CEEY: JÓVENES del SUR- SURESTE de México con MENOS POSIBILIDADES de obtener un EMPLEO FORMAL

Condiciones como una alta tasa de informalidad de hasta 68% les dejó más vulnerables ante los despidos. Y en momentos de recuperación, en los que incluso vamos dejando el cubrebocas, jóvenes con baja escolaridad todavía no pueden salir del desempleo.

¿Dónde naciste? La pregunta bien podría definir mucho del futuro laboral de una persona. Una investigación del Centro de Estudios Espinoza Yglesias (CEEY) concluyó que los jóvenes que nacieron en la zona sur – sureste de México tienen 36% menos de probabilidades de que su primer empleo sea formal, aunque tengan estudios de nivel superior.

  • Sin embargo, el panorama puede ser más complicado para los hijos de padres que se emplean en el sector informal, el cual, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) abarca al 56% de la población ocupada. En estos casos, la probabilidad de ingresar a la formalidad se reduce 40 por ciento.
  • “Las oportunidades laborales difieren según el nivel socioeconómico de la familia de origen, la región donde se creció, y características como el sexo, tono de piel o condición de discapacidad, aun entre personas con el mismo nivel educativo”, destacó el CEEY.
  • De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el 63% de los municipios en México están en alto riesgo de informalidad. El diagnóstico del organismo internacional es coincidente: las personas que viven en localidades en el sur del país tienen más probabilidades de unirse a las filas del empleo informal, esta región es la más homogénea en cuanto a este tipo de ocupación.

“El territorio es un elemento clave al exponer las desigualdades que enfrentan las personas en su acceso a empleos de calidad. Así, el lugar donde residen o trabajan puede incidir directamente en sus opciones de hallar empleo formal, profundizando desigualdades que se ven afectadas por otras dimensiones estructurales”, expuso Andrés Espejo, oficial de Asuntos Sociales de la División de Desarrollo Social de la Cepal.

  • En esa misma línea, la Cepal identificó que en la zona suroeste del país (Chiapas, Guerrero, Oaxaca) el 87% de sus municipios se encuentra en alto riesgo de informalidad. La región este (Hidalgo, Puebla, Tlaxcala, Veracruz) es la segunda con el mayor nivel, con una cifra de 65% de sus localidades. En el tercer lugar se ubica el sureste (Campeche, Quintana Roo, Tabasco, Yucatán), con 56 por ciento.

“La informalidad laboral está extendida y arraigada en la economía. Basta que las condiciones de origen sean algo desfavorables para que los jóvenes entren al mercado laboral a través de un empleo informal, y queden atrapados en el círculo vicioso de empleos precarios”, señaló el CEEY.

Pero el lugar de nacimiento y la condición de empleo de los padres no es el único factor que puede determinar el futuro laboral de los jóvenes en México, la investigación también detectó que los egresados que provienen de hogares pobres tienen 16% menos de posibilidades de acceder a la formalidad en comparación con los hogares de nivel socioeconómico alto. El panorama es similar respecto al nivel de remuneraciones.

“Mi tío me ayudará a ingresar”

Con base en el análisis del CEEY, en México una proporción importante de los jóvenes “consigue trabajo gracias a los contactos y recomendaciones de familiares, amigos y conocidos”. Eso explica en buena medida que a pesar de tener el mismo nivel de estudios, el acceso a un empleo formal pueda estar sujeto al nivel socieconómico del hogar o el lugar de nacimiento.

En un caso ficticio, pero que refleja la brecha de acceso a la formalidad, el centro de estudios plantea que Karla Gómez con una licenciatura en Economía, originaria de Chiapas, con padres con un negocio propio y estudios de bachillerato, probablemente conseguirá un trabajo como auxiliar de finanzas en una fábrica de café percibiendo unos 10,000 al mes.

En cambio, para Sebastián Larrea, originario de Ciudad de México, con la misma licenciatura, pero con padres servidores públicos y con estudios universitarios, probablemente su primer empleo sea como analista de inversiones en un banco con una remuneración cercana a los 18,000 pesos.

El sector privado, destacó el CEEY, puede hacer mucho para cambiar esta realidad. Algunas recomendaciones son:

  • Gestionar los recursos humanos con equidad de trato e igualdad de oportunidades.
  • Implementar esto de manera particular en prácticas profesionales, procesos de reclutamiento y selección, así como en la asignación de funciones, horarios, beneficios y prestaciones.
  • Realizar un diagnóstico de necesidades de habilidades y ofrecer oportunidades de capacitación para la población más desfavorecida.

