TEXTO ÍNTEGRO-OMS: México con el ‘PEOR DESEMPEÑO GLOBAL’ en la PANDEMIA

México enfrentó la pandemia con un sistema de salud fragmentado y debilitado, precisa el documento, debido a importantes recortes presupuestarios desde mediados de 2010.

Un informe del Institute for Global Health Science para la Organización Mundial de la Salud (OMS) revela que México pudo haber prevenido 190 mil muertes durante 2020 de haber tenido una estrategia para enfrentar la pandemia de Covid-19.

  • Los autores del informe La respuesta de México a Covid-19: un caso de estudio se propusieron, primero, analizar la situación sanitaria del país, que de acuerdo a criterios como número de muertes por Covid por cantidad de habitantes o muertes del personal de salud, ha tenido uno de los peores desempeños a nivel internacional.

Además, se buscaron los factores que condujeron a esta situación de manera “no partidista” y sin hacer “una diatriba política”.

En sus conclusiones señalan que faltó la conducción y coordinación del gobierno a nivel nacional, pues hubo “falta de precaución al tratar con un virus desconocido, fallas en la incorporación de evidencia científica relevante y una incapacidad para reconocer errores y corregir la política, ya que las suposiciones iniciales demostraron ser inválidas”

“Estimamos que si México hubiera tenido un desempeño promedio en la pandemia, se habrían evitado alrededor de 190 mil muertes por todas las causas en 2020”, se lee en el documento La respuesta de México a covid-19: un caso de estudio, elaborado por un equipo multidisciplinario de académicos encabezado por el Instituto de Ciencias de la Salud Global de la Universidad de California en San Francisco.

  • El análisis fue encomendado por el Panel Independiente de Preparación y Respuesta ante Pandemias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en busca de “comprender objetivamente” cómo llegó México a “ser uno de los países más afectados durante la pandemia de Covid-19”.
  • México se encuentra en ese lugar de acuerdo con métricas como los altos números de contagios y muertes, “después de tener en cuenta las diferencias en el tamaño de la población” y las pocas pruebas que se hacen y “un exceso de mortalidad comparativamente alto por todas las causas, que refleja el impacto directo e indirecto de la Covid-19”.
  • El indicador en el que más destaca México por su mal desempeño es el de “tasas de infección y mortalidad muy elevadas entre el personal sanitario”, ya que el país, por sí solo, tiene el 47% del total de muertes en un conjunto de 17 países americanos, según un reporte de la Organización Panamericana de la Salud, debido a que tuvieron que “responder a la emergencia, frecuentemente sin proporcionarles la capacitación necesaria y equipo de protección personal”.

Los autores encontraron diversas “características definitorias de la experiencia de México con la pandemia”, como “las altas tasas de transmisión dentro de las familias”, “la falta de programas de apoyo gubernamentales”, que se han hecho pocas pruebas y demasiado tardías y “una campaña de comunicación del gobierno que asignaba el mantenimiento de las apariencias y la política partidista antes que la salud”.

“Las autoridades nacionales no cumplieron con sus funciones de rectoría durante la emergencia ni asumieron la responsabilidad política de coordinar una respuesta nacional coherente y unificada”.

Los errores de México

Del Río asegura que ha habido un manejo fallido de la epidemia en el país y eso impacta en el número de defunciones. “Una de las principales fallas es el liderazgo. Cuando tienes un país como Estados Unidos con pobre liderazgo (como el de Trump) e instituciones fuertes (como la FDA, por ejemplo), el desempeño es malo; cuando tienes un país con pobre liderazgo e instituciones débiles como en el caso de México, el desempeño es aún peor”.

  • El documento del estudio de caso señala al respecto que, en México, las autoridades evitaron la deliberación y la toma de decisiones colectivas en el momento adecuado. El máximo órgano de gobernanza y coordinación de la salud, el Consejo General de Salubridad, permaneció relegado a un papel secundario. Las decisiones clave de salud pública no fueron sometidas sistemáticamente a supervisión independiente, ni consultadas con expertos externos.
  • La respuesta a la pandemia se fracturó desde el principio, se señala, debido a la falta de entendimiento en temas relevantes como el nivel de amenaza y las acciones necesarias entre las autoridades nacionales, algunos gobiernos estatales y otras partes interesadas. Los conflictos partidistas y la polarización exacerbaron estos desacuerdos.

El otro problema, dice del Río, ha sido de comunicación; esta “durante la crisis ha sido mala. ¿Cuántas veces han dicho que ya se va a terminar esto? Todavía se sigue sin recomendar de forma contundente la mascarilla”.

Las autoridades, dice el estudio de caso, no han podido enviar un mensaje correcto y coherente para reforzar las directrices de salud pública a través de su propio comportamiento. Hubo información incorrecta, inconsistente y politizada.

“Por temor de que los hospitales llegaran a un punto de saturación –dice textual el estudio– las autoridades difundieron información que alentaba a los pacientes a sobrellevar la enfermedad en el hogar y no buscar atención médica a menos que se presentaran síntomas graves. Esto ha contribuido a las altas tasas de mortalidad. De hecho, se estima que 58% han fallecido fuera de hospital”.

Además, del Río señala que las instituciones de salud estaban muy limitadas para poder responder de forma eficaz a la epidemia. “Es incluso un problema de instituciones de salud ya en crisis. Un sistema de salud que no tenía las condiciones para responder bien”.

  • México enfrentó la pandemia con un sistema de salud fragmentado y debilitado, precisa el documento, debido a importantes recortes presupuestarios desde mediados de 2010. Para 2020, el presupuesto de salud per cápita acumuló una pérdida de 26.4% en términos reales en relación con su máximo de 2015.

Además, la actual administración inició una reestructuración desordenada y mal planificada del sistema nacional de salud. La insuficiencia de recursos y la escasez de personal, antes y durante la pandemia, limitó la calidad de la atención a la emergencia.

  • Los esfuerzos para aumentar el número de camas se vieron limitados por la falta de personal capacitado disponible, equipo, medicamentos y recursos financieros.
  • La falta de inversión pública para apoyar a la población también ha afectado. “No ha habido, por ejemplo, la inversión necesaria para rescatar la economía, a los negocios les dijeron ahí se ven”, asegura del Río.
  • México, precisa el estudio, se destaca internacionalmente como uno de los países con menor gasto público para apoyar la respuesta a la crisis sanitaria y permitir el cumplimiento de las medidas de confinamiento. Las pequeñas empresas y los menos favorecidos se quedaron atrapados entre buscar los ingresos diarios o garantizar su salud.

Otra falla identificada es que en el país se optó por hacer pocas pruebas, lo que disminuyó la capacidad para detectar brotes, diagnosticar pacientes, controlar la transmisión y estimar adecuadamente la carga de COVID-19 en el país.

A marzo de 2021, México ocupa el puesto 155 en pruebas por millón de habitantes, de 203 países con información disponible. La tasa de positividad (el número de personas que sí resultan positivas de entre todas las que se hacen los análisis) se ha mantenido en el rango del 30 al 50%, lo que sugiere que hay un alto nivel de personas que no están diagnosticadas por no acceder a los testeos.

A todo eso hay que agregarle, dice del Río, la alta carga de comorbilidades en la población (diabetes, hipertensión, obesidad), que también han tenido un peso importante en el exceso de mortalidad.

El reporte de la OMS da cuenta de una cadena de errores de las autoridades mexicanas:

  • EXCESO DE MUERTE. México ocupa el cuarto lugar en exceso de mortalidad (sólo después de Perú, Ecuador y Bolivia), con alrededor de un 43% más de muertes en 2020 de lo que se habría esperado.
  • AUSTERIDAD.El estudio refiere que las políticas de austeridad limitaron las medidas para enfrentar la pandemia, por lo que “México careció de una vigorosa acción gubernamental y un apoyo fiscal efectivo”.
  • VIGILANCIA. La política de pruebas fue “excesivamente restrictiva” y socavó la capacidad de detectar brotes y estimar adecuadamente la carga de Covid-19.
  • VACUNA. “Las autoridades han centrado la atención en la promesa de la vacunación universal sin un enfoque global para controlar la pandemia.

La pandemia lleva la delantera en México

«No hay una estrategia. Esa palabra ha sido mal utilizada. El Consejo de Salubridad General (CSG), debió haber tomado el mando de esto y debió haber tenido a un grupo de especialistas de varios sectores, del privado, de ONG, de varias universidades», afirma el médico y analista mexicano en políticas de salud Xavier Tello.

El experto destaca que desde un inicio se subestimó la dimensión del problema y por ello no fue convocado el CSG, un organismo del Estado mexicano responsable ante situaciones de emergencia sanitaria. «El Consejo de Salubridad General es el que tiene el mandato constitucional para hacerse cargo de una emergencia como esta. Es presidido –en este caso lamentablemente- por el presidente de la República, que decidió que se hiciera cargo el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell».

Para Xavier Tello, el primer error fue subestimar la pandemia, y el querer compararla con una influenza. «Seguramente porque era la única experiencia que tenía Hugo López Gatell». A eso le siguió el no realizar pruebas de detección. Varias veces, según el experto, repitieron que las pruebas no salvan vidas. Otro error fue decir que los pacientes asintomáticos no contagiaban. «Hugo López Gatell se apoyaba en el supuesto de que si la persona era asintomática era porque tenía una baja carga viral, y por tanto tenía poco riesgo de contagiar a otros».

El 27 febrero de 2020 México confirmó el primer caso de infección de coronavirus. El 18 de marzo se registró la primera muerte. Hasta el 3 de mayo, el país siguió el modelo de vigilancia centinela, utilizado en varios países para monitorear la influenza estacional. López Gatell aclaró a principios de mayo que al ingresar a la Fase 3 el 21 de abril, el país dejaba de usar el modelo centinela y cambiaba a un método basado en la ocupación de hospitales y camas disponibles, un modelo que sigue vigente a la hora de decidir la apertura económica.

Mortalidad en hospitales públicos superior al 30%

El tercer error grave, según Francisco Moreno, es pensar que teniendo camas disponibles en hospitales se tiene controlada la pandemia. «En México se dice que las actividades económicas se pueden abrir dependiendo del número de camas disponibles. El problema es que la mortalidad en los hospitales públicos es superior al 30%. Uno de cada tres pacientes que llega al hospital fallece, debido a que los hospitales que destinaron a pacientes con COVID no fueron equipados con el material que se debe tener para que el paciente pueda salir adelante. La realidad es que tenemos una mortalidad espantosa, una situación crítica que ya se prolongó más de un año».

  • El médico que se encuentra al frente de la pandemia en el Centro Médico ABC, afirma que se puede hablar también de un cuarto error: «A pesar de todo lo que ha sucedido no ha habido una corrección».
  • Más de un año después de que llegara la pandemia, México, después de Estados Unidos y Brasil, es de los países más golpeados a nivel mundial, con una cifra oficial de fallecimientos que se acerca a la marca de los 200.000 y más de 2 millones de casos detectados de infección.

A eso se suma el problema de los medicamentos. El antiviral Remdesivir, un fármaco que ha sido considerado como un remedio efectivo en pacientes graves con COVID, fue aprobado para su uso de emergencia por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) el 12 de marzo pasado, después de una larga polémica sobre su efectividad y alto precio.

«No es la panacea, pero nada lo es ante el COVID. Como es un medicamento caro, al aprobarlo tendrían que suministrarlo los hospitales públicos, y si no lo pueden usar ellos, que no lo use nadie. El anuncio se produjo el viernes y hasta el momento no tenemos el medicamento», afirma Francisco Moreno, médico internista del Centro Médico ABC.

«Han sido muchos los obstáculos que ha puesto Cofepris al trabajo médico al atender a los pacientes. Nos quitaron las pruebas serológicas un tiempo, no nos han dejado utilizar medicamentos, nos obligan hacer una cantidad tremenda de recetas. Cada medicamento que yo mando a un paciente que está internado tiene que llevar una receta. Tenemos internados a unos 50 pacientes, cada paciente recibe ocho medicamentos, hay que hacer 400 recetas diarias para enviar a Cofepris», advierte el facultativo.

El desafío de las vacunas

Ahora México enfrenta el desafío de las vacunas. El pasado 23 de diciembre, México fue el primer país latinoamericano que recibió la vacuna contra COVID-19. El gobierno acordó la compra de más de 234 millones de dosis de cinco vacunas diferentes, pero hasta la primera semana de marzo solo había recibido el 1,7%. El factor determinante en las negociaciones con las farmacéuticas es la financiación para el desarrollo de sus vacunas.

«Hay un discurso muy triste en México, que acusa a otras naciones de acaparadoras de vacunas y eso no funciona así. Todos los países quieren proteger a sus ciudadanos», dice el experto Xavier Tello. «Si se pagaba por anticipado el costo total de la vacuna se estaría patrocinando la investigación, como lo hizo Chile. Ahora tendríamos las vacunas aseguradas, estaríamos reclamando un incumplimiento de contrato si no nos hubieran enviado las vacunas. Pfizer, Moderna y otros laboratorios, hasta AstraZeneca, funcionan así». Tello lamenta que no hay una estrategia de vacunación, como tampoco hay un responsable de las vacunas.

  • En el Centro Médico ABC no se ha vacunado a todo el personal sanitario. «En el hospital no hemos recibido más que el 30% de las vacunas que necesitábamos. Un 70% de los médicos y enfermeras que trabajan aquí no han recibido la vacuna. El argumento es que no estamos en primera línea, pero vemos pacientes y tenemos riesgo. Hay mucho más rezago en los hospitales privados que en los hospitales públicos». ¿Por qué? «Porque este gobierno no quiere lo privado», señala Francisco Moreno.

Ambos expertos exhortan a corregir el rumbo. «Aumentar el número de pruebas para detectar a los contagiados asintomáticos e impedir que continúen los contagios. Si hay menos enfermos habrá menos ocupación de camas de hospital, que no sirven para nada», destaca Moreno.

  • Lo segundo es dejar la politización en el uso del cubrebocas y empezar a usarlo todos. No debe ser una elección, sino una obligación, una medida de solidaridad. Abrir la vacunación como Estados Unidos, facilitando que (la hagan) las empresas, los hospitales privados y el mismo Seguro Social, que tiene una infraestructura de vacunación enorme, y no tenerlo que hacer a través de militares, de personas asignadas por el gobierno de una manera totalmente centralista, que no alcanza para vacunar a toda la población».

Crisis sanitaria en varios frentes

El gobierno federal decidió en 2019 desaparecer elSeguro Popular, y sustituirlo porel Insabi(Instituto de Salud para el Bienestar). Adicionalmente, con la convicción de que había un mercado plagado de corrupción, en el que las empresas distribuidoras eran acaparadoras que encarecían el producto final, se desarticuló la cadena de suministro de medicamentos, lo que ha provocado un desabasto y demandas ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. El desabasto de medicamentos ha afectado a los pacientes de numerosas enfermedades, particularmente a niños y adolescentes con cáncer./Agencias-PUNTOporPUNTO

Documento íntegro en inglés:

mexico-covid-19-case-study-english

 

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