EL UNIVERSAL
Con artillería pesada, poco más de 500 agentes de la Policía Federal vigilan todo el sector de la zona del Ajusco, donde durante los últimos tres meses la delincuencia organizada ha arreciado y el derecho de piso es cada día más evidente entre comerciantes que ven caer progresivamente sus ventas y el turismo estrepitosamente.
Los elementos que resguardan el sector, en coordinación con agentes de la Secretaria de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) y un Ministerio Público de la procuraduría capitalina, vienen de los estados de Michoacán y Guerrero, estados de donde son provenientes los delincuentes que se han apoderado del sector.
“El Ajusco tiene ojos, nosotros no vemos nada, pero sabemos que hay gente ahí observándonos, aquí hay muchos ojos”, explica el federal al mando del operativo, quien pidió el anonimato al no tener autorización para hablar con los medios de comunicación.
El convoy lo encabeza una patrulla con un fusil calibre 50 que apunta hacia lo más alto, lo sostiene firme un agente con el rostro cubierto, quien se envuelve más de 200 balas en el pecho y asegura estar listo para todo. El contingente recorre todo el circuito del Ajusco, así como brechas y veredas que abundan en todo el sector y que llevan al territorio de los talamontes.
Cada 15 minutos un convoy federal recorre todo el sector, un destacamento se queda media hora en la zona limítrofe con el Estado de México, otro justo en el lugar conocido como la “Y”. En cada rondín los elementos se acercan a cabañas y restaurantes para dialogar con los clientes y propietarios.
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