“El que vivamos en una sociedad mexicana con mayores oportunidades para todos y todas, donde la prosperidad es compartida, eventualmente reducirá la persistencia de la desigualdad entre una generación y la siguiente, e incrementará la inclusión y la cohesión que tanto necesita México actualmente”, subrayó la organización.

Por otra parte, Andrés Espejo consideró que debido a la heterogeneidad de nuestro país “se requieren respuestas diferenciadas que sean sensibles al territorio, porque los determinantes y lo que ocasiona la informalidad, es diferenciado en donde yo me encuentre”.

Jóvenes con menor nivel de escolaridad, los más afectados

Puede que las personas jóvenes resistieran más los efectos físicos de la covid-19, pero no lo que causó en materia laboral. Condiciones como una alta tasa de informalidad de hasta 68% les dejó más vulnerables ante los despidos. Y en momentos de recuperación, en los que incluso vamos dejando el cubrebocas, jóvenes con baja escolaridad todavía no pueden salir del desempleo.

  • Al cuarto trimestre de 2021, sólo las personas jóvenes “con estudios de preparatoria y universidad han logrado recuperarse, e incluso superar el nivel de empleo observado antes de la pandemia”, señala un reporte del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco). Quienes cuentan con grado de bachillerato incrementaron casi 10% su tasa de empleo y los universitarios, cerca del 9 por ciento.
  • El informe Los jóvenes sin preparación son más vulnerables en el mercado laboral destaca los avances que ha tenido el país en la matriculación escolar y los beneficios económicos a largo plazo para quienes continúan estudiando.

“En 2019, 1.4 millones de jóvenes se graduaron del bachillerato, cifra 1.6 veces mayor que hace una década. De esos graduados, dos de cada tres iniciaron una licenciatura o una carrera técnica”. Pero “33% de la población en edad de estudiar una carrera decide no hacerlo y comienza a trabajar sin estudios superiores en un mercado laboral cada día más exigente y complicado”.

En vísperas de conmemorar el Día Internacional de los Trabajadores es necesario comunicar la importancia y beneficios de estudiar una carrera, concluir estudios superiores, “porque no sólo mejoras tu condiciones laborales, tus ingresos, también lograrás desarrollar mayores habilidades y la posibilidad de adquirir otras”, dice en entrevista Ana Gutiérrez, coordinadora de Comercio Exterior y Mercado Laboral del Imco.

Dos caminos, dos realidades diferentes

Una primera y contundente razón para continuar estudiando: “Los jóvenes con bachillerato y licenciatura ganan 14% más que aquellos que sólo concluyen la secundaria, incluso desde el inicio de la vida laboral”, destaca el organismo.

  • El ingreso promedio mensual de la población de entre 15 y 24 años es de 5,700 pesos, señala el Imco con base en la información de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
  • Por niveles de escolarización, las personas jóvenes que estudiaron sólo la primaria ganan en promedio un poco más de 5,100 pesos al mes. Si concluyeron la secundaria, su salario mensual sube a 5,420 pesos en promedio. Con el bachillerato pueden aspirar a 5,600 pesos y si tienen una carrera profesional podrían ganar casi 6,700 pesos.

“El desempleo y la recuperación ha diferido en las diferentes generaciones, y entre los jóvenes varía además de acuerdo con el nivel de educación que tengan”, señala la economista Ana Gutiérrez. En 2020, cuando la pandemia golpeó más fuerte a todos los países, las personas jóvenes con menos estudios perdieron más empleos que sus pares con más oportunidades académicas.

  • Debido al impacto de la pandemia, las trabajadoras y los trabajadores jóvenes con estudios de primaria o de secundaria tuvieron una caída de casi 15% en sus puestos de trabajo. En tanto, 8% de quienes cuentan con estudios de preparatoria se quedó sin su fuente de ingresos y 5% de quienes estudiaron una licenciatura, según el reporte.
  • Y mientras las y los jóvenes con educación media superior y superior ya recuperaron esos empleos e incluso superan las cifras prepandémicas, el grupo con menos escolaridad sigue luchando por conseguir trabajo: cerca del 5% todavía está en el desempleo.

“La proporción de personas de 15 a 24 años que buscan activamente un empleo y no lo encuentran (7.2%) es dos veces mayor que la que presenta el grupo de 25 a 44 años (3.5%) y tres veces mayor que la del grupo de 45 a 64 años (2.4%)”, de acuerdo con el documento./Agencias-PUNTOporPUNTO

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