NARCOS MEXICANOS participan más extrechamente en la industria de las Drogas desde COLOMBIA

Los principales carteles mexicanos como el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación, que tienen grandes áreas de influencia en México y ejercen una violencia brutal por el control de las rutas de la droga

Los emisarios de los carteles mexicanos de la droga están participando más estrechamente en la producción de cocaína en Colombia, pagando a los cocaleros por adelantado sus cosechas e impulsando el cultivo de semillas altamente productivas, dijeron campesinos, funcionarios de seguridad y activistas.

  • Los principales carteles mexicanos como el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación, que tienen grandes áreas de influencia en México y ejercen una violencia brutal por el control de las rutas de la droga, han comprado durante mucho tiempo cocaína a los grupos guerrilleros y a las bandas criminales de Colombia.
  • Los carteles mexicanos comenzaron a impulsar cambios significativos en las adaptaciones de hoja de coca que se siembran, aumentando la producción de cocaína, incluso cuando la superficie cultivada se redujo, aseguraron fuentes policiales.

Su presencia también está incrementando la cantidad y la pureza de la cocaína que se trafica desde Colombia a EU y a Europa, según la Policía Nacional.

El aumento de la cosecha con las nuevas adaptaciones de hoja de coca es visible en las cifras anuales de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, con un incremento de la producción potencial de cocaína en los últimos tres años, pese a que la superficie sembrada disminuyó.

Los carteles mexicanos envían a personas para dirigir la producción, la compra y el transporte de los cargamentos de cocaína, dijo el general Fernando Murillo, jefe de la Dirección de Investigación Criminal de la Policía Nacional.

«Y esto lo están haciendo para generar tranquilidad y confianza, dicen ellos, en la pureza de la sustancia que se les está vendiendo. Para que se cumpla el fin, que es recibir este alcaloide en su destino final», explicó el oficial.

  • Cultivadores de coca, informantes y traficantes capturados han revelado a la policía cómo los emisarios mexicanos realizan controles de pureza, mantienen relaciones con todo el espectro de grupos armados ilegales colombianos, negocian los precios y supervisan los envíos.

En los últimos años, su unidad ha detectado 14 adaptaciones para aumentar la productividad. No hay pruebas de que las semillas estén modificadas genéticamente, sostuvo el oficial.

La ONU, fuentes policiales y militares, así como cultivadores y activistas de derechos humanos, coincidieron en que la mayor productividad se debe a una cuidadosa selección de variedades específicas de alto rendimiento.

Un cocalero del departamento de Norte de Santander, en la frontera con Venezuela, dijo que los representantes de un cartel mexicano y sus socios colombianos comenzaron a distribuir variedades más productivas hace dos años, ordenando a los campesinos sembrarlas.

  • Los carteles mexicanos suman otro elemento al complejo panorama de violencia en medio del conflicto armado de casi seis décadas que ha dejado 260 mil muertos en Colombia, al traer armas de gran potencia desde Estados Unidos para utilizarlas como pago a los grupos ilegales por los envíos de cocaína.
  • Los grupos delictivos mexicanos compran la base de coca y la cocaína de alta calidad a grupos armados ilegales colombianos como el Clan del Golfo, los rebeldes del Ejército de Liberación Nacional y antiguos miembros de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que rechazaron un acuerdo de paz de 2016, según fuentes de seguridad.

La presencia de emisarios mexicanos en medio de selvas y montañas de regiones cocaleras es visible, dijeron cuatro personas que viven en los departamentos de Cauca, Nariño y Norte de Santander, y otra que visitó recientemente Cauca.

Por otro lado, los traficantes mexicanos financian la construcción de laboratorios y centros de acopio desde donde se coordinan los envíos, según un informe de inteligencia policial y que también reportó la presencia en Colombia en menor escala de emisarios de los carteles Beltrán Leyva y los antiguos Zetas.

Las autoridades colombianas aseguran que un 60 por ciento de los cargamentos de la cocaína enviados por Pacífico son operaciones coordinadas por mexicanos.

