevado a conocer la interacción de los humanos con el entorno.
  • “Supuestamente, una epidemia con tal caída demográfica habría provocado por entonces que los bosques se recuperaran ante un menor impacto humano sobre ellos y, en paralelo, que tanto la agricultura como la ganadería sufrieran una notable deceleración o incluso cese absoluto», explica José Antonio López, investigador del Instituto de Historia del CSIC.

Según explican los investigadores, al basarse en el estudio más allá de los datos cuantitativos que normalmente solo reflejan la realidad de las grandes urbes, han constatado las altas tasas de mortalidad en Francia, Escandinavia, Alemania, Grecia e Italia, mientras muchas regiones de Europa Central y Oriental, incluidas la península ibérica e Irlanda, muestra que la actividad agrícola no cesó.

«Las pandemias son fenómenos complejos que tienen historias regionales y locales. Hemos visto esto con la COVID-19, ahora lo hemos demostrado para la peste negra», sostiene Adam Izdebski, del Instituto Max Planck.

2. Viruela (1520)

Bautizada así en honor a las pústulas que provoca en la piel, la viruela fue una pandemia devastadora con una tasa de mortalidad de un 30%, especialmente alta entre niños y bebés. A pesar de que se desconoce su origen, existen evidencias de su existencia en una época muy temprana, ya que se han hallado restos en momias egipcias datadas del siglo III a. C.

  • A través de la historia, la enfermedad se propagó en brotes periódicos y se expandió de forma masiva cuando los conquistadores llegaron al nuevo mundo: según las estimaciones, unas 400 000 personas morían cada año en la Europa del siglo XVIII y un tercio de aquellos que lograban sobrevivir desarrollaba ceguera o quedaban con heridas graves en el rostro.

La OMS declaró su erradicación en 1980, tras diversos esfuerzos por globalizar las campañas de vacunación. Sin embargo, se estima que la viruela mató hasta 300 millones de personas​ solo en el siglo XX y hasta 500 millones en sus últimos 100 años de existencia.

Previo a la aparición de la vacunación, en China se practicaba la inoculación para prevenir la enfermedad al menos desde el siglo X d. C. Siglos más tarde, la experta británica Mary Montagu observó cómo los circasianos que se pinchaban con agujas impregnadas en pus de viruela nunca contraían la enfermedad, lo que significó uno de los mayores aportes sobre la patología en Occidente hasta que el científico Edward Jenner desarrolló la vacuna 90 años más tarde.

Tras las campañas de vacunación el virus quedó erradicado, excepto por las reservas en estado criogénico que todavía quedan en dos laboratorios de Rusia y Estados Unidos. A pesar de que algunos grupos de expertos han solicitado su eliminación para evitar incidentes, no se llevó a cabo por falta de información sobre el virus.

3. La Gripe Española (1918-1919)

Al contrario de lo que puede parecer debido a su nombre, la Gripe Española mató a más de 40 millones de personas en todo el mundo y, pese a su nombre, no se inició en España. Aunque no existe un consenso en cuanto a su origen, muchos científicos sitúan sus primeros casos en Estados Unidos en 1918.

  • En el contexto de una guerra mundial en la que España era neutral, ese Estado no censuró la información sobre la epidemia y sus consecuencias, a diferencia de los países implicados en el conflicto bélico, que eliminaron toda información al respecto con el objetivo de no desmoralizar a las tropas y no mostrar sus puntos más vulnerables al enemigo.

Por tanto, los medios de comunicación españoles fueron los primeros en informar sobre la enfermedad, y además, uno de los países más afectados con 8 millones de personas infectadas y 300 000 personas fallecidas.

“La censura y la falta de recursos evitaron investigar el foco letal del virus. Ahora se sabe que fue causado por un brote de influenza virus A, del subtipo H1N1”, afirma el diario de información sanitaria la Gaceta Médica. “A diferencia de otros virus que afectan básicamente a niños y ancianos, muchas de sus víctimas fueron jóvenes y adultos saludables entre 20 y 40 años, una franja de edad que probablemente no estuvo expuesta al virus durante su niñez y no contaba con inmunidad natural”.

4. Plaga de Justiniano (541-542)

La información sobre las enfermedades del pasado es más desconocida cuanto más retrocedemos en la historia. Sin embargo, existen evidencias que sugieren que la llamada Plaga de Justiniano se encuentra en cuarto lugar entre las más devastadoras, y provocó la muerte de entre 25 y 50 millones de personas. Según las estimaciones demográficas del siglo VI, supuso la muerte de entre el 13 y el 26% de la población.

  • Su origen se remonta al Imperio bizantino en las ratas que viajaban cientos de kilómetros en los barcos mercantes, que navegaban hacia los distintos rincones de Eurasia entre el año 541 y 549. La plaga fue recurrente en las zonas cercanas a los puertos del Mediterráneo hasta aproximadamente el año 750.

Los lugares más aceptados como origen de la pandemia son los enclaves comerciales del este de África, y su causa más aceptada se halla en la bacteria Yersinia pestis, como en el caso posterior de la Peste Negra, aunque proveniente de una cepa diferente. En este caso, su nombre hizo referencia al emperador romano Justiniano I que regía entonces el Imperio bizantino.

5. VIH/SIDA (1981-actualidad)

Desde su aparición en 1976, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ha matado a 32 millones de personas, según la OMS. A día de hoy aún hay entre 31 y 35 millones conviviendo con la enfermedad, sobre todo en África.

Este virus infecta las células del sistema inmunitario, mermando la capacidad del organismo para combatir enfermedades. En las etapas más avanzadas del virus sobreviene el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida o SIDA, que ha tenido un gran impacto en la sociedad no solo a nivel de salud, sino como fuente de discriminación.

“El VIH/sida sigue siendo uno de los problemas de salud pública más graves del mundo, especialmente en los países de ingresos bajos o medios”, afirma la Organización Mundial de la Salud, y continúa: “A mediados de 2017, 20.9 millones de personas estaban recibiendo terapia antirretrovírica en todo el mundo. Sin embargo, solo el 53% de los 36.7 millones de personas que vivían con el VIH estaba recibiendo el tratamiento en 2016 a nivel mundial”.

El medio ambiente, la clave para evitar próximas pandemias

«Conservar la biodiversidad se traduce en preservar las vidas humanas». Así de tajante fue el pasado mes de octubre un grupo de científicos de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES).

Como conclusión de su reciente estudio, alertaron: las mismas fuerzas que impulsan la extinción de especies, la pérdida de hábitat y el cambio climático provocarán más pandemias en el futuro.

«Sin estrategias preventivas, surgirán pandemias con más frecuencia, se propagarán más rápidamente, matarán a más gente y afectarán a la economía global con repercusiones más devastadoras que nunca», concluyen en el informe./Agencias-PUNTOporPUNTO

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