Y luego se enojan porque le dicen narco-Estado

El asombro es la capacidad de impresión en el ánimo que alguien o algo causa a una persona o a muchas, especialmente por alguna cualidad extraordinaria o por ser inesperado.
México es mucho país, repleto de recursos naturales de extraordinaria belleza y de gente de calidad superior que demuestra a diario lo que es capaz de ser y hacer.
Y aunque somos una raza aguantadora, luchona y siempre echada pa´lante, el narcotráfico y el crimen organizado nos ha rebasado desde hace años y es hora de hacer algo al respecto.
Hemos perdido como sociedad la capacidad de sorpresa y asombro, y hemos hecho de la violencia nuestro modus vivendi.
Ya pasó aquello de que somos rehenes del crimen organizado, seamos honestos, y reconozcamos que los delincuentes han tomado el país; ellos mandan, ellos dictan agenda, y ellos han modificado nuestra manera de vivir y de sentir.
Lo que padecieron el fin de semana algunas entidades por la violencia obliga a la reflexión y a la acción respecto de qué sociedad somos y cuál quisiéramos ser.
Debemos definirnos porque ya no solo están en juego cuestiones políticas o económicas, sino algo más valioso que no nos podemos dar el lujo de perder: nuestra seguridad e integridad.
Un día de furia en Jalisco. Ecos de violencia en Colima, Guanajuato y Michoacán. Guadalajara paralizada por el miedo. Siete muertos, tres militares desaparecidos, algunos civiles heridos, bancos, gasolinerías, vehículos incendiados, bloqueos en carreteras federales.
Y en medio de todo eso, tu familia, la de nosotros y las de todos.
Hay violencia en las escuelas, dentro y fuera, hay asaltos prácticamente en todos lados y a cualquier hora; poco a poco se reducen los espacios donde las familias pueden estar seguras y pronto habrá quien ya prefiera no salir de casa.
Se ha trastocado la vida cotidiana y nuestras actividades deben pasar por el filtro de por dónde sí voy y por dónde no, para no ser vejados.
El transporte público se ha convertido en un latente factor de riesgo para todos, y ni siquiera los automovilistas y peatones están seguros. Es más, la policía ya no inspira confianza en ningún rincón del país. Desde hace años ha sucumbido al poder del narco y al de la necesidad, que la ha corrompido hasta las entrañas.
México ya no es tierra para vivir. No es posible que un pequeño porcentaje de mexicanos esté medianamente seguro, y eso sea porque pueden pagar seguridad personal y empresarial… ¿y los demás?
Urge saber en dónde estamos para precisar a dónde y cómo queremos llegar, porque si no, ¿qué tiene que pasar para que actuemos de forma coordinada, eficiente y continua en esta pendiente de deterioro? ¿hasta dónde encontraremos el punto de quiebre para cambiar?
Y a todo esto, ¿dónde está el Presidente? ¿dónde los Poderes legislativo y Judicial? ¿dónde los gobernadores? Y luego se enojan porque se dice que México es un Narco-Estado.
Sigamos viendo telenovelas y peleas de box, sigamos adormecidos por los poderes fácticos, y a ver a dónde llegamos. Al tiempo.
PARA EL REGISTRO Este puente escolar ha permitido que los ángeles del hogar anden de aquí para allá, contagiando su alegría a diestra y siniestra. Precisamente el día de Código Rojo en Jalisco una de las sobrinas con rostro apesadumbrado se nos acerca y dice: “tío, ¿le podemos cambiar a la tele, es que queremos ver coches persiguiéndose y chocando y eso, cuál es el canal?”… silencio y estupefacción. Ese día no se vio más televisión. Desempolvamos los juegos de mesa y seguramente los adultos se fueron a la cama pensando en qué será de los niños en este país. Triste. Gracias. Hasta mañana.
 
 

 

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