Libertad para vivir sin miedo

El Informe de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo de 1994 es contundente: Si el objetivo central de las naciones no es el ser humano, de nada sirve hablar de paz, de protección al medio ambiente, de la defensa de los derechos humanos, de la reducción poblacional o de la integración social.

Aún es tiempo de que nuestros gobernantes (Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial en sus diferentes niveles) hagan una revisión de los cada vez más abrumadores índices de violencia ejercida en contra de los mexicanos, y establezcan las políticas necesarias para revertirla. Las manifestaciones de violencia son distintas y diversos quienes la ejercen todos los días: el Estado, mediante la represión de los movimientos sociales y la práctica de la tortura por parte de los diferentes órganos de seguridad militar y policial; los privados, de manera individual o delincuencia organizada que arremete contra la población ante la indiferencia o complicidad de las propias autoridades.

Por acciones u omisiones, los servidores de las instituciones públicas de diversa índole cometen violaciones sistemáticas en contra de la comunidad. La violencia genera en los individuos incertidumbre, ansiedad, estrés, miedo y construye una sociedad de hombres inseguros de sí mismos y desconfiados de los demás.

No se puede explicar por qué líderes comunitarios que defienden a sus comunidades como el doctor Mireles o Néstora Salgado se encuentran en prisión, mientras los delincuentes comunes y de cuello blanco asolan comunidades enteras depredando la tranquilidad y las economías locales y nacionales. ¿Dónde están nuestros líderes ocupados por la vida y por la dignidad humana y por nuestro derecho a vivir sin miedo? ¿Dónde están los mecanismos que permitan la acción colectiva de los ciudadanos para hacer frente a dicho flagelo? ¿Dónde?

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@NVS_

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