Vacíe su cartera y pare de sufrir

Puntoporpunto visita las instalaciones del Cenáculo Mayor de la Iglesia Universal Reino de Dios (IURD), ubicado en avenida Revolución, colonia Tacubaya, del Distrito Federal.

El vestíbulo, ciertamente simple, alberga una mampara que recuerda los periódicos murales de la primaria y rivaliza con un anuncio luminoso que presenta los días de la semana con las oraciones correspondientes: Lunes, reunión para prosperidad; martes, reunión de los 70 y sanidad. Así, cada día es temático.

Frente al anuncio se encuentra la cafetería y una tienda de souvenirs, pero lo que importa es lo que se encuentra detrás de la puerta de vidrio biselado.

Al abrir esa puerta se imponen las escaleras. Frente a ellas se encuentra la parte baja, que consta de aproximadamente 800 butacas, mientras que la parte superior probablemente tiene el doble de capacidad.

Es necesario caminar por el estrecho pasillo que separa las dos áreas dentro del antiguo Cine Jalisco remodelado, para acceder a los asientos.

pare3_puntoporpunto

Dentro de la otrora sala cinematográfica se aprecian 12 vitrales distribuidos a lo largo de las paredes laterales, dos dispuestos en los extremos del altar y el último ubicado en el centro del mismo. Todos con motivos religiosos.

El más emblemático es el del centro del altar, que contiene tan solo una cruz amarilla con fondo azul.

Ninguno de los vitrales hace alusión a santos ni a vírgenes.

Los pasillos laterales están recubiertos de madera, que contrasta con lo blanco de las paredes y de los plafones del techo, en donde por cierto se observan al menos dos cámaras de seguridad, además de las que están ubicadas en sitios estratégicos de todo el lugar.

Las personas de apoyo logístico del Pare de sufrir, los denominados “obreros”, son en su mayoría jóvenes.

La labor de los “obreros” es recibir a los creyentes, auxiliarlos, contestar cualquier duda, repartir los impresos de las alabanzas, la propaganda y los sobres de aportaciones, así como recogerlos.

Poco a poco las personas llegan. No falta el señor que trae en sus zapatos el polvo de la construcción donde trabaja, el ama de casa que llega con sus hijos, los estudiantes que vienen en pareja, las trabajadores administrativas de algunas empresas de la periferia, obreros, comerciantes, jubilados.

pare2_puntoporpunto

Un adepto da la bienvenida a quien se deje, se nota que es conocido. Es un señor ya mayor que trae una biblia ajada, vieja, de la cual abre una página que casi en su totalidad brilla por el marca textos verde chillante.

Hace que la persona lea lo que le indica, la reconforta y le da consejos sobre la “palabra de dios”.

De pronto se escucha ¡Sal de ese cuerpo!, expresión seguida de un sonido gutural. La reportera intenta descubrir de donde proviene.

En el otro extremo, un joven del staff toca la cabeza de una feligrés, que mueve en ochos sobre su eje, mientras que otra persona la rodea con sus brazos, previniendo una caída. La feligrés llora y se contorsiona mientras el joven no se aparta y sigue rezando. Los dos terminan exhaustos.

Esa escena es recurrente. Un adepto informa a la reportera que se trata de una imposición de manos que permite que el mal que se aloja en la persona salga de ella.

Pronto empezará el servicio religioso, dice la señora de una fila anterior.

Se escucha una melodía que interpreta un pianista ubicado frente a la feligresía. Algunos feligreses tocan, besan y rezan en el borde del altar, como si fuera el Muro de los Lamentos del Templo de Jesuralén.

Sale de un extremo el obispo que oficiará el servicio, toma el micrófono y empieza a cantar una alabanza, mientras que del público suben un par de personas a rendir su testimonial.

Son videograbados para los espacios comerciales de la iglesia que incluyen la radio, la televisión, medios impresos y la internet.

Dichos espacios se pagan con el programa Auxiliares Voluntarios en la que se exhorta a la donación, en la que la menor cantidad de contribución es de 200 pesos.

SALVACIÓN POR TV

“Usted no necesita estar en el altar para ganar almas, pero puede contribuir con su ayuda para que, por medio de los programas de tv y radio vengamos a ganarlas por usted. Ciertamente, daremos cuenta de los talentos que nos han sido dados”, se lee en el papel que entregan los “obreros” en el que los creyentes marcan la cantidad que aportan y su nombre.

El obispo alterna las canciones, arenga a los feligreses. Ahora se escuchan las peticiones y se ven los puños levantados, posición en la que hacen un pacto con dios y le exigen su prosperidad.

Todos los asistentes piden, gritan, susurran, para mejorar su calidad de vida.

En pleno éxtasis colectivo, los creyentes reciben diversas bolsitas, sobres y propaganda impresa.

Después del acto, el obispo señala que ese pacto con dios debe ser sellado por el diezmo y las ofrendas, y explica que cada una de las prebendas es diferente.

En lo que resta del mes de septiembre, ese pacto tendrá que ser reforzado cada lunes, donde cada feligrés pasará por debajo del “arca”, (una construcción en madera que simula el Arca de la Alianza).

El obispo manifiesta que el último lunes de septiembre todos deben ofrendar 12 billetes de igual denominación a cambio de adquirir prosperidad. Y aclara: “la menor denominación de cada billete será de 50 pesos”.

Explica que al entregar el sobre con los 12 billetes, a cada feligrés se le dará a cambio un recipiente con aguas benditas del Jordán. Y motiva: “rociadas en sus casas o empresas, esas aguas benditas les darán prosperidad”.

Entre alabanzas y sobres que van de una mano a otra, toca el turno al diezmo y con ello la incitación a “dar a dios lo que le pertenece”, el diez por ciento de las ganancias, individuales y empresariales.

Y el exhorto divino: “No deben hacer caso a sus contadores, ustedes contemplen el diezmo para que su empresa sea próspera”.

Como corolario, el obispo dice que la iglesia espera que los feligreses del DF sean solidarios con sus semejantes de Acapulco, en donde se planea iniciar trabajos para construir una catedral.

“Tan sólo para el inicio necesitamos 20 millones de pesos, estoy seguro que los reuniremos”, dice, optimista, el obispo.

Una oración más y los creyentes pasan por debajo del “arca”, mientras que en la puerta de salida, en un cesto, dejan espigas de trigo que son quemadas para alejar la mala suerte en asuntos de dinero.

OSCURIDAD DIVINA

En su columna de opinión publicada en La Jornada el pasado 11 de febrero, Bernando Barranco, especialista en temas religiosos, señala que los neopentecostales, rama a la que pertenece Pare de Sufrir, tiene una manera particular de concebir lo sobrenatural, la exaltación del espíritu santo y de las emociones.

Barranco describe que en ellas se cultiva la superación personal, la sanación milagrosa, las revelaciones directas de dios, el fenómeno es catalogado por especialistas como teología del progreso.

El pasado ocho de abril, el periódico Reforma publicó que al menos tres bancos en México cancelaron las cuentas del grupo religioso identificado comercialmente como Pare de Sufrir.

Hasta la fecha, ni las instituciones bancarias ni la administración pública federal se han pronunciado al respecto.

La Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público prohíbe la adquisición de estaciones de radio y televisión por parte de las iglesias, pero no impide que éstas adquieran compren espacios en los medios electrónicos.

La iglesia brasileña conocida como Pare de Sufrir compra espacios en medios como Reporte 98.5, FORO TV, y Galavisión.

A través de estos espacios, que son pagados con las aportaciones “voluntarias” de los creyente, los líderes de esta iglesia, registrada en la Secretaría de Gobernación, llegan a millones de televidentes, que se convierten en millones de potenciales seguidores.

Nuestro marco jurídico no contempla mecanismos para evitar que las asociaciones religiosas lucren con la fe, como hacen esta y otras iglesias que venden muy cara la salvación de las almas.

Recibe nuestro boletín informativo, suscríbete usando el formulario