CÁRTELES mexicanos estimulan el fenómeno criminal de las NARCOFAMILIAS en SUDAMÉRICA

La penetración del narcotráfico aceleró la violencia en Costa Rica, que abolió el ejército en 1948 y depositó su seguridad en una policía civil de unos 14 mil efectivos.

En altamar, en pistas clandestinas de aviación o en escondites urbanos y rurales y sin necesidad de dinero en efectivo, los cárteles del narcotráfico de México y Colombia pagan con paquetes de cocaína las deudas con sus socios de Costa Rica por servicios de combustibles, transportes, bodegas, mecánica, alimentos y demás andamiaje logístico y estimulan un fenómeno criminal: las narcofamilias.

  • Los clanes u organizaciones criminales locales reciben la droga como pago de los gastos que hicieron para cubrir las necesidades de mexicanos y colombianos a su paso por tierra, aire y mar por Costa Rica con alijos de cocaína cuyo destino es México y Estados Unidos. Obligados a recuperar sus inversiones con ganancias, los proveedores deben crear redes para procesar las cargas.

Sin importar que pierdan pureza, las mezclan con otros productos para duplicarlas y luego distribuirlas y comercializarlas, por lo que instalan seudoestructuras empresariales en las que insertan a sus parientes en aparatos del narcomenudeo interno, desde la venta y el cobro hasta la seguridad, pasando por la recepción de la mercancía a su procesamiento en laboratorios artesanales. Así nació la modalidad de narcofamilia… con riesgo de desbandada.

  • Cuando los cuerpos policiales y judiciales los desbaratan, los núcleos se desintegran: los mayores de edad van a las cárceles para adultos, pero separados por sexos y por precaución policial y judicial.
  • Los menores quedan recluidos en las prisiones infantiles y juveniles o, si el Estado despoja a sus progenitores del derecho a la patria potestad, su destino es ser enviados a un albergue estatal.

“Es una tragedia familiar”, afirmó el sacerdote costarricense Edwin Aguiluz, responsable de la Pastoral Social Cáritas de la Conferencia Episcopal de Costa Rica.

  • “Un involucramiento de toda o una parte de la familia en narcotráfico es un altísimo riesgo de que todos sus miembros o algunos sean encarcelados. Se pierden la convivencia y la estabilidad del hogar”, declaró Aguiluz a EL UNIVERSAL.

“El consumo de droga crea un enorme trastorno familiar y la presencia de un ser querido en el mundo de la droga es muy dolorosa. Se entra fácil. Es muy difícil salir”, agregó. Al alertar de la “omnipresencia” del narcotráfico en las calles y “en todos los niveles de la sociedad civil”, narró que “el impacto se nota en la comercialización que, por ser delictiva, genera asesinatos, sicariato, robos, agresiones”.

Sitio clave

Con una crucial posición geográfica entre los principales centros de producción de cocaína en Colombia y los grandes mercados de consumo en EU, Costa Rica sufre el acoso de los cárteles del narcotráfico internacional, que utilizan corredores aéreos, terrestres y marítimos de Centroamérica como pasadizos del contrabando de drogas.

Los corredores funcionan de Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú a Centroamérica, México y EU. Los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG) están entre los más activos en los últimos 20 años en Costa Rica.

  • La penetración del narcotráfico aceleró la violencia en Costa Rica, que abolió el ejército en 1948 y depositó su seguridad en una policía civil de unos 14 mil efectivos.
  • La tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes pasó de seis en 2000 a 11.1 en 2020, precisó el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. La Organización Mundial de la Salud definió que si la tasa es de dos dígitos, se trata de una epidemia.

Con una población penitenciaria de jóvenes y adultos de 15 mil 36 personas de ambos sexos, en las cárceles costarricenses hay 5 mil 62 o 33.5% procesados o sentenciados por narcoactividad, en lo que es el segundo mayor delito de incidencia, mientras que el resto está preso por robos, homicidios y otros hechos, según el Ministerio de Justicia de Costa Rica.

Aparato criminal

Fuentes policiales antidrogas relataron que, con su red de proveedores, distribuidores, mulas o burros, correos, cobradores, mensajeros, vendedores, bodegueros, procesadores de mercancías y cocineras, la estructura de la narcofamilia se rige por la lealtad: sin ser imposible, la traición entre parientes es más improbable.

  • En la cadena hay abuelas, abuelos, suegras, suegros, padres, madres, esposas de hijos, esposos de hijas, hermanos, hermanas, cuñados, cuñadas, tíos, tías, niños y niñas. Reclutados como correos para trasladar mercancía sin generar sospecha, los menores caen en la drogadicción y completan el círculo de la drogodependencia.

El Ministerio de Seguridad Pública de Costa Rica informó a este diario que mil 436 organizaciones de narcotraficantes fueron desarticuladas de mayo de 2006 a diciembre de 2018, con 291 internacionales y mil 145 locales y, del total, 373 fueron clanes de familias.

De 149 —114 locales y 35 foráneas— intervenidas del 1 de enero al 6 de diciembre de 2021, 31 calificaron como familiares, indicó.

La cifra de decomisos de Seguridad Pública de cocaína subió de 857.4 kilos en 1989 a montos en toneladas —7.8 en 1997; 32.4 en 2007 y 8.5 en 2011—, con 15.6 en 2012; 19.8 en 2013; 25 en 2014, a 32.5 en 2018; 51.5 en 2020 y 37.6 del 1 de enero al 9 de noviembre de 2021.

  • Encubiertas en su imagen tradicional de mujeres confinadas a tareas hogareñas, numerosas costarricenses se convirtieron en narcoabuelas y narcomadres como operadoras de laboratorios artesanales de droga en las cocinas de sus casas y jerarcas del negocio al menudeo de cocaína, marihuana y crack o piedra en barriadas urbanas y rurales de Costa Rica.
  • Obtenido de residuos de cocaína mezclados con otros productos, el crack penetró masivamente en la población costarricense por su bajo precio. Seguridad Pública alertó hace 10 años que esa droga, que genera rápida y aguda adicción, se convirtió en Costa Rica en un “disparador de asaltos, de agresiones y de intimidación”.

Los reductos narcofamiliares funcionan 24/7 —todo el día, todos los días— y sus operadores callejeros permanecen alertas a la llegada de clientes… o de agentes policiales y judiciales.

CJNG toma Sudamérica; lo convierte en su campo de batalla

El 30 de septiembre Ecuador tuvo que enfrentar el motín carcelario más sangriento en su historia que dejó un saldo de 118 muertos. El lunes, el Presidente Guillermo Lasso declaró estado de excepción como una medida emergente para detener la violencia generada por el narco. En ambos hechos se puede identificar un protagonista en común: los cárteles mexicanos.

Ecuador es un ejemplo de cómo las organizaciones de narco mexicanas ya no están atacando sólo grandes mercados sino también las “fuentes de abastecimiento”, en particular el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que junto con su fundador Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho”, busca apropiarse en ese país de un mercado de 200 mil kilogramos de narcóticos para exportarlos a Estados Unidos, Europa y Chile, entre otros.

  • El campo de batalla de los cárteles mexicanos ya se extendió también a Centro y Sudamérica. Business Insider publicó en su versión en inglés un reportaje en el que cita documentos que muestran cómo el CJNG está extendiendo su imperio criminal en la región haciendo alianzas, amenazando a las autoridades y apropiándose de las rutas de la droga.

“El CJNG ha extendido sus operaciones a casi todos los estados de México y, más recientemente, a países como Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Colombia y Chile”, señala la historia firmada por el periodista Luis Chaparro.

Alexei Chevez, consultor en temas de seguridad señaló que lo que sucede en Ecuador puede ser un ejemplo de lo que podría pasar en países de Centro y Sudamérica si las mafias mexicanas continúan con su expansión, ya que “la mayoría de países sudamericanos no tienen un Estado que pueda enfrentar retos como representan las nuevas organizaciones criminales”.

La frontera Colombia, Venezuela y Brasil

El estudio “Radiografía de la ominosa presencia de los cárteles mexicanos”, publicado en 2020 por la Fundación Paz y Reconciliación señala que los cárteles mexicanos se han encargado de infundir terror en Colombia con prácticas como la decapitación y la entrega de panfletos en estados como Nariño y Cauca, principalmente el CJNG y el de Sinaloa.

  • Según el estudio, en la frontera entre Colombia y Venezuela se ha encontrado la presencia de 13 grupos criminales de origen extranjero, nueve de ellos mexicanos. Esta zona resulta estratégica ya que también conecta con un otro gran mercado en la región que es Brasil.
  • De acuerdo con el documento la llegada de narcos mexicanos a Colombia ha fortalecido a organizaciones criminales locales como el Clan del Golfo, los Caparrapos, Los Pachenca, el Ejército Popular de Liberación (EPL), Los Pelusos y grupos armados postfarc, principalmente en el suroccidente.

A pesar del temor que han desatado en la región los cárteles mexicanos, para Chevez “el que expandan para delinquir en otros países es absurdo. La economía de Bolivia o Ecuador no les da lo que Tamaulipas y Guanajuato”./Agencias-PUNTOporPUNTO

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