EU en su peor momento, con CRISIS POSPANDEMIA: Económica, Sanitaria y Social

Los disturbios populares marcaron la sexta noche de masivas manifestaciones, originando que por primera vez en muchos años apagaran las luces de la Casa Blanca

Cuando ya no cabía una desgracia más en Estados Unidos, arrodillado por una pandemia de coronavirus que ha matado más de 100.000 personas y una recesión económica de dimensiones desconocidas, estalló la ola de protestas más amplia de las últimas décadas. Una serie de manifestaciones y disturbios por el descontento racial que han logrado desbordar a las autoridades de varios estados. Una situación que en otra época quizás hubiera inspirado un momento de unión, pero que en 2020 solo consigue redondear una gran postal de la distopía: Estados Unidos, en su peor momento.

“Los gobernadores y alcaldes progresistas tienen que volverse MUCHO más duros contra el crimen o el Gobierno federal se meterá y hará lo que hay que hacer”, tuiteó este sábado el presidente de EEUU, Donald Trump. “Y eso incluye el poder ilimitado de nuestro Ejército”. El republicano dio la orden de preparar varias bases militares, que podrían movilizarse en unas cuatro horas si así lo dispone la Casa Blanca.

  • Las amenazas de Trump, incluida una frase que adoptó de un jefe de policía en 1967 —“cuando empiezan los saqueos, empiezan los disparos”—, han logrado el eco habitual entre la oposición. “Los tuits de Trump muestran una vez más lo que es el racismo”, dijo la senadora de California Kamala Harris. Otra demócrata, la representante Rashida Tlaib, también acusó a Trump de ser un racista. “El presidente imputado [y absuelto, durante el proceso de ‘impeachment’] es un violento supremacista blanco”.

El país, más polarizado

La retórica de Washington tiene su reflejo en la prensa y en la calle. Desde los palacios de gobierno hasta las redacciones y los hogares estadounidenses, uno puede escuchar desde hace tiempo cómo se deshacen las costuras de la convivencia, como si ya no hubiera un espacio común en el que estar de acuerdo. Ni siquiera respecto a la violencia policial, ni siquiera respecto al uso de mascarilla en una pandemia.

  • Esta división palpable ha sido confirmada por un estudio publicado a principios de año. Los investigadores del National Bureau of Economic Research analizaron la “polarización afectiva” de las últimas cuatro décadas en nueve países de la OCDE. De estos nueve países, aquel en el que la división política se ha exacerbado a mayor ritmo es Estados Unidos. Uno de los motivos que sopesan los autores del informe es el cambio demográfico, el encogimiento paulatino de la población blanca: desde más del 90% a principios de los años sesenta hasta el actual 61%.

Las diferencias entre los republicanos, que aglutinan sobre todo el voto blanco rural, y los demócratas, cuyos bastiones son las ciudades y las minorías, se han vuelto tan radicales que cada partido ha llegado a imaginar una mano negra distinta detrás de las protestas de los últimos días. Conspiraciones que casualmente se ajustan a los prejuicios e intereses de cada bando.

Antifa o supremacistas blancos

“Son Antifa y la izquierda radical. ¡No culpen a otros!”, tuiteó Trump este fin de semana. El republicano aseguró que “los llamados manifestantes” estaban siendo “gestionados profesionalmente”. Una acusación sin pruebas, formulada también por su secretario de Justicia, William Barr, que amenazó con procesar a las personas que fuesen a protestar a estados diferentes del suyo.

  • Las sospechas del presidente y su fiscal general no han sido corroboradas, como tampoco han sido corroboradas las palabras del demócrata Tim Waltz, gobernador de Minesota. En su caso, las conjeturas apuntan a los “supremacistas blancos”, “terroristas domésticos” e incluso a grupos de narcotraficantes. “Mi sospecha y lo que he visto al respecto es que sí. Se pone peor. Los cárteles, que se están preguntando si se ha roto su cadena de suministro de la droga, están intentando aprovechar el caos”, declaró Tim Waltz ante los periodistas.

El gobernador y los alcaldes de Saint Paul y Mineápolis barajaron la idea de que el 80% de los manifestantes venía de fuera del estado. Las actas de las cárceles obtenidas por la rama local del canal NBC, en cambio, muestran que la mayoría de los detenidos en los últimos días por robos y disturbios eran de Minesota. El alcalde de Saint Paul, Melvin Carter, tuvo que retractarse de las cifras ofrecidas antes. La estimación del 80% de fuera del estado también fue recogida por Donald Trump.

  • Este fin de semana, las protestas se extendieron a 75 ciudades en todo el país. Una veintena de alcaldes decretaron el toque de queda para intentar atajar los disturbios, que llevaron los saqueos, destrozos o incendios a zonas de Los Ángeles, Atlanta, Little Rock, Columbus, Washington, Miami o Nueva York, donde los botellazos y las balas de goma atravesaron la madrugada. Solo en la ciudad de los rascacielos hubo anoche 345 detenidos y 47 coches de policía dañados. En Mineápolis, la mayor presencia de policías y la Guardia Nacional minimizó la violencia respecto al viernes.

