CINCO ESTADOS del Centro-Norte poseen el Record en DETENCIÓN de JÓVENES ligados a CRIMINALES

La crisis de seguridad que enfrenta México ha puesto en evidencia no sólo un repunte de ciertas actividades ilícitas, sino también cómo ha afectado a la niñez y adolescencia de nuestro país

Las historias de crímenes por parte de adolescentes abundan por doquier en el Centro de Internamiento y Atención Integral Juvenil de Zacatecas. Algunas superan los guiones hollywoodenses. Una de estas es la de un joven que hace cinco años secuestró a su hermano y lo desapareció por orden de un grupo del crimen organizado. Fue su prueba de lealtad. Los lazos sanguíneos quedaron en el olvido.

Otra es la de un chico detenido por torturar a las personas que secuestraba la organización delincuencial a la que pertenecía. No sólo eso. Se grababa con su celular en el acto de tortura.

  • Lo que ocurre en este centro de internamiento es sólo muestra de cómo miles de niños, niñas y adolescentes de todo el país terminan en las filas del crimen organizado y la delincuencia común. El halconeo para el que eran utilizados hace algunos años ha quedado atrás. Ahora los ilícitos que cometen son homicidios, secuestros, tortura, robo, venta de drogas, extorsión y más.
  • En el país, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) detuvo a seis mil 282 adolescentes de 15, 16 y 17 años de edad, incluidas 746 mujeres, entre el 1 de enero de 2000 y el 31 de diciembre de 2020, indican datos obtenidos vía transparencia. Todos fueron puestos en calidad de presentados ante las autoridades competentes.
  • Tamaulipas, Guerrero, Nuevo León, Colima y Michoacán son los estados donde el Ejército ha realizado las mayores detenciones. En Tamaulipas fueron aprehendidos mil 157 adolescentes.

Algunos factores que llevan a un menor a ser atraído o cooptado por el crimen son la desintegración familiar, la falta de recursos económicos, los núcleos familiares violentos, el uso de sustancias, el poder que ofrecen las armas y el dinero, sentirse identificados con un grupo delictivo, que alguno de sus padres esté recluido en la cárcel, que algún familiar pertenezca a un cártel y la narcocultura.

Carlos Vilalta, especialista en seguridad, destaca que uno de los mayores problemas es la desintegración familiar. En sus investigaciones carcelarias en la Ciudad de México, y que podría extrapolarse a otras entidades, ha encontrado que, en delitos contra la propiedad u otros más violentos como el secuestro y homicidio, un factor para cometerlos fue crecer donde faltó alguno de los padres. Lo mismo que el uso de sustancias y desenvolverse desde pequeños dentro de ambientes carcelarios.

“Ha habido una alta proporción cuyos familiares habían estado en la cárcel o que crecieron en un ambiente donde no había suficiente supervisión, había consumo de sustancias y seguramente conductas riesgosas asociadas a ese consumo”, señala el también miembro de CentroGeo.

  • Matías fue director del Centro de Internamiento y Atención Integral Juvenil de Zacatecas y resume esta problemática en una frase: “son niños que les roban su infancia”. El funcionario, que pide cambiar su nombre por temor a la delincuencia organizada en la entidad, enumera distintas circunstancias por las que los adolescentes son atraídos a estos grupos.

“La gran mayoría de los jóvenes es por sentirse identificados. En Zacatecas hay muchas zonas rurales, como en muchas partes de la República, rancherías que no tienen lo suficiente para salir adelante. Entonces llegan esas personas y les ofrecen dinero, armas, poder y ellos se deslumbran”, asegura.

Lo otro es la falta de cariño en el núcleo familiar y, coincide con Vilalta, tener familias disfuncionales y crecer en un ambiente carcelario.

“Estos grupos los acogen, los miman. Se sienten queridos a su manera, se sienten identificados, a diferencia de los grandes que ‘chapulinean’ defendiendo al cártel que más beneficios les traigan. Los adolescentes se identifican, se tatúan tal cual el cártel”, lamenta.

A esto se agrega que algunos siguen los pasos de sus padres al visitarlos en centros penitenciarios.

“Es como los padres que son policías, los niños quieren ser policías, contadores o periodistas. La idea es esa: seguir los pasos de sus padres y de repente conocen las cárceles desde temprana edad. Para ellos se les hace normal”, subraya.

  • De acuerdo con el informe Reclutamiento y utilización de niñas, niños y adolescentes por grupos delictivos, del Observatorio Nacional Ciudadano y la Red Por los Derechos de la Infancia en México, se estima que alrededor de 250 mil menores de edad se encuentran en riesgo de ser reclutados y utilizados por grupos delictivos.

En días recientes, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que gracias a las becas y programas como Jóvenes Construyendo el Futuro han dificultado el reclutamiento de menores de edad. Sin embargo, hasta el momento no se ha presentado alguna evaluación, estudio o evidencia por parte de su gobierno que confirme la disminución del reclutamiento.

Para Carlos Vilalta no es una cuestión solamente económica. Hay que estudiar el origen y esto tiene que ver con la unidad familiar y el apoyo de escuelas, guiando a los niños, niñas y adolescentes a través de una orientación, una vocación.

“La idea es buena, de Jóvenes Construyendo el Futuro, pero no creo que se haya hecho una evaluación de este programa en términos de reducir los comportamientos antisociales”, explica.

