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De los mil 419 kilómetros cuadrados de territorio de Ciudad de México, la mitad es considerado suelo de conservación que incluye bosques, barrancas, pastizales, canales, lagunas, humedales y la zona lacustre.

  • Devorados por la urbanización caótica, el colapso ecológico llegó y se manifiesta en la desecación, los agrietamientos, la fetidez de las aguas negras por descargas de drenajes, la extracción de miles de litros de agua por hora para abastecer de aguas tratadas a la ciudad central.
  • El cambio de clima, la muerte de decenas de especies animales, tiraderos de basura, violencia y delincuencia, pésimo y contaminante transporte público, aislamiento que refieren el abandono de este que es uno de los cuatro Patrimonios Culturales de la Humanidad (Xochimilco) existentes en Ciudad de México.
  • La franja que va desde el sur-poniente al sur-oriente y que abarca desde el pueblo de San Bartolo en Álvaro Obregón, pasando por el de la Magdalena Contreras y Cuajimalpa; seguir por la región al pie del Ajusco y los volcanes de Tlalpan para bajar a Xochimilco y Tláhuac, subir a Milpa Alta
  • Nos da una región identificada por el abandono, pero también por la historia común y la memoria municipal, culturas originarias y una riqueza natural asociada al agua ya sea de manantiales o lagunas, que contrasta con la expansión urbana del territorio centro-norte de la ciudad.
  • En realidad, somos dos ciudades y la inclusión de las regiones montañosa y lacustre a la ciudad capital de poco les ha servido a ellos, pues tanto en presupuesto como planeación, transporte y desarrollo urbano, la realidad es de abandono y omisiones.

Por ello, el sentimiento entre los habitantes tiende hacia la autonomía y se desarrolla el conflicto por el abandono. Las fuerzas políticas, lejos de unir, han dividido contribuyendo al debilitamiento comunitario.

La integración al resto de la ciudad solo es por coincidencia del calendario electoral o de formas administrativas, pero que no reconocen la especificidad y la importancia para el equilibrio ecológico y cultural de la ciudad.

La capitalidad juega contra esta región de más de 700 mil kilómetros cuadrados, que son la escapatoria de la ciudad ante el cerco de los intereses centralistas que rodearon desde 1857 al denominado Distrito Federal.

Hacia el futuro y para la reorganización político-administrativa se debería integrar parte de los municipios conurbados vecinos del Estado de México a las densas zonas urbanas del oriente y del norte de CDMX, estableciendo una alternativa especial que considerara no solo Patrimonio Cultural a la zona de conservación, sino también Patrimonio Natural para su regeneración y urgente rescate.

Aquí está la base para la calidad del aire que respiramos y respiraremos; el futuro del agua que bebemos y necesitamos; la lucha por reconstruir nuestra relación con la naturaleza y, para ello, se necesita una revolución político-administrativa que rompa con los intereses que ahogan el futuro natural de la Cuenca del Valle de México y la siguen destruyendo./ CON INFORMACIÓN DE MILENIO

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