Ataques a los periodistas

Tampoco es una época dorada para la libertad de prensa. Los republicanos, en particular, tienen una visión muy negativa de los medios de comunicación: una de las instituciones más denostadas de Estados Unidos, compitiendo cara a cara con los políticos. A tenor de los incidentes, muchos de los reporteros no están siendo respetados, ni por la policía ni por los manifestantes violentos.

  • Un reportero de la CNN fue arrestado mientras cubría las protestas de Mineápolis en directo. Un enviado de Vice News grabó cómo los agentes disparaban contra varios informadores. Uno de ellos fue rociado con espray de pimienta cuando ya se había echado al suelo. En Louisville, Kentucky, un equipo fue atacado, sin provocación aparente, con balas de goma, frente a las cámaras rodando en directo. Lo mismo sucedió en Los Ángeles. Este sábado, la policía de Nueva York detuvo a reporteros de CNN y ‘The Huffington Post’. Un equipo de Fox News fue acosado por manifestantes en Washington DC.

El ruido y la furia han hecho que la enfermedad del siglo, la pandemia de coronavirus que ha paralizado el mundo, haya desaparecido de las mentes. En Brooklyn, los manifestantes, que habían empezado separados unos de otros y con un temperamento pacífico, acabaron arrastrados hacia el tumulto. Los policías formaban pequeñas falanges y líneas apretadas y los activistas estaban hombro con hombro, gritando consignas en la oscuridad, entre la excitación y la histeria.

Las autoridades advierten de que esta movilización masiva puede reflejarse en un aumento de los contagios. “Si anoche estabais fuera protestando, probablemente necesitéis haceros la prueba del covid esta semana”, declaró la alcaldesa de Atlanta, Keisha Lance Bottoms. “Todavía hay una pandemia en EEUU que está matando en mayores números a gente negra y de piel oscura”.

  • En cuanto las protestas cesen, el país tendrá que volver a la gestión de la pandemia, cuyo futuro es incierto, y a superar la que puede ser la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Desde mediados de marzo, se han destruido más de 40 millones de empleos en la primera economía del mundo, uno de cada cuatro, y está previsto que su PIB se contraiga este trimestre más de un 30%.

Encima de todas estas capas de problemas, como si fuera, dicen los estadounidenses, el glaseado del pastel, llegarán en noviembre las elecciones presidenciales. Donald Trump está ya por detrás de Joe Biden en todas las encuestas, con una desventaja de entre uno y 10 puntos. También en los estados clave. La Casa Blanca está en juego, y al actual inquilino, de momento, le están tocando las peores cartas.

Los disturbios marcaron la sexta noche de masivas manifestaciones

Decenas de miles de manifestantes volvieron a tomar las calles el domingo en todo Estados Unidos, con manifestaciones pacíficas contra la muerte de personas negras a manos de la policía que se vieron empañadas por disturbios que golpearon ciudades desde Filadelfia a Los Ángeles, con episodios cerca de la Casa Blanca.

Autoridades locales y estatales desplegaron a miles de soldados de la Guardia Nacional, impusieron estrictos toques de queda y cerraron el transporte público para frenar los movimientos de los activistas, aunque esas medidas hicieron poco por impedir que muchas ciudades volvieran a sumirse en el caos.

  • Los manifestantes en Filadelfia lanzaron piedras y bombas incendiarias a la policía, según las autoridades, mientras saqueadores en más de 20 ciudades de California allanaron comercios y se llevaron todo lo que podían cargar: zapatillas, ropa, celulares, televisores y otros productos electrónicos.
  • El conductor de un camión, aparentemente de forma deliberada, arremetió contra manifestantes en Minneapolis casi una semana después de que George Floyd muriera en esa ciudad luego de suplicar por aire mientras un agente de la policía lo inmovilizaba presionándole con una rodilla sobre el cuello. No parecía que hubiera manifestantes heridos y el conductor fue detenido.

Las tensiones se dispararon ante la Casa Blanca tras tres días de manifestaciones en el lugar. La policía empleó gas lacrimógeno y granadas aturdidoras contra una multitud de más de mil personas, que coreaban lemas al otro lado de la calle, en el Parque Lafayette. La multitud salió corriendo y apiló señales de tráfico y vallas de plástico para prender una gran hoguera en una calle cercana. Algunos quitaron una bandera estadounidense de un edificio y la lanzaron a las llamas.

Un edificio del parque que aloja una oficina de mantenimientos y baños públicos fue incendiado, y hubo allanamientos en bancos y joyerías. Las manifestaciones continuaron más allá del toque de queda, y la policía de Washington dijo estar respondiendo a varios avisos por incendios provocados en la capital.

  • Toda la Guardia Nacional de Washington DC (unos 1.700 soldados) fue desplegada para ayudar a controlar las protestas, según dos funcionarios del Departamento de Defensa que insistieron en mantener el anonimato porque no estaban autorizados a comentar el asunto de forma pública.
  • A medida que las protestas aumentaron de dimensión, el presidente Donald Trump retuiteó al comentarista conservador Buck Sexton, quien pidió “fuerza abrumadora”. El republicano, que afronta los desórdenes civiles más importantes de su mandato mientras el país se ve duramente afectado por la pandemia de covid-19, prometió “frenar la violencia colectiva” y denunció a los “extremistas de izquierda radicales”, en particular al movimiento “Antifa” (antifascista), al cual incluirá en la lista de organizaciones terroristas, según anunció.

Fuentes del gobierno reportaron en las últimas horas que el mandatario tuvo que refugiarse en el búnker de la Casa Blanca por prevención el viernes, aunque la información no fue confirmada oficialmente.

Al menos 4.100 personas fueron detenidas en los días de protestas, según un conteo de la agencia AP, con cargos que iban desde saqueos y cortes de autopistas a incumplir toques de queda.

En Salt Lake City, un líder activista condenó la destrucción de la propiedad pero dijo que el duelo por los edificios dañados no debería estar al mismo nivel que el dolor por hombres negros como Floyd. “Quizá este país reciba el mensaje de que estamos hartos de que la policía asesine a hombres negros desarmados”, dijo Lex Scott, fundador de Black Lives Matter Utah. “Quizá la próxima vez que un policía blanco decida apretar el gatillo, le venga la imagen de ciudades en llamas”.

Sin embargo, miles de personas siguieron marchando de forma pacífica en Phoenix, Albuquerque y otras ciudades, y algunos pidieron el final de los incendios, el vandalismo y los robos, afirmando que socavan sus demandas de justicia y reformas.

“Siguen matando a nuestra gente”, dijo Mahira Louis, de 15 años, que acudió junto a su madre y cientos de personas a una manifestación en el centro de Boston. “Estoy harta de esto”. Pero al caer la noche, también esa manifestación derivó en violencia cuando algunas personas arrojaron piedras, ladrillos y botellas de cristal contra la policía y prendieron fuego a un vehículo policial.

En el centro de Atlanta, las autoridades lanzaron gas lacrimógeno para dispersar a cientos de manifestantes. La alcaldesa, Keisha Lance Bottoms, dijo que dos agentes habían sido despedidos y tres relegados a labores administrativas tras la difusión de un video en el que se veía a agentes rodeando un auto el sábado, después sacando a una mujer del asiento del pasajero y aparentemente disparando al hombre que conducía con una pistola eléctrica. La jefa de policía, Erika Shields, lo describió como “muy impactante de ver”.

En el centro de Los Ángeles, una camioneta de la policía aceleró hacia varios manifestantes en una calle, derribando a dos personas. Los manifestantes se levantaron y corrieron hacia la vereda.

En la cercana Santa Mónica, cerca de una manifestación pacífica, un grupo irrumpió en establecimientos de Gap y Vans, y se vio a gente marcharse con cajas de zapatillas. Otros rompieron los cristales de una tienda REI de artículos para deportes al aire libre y se llevaron sillas plegables, una bicicleta y mochilas. En un restaurante al otro lado de la calle se produjo un incendio.

En Minneapolis, el agente que presionó su rodilla sobre el cuello de Floyd por varios minutos ya fue acusado de asesinato, pero los manifestantes exigen que los otros tres policías involucrados en el caso sean procesados. Los cuatro ya fueron despedidos.

  • “No hemos acabado”, dijo Darnella Wade, organizadora de Black Lives Matter en la vecina ciudad de St. Paul, en donde miles de personas se reunieron pacíficamente frente al Capitolio estatal. “Nos enviaron al ejército y nosotros sólo les pedimos arrestos”.
  • El jefe de Policía de Mineápolis, Medaria Arradondo, en medio de la nueva jornada de movilizaciones que ha tenido lugar este domingo en la ciudad, ha enviado sus condolencias a la familia de la víctima y ha asegurado que “removería cielo y tierra” para poder traer de vuelta a Floyd. “Estoy aquí para mostrar mis respetos”, dijo ante las cámaras de la CNN. “Lamento muchísimo la pérdida del señor Floyd. Si pudiera hacer algo para traerle de vuelta, lo haría. Movería el cielo y la tierra”, agregó.

La indignación por el racismo a través de muchas generaciones en un país fundado por esclavistas se sumó a una serie de muertes recientes para avivar el descontento. A eso se añadía la angustia por meses de confinamiento provocado por la pandemia del coronavirus, que ha golpeado de forma desproporcionada a las comunidades de color, no solo en número de infectados, sino también en empleos destruidos y penurias económicas.

Incluso, las protestas se han extendido a varias ciudades del extranjero. En Londres, cientos de personas se manifestaron el domingo al grito de “Sin justicia no hay paz”, uno de los eslóganes de las concentraciones estadounidenses. En Montreal unas 10.000 personas se manifestaron pacíficamente en el centro de la ciudad, antes de que un grupo de personas lanzara proyectiles contra la policía que respondió con gases lacrimógenos, y también se congregó una multitud en Brasil, país con sus propias tensiones raciales y reclamos hacia el gobierno./AGENCIAS-PUNTOporPUNTO

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