Cárteles intercambia armas por droga

Los cárteles mexicanos de la droga parecen estar enviando armas de alto poder a Colombia para pagar los cargamentos de cocaína, un comercio que, según las autoridades del país sudamericano, está alimentando la lucha mortal entre grupos rivales locales por el control del narcotráfico y de sus rutas.

  • Una docena de funcionarios policiales colombianos que participan en la primera línea de la lucha contra el narcotráfico y los grupos armados ilegales implicados en el tráfico de cocaína declararon a Reuters que ametralladoras, fusiles de asalto y pistolas semiautomáticas están llegando al país sudamericano.
  • Entre las armas que aparecen en los arsenales confiscados a los traficantes se encuentra la pistola FN Five-seveN de fabricación belga, denominada «mata policías», un arma calibre 5.7 con capacidad para penetrar chalecos antibalas.

La mayoría de las 1,478 armas de largo alcance confiscadas a los grupos armados ilegales colombianos en 2020 y 2021 fueron fabricadas en el extranjero e importadas clandestinamente por las mismas rutas de contrabando usadas para sacar los embarques de cocaína, aseguraron las fuentes militares y de la policía.

Los cárteles mexicanos de narcotraficantes tienen fácil acceso a armas compradas en Estados Unidos y relaciones comerciales de largo plazo con grupos armados colombianos, a los que les han comprado cocaína durante décadas, según las autoridades locales.

Pero ahora, los emisarios de los cárteles mexicanos pagan cada vez más los envíos de cocaína con armas, de acuerdo con la policía, en parte para evitar mover grandes cantidades de efectivo a través de las fronteras.

El poder de fuego de las armas suministradas por los cárteles mexicanos tiene implicaciones potencialmente negativas para la seguridad de Colombia.

  • Las armas en poder de los grupos armados ilegales ponen en riesgo a las Fuerzas Armadas y podrían complicar aún más la implementación de un acuerdo de paz de 2016 con la desmovilizada guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
  • El año pasado 148 miembros de las Fuerzas Militares y la Policía Nacional fueron asesinados en Colombia, la cifra más alta en seis años y un 57.4% más que en 2020, según estadísticas del Ministerio de Defensa.

«Lo que están haciendo los grupos armados ilegales en Colombia es utilizar a los mexicanos para igualar y tratar de superar en armamento a las Fuerzas Armadas del Estado», dijo un funcionario del Centro de Información Antiterrorista y Rastreo de Armas (CIARA) de la Policía Nacional.

«En el futuro, eso podría tener serias implicaciones, como un aumento de las hostilidades», aseguró el funcionario, quien advirtió que los grupos armados pueden usar las armas no solo contra las Fuerzas Armadas, sino también en las violentas batallas entre ellos.

La agencia autorizó a la persona a hablar con Reuters con la condición de no ser identificada.

Esfuerzos para impedir ingreso de armas

La policía colombiana dice que mantiene un diálogo permanente con sus homólogos estadounidenses y mexicanos para tratar de impedir que las armas lleguen a las manos de los narcotraficantes.

La Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) declinó hacer comentarios, mientras que el Gobierno mexicano no respondió a las preguntas de Reuters.

  • La batalla por el control del narcotráfico en Colombia la disputan exmiembros de las FARC que rechazaron el acuerdo de paz, guerrilleros del aún activo Ejército de Liberación Nacional (ELN) y otros grupos criminales, incluido el Clan del Golfo, considerado como el cártel más grande del país sudamericano.
  • Todos estos grupos ilegales están implicados en el conflicto armado interno de casi seis décadas que ha dejado más de 260,000 muertos y millones de desplazados, según estadísticas oficiales.

Aunque los disidentes de las FARC y el ELN comparten algunos de los mismos ideales revolucionarios y ocasionalmente se aliaron contra el Estado durante el apogeo del conflicto interno, ahora luchan regularmente entre sí y con bandas criminales para dominar las lucrativas rutas del narcotráfico, aseguraron funcionarios de seguridad.

La ofensiva de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional contra estos grupos está dejando al descubierto las poderosas armas con las que cuentan.