Menores y adolescentes en riesgo de enrolarse al crimen

La crisis de seguridad que enfrenta México ha puesto en evidencia no sólo un repunte de ciertas actividades ilícitas, sino también cómo ha afectado a la niñez y adolescencia de nuestro país, pues según recientes estimaciones, entre 145,000 y 250,000 niñas, niños y adolescentes están en riesgo de ser reclutados o utilizados por grupos delictivos a nivel nacional, ya sea porque han sido víctimas o perpetradores.

  • A través del estudio Reclutamiento y utilización de niñas, niños y adolescentes por grupos delictivos en México, realizado por el Observatorio Nacional Ciudadano de Seguridad, Justicia y Legalidad (ONC) y la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), se advierte que estos riesgos para los menores obedece a una serie de condiciones estructurales y sociales desatendidas por el Estado mexicano, que son utilizadas por grupos familiares, pandillas y organizaciones delincuenciales en su beneficio.

Se destaca que las niñas, niños y adolescentes que se encuentran en situación de amenaza para el reclutamiento y utilización por parte de grupos delictivos se deriva de aquellos datos que dan cuenta sobre quienes no asisten a la escuela y se encuentran ocupados.

Según datos del estudio, en todas las entidades federativas hay niñas, niños y adolescentes en riesgo. Sin embargo, sobresale que 55% de la población en esta situación se concentra en siete entidades federativas:

  • Estado de México (9.7%)
  • Jalisco (8.6%)
  • Chiapas (8.1%)
  • Puebla (7.8%)
  • Guanajuato (7.3%)
  • Veracruz (7.2%)
  • Michoacán (6.5%)

Sin embargo, destacan los casos de Puebla y Michoacán debido a que son las entidades con mayor porcentaje de su población de niñas, niños y adolescentes vulnerables en riesgo de este fenómeno.

Asimismo, se indicó que la pobreza, el abandono, la falta de oportunidades, la violencia familiar, el contexto social o la cercanía a zonas con presencia de grupos delictivos, son de las principales razones para el reclutamiento, el cual no siempre se da por cárteles, ya que existen otros grupos delictivos involucrados como las familias delictuales y las pandillas.

Mientras que se desconoce cómo y en qué medida estos reclutamientos han derivado en la evolución de la violencia juvenil, lo que también hace a este asunto un fenómeno sumamente complejo de prevenir.

  • El involucramiento de los niños, niñas y adolescentes es una “excelente inversión” para la delincuencia organizada. La corta edad de los miembros les permite retomar actividades ilegales con facilidad en caso de tener breves encuentros con el sistema de justicia, además, otro beneficio de su juventud es la creación de lazos profundos con las personas con las que se relacionan a partir de la colaboración o el miedo”, dijo el informe.

Asimismo, se destacó que aunque existe una tendencia de criminalizar la pobreza, en muchas ocasiones, los incentivos que tienen las niñas, niños y adolescentes de participar en actividades delictivas son de corte aspiracionista y se suelen desprender de su percepción de desigualdad, así como de la falta de alternativas para un proyecto de vida.

“El involucramiento de niñas, niños y adolescentes es una “excelente inversión” para los grupos delictivos: la constante necesidad de querer pertenecer a un grupo, que les brinde protección, el sustituto o equivalente a una familia, la constante disposición al peligro, al sentir adrenalina y el poder, las drogas, las armas, autos y otros lujos es lo que hacen que estos adolescentes quieran permanecer en estos grupos delincuenciales”, cita el documento.

En el caso de las organizaciones del crimen organizado, se explicó que el proceso de convencimiento funciona a través de las relaciones que tienen integrantes de las organizaciones delictivas con niñas, niños y adolescentes, ello sucede en los entornos próximos a los miembros de la organización, y utiliza vínculos familiares, amistosos o comunitarios.

Reclutamiento por género

El informe destaca que el reclutamiento y la utilización de los menores también es diferenciada de acuerdo con el género, ya las niñas y adolescentes reclutadas o utilizadas no sólo están vinculadas a las labores cotidianas de los grupos al margen de la ley, sino que están expuestas al sistema machista a partir del cual el riesgo de ser violentadas incrementa.

  • “Por ejemplo, se han reportado algunos casos en los cuales son tratadas como “esclavas sexuales, como mujeres de los comandantes y miembros de la organización, sometidas a la planificación forzada, e incluso obligadas a abortar o a embarazos forzados”, se describió.
  • Mientras que recientemente también se cuenta con testimonios de niñas y adolescentes reclutadas por grupos ligados al narcotráfico, quienes forman células de halcones (encargadas de vigilar los 23 movimientos de las autoridades) o sicarias, encargadas de ejecutar a integrantes de grupos rivales.

Y en el caso de los niños y adolescentes reclutados, ellos generalmente desempeñan labores como informantes o halcones, y adquieren mayores responsabilidades y son promovidos para tareas más riesgosas como trasladar mercancías ilegales o vigilar casas de seguridad. En ocasiones son obligados a participar en conflictos armados que ponen en riesgo su vida e incluso se les llega a asignar la ejecución de secuestros u homicidios.

Finalmente, se dijo que, pese a las estimaciones anteriores, las instituciones del Estado carecen de un diagnóstico de este problema, con lo que se desconoce la magnitud de este fenómeno, así como sus principales causas y efectos.

“El Estado no sistematiza los datos relacionados con el fenómeno y sus características y no se aprovechan ni realizan cruces de información con el sistema de justicia para adolescentes. Esa información, si bien no da un estimado del tamaño del problema (en el sentido de que los adolescentes en conflicto con la ley no son todos las y los adolescentes involucrados en alguna actividad con grupos delictivos), brinda elementos para aproximarlo”./Agencias-PUNTOporPUNTO

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