¿Deben irse los soldados de las calles?

Hace unos días el secretario de la Defensa Nacional, General Salvador Cienfuegos, abrió nuevamente el debate en torno a la decisión de utilizar a soldados para combatir el narcotráfico en las calles del país.
Desde que se relanzó la guerra contra las drogas a inicios del sexenio de Felipe Calderón, se ha cuestionado severamente la labor de la milicia para combatir el narcotráfico, sobre todo luego de abusos militares en episodios como el de Tlatlaya.
Pues bien, el discurso del titular de la Sedena se ha matizado y afirmó que cabe la posibilidad de que haya sido un error desplegar al ejército para combatir el tráfico de drogas y algunos otros delitos federales.
El argumento que utilizó fue que el narcotráfico, en su razón de origen, es un problema que no compete a los soldados en sí, sino que éstos fueron involucrados luego de elevar el delito a un asunto de seguridad nacional.
Un discurso realista cuando prevalece la idea de que utilizar soldados para estas tareas causa problemas graves en incursiones diurnas que dejan a la población en riesgo, pero sobre todo en documentadas violaciones a los derechos humanos.
Los soldados están entrenados para matar, y en combate eso intentan hacer precisamente… pero lo cierto es que a últimas fechas son los policías municipales y estatales los que han protagonizado actos atroces contra la población civil.
Va llegando la hora de analizar la permanencia de los soldados en las calles. Si el presidente Enrique Peña Nieto quiere apuntalar su descalabrada popularidad, debe implementar una estrategia del más alto nivel que permita sustituir gradualmente a los soldados por policías leales y capaces.
Sin embargo sabemos que se le irá la oportunidad de pasar a la historia por ser el mandatario que regrese a los soldados a sus cuarteles, debido a que los cuerpos policiacos agonizan por la galopante corrupción.
Tiene razón el secretario Cienfuegos cuando dice: «los soldados no están preparados para este papel, pero si no lo hacemos nosotros, no hay nadie más que lo haga».
PARA EL REGISTRO Luego de la histórica visita de Barack Obama a la isla de Cuba, el ex presidente Fidel Castro envió una carta en la que advierte que su país no necesita que Estados Unidos le regale nada. Estoy de acuerdo, no necesita dádivas, ya que por años los cubanos –como raza fuerte que son–, han sobrevivido con las miserias de un régimen que se empecina en seguir siendo tirano. Lo que le urge a Cuba es democracia y echar a la calle a un autoritarismo que solo aportó atraso y marginación *** Ya me lo habían platicado pero me resistía a creerlo. Una vez publicada la anterior columna Apuntes y Relatos sobre Donald Trump recibí tuits de personas —con perfiles con datos en español y presumiblemente mexicanos—, que defendieron al magnate. Ni hablar, no hay peor enemigo del mexicano, que el mexicano que se cree estadunidense. Gracias.
 
 
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ANTONIO BETANCOURT

Columnist & Researcher

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