Cuarto Informe de Gobierno

A propósito del cuarto informe de gobierno, sería una buena práctica que el Presidente de la República presente la evaluación de su gestión de gobierno con base en las metas generales y estrategias transversales señaladas en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018. Instrumento que rige la programación y presupuestación de la administración pública federal.

Y es que la cosa no es menor, el Plan constituye una obligación señalada en los artículos 25 y 26 de la Constitución y es ni más ni menos que el eje rector que rige la orientación de las políticas públicas. A él deben estar alineadas todas las acciones gubernamentales, plasmadas a su vez en programas sectoriales, institucionales, regionales y especiales.

Por ello, esperaría que en dicho informe se nos ilustre sobre la “eficacia” obtenida en la gestión de gobierno y de cómo México avanza para lograr “su máximo potencial”. ¿Tenemos verdaderamente un “México en Paz”? ¿Un México Incluyente? ¿Un México con educación de calidad? ¿Un México próspero? y ¿Un México con responsabilidad global?

Y respecto de la transversalidad, ¿cómo se ha avanzado en la aspiración de la democratización de la productividad, de un gobierno cercano y moderno, y en la generación de una perspectiva de género en los programas de la administración pública?

A escasos dos años que termine el actual sexenio presidencial las cosas no son muy halagüeñas. Si revisamos las metas señaladas por el actual gobierno en dicho Plan, éstas están muy lejos de convertirse en realidad.

Desde mi perspectiva, éstos serían los criterios mínimos a partir de los cuales se puede dar una visión objetiva del estado de la situación del país. Restaría sólo que la información sea apegada a la realidad y no un conjunto de palabras vacías y estadísticas a modo.

 

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