A mediados de diciembre del año pasado, el Ejército de Colombia lanzó una operación contra disidentes de las FARC en el departamento de Nariño, una importante región productora de hoja coca y de cocaína en el suroeste del país.

El ejército reportó la captura en medio de la espesa selva verde de 16 personas y el decomiso de armas que incluían 24 fusiles de asalto M16 y AR-15 de fabricación estadounidense.

  • Otro arsenal similar se confiscó en 2019 en un campamento de las disidencias de las FARC en el selvático departamento del Caquetá, en el sur del país.
  • Doce fusiles de asalto, incluidos M4 y M16, una ametralladora M60 y un fusil AR-15 con mira telescópica para uso de un francotirador se encontraron en el campamento después de un bombardeo, de acuerdo con el ejército.

Presencia de emisarios de cárteles mexicanos

Las autoridades militares y de policía creen que esas armas son suministradas por los cárteles mexicanos de Sinaloa, los Zetas y Jalisco Nueva Generación, todos con emisarios en territorio colombiano.

  • Sus representantes están presentes en 11 de los 32 departamentos de Colombia, según un informe de inteligencia policial de 2021 al que tuvo acceso Reuters.
  • El Cártel de Sinaloa, alguna vez liderado por el encarcelado capo Joaquín «El Chapo» Guzmán, tiene el alcance geográfico más extenso y las relaciones más profundas con los grupos armados colombianos, según el informe.
  • Al menos 55 mexicanos fueron capturados en Colombia en los últimos tres años y permanecen actualmente en cárceles acusados o procesados por narcotráfico, según el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario.

En una muestra de la presencia de emisarios mexicanos en Colombia, donde además de comprar cargamentos supervisan la calidad de la cocaína y las rutas de envío, la policía con el apoyo de la DEA capturó la semana pasada en Cali a Brian Donaciano Olguín, acusado de ser un enviado del Cártel de Sinaloa para negociar embarques con disidencias de las FARC.

El director de la Policía de Colombia, general Jorge Luis Vargas, describió a Olguín, solicitado en extradición por Estados Unidos, como «el enlace más importante del Cártel de Sinaloa para la compra de cargamentos de cocaína con las disidencias de las FARC» y «el resultado más importante en términos de capturas de enviados, delegados y compradores de droga de los cárteles de México».

Reuters no pudo ponerse en contacto con Olguín ni determinar si cuenta con asesoría legal.

  • Los cárteles del narcotráfico, que libran su propia guerra en México, han acumulado armamento de alto poder militar, alarmando a los funcionarios de su propio país.
  • El Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador demandó el año pasado a los fabricantes de armas acusándolos de facilitar el tráfico, una acusación que los productores niegan.

López Obrador presentó una inédita demanda contra varios fabricantes de armas estadounidenses, acusándolos de «prácticas negligentes» que facilitan el tráfico de sus productos hacia México. Una de esas armas es el temible Barrett M82.

El fusil, fabricado por Barrett Firearms, usa balas calibre .50 que pueden penetrar fácilmente chalecos antibalas, concreto y hasta tanques de guerra y, según la demanda, es una de las armas predilectas que los criminales mexicanos usan para enfrentarse a las fuerzas de seguridad locales.

Los fabricantes de armas de Estados Unidos apoyan una aplicación más estricta de las leyes existentes, incluyendo el encarcelamiento de las personas que roban y contrabandean armas, dijo en un correo electrónico Mark Oliva, director de asuntos públicos de la National Shooting Sports Foundation, un grupo comercial de la industria de armas de fuego.

  • Las armas son una forma práctica de pago para los narcotraficantes.
  • Pagar a los proveedores de cocaína con armas, en lugar de dinero en efectivo, ayuda a los cárteles mexicanos a lavar las ganancias y a mover el dinero con mayor facilidad, dijo el general Fernando Murillo, jefe de la Dirección de Investigación Criminal de la Policía Nacional de Colombia.

«Cada día se ha vuelto más difícil estas negociaciones de narcotráfico a través del pago en efectivo. Entonces están utilizando diferentes modalidades, en este momento, un cártel mexicano puede pagar con armamento sofisticado», afirmó Murillo./Agencias-PUNTOporPUNTO

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