La legítima protesta no usa la violencia

La indignación tiene muchas caras y en los últimos días hemos visto la mas desagradable de ellas que puede desvirtuar el movimiento en apoyo a lo normalistas muertos y desaparecidos de Ayotzinapa.
Personas identificadas con el movimiento de familiares que exigen el esclarecimiento de los hechos convocaron a saqueos ilegales a centros comerciales en Chilpancingo, Guerrero. Se trata, dijeron, de una actividad que pretende afectar a las grandes cadenas comerciales que han invadido al país y en nada ayudan a sus habitantes.
En una estación de radio de la cadena Radiorama, una comisión de normalistas anunció la toma de centros comerciales e hizo la invitación para que los habitantes acudieran a tomar productos gratis.
Primero llegaron a la sucursal sur de Aurrerá, entraron con carros de compra y vaciaron en ellos productos de canasta básica; llevaron a los vehículos en los que llegaron una primer tanda y posteriormente invitaron a la gente que se acercó tras el llamado radiofónico a tomar productos de manera gratuita.
Más tarde, en Comercial Mexicana hicieron la misma operación, en las puertas pintaron leyendas de «todo gratis», y sacaron productos para ir fueran tomados por la población, pero llegaron unas 6 camionetas con policías antimotines y los normalistas se retiraron del lugar.
Ay caray, ¿en qué ayuda un producto básico para la pronta aparición de los normalistas? ¿Qué se ganan robando y saqueando?
Así como corrieron al padre Alejandro Solalinde de la normal rural por haber declarado que los estudiantes fueron quemados vivos, los familiares afectados y los líderes visibles del movimiento deberían llamar cuanto antes a la cordura, porque si no lo saben, tienen mucho qué perder y poco qué ganar.
Sería lamentable que el apoyo nacional e internacional que se ha ganado se perdiera por actos vandálicos orquestados por los oportunistas de siempre.
Estamos ante el riesgos de la radicalización severa del conflicto y en parte tiene su origen no solo en los nulos resultados de la investigaciones, sino en este empecinamiento de las autoridades de dar a conocer este poco avance.
En la PGR hay mucho ruido y pocas nueces, y este afán de informar a cada rato sobre los «avances» de las investigaciones en Guerrero impacienta a los familiares y a todos aquellos que solo esperan la ineficacia de las instituciones para violentar.
Ojo señores, una cosa es el compromiso de informar puntualmente sobre las indagaciones del caso de los normalistas, y otra convocar a conferencias de prensa en donde se dan anuncios de capturas y fosas encontradas, pero no de resultados.
La gente no es tonta, y la gente indignada lo es menos; sencillamente no quieren saber de capturados, sino de lo que declaran esos detenidos; ya no quieren saber de fosas encontradas, de contubernios o de búsquedas… ¡lo que quieren son resultados!
En años en el medio periodístico hemos visto a gobiernos manejar con aciertos y desaciertos los escenarios de conflicto, pero en esta ocasión en la Procuraduría se equivocan.
A los asesores de comunicación de la PGR se les olvida que la indignación por los hechos trágicos de Iguala es tal, que no calmarán las aguas con las bicocas que anuncian, y el procurador no ayuda con sus constantes negativas a dar detalles de la investigación ante periodistas.
No hay vuelta de hoja, para esas familias el único resultado válido es que regresen con vida sus hijos y no escucharán otra cosa. Así de sencillo.
PARA EL REGISTRO No terminamos de entender el afán del PRI de querer desacreditar a un cadáver político. Todo este movimiento en contra de Andrés Manuel López Obrador para endilgarle una relación con el narco-alcalde de Iguala, José Luis Abarca, está logrando el efecto contrario y le está dando oxígeno. ¿Habrán calculado bien a la hora de atacar a un blanco ya inofensivo? ¿O será que pretenden distraer la atención por su falta de resultados? Gracias. Hasta mañana.
 
 

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