AMÉRICA LATINA necesitará 70% más MAESTROS para 2040; este déficit aumenta en Etapa Inicial y Secundaria

Los maestros nunca son suficientes. Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo, para el año 2040, América Latina necesitará un 70 por ciento más de docentes que en 2017, lo que representa 12 millones de docentes más.

  • La escasez de docentes varía dependiendo el nivel de enseñanza, la asignatura impartida y la ubicación de las escuelas, no obstante, el déficit de maestros se acentúa en escuelas rurales y de contextos adversos.
  • Es mayor en los niveles de preprimaria y secundaria, y en áreas del currículo que requieren una especialización específica como matemáticas, ciencias o programas interculturales bilingües.

Así lo advirtió Jaime Saavedra, director Global de Educación del Banco Mundial, durante la reunión de la Coalición Latinoamericana por la Excelencia Docente, en la apertura del Capítulo México, una red de expertos de más de 14 países que trabaja por la profesionalización de la docencia.

  • Recientemente los especialistas se reunieron para discutir sobre estos datos y la carrera docente, y encontraron que las condiciones laborales adversas como bajos salarios y falta de apoyo redundan en alta rotación laboral, deserción y jubilación anticipada.

Todos estos factores han contribuido a la escasez de docentes en la región, advirtió la Coalición.

Además, tras la pandemia se concluyó que la tecnología nunca sustituirá a los docentes, ya que la tecnología es un factor de desigualdad de las oportunidades educativas.

Los docentes son clave para enfrentar la crisis de aprendizaje y la calidad del servicio educativo de un país depende de la calidad de los maestros.

Por más y mejores docentes

Los países enfrentan un dilema de política pública: aumentar la dotación y la calidad de los futuros docentes. En un delicado equilibrio, las políticas y regulaciones tendientes a mejorar los estándares de los programas de formación docente han limitado el número de candidatos calificados y han restringido el ingreso de nuevos docentes al mercado laboral.

Sumado a esto, las condiciones laborales adversas como bajos salarios y falta de apoyo redundan en alta rotación laboral, deserción y jubilación anticipada. Durante la pandemia de COVID-19, a las condiciones anteriores se les ha sumado la ansiedad, cansancio y estrés provocado por la emergencia sanitaria.

  • Si bien la valoración de la profesión docente se encontraba por debajo de otras carreras que gozan de mayor prestigio social, como ingeniería o arquitectura, ésta parece haber mejorado levemente durante la pandemia.
  • Durante el periodo 2015-2020, la matrícula en programas de formación inicial docente representó el 12,4% de la matrícula en educación superior en la región, lo que es mayor que el 8% de la OCDE y el menos del 1% de los EE. UU.

Si bien la matrícula en educación superior aumentó en promedio un 0,6% anual en la región, y en un 0,9% en programas de formación docente, se observa una disminución leve en la matrícula en educación superior en los países de Colombia, Perú y Chile durante los últimos años.

A pesar del déficit proyectado de docentes, la proporción de estudiantes de formación docente en relación con la matrícula total en educación superior se ha mantenido estable y no ha habido un desplazamiento de la matrícula desde otras disciplinas hacia estos programas.

¿Quiénes son y cómo están distribuidos los aspirantes a docentes?

El informe del BID también muestra un perfil de los aspirantes a maestro. La mayoría de los estudiantes matriculados en carreras de formación docente son mujeres. La participación femenina promedió el 73% en la región —en casos como en la Argentina, supera el 80%—, una distribución notablemente mayor que el promedio del 57% en el resto de las carreras de educación superior.

  • Esta tendencia se observa con mayor fuerza en los programas de formación para niveles preprimarios (97%) y primarios (77%), mientras que los programas para niveles secundarios presentan una representación de género más equilibrada, con un promedio del 57%, similar al promedio de la educación superior en general.
  • En cuanto a la distribución institucional, los datos indican que la mayoría de los matriculados en programas de formación docente se concentran en instituciones del sector público, con un promedio del 59%, cifra mayor al promedio de las demás carreras de educación superior, que es del 45%.

Sin embargo, la proporción de estudiantes matriculados en programas de educación intercultural bilingüe es notablemente menor a la proporción de la población que se autoidentifica como indígena. Esto sugiere que la oferta de programas interculturales bilingües es insuficiente y que, en general, no se han implementado políticas específicas para fomentar su desarrollo.

Enfrentan docentes en México deterioro de condiciones laborales

En 2017, en el país había 18 mil docentes de inglés en las escuelas de educación básica públicas de todo el país; en 2023 sólo están contratados 6 mil 612.

  • Los profesores del Programa Nacional de Inglés (PRONI), surgido en 2009, enfrentan la precariedad laboral, pese a que la actual administración federal les prometió reconocimiento de sus derechos como trabajadores de la educación.

Sin embargo, siguen sin ser reconocidos como docentes y sólo les otorgan contratos trimestrales como “asesores externos” , mientras que el presupuesto de la federación para este programa va en declive.

  • En 2018, en el Presupuesto de Egresos de la Federación se etiquetaron 826.8 millones de pesos para el PRONI, pero en lo que va del actual sexenio, el presupuesto ha sufrido un deterioro de 13 por ciento, hasta llegar a 716.6 millones de pesos aprobados para este 2023, lo que representa 110 millones 70 mil pesos menos.
  • Aunque desde mediados de los años 90 se hizo obligatoria la impartición del inglés en secundaria, fue en 2015 que se hizo obligatorio desde preescolar a secundaria. Pese a esto, el PRONI tiene una cobertura de menos del 6 por ciento.
  • Según el currículo para cumplir con este programa en las escuelas públicas, los estudiantes deben recibir 2.5 horas de inglés semanales, unas tres sesiones de 50 minutos a la semana.

Pero en la gran mayoría de las casi 96 mil escuelas de educación básica esto es imposible, pues los teachers apenas cuentan con contratos trimestrales, por lo que nunca pueden estar presentes en la totalidad del ciclo escolar.

Aquí sus historias:

Julio Alfonso Padilla Ramos, profesor de inglés en Sonora desde 2007, fue removido de su puesto como docente en junio de 2021, pero se inconformó por la vía legal y días después lo reinstalaron. No obstante, el 15 de junio de 2022 lo despidieron sin que hasta ahora le hayan informado la razón.

Junto con sus compañeros, agrupados en la asociación civil Profesores de Inglés México Unidos, ha demandado reconocimiento laboral como docentes, pero aseguró que sólo le ha acarreado persecución.

  • El docente relató que ha tenido oportunidad de dialogar de manera directa con el presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, y aunque le prometieron atender la problemática de los profesores de inglés, hasta ahora los despidos han continuado.

Padilla Ramos así como miles de teachers que han sido despedidos, debe encontrar otras fuentes de ingresos a través de asesorías privadas y en trabajos de agencias de atención al cliente.

  • Gabriela Muñoz , maestra inglés en Apizaco, Tlaxcala, laboró desde 2016 hasta septiembre de 2022, cuando sin ninguna explicación ya no le volvieron a brindar un contrato. A lo largo de los seis años que formó parte de PRONI le extendieron contratos por tres meses sin prestaciones laborales ni posibilidad de generar antigüedad.

“Estamos olvidados por la 4T, su servidora estuvo tocando puertas desde la campaña. El presidente sabe muy bien porque nos acercamos a él quienes son los teachers y las condiciones precarias que siempre hemos tenido, nos prometieron solución y no ha habido ningún cambio, al contrario, los despidos han sido mayores”, lamentó.

  • Rossana Notario, profesora de inglés desde hace 7 años en Tabasco, también perdió su trabajo en 2022, después de que su salario tuviera un deterioro durante la pandemia.

“En 2018 nos pagaban días festivos y vacaciones, después comenzaron los cambios con reducción de horas y recorte del pago de días festivos. En lugar de mejorar hemos comenzado a vivir en menor reconocimiento de nuestro trabajo, pese a que nosotros invertimos en nuestra capacitación de inglés”, reclamó.

  • Giovanni Conde García, maestro de inglés en Nuevo León, señaló que los convenios marco para el desarrollo de PRONI, documentos en los que se establecen recursos y asignaciones, aún no han sido publicados, pese a que debieron estar disponibles desde el 1 de mayo.

“Mientras el artículo tercero de la Constitución establece que el inglés es obligatorio, no se está cumpliendo con las clases requeridas porque no hay contratación de suficientes maestros de inglés. Por un lado el gobierno dice que ya no hay outsourcing cuando a los teachers se les sigue dando contratos por tres meses y cada que se quiere luchar por mejoras hay represalias.”, lamentó.

Las deudas pendientes de América Latina con los profesores tras la pandemia

Recordar los días de la pandemia cuando el encierro fue más estricto, para muchos trae una imagen similar: turnarse entre trabajar sentado frente a una pantalla y dedicarle un tiempo a cocinar, lavar y hacer aseo.

Pero para las profesoras y los profesores de colegios de América Latina, la región del mundo que más tiempo permaneció con las escuelas cerradas, a esta rutina se sumó una presión mayor: encargarse de la educación y el bienestar de 20, 30 o más niños o niñas cuando muchas veces ni los podían ver.

  • Tener que inventarse herramientas para dar clases de manera virtual, por mensajes de texto o de Whatsapp, a pesar de que un gran porcentaje de los docentes nunca había recibido formación para ello y no todos sus alumnos podían conectarse a internet.

“Estas no fueron realmente clases a distancia, sino una pedagogía de emergencia”, es como resume el panorama Ilich Silva Peña, investigador de la Universidad de Los Lagos y coordinador del área de Justicia Social y Formación Docente del IESED-CHILE, quien ha dedicado parte de su investigación a la formación docente.

“A los profesores les tocó intentar resolver lo que el Estado no pudo, inventar sus propias políticas educativas y no nos hemos preocupado al día de hoy por entenderlos como personas que también sufrieron con el encierro”, asegura.

  • Tras realizar dos estudios junto a sus colegas, uno con 16 maestros de Chile y publicado en Education Science, y el otro con seis profesoras de educación básica en Honduras y divulgado en la Revista Internacional de Investigación en Educación, el equipo encontró que, entre docentes, la pandemia agudizó varias brechas, mientras otras fueron visibles.

A la adaptación casi improvisada de las tecnologías que les daban los colegios, se añadió tener que priorizar la flexibilidad académica y el apoyo a sus estudiantes por encima de las labores administrativas e, incluso, de su vida personal.

Sin embargo, en general, no los hicieron partícipes de la toma de decisiones en los colegios, ni les dieron mayor apoyo desde las directivas. Además, como a un gran porcentaje de la población, se les extendieron las jornadas de trabajo.

“Tenemos que proporcionar a los estudiantes apoyo emocional. Incluso los domingos tres o cuatro estudiantes me llaman llorando. Tienen problemas, están angustiados”, fue uno de los testimonios que les dio una maestra chilena.

“Yo tengo dos padres de familia que apenas su hijo está en segundo grado conmigo, y ellos no saben leer ni escribir”, también les señaló una de las profesoras de Honduras.

Una maestra revisa una guía de evaluación mientras los estudiantes realizan un examen para ingresar a la escuela secundaria, en Ciudad Juárez, Estado de Chihuahua (México), el 10 de agosto de 2020.

  • Para Daniela Trucco, oficial superior de Asuntos Sociales de la División de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (Cepal), además de la crisis, la disrupción de los colegios por la pandemia dejó en evidencia una suerte de paradoja.

“Desde antes de la covid-19, las áreas en las que los docentes pedían más formación siempre fueron, precisamente, tecnología digital y el apoyo socioemocional”, asegura. Durante la pandemia —e incluso ahora, tras meses de regreso a clases presenciales— hay unas señales claras de que es una demanda pendiente. Sobre todo, la última.

“En la región hemos vivido la mayor crisis educativa de los últimos 100 años. El impacto ha sido tan gran grave que la recuperación postpandemia no puede significar volver a lo mismo”, dice por su parte Claudia Uribe, directora de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de la Unesco.

En ese sentido, llama a los países a “renovar sus esfuerzos para contar con un número adecuado de docentes calificados, con acceso a una formación inicial de calidad y a un desarrollo profesional continuo, con contratos y remuneraciones adecuadas, además de reconocer su autonomía, liderazgo y capacidad de innovación ampliamente desplegada durante el cierre de escuelas”.

  • Según una serie de encuestas realizadas por el Instituto Península de Brasil a alrededor de 2,2 millones de docentes en marzo de 2020, —tras dos semanas de la suspensión de clases presenciales— y en mayo, agosto y noviembre del mismo año, su salud mental empezó a entrar en juego. Mientras que para mayo solo un 35% del grupo encuestado dijo sentirse cansado, para noviembre la cifra subió a 57%.

Una trayectoria similar se vivió con la sensación de sobrecarga, que pasó de 35% a 58% para los mismos meses. En cuanto a la pregunta de si se sentían felices, la cifra nunca despegó mucho: solo un 8% respondió que sí en mayo y un 7% reportó lo mismo para noviembre.

“Por todos lados se dice que los maestros son superhéroes”, comenta Elisa Guerra, profesora y fundadora del Colegio Valle de Filadelfia, en México, y parte de la Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación de la Unesco.

“Pero no nos confundamos. Somos humanos y cuando la gente nos cuelga este letrero de superheroínas y sabes que por dentro te estás desmoronando, ese letrero resulta más pesado”, agrega. Para Guerra, además, la mayor carga la han tenido que vivir las profesoras, las docentes mujeres.

A las labores del cuidado del hogar y de los hijos – si tienen-, se agrega la de cuidar a los alumnos. Una idea que comparte el chileno Silva, asegurando que la brecha que más se visibilizó y agudizó fue la de género. “Por el mismo sistema patriarcal que asume que la mujer debe hacer la mayoría de labores del hogar y de cuidado, el tema para las profesoras fue más complicado”, explica. Por esto propone que el paso más importante que se debe dar ahora que abrieron los colegios es protegerlas, cuidarlas como personas.

Los retos de las profesoras y profesores con el regreso a clase en América Latina

La maestra Guerra cree que “así como los ríos tienen memoria, parecería que los colegios también”. A pesar de que durante el encierro se dijo que era un momento para transformar la educación, hay una sensación de que la inercia está llevando a las escuelas y docentes a repetir lo mismo. A ella, por ejemplo, le preocupa que con los niños y niñas mayores, así como con adolescentes, se esté generando mucha presión para que recuperen los contenidos que no vieron apropiadamente durante esos casi dos años.

  • “¿Realmente es tan grave que no vieran una o dos unidades de las cinco de ciencias sociales? ¿No habrán adquirido otro tipo de aprendizaje durante la pandemia? Porque me inquieta que bajo este argumento de recuperar y llenar los huecos que quedaron se genere una tensión sobre los docentes llevando a la sobrecarga curricular”, comenta.
  • Lo clave, agrega, es que la educación en los mayores se concentre en técnicas de estudio, autoaprendizaje y en cómo manejar el tiempo. En cuanto a los niños y niñas que vivieron la pandemia durante edades clave, como la de aprender a leer, explica que, en cambio, sí es urgente llenar ese vacío.
  • Lograrlo, claro, implica que profesoras y profesores estén bien. Por esto Silva dice que en el sector educativo, antes de lanzarse a volver a estudiar, hay que tener una conversación pendiente. “Del miedo y de la tristeza no hemos hablado. De cómo volver a clase después de dos años en que la corporalidad no existió, tampoco”, cuenta.

Entre los varios pendientes que tiene la educación en América Latina parece haber uno clave, y es el mismo que los profesores pidieron incluso antes de la pandemia: la formación socioemocional./Agencias-PUNTOporPUNTO

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