TEXTO ÍNTEGRO: CATÁSTROFES NATURALES elevarán POBREZA EXTREMA por AMÉRICA LATINA

Para evitar las pérdidas relacionadas con los cambios climáticos en marcha, América Latina y el Caribe debería invertir hasta US$18.000 millones adicionales por año, una de las brechas de financiamiento de adaptación más grandes del mundo

Huracanes, sequías, incendios e inundaciones, son cada vez más frecuentes en América Latina y el Caribe. Esta es una de las regiones más vulnerables al poder destructivo de este tipo de fenómenos cada vez más intensos. Si no se toman medidas para frenar la emergencia, hasta 5,8 millones de personas podrían caer en la pobreza extrema como resultado del cambio climático. Y para 2050, más de 17 millones de personas podrían verse obligadas a abandonar sus hogares para escapar de los desastres del clima, según el Banco Mundial.

  • Los organismos financieros multilaterales están al tanto de esas graves situaciones climáticas y están en la búsqueda de soluciones. En sus evaluaciones el BM afirma que estas alteraciones del clima ocasionan costos anuales, solo a causa de las interrupciones en los sistemas de infraestructuras de energía y transporte, equivalentes al 1 % del producto interno bruto regional. Y hasta el 2 % en algunos países de Centroamérica.

“El Banco Mundial ha sido un socio estratégico de la región por muchos años. Y, como parte de nuestro compromiso a largo plazo con el desarrollo sostenible e inclusivo, hemos intensificado nuestro apoyo. Proporcionando alrededor de 4.700 millones de dólares en financiamiento relacionado con el clima durante el último año”, reveló Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del banco para América Latina y el Caribe.

La región es responsable del 8,4 % de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. El sector agrícola, acompañado por los cambios en el uso de la tierra y la deforestación, representa el 47 % de las emisiones. Nivel muy superior al promedio mundial del 19 %.

La energía, el consumo de electricidad y el transporte representan otro 43 % de las emisiones, precisó la institución.

Impacto del cambio climático en América Latina

El cambio climático podría empeorar significativamente las perspectivas económicas a largo plazo y exacerbar las desigualdades en América Latina y el Caribe. Es urgente avanzar hacia una agenda verde ambiciosa e integral para abordar sus consecuencias y mejorar el bienestar de todos.

  • Una transición verde efectiva en ALC podría generar potencialmente un 10,5 % más de nuevos empleos hacia 2030, dijo un informe de la Cepal. Al que participaron la OCDE, CAF y la Comisión Europea y denominaron ‘Perspectivas económicas de América Latina’ (LEO en inglés).
  • Según el texto, la desaceleración económica de este año, la guerra en Ucrania, el aumento de las presiones inflacionarias y la reducción del espacio de política macroeconómica dificultan la capacidad de las economías de ALC para retomar el camino hacia un crecimiento sostenible. Y la protección de los más vulnerables.

Los impactos ambientales agravan estas dificultades. Trece de los 50 países más afectados por el cambio climático se encuentran en ALC. El estudio sostiene la urgencia de promover una transición verde a través de políticas activas de mitigación y adaptación implementadas de manera sistémica. Esto puede hacer que esas sociedades sean más resilientes ante el cambio climático y promuevan un mejor desarrollo.

Además, el análisis desglosa los beneficios ambientales, sociales y económicos que puede generar una transición verde. Por ejemplo, invertir en tecnologías renovables puede las emisiones de gases de efecto invernadero. Y proporcionar una generación de energía a menor costo y reducir la dependencia de productos de combustibles fósiles importados.

La región está bien posicionada para embarcarse en una transición verde efectiva y acelerar el progreso hacia sus objetivos de desarrollo económico, social y ambiental. Su matriz energética también es más verde. Las energías renovables representan el 33% del suministro total de energía en comparación con el 13% a nivel mundial.

  • Los informes del BM y la Cepal con otras organizaciones financieras ofrecen diversas opciones para que América Latina y el Caribe puedan encarar las adversidades del cambio climático.
  • Una de ellas, es transformar aún más la matriz energética de la región alejándola de los combustibles fósiles y avanzando hacia la descarbonización y la electrificación en todos los sectores. Especialmente las industrias pesadas y el transporte, mientras se toman medidas para aumentar la eficiencia energética.

Sugieren como clave las inversiones en combustibles alternativos bajos en carbono, incluido el hidrógeno verde y los biocombustibles sostenibles.

Asimismo, diseñar políticas fiscales sostenibles y compatibles con la transición verde y justa, eliminando gradualmente los subsidios perjudiciales para el medio ambiente. Y aprovechando el potencial de los impuestos relacionados con el medio ambiente. Ampliar el desarrollo de instrumentos financieros innovadores, como los canjes de deuda por naturaleza. Y movilizar a las instituciones financieras de desarrollo y al sector privado.

Es crucial adoptar herramientas regulatorias que incluyan estándares y taxonomías para bonos verdes o vinculados a la sostenibilidad.

  • De igual forma, promover políticas de desarrollo industrial y productivo para transformar las estructuras económicas de la región y crear más y mejores empleos. A través de la adopción de principios de economía circular y de la economía azul. También se requerirá ampliar las políticas activas del mercado laboral y diseñar sistemas de protección social mejor focalizados para apoyar a los trabajadores afectados negativamente durante la transición verde.

La agenda verde puede ser la piedra angular de un nuevo contrato social sostenible. El 68% de los ciudadanos de la región ven el cambio climático como una amenaza muy grave para su país en los próximos 20 años. Un nivel superior al de otras regiones. Los objetivos de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas deben traducirse en acciones concretas.

  • Sugieren las instituciones financieras una acción climática nueva y acelerada. Esto es, gestionar los paisajes, la agricultura y los sistemas alimentarios que incluyen cadenas de valor libres de deforestación. Y hacer que las ciudades sean más resilientes frente a los eventos climáticos y disminuir las emisiones urbanas.
  • Así como ayudar a las poblaciones vulnerables de América Latina y el Caribe a adaptarse al cambio climático y lograr transiciones justas y equitativas hacia economías con bajas emisiones de carbono.

En el ejercicio de 2022, el Banco Mundial proporcionó 4.691 millones de dólares para la acción climática en la región, en proyectos tales como: Agricultura Sostenible y Resiliente frente al Cambio Climático (Belice). Conectividad Resiliente y Accesibilidad del Transporte Urbano (Haití). Fomento del Financiamiento para Políticas de Desarrollo Verde y Resiliente (Perú). Segundo Crédito de Políticas de Desarrollo para la Gestión del Riesgo de Desastres (Honduras). Y modernización del Transporte Ferroviario de Pasajeros en Buenos Aires – Línea Belgrano Sur (Argentina).

Latam debe invertir US$18.000 millones en prevención por cambio climático

Para evitar las pérdidas relacionadas con los cambios climáticos en marcha, América Latina y el Caribe debería invertir hasta US$18.000 millones adicionales por año, una de las brechas de financiamiento de adaptación más grandes del mundo, señala un reporte del BID Invest, una institución del sector privado del Grupo Banco Interamericano.

  • James P. Scriven, gerente general de BID Invest, señala que hay una gran oportunidad para que el sector privado de la región lidere el cierre de esa brecha.
  • La agricultura, la infraestructura, el agua y la gestión del riesgo de desastres tienen algunas de las mayores necesidades de financiación para la adaptación. Para los países en desarrollo, los costos anuales de adaptación se estiman en US$70.000 millones y se espera que alcancen US$140.000 a US$300.000 millones en 2030.

Sin embargo, de todo el financiamiento climático, la adaptación representó solo el 7 %, y el 98 % de ello fue financiado por actores públicos. Scriven considera que esto es insuficiente y hay que multiplicar el impacto financiero.

“Invertir en soluciones de adaptación preventiva puede ser más efectivo y menos costoso para el sector privado que una respuesta tardía. Se necesita un gran esfuerzo para adaptar las operaciones y las cadenas de suministro con el fin de garantizar la continuidad de los negocios, proporcionando financiamiento y apoyando a las empresas a través de productos y servicios que generan resiliencia”, señala.

En gran medida, las oportunidades disponibles para adaptarse al cambio climático siguen sin aprovecharse. Un reporte de FELABAN encontró recientemente que solo el 49 % de los bancos de América Latina y el Caribe ofrecen productos y servicios ecológicos, muy por debajo del promedio del 95 % de los bancos internacionales.

  • Las instituciones financieras deben intensificar su papel en la canalización de flujos de capital hacia inversiones verdes. Esta oportunidad de negocio sostenible tiene beneficios sociales y económicos. La tasa general de rendimiento de las inversiones en aumento de la resiliencia es muy alta, con relaciones costo-beneficio que van de 2 a 1 hasta 10 a 1 y alcanzan proporciones aún más altas en algunos casos.

América Latina y el Caribe es la segunda región más propensa a las catástrofes

Se estableció un nuevo Centro en América Latina y el Caribe (ALC) para convocar a los bancos centrales, los supervisores financieros, reguladores y otras instituciones financieras públicas y privadas para desarrollar mejores prácticas para la gestión de los riesgos relacionados con el clima en los sistemas financieros de la región.

  • La Asociación de Bancos Centrales de América Latina y el Caribe (CEMLA), la Asociación de Supervisores Bancarios de las Américas (ASBA) y la Asociación Latinoamericana de Supervisores de Seguros (ASSAL), junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y con el apoyo financiero del Programa EUROCLIMA+, crearon el Centro de Riesgos Financieros Climáticos (CentroRFC) para ALC con el fin de promover un debate abierto, crear capacidades e intercambiar conocimientos y experiencias sobre la identificación, evaluación, divulgación y gestión de los riesgos financieros relacionados con el clima. El Centro fue lanzado oficialmente hoy en la III Conferencia de Bancos Centrales sobre Riesgo Ambiental en Ciudad de México.
  • ALC es la segunda región más propensa a las catástrofes a nivel mundial, donde se prevé que los impactos del cambio climático cuesten 100.000 millones de dólares al año durante los próximos 30 años (BID, 2021). La magnitud de estas pérdidas afecta tanto a las perspectivas macroeconómicas de ALC como a su posible estabilidad financiera.

Aunque los bancos centrales y los reguladores financieros son cada vez más conscientes de los riesgos financieros relacionados con el clima, en ALC la aplicación de la regulación climática y la integración de los conocimientos sobre el riesgo climático en las actividades financieras continúan en una fase relativamente temprana.

«El nuevo Centro aborda los enormes retos que enfrentan los bancos centrales, los supervisores y los reguladores financieros a medida que aprenden a afrontar los riesgos del rápido cambio climático», dijo Róger Madrigal López, Gobernador del Banco Central de Costa Rica. “Al proporcionar un foro para compartir experiencias y mejores prácticas, así como para crear estándares conjuntos sobre cómo incorporar los riesgos financieros relacionados con el clima en nuestros marcos normativos, el Centro nos ayudará a trasladar los enfoques normativos y metodológicos globales a nuestras realidades locales», continuó.

  • El CentroRFC promoverá la convergencia regional e incorporará los riesgos financieros climáticos como motor fundamental de la acción política para mantener la estabilidad monetaria y financiera. El Centro iniciará sus actividades en enero de 2023, desarrollando orientación técnica para abordar los retos identificados, brindando actividades de creación de capacidades para incorporar los riesgos relacionados con el clima en los marcos políticos, y coordinando el desarrollo de metodologías adaptadas a las realidades regionales.

Los miembros del Centro aprenderán de las mejores prácticas a nivel global de la Network for Greening the Financial System (NGFS), una red de bancos centrales de todo el mundo. Los miembros del CentroRFC se pondrán en contacto con expertos de las distintas líneas de trabajo de la NGFS y con otros que están marcando la pauta en las principales prácticas de gestión del riesgo climático.

«Aplaudimos la puesta en marcha del CentroRFC, así como su mandato de abordar las realidades climáticas de la región de ALC a través de un apoyo técnico específico de la región y el acceso a una red mundial de expertos», dijo Jean Boissinot, Jefe de la Secretaría del NGFS. «Nos complace comprometernos con este esfuerzo para impulsar la acción financiera para hacer frente a la creciente amenaza del cambio climático en la región».

  • En la III Conferencia de Bancos Centrales sobre Riesgo Ambiental, decenas de colegas de alto nivel de bancos centrales, supervisores y reguladores de toda la región de ALC, junto con miembros de la Network for Greening the Financial System (NGFS), el Banco de Canadá, el Banco de Inglaterra, el Banco de Francia, el Banco Central Europeo (BCE) y otros bancos centrales destacados, celebraron la reunión inicial del CentroRFC.

En la reunión se discutió el plan de trabajo y el conjunto de prioridades para los primeros 12 meses del centro, centrándose en cómo incorporar estos riesgos emergentes en sus mandatos, y cómo mejorar la aplicación de la supervisión climática en sus sistemas financieros de origen.

Mariana Escobar Uribe, Asesora de la Superintendencia Financiera de Colombia dijo – «El CentroRFC desempeñará un papel fundamental en la creación de conocimientos y capacidades para los supervisores y las instituciones del sector privado en materia de pruebas de estrés climático. Los resultados generados desde el Centro promoverán una gestión eficaz del riesgo climático en los sistemas financieros y ayudarán a las instituciones financieras a aprovechar las oportunidades que conlleva la transición hacia una economía baja en emisiones y resiliente al clima.»

Por último, dijo – “Este podría ser el primer paso para que países en la región empiecen a entender y conocer diferentes aproximaciones para la medición y gestión de los riesgos climáticos”, continuó.

Lo que está en juego para América Latina

La pregunta está en el corazón de las discusiones sobre «pérdidas y daños», uno de los temas más espinosos de la cumbre de cambio climático, la COP 27, que se celebra hasta el 18 de noviembre en Egipto.

  • Los fondos que los países pobres piden por «pérdidas y daños» no son lo mismo que la ayuda para adaptación. «Daños» se refiere, por ejemplo, a cosechas destruidas que eventualmente pueden volver a plantarse. «Pérdidas» alude a lo que ya no puede recuperarse como el derretimiento de un glaciar.

BBC Mundo habló sobre este y otros temas de la cumbre climática con Ana Villalobos, jefa de la delegación negociadora de Costa Rica en la COP 27.

Para Villalobos, es crucial que los países de Latinoamérica reciban apoyo, pero debe tratarse de financiamiento «que no haga todavía más grande el nivel de endeudamiento que ya tienen».

  • ¿Qué avances ha habido en el tema de pérdidas y daños causados por el cambio climático?

El primer avance creo que es la inclusión, y veo esto en el contexto de otros asuntos, como el de circunstancias especiales de África, que a pesar de la importancia que tienen para sus proponentes, no lograron entrar a la agenda.

Daños y pérdidas entró, pero además desde la perspectiva de financiamiento. Lo cual es doblemente importante porque no es una discusión de pérdidas y daños en un espacio indefinido, sino de mecanismos de financiación.

El primer avance creo que es la inclusión, y veo esto en el contexto de otros asuntos, como el de circunstancias especiales de África, que a pesar de la importancia que tienen para sus proponentes, no lograron entrar a la agenda.

Daños y pérdidas entró, pero además desde la perspectiva de financiamiento. Lo cual es doblemente importante porque no es una discusión de pérdidas y daños en un espacio indefinido, sino de mecanismos de financiación.

  • ¿Por qué la discusión sobre pérdidas y daños es tan importante para América Latina y para otras regiones impactadas por el cambio climático?

Es importante poner esto en el contexto del Acuerdo de París, que establece con toda claridad que no existe «compensación» por pérdidas y daños. ¿Esto qué significa? Que los países no pueden, en principio, preparar una factura en razón de las pérdidas y los daños que tuvieron e ir a un tercer país a cobrarle una compensación, una reparación de esas pérdidas y daños.

La pregunta es entonces para qué hablamos de elementos financieros de pérdidas y daños. La perspectiva es minimizar pérdidas y daños, alertar de pérdidas y daños y prevenir pérdidas y daños. Esos tres elementos están involucrados en las conversaciones.

Por lo menos en este estadio no se está necesariamente buscando una compensación, bajo el Acuerdo de París, que no lo prescribe.

Pero aclaro que la COP, la Convención Marco de Naciones Unidas, no tiene esa previsión del Acuerdo de París, entonces hay una discusión de gobernanza sobre bajo cuál agenda serán revisados estos temas a posteriori. En este momento no es esa la conversación.

  • ¿Cuáles son algunos de los mecanismos que consideran los países en desarrollo para financiar pérdidas y daños? Se habla por ejemplo de canje de deuda por acción climática.

Estas son opciones que siempre están sobre la mesa, no solamente para perdidas y daños.

Deuda por naturaleza, por ejemplo, es un mecanismo que en Costa Rica se ha utilizado en alguna ocasión, donde el país se compromete a ciertas acciones y un tercer país reconoce esas acciones a favor de la naturaleza y cancela el préstamo del deudor. Entonces la entidad financiera que le estaba haciendo el préstamo reconoce ese pago.

Los países latinoamericanos, y esto es importantísimo, nosotros vemos el tema de financiamiento desde la posibilidad no sólo de acceso, sino además de que sea un financiamiento que no haga todavía más grande los niveles de endeudamiento que los países ya tienen.

Porque a los países de Latinoamérica no le sirve tener más deuda para poder hacer cosas, porque eventualmente la deuda va a terminar comiéndose las posibilidades de un desarrollo mejor orientado.

El concepto principal es que los países de Latinoamérica deben tener acceso a recursos financieros que no engrandezcan el nivel de deuda que ya tienen.

  • ¿Cuáles son los principales obstáculos para progresar en el tema de la financiación?

Yo creo que hay un obstáculo de entendimiento de qué significa ese financiamiento. Algunos piensan que es un financiamiento fresco, limpio, que no tenga ninguna atadura. Los países desarrollados nos han hecho ver que el financiamiento también ha sido dado en otro tipo de formas, entiéndase en capacitación, en tecnología y entonces hacen sumatorias con números que a veces no nos cierran.

Las obligaciones que esos países tienen en razón del Acuerdo de París son innegables.

Entonces creo que hay un tema de entendimiento que no está tan claro, acompañado también de un tema de disposición de recursos, y de una discusión sobre quiénes deben hacer parte de las bases de donantes (aquellos que están obligados por el Acuerdo de París a aportar recursos a los países en desarrollo).

  • ¿Qué esperanza tiene de dar respuesta al cambio climático, cómo ve el problema en el futuro?

Mire, esta pregunta me la hizo también una vez un medio en Costa Rica. Y yo le voy a decir que si yo no tuviera esperanza no estaría haciendo lo que hago. No estaría al frente de la delegación de negociadores de Costa Rica y no estaría participando como participo.

La evidencia juega en contra completamente de nosotros. La evidencia nos golpea muy fuerte y cada vez que tenemos que ver un informe del IPCC o de otra entidad que se ha tomado el trabajo de hacer una evaluación de la situación, no salimos bien parados.

Pero es que ese es el momento en el que uno tiene que poner todavía el doble del esfuerzo que está haciendo y tiene que además acercar a otros actores sin cuyo trabajo no se va a salir adelante.

Claramente hay un trabajo monumental del sector privado que además tiene los recursos, tiene las posibilidades rápidas de implementar cambios importantes y contribuir de una manera significativa. Y por supuesto, el sector de sociedad civil que está exigiendo los cambios.

  • La ONU dijo este mes en estos momentos «no hay una ruta creíble para contener el calentamiento global al máximo convenido de 1,5 °C». Algunos sostienen que sería mejor abandonar esa meta que ya no es realista y puede ser hasta un poco engañosa para la gente…
  • No sé si engañoso es la palabra. A mí me gusta pensar que uno debe ser ambicioso y me parece que nosotros deberíamos continuar sobre esa meta hasta que la ciencia nos diga que es posible alguna otra cosa.

Pero lo que no creo que sea correcto es variar la meta porque sabemos que no le vamos a llegar.

Porque si la ciencia a mí me dice que es 1,5 lo que se necesita, entonces yo tengo que seguir trabajando sobre lo que la ciencia me está diciendo. Y no decir que vamos a acomodar la meta a lo que podemos hacer.

Creo que una cosa es tener una meta bien ambiciosa y otra muy distinta tener que probablemente implementar cambios propios en los países para irnos adaptando. Ahí entra la adaptación al irremediable escenario de no llegarle al 1,5 °C. Pero yo no cambiaría la meta porque eso significa renunciar a una ambición./PUNTOporPUNTO

Documento Íntegro:

S2200758_es

 

Recibe nuestro boletín informativo, suscríbete usando